19 de julio de 2018

[GOT7] [사랑] I Wish to be With You until Death: Capítulo 3



“¿Por qué te hiciste policía? ¿Por qué decidiste defender a los inocentes del mal?”.
Lee Eunjung corría y corría, disculpándose rápidamente cada vez que se tropezaba o chocaba contra algo o alguien accidentalmente. Las palabras de Park Jaebum resonaban en su cabeza, cual burlas a su ingenuidad. “Justicia. Y hemos de ayudar a expandir su palabra y la de Dios.”
Cada semáforo en rojo que ignoraba, cada pitido de coche y timbre de bicicleta, la motivaban a ir más y más rápido. Los siete muchachos secuestrados habían bajado a ser cuatro, y no podía permitirse el lujo de perder ni a uno solo más.

Sabía a dónde dirigirse; volaba sobre las aceras y carreteras que ya había recorrido hacía un tiempo atrás, acompañada por el que, presuntamente, podría ser el caso más sádico que jamás había visto Seúl.
No podía, sin embargo, evitar mandar callar a esa parte sentimental de su mente que le recordaba una y otra vez los sentimientos que tuvo por Jaebum. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Era su trabajo detectar y atrapar a gente perturbada como él. Proteger al público de sus acciones. Y ahora que se paraba a pensarlo, lo único que Jaebum habría tenido que añadir para marcar todas las casillas de la prueba de acceso para asesinos en serie, hubiese sido tatuarse “Detenme ahora, o voy a montar una carnicería que esto va a parecer Texas.” en toda la frente. Pero no, su estúpido flechazo de los domingos por la mañana la había encandilado con sus dientes perfectos, su estilo de ídolo adolescente, peinado de revista y tatuajes para expresar una rebeldía que ella jamás había necesitado en su vida de clase media completamente ordinaria, con una infancia común, en una vivienda normal, con familia corriente de anuncio de lavaplatos, rutina regular y ningún trauma infantil que excusase la sensación que sintió en el estómago la primera vez que Jaebum le sonrió. Quizás aquella sensación que ella había malinterpretado por amor, no era más que su instinto diciéndole que saliese corriendo al coche a coger la pistola. En lugar de mariposas, quizás eran sus intestinos diciéndole que ellos estaban muy cómodos ahí dentro y no querían acabar cual Guernica, deja de lado museo alguno, decorando la pared de un garaje abandonado, siendo la merienda de roedores varios. La imagen le revolvió el estómago al mismo tiempo que detuvo su carrera, deteniéndose delante de una tienda de música con una estética más bien alternativa. Se llevó las manos a la cintura, jadeando, intentando regular su respiración antes de dirigirse a unas escaleras que descendían al nivel subterráneo de la calle, donde más locales comerciales optaban por colocarse para ahorrarse los alquileres de nivel de suelo de la capital. Mientras bajaba los escalones con decisión, un cartel neón zumbaba casi inaudible a sus espaldas, despidiéndola en su camino al salón de tatuajes donde se había sentado por horas aquella vez viendo a su entonces pareja inyectarse tinta en el brazo para expresar su odio hacia la civilización. Tragó saliva y se arregló la chaqueta del traje gris claro. Una pequeña campana tintineó anunciando su llegada cuando cerró la puerta de cristal tintado a sus espaldas.
- Bienvenida.
- Policía.
- ¿Otra vez? De verdad... Qué mes...
- ¿Perdón?
Caminó hacia el mostrador donde un hombre, cubierto en tinta donde quiera que posase los ojos excepto el rostro, la miraba con cansancio en la mirada.
- Ya les dije la última vez todo lo que sabía... Mire, no somos precisamente el salón más popular de la ciudad, y ustedes paseándose por aquí cada dos por tres enseñando la placa a todo aquel que se les cruce y preguntando por nosotros, pues no ayuda mucho al negocio, ¿sabe usted?
Eunjung enarcó una ceja.
- ¿Está usted al mando del local?
- Sí, señora.- Eunjung recorrió el salón con la mirada. Diseños enmarcados en las paredes, de los cuales había algunos que era obvio que el artista estaba más orgullosos que de otros. Decenas de hermosos caracteres chinos se asomaban entre ilustraciones que variaban desde flores de todos los colores, tamaños y tipos, hasta tigres, delfines e incluso llamas de fuego.
No era su primera vez visitando aquel salón de tatuajes. Estaba segura de que aquel era el lugar donde Jaebum se había marcado. Aparentemente era famoso en la ciudad por su toma en caligrafía china, o al menos lo eran en el mundillo al que Jaebum pertenecía y ella desconocía hasta ahora. Aquel hombre sin embargo, que la miraba consternado, no había sido al que había conocido brevemente la última vez.  
- ¿Tiene más empleados, señor...?
- Seo.
- Seo. - Completó Eunjung, con sus tacones resonando en las baldosas, mientras paseaba observando las paredes. No sabía mucho del tema, pero aquellos diseños eran definitivamente del estilo que adornaba el cuerpo del mayor error de su vida. Perdón, “presunto” mayor error de su vida. Y ahora se sentía completamente responsable por no haberse dado cuenta antes y haberle dejado desaparecer por la puerta en aquella cita de cafetería, con un par de muffins entre ellos, el día que ella le rompió al corazón al contarle que en sus planes de futuro solamente había tiempo para su carrera y nada más.
- De nuevo, señora...- Eunjung no completó la frase esta vez, haciendo que Seo carraspease con incomodidad.- Ya le conté a su compañero todo la última vez.
Eunjung entonces perdió total interés en la exposición de carpas doradas y mariposas horteras, y se giró hacia el hombre.
- ¿Mi compañero?- Éste la miró extrañado.
- Otro detective se pasó por aquí la semana pasada, a eso me refería con el comentario de antes sobre la placa y el exhibicionismo al que la sometéis... Sin ofender, por supuesto.- Eunjung le miró con frustración.
- Al grano, señor Seo.
- Un detective vino la semana pasada a preguntarnos sobre nuestro trabajo en caracteres chinos. Nos pidió una fotografía de uno que le hicimos a un tipo hace unos meses... Ponía...
- Justicia.- Eunjung le interrumpió, bajando la mirada al suelo, como si las baldosas blancas fuesen la pizarra magnética de la comisaría, intentando organizar sus pensamientos para que todo cobrase sentido.
- Sí...
- ¿Cómo se llamaba este hombre? ¿Se identificó?
- Creo que lo anoté por aquí en alguna parte...- El hombre murmuró, empezando a rebuscar entre montañas de papel con borradores y bocetos a lápiz. Eunjung siguió con la vista clavada en el suelo, todavía poniendo en orden todas y cada una de las probabilidades de lo sucedido. Nadie había pedido una visita oficial a ninguna parte desde que ella había tomado las riendas de la comisaría. Lo único interesante que había pasado últimamente había sido un par de charlas en institutos sobre los riesgos de las redes sociales, la discusión que había tenido que Kang Changmin por aceptar que Kim Donghwan regresase a trabajar bajo supervisión, y el drama sobre por qué todos los ficus de el edificio estaban muriéndose a pesar de los intentos de todos por mantenerlos sanos.
- Aquí está. - Seo intentaba estirar un trozo de papel que obviamente había estado en la basura hacía segundos a juzgar por la forma esférica que había intentado obtener y las distintas manchas de lo que parecían ser salsas para tortillas. Eunjung afinó el oído, esperando a poder subrayar en su mente la respuesta y el siguiente paso de la investigación.- Fue Kang Changmin, señora.
Un interruptor hizo clic en su cerebro, al mismo momento que el nombre de su compañero de trabajo era rodeado una y otra vez con rotulador rojo. “Kang Changmin...”


Abandonó el edificio, dirigiéndose calle abajo a una calle más circulada donde poder tomar un taxi a su próxima parada. Caminaba casi cojeando. La carrera que se había dado hacía unos minutos le había destrozado los pies. Podía notar las ampollas reventar una a una, dejando sus pies húmedos y resbaladizos dentro del calzado debido a la sangre. Hizo una mueca de asco al mover los dedos y sentir el pegajoso líquido entre ellos. Un día estupendo para estrenar zapatos.
Se subió al primer taxi que encontró y no tardó más de quince minutos en detenerse delante de un edificio de apartamentos que conocía de sobra. Se encontraba en la vivienda de Park Jaebum. No sabía por qué se había dirigido hacia allí, ni se había parado a pensar en la probabilidad de que quizás el sospechoso se encontrase allí, o que no tenía una orden para entrar en la vivienda, pero a estas alturas no le importó. Se acercó a la verja que rodeaba la comunidad de 4 edificios conectados por un camino de cemento, y marcó el código del piso de Jaebum. Un zumbido estático iba y venia, haciendo que su estómago se encogiese cada vez que el silencio entre sonido y sonido parecía alargarse. Al final, nadie respondió. Eunjung se sintió aliviada, no le hubiese gustado nada ponerse en el papel de ex-novia arrepentida, que era su plan si hubiese encontrado una respuesta al telefonillo.
- Policía. Por favor, abra la puerta.- Dijo al mismo aparato tras obtener una respuesta al marcar el número de seguridad del edificio. No tardo en escuchar un ruido metálico y empujó la puerta con menos esfuerzo del que había anticipado para que se abriese.
Por supuesto, con la suerte que llevaba esos días, no había ascensor. Tocaba subir tres pisos de escaleras. Gruñó al mirar la cuesta de peldaños que se alzaba a su vista, y se ató la americana alrededor de la cintura, tomando la barandilla de acero y subiendo tan rápido como el dolor de sus pies le permitía.
No tardó demasiado en alcanzar el descansillo del tercer piso y arrastrar los pies por el pasillo de paredes descorchadas, colillas de cigarros y envolturas de piscolabis varios. No pudo evitar sentir arañas en el estómago, subiendo por su garganta y provocándole arcadas por los nervios. Llamó a la puerta una vez más, para asegurarse de que podía romper la cerradura sin susto alguno, y de nuevo no hubo respuesta al otro lado. De una patada abrió la puerta en un intento. Astillas de madera se dispersaron por el parqué y, arma en mano, se quedó congelada bajo el marco de la puerta. Sus brazos abandonaron lentamente la posición de defensa hasta descansar a ambos lados de su cuerpo, la pistola balanceándose peligrosamente en su débil agarre, y sus ojos y labios temblaron ante la vista de cientos de fotografías en blanco y negro que inundaban las paredes, techo y parte de las ventanas. Paso a paso, a una lentitud exasperante, logró posicionarse en el centro de aquel estudio. Sus ojos viajaban de arriba a abajo, lado a lado, posándose brevemente en todas y cada una de las fotografías, como un escáner. Había caras conocidas, aquellas de los miembros de la policía asesinados en el juego anterior, y de Changmin y Donghwan. Saliendo de sus coches, comiendo en restaurantes, caminando por la calle, en el supermercado... También destacaban fotografías de los miembros de GOT7, participando en actividades diarias, en sus rutinas, y sus ojos se humedecieron al detenerse a observar las expresiones alegres de aquellos jóvenes que habían perdido sus vidas. Se sentía abrumada por la cantidad de rostros en las paredes, y tuvo que tomar asiento en la única butaca que estaba estratégicamente posicionada en el centro del cuarto. No pudo evitar imaginar a Jaebum en ese mismo asiento, observando las mismas fotografías, las mismas caras, planeando su siguiente movimiento. Entonces, en ese mismo instante, Lee Eunjung frunció el ceño. Esta vez consciente de los detalles, revisó las paredes con atención, recorriéndolas con la mirada una vez más.
- ¿Dónde está Kim Hyungjoon?- Murmuró, repasando una y otra vez la colección de personas en las paredes. No había fotografía alguna del artista.
Eunjung era esa clase de persona que necesitaba pensar en voz alta para que las cosas fuesen más claras, de forma que abandonó su asiento y se levantó, colocándose enfrente de una de las ventanas y mirando a su reflejo a los ojos con expresión seria.
- El día que hicimos los titulares de la prensa fue el día que me notificaron que conseguiría por fin mi ascenso.- Narró a su reflejo.- El jefe Lee me llamó anunciándome su dimisión camuflada como jubilación anticipada, y que yo tomaría el puesto. Me sorprendió su retiro, era joven para lograrlo, pero en cuanto encendí el televisor lo entendí todo. Las caras de cuatro miembros del cuerpo habían sido filtradas al público.- Dirigió la mirada entonces a una fotografía que mostraba esos cuatro rostros junto a otros dos.- Choi Siwon, Shin Donghee, Kim Joohyun y Kim Taeyeon. Todos ellos habían estado implicados en casos de corrupción, encubrimiento de pruebas de casos polémicos e incluso acusados de acoso sexual. El caso había sido destapado por un topo de su mismo departamento. ¿Pero qué hicisteis vosotros dos para mereceros formar parte del juego? - Susurró, mirando a los otros dos rostros de la fotografía, Donghwan y Changmin.- ¿Y por qué fuisteis los únicos dos que fuisteis capaces de sobrevivir? El jefe Lee perdió su trabajo, ellos sus vidas... ¿Y vosotros?
Paró los ojos entonces en una fotografía que mostraba a los seis en una cafetería, con cajas de donuts y café para llevar. Se fijó en sus expresiones. Todos reían, menos Donghwan y Changmin, que mostraban unas expresiones incómodas en blanco y negro.
- Vosotros lo sabíais... - Susurró, entrecerrando los ojos, observando la mirada que ambos hombres compartían.- Lo sabíais todo y no dijisteis nada a nadie. Por eso os tocó formar parte del juego.
Un pasaje de la biblia se le vino inmediatamente a la mente. “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.”
- Pero ninguno de vosotros confesó, al menos no públicamente... ¿Quizás se lo confesasteis a Jaebum?- Donghwan había mencionado repetidamente que había visto a su captor, pero no había podido ver su rostro, únicamente su cuerpo tatuado. Eso significaba que Jaebum se había mostrado ante él en algún punto, ¿quizás en un gesto piadoso? ¿Dándole una oportunidad para confesar?
- Hay una última pieza de este rompecabezas que no logro encontrar...- Frunció el ceño y cerró los ojos, observando una vez más su pizarra imaginaria, en la que un espacio blanco impoluto se burlaba de ella ocupando el centro de su elaborado esquema.- Y creo que si logro entender por qué no está Kim Hyungjoon aquí, lograré rellenarlo.

En algún lugar de Seúl.

- Esto es el infierno.- Corrigió Mark, abrazándole. Jinyoung les miraba con tristeza mientras cargaba a Jaebum a través del cuarto, quien seguía balbuceando sinsentidos cuyo significado nadie lograba entender. Jackson se libró de su agarre tan pronto como se dio cuenta de la mirada que Jinyoung les estaba dedicando.
- Suéltame.- Masculló, incorporándose del suelo con dificultad bajo la mirada decepcionada de Mark.
- Jackson, yo...
- No.- Le interrumpió, mirándole a los ojos. Mark tragó saliva, intimidado.- No es el momento. Acabo de perder a tres de mis mejores amigos, uno de ellos era mi mejor amigo, mi hermano, así que no tengo tiempo para tus juegos.- Jackson escupía las palabras con rabia, ojos enrojecidos y señalándole con el dedo índice.- Si me disculpas...
Mark se quedó solo en su círculo de dolor, mientras observaba a Jackson alejarse de él y acercarse a Jaebum, que descansaba contra la pared, llorando y riendo al mismo tiempo. Había perdido la cabeza. ¿Quién podía culparle? Todos y cada uno de ellos balanceaban lo que quedaba de su cordura en un finísimo hilo, y el menor de los movimientos podía hacer que ésta se estrellase y rompiese contra el suelo cual cristal.
Jackson se posó a su lado, contra la sucia pared, y le miró con tristeza. Jinyoung se dirigió entonces hacia Mark, que bajó la mirada al notar su presencia en el círculo.
- ¿Estás bien?- Dijo cariñosamente, posando una mano en el hueso hombre del pelirrojo.
- No lo sé.- La voz de Mark tembló.- No sé cómo debo comportarme ahora mismo. Tengo un debate dentro de mí entre eso...- Señaló a Jaebum. Jackson le miró con enfado.- Y esto...- Se señaló a si mismo.- No sé si volverme loco, o dejar que mi instinto superviviente tome control...
- Mark... - Jinyoung suspiró.- Estás siendo el más fuerte de todos nosotros ahora mismo.
- También soy el que menos ha perdido, Jinyoung.- Masculló Mark, mirándole a los ojos.- ¿Sabes lo que temo? ¡Temo que si dejo que mis emociones tomen control, vaya a morir como hizo Bambam!- Jackson se incorporó en ese momento, con furia en la mirada. Mark le ignoró.- Y temo que si dejo mi instinto tomar control...
- ¿Que me vayas a dejar morir?- Susurró Jinyoung. Los ojos de Mark se humedecieron y retiró la mirada, asintiendo rápidamente en gestos pequeños. Jaebum no tuvo tiempo a responder, Jackson encaraba a Mark con la mandíbula tensa.
- ¿Qué hablas tú de Bambam?- Siseó. Mark no cambió su expresión. Sentía cansancio.
- Nada.
- Guarda un poco de respeto, Mark. - Jackson tomó un pasó más al frente, casi haciendo que sus narices se rozasen.- Bambam murió como un héroe, intentando ayudar a aquel a quien más quería. No que tú jamás puedas entender lo que eso significa, pero hay gente que ama tanto, que estarían dispuestos a morir por aquellos que más significan.
- Jackson...- Le reprendió Jinyoung. Éste no movió la mirada.- Por favor, no es el momento...
- Dejad a los muertos en paz.- Musitó antes de que la mano de Jaebum se posase sobre su hombro. Se giró al reconocer el agarre. Jaebum les miraba con los ojos hinchados, la piel levemente violácea y los labios agrietados. De todos ellos, él era el que sin duda llevaba peor el juego. Había perdido al amor de su vida, y a los dos más jóvenes del grupo, aquellos mismos a cuyas madres les había prometido que protegería a cualquier coste
- Silencio.- Dijo, haciendo que todos prestasen atención. Fuese cual fuese la situación, no había duda de que Jaebum era el líder.- Quiero absoluto silencio. No sé dónde os creéis que estáis, pero no es precisamente el lugar más apropiado para discutir quién ha perdido a quién, quién quiere tirarse a quién, y mucho menos a quién perderemos a continuación.- Dijo con una calma que sonaba casi enfadada.
- Jaebum...- Jinyoung calló al recibir una mirada agresiva del líder.
- Ahora...- Continuó, mirando a los otros dos.- Cerrad esa puta puerta y escuchemos las reglas de esta jodida bañera.
Mark, Jackson y Jinyoung se giraron entonces para, por fin, reparar en una bañera sucia que descansaba en el centro de la habitación. La laca blanca y rota dejaba asomar su interior oxidado, y rodeándola había siete cables gruesos que a Mark le recordaban a aquellos usados para cargar la batería de un coche, solamente que en lugar de pinzas al final de ellos, había estacas muy afiladas de metal. “¿Siete?”, pensó para sí mismo.
El sonido oxidado de la puerta a sus espaldas hizo que se girase, rompiendo su concentración. Jackson caminó de vuelta al grupo, y Jaebum se llevó un gesto a los labios para indicar silencio una vez aquella voz misteriosa y ténebre empezó a hablarles de nuevo.
- Bienvenidos de nuevo, GOT7.- Jinyoung tragó saliva.- En la puerta que os llevará a la siguiente sala hay siete cerraduras. Estas cerraduras se mantienen cerradas por unos circuitos eléctricos que recorren la habitación. Para abrirlas, tendréis que cerrar los circuitos. Os fijaréis en los siete cables que rodean la bañera.- Mark frunció el ceño.- Cada cable cierra un circuito. Tenéis 3 minutos o la puerta se cerrará para siempre y las tres bombas del techo explotarán. Que empiece el juego.
Todos dirigieron la mirada al techo al mismo tiempo que un reloj digital en la pared empezaba la cuenta atrás. Efectivamente, tres tubos de cristal llenos de clavos, idénticos a los de la sala anterior, colgaban del techo. Jaebum cerró los ojos en un gesto de dolor, intentando no caer de nuevo en la tortuosa locura que le había invadido al ver los cuerpos de Bambam y Yugyeom. Y de Youngjae... “Youngjae...”, lloró en su mente, intentando en vano no recordar la cabeza de su mejor amigo, de su amante, rodar como una pelota por el suelo mugriento de la primera sala.
- ¿Cómo se cierra un circuito?- Preguntó Jinyoung, mirando a su alrededor con nerviosismo.
- Un circuito se completa al conectar todas las entradas de corriente.
- ¿Y en cristiano?
- La bañera.- Mark caminó rápidamente a ésta, sujetando el cable que tenía más cercano, pero era demasiado corto.- No llega...
- ¡Por Dios, Mark! - Protestó Jinyoung con frustración.- ¡Tienes que explicarnos qué significa!
- Significa,- Explicó Jackson, levantando la mirada hasta encontrarse con la de Jinyoung. Ojos nublados en lágrimas.- que alquien tiene que meterse en la bañera y agarrarlos.- Jinyoung miró a Mark, desesperado, quien asintió con la cabeza baja.
- Alguien tiene que ser electrocutado... Y a juzgar por el tamaño de esos cerrojos y de estos cables... No va a ser un calambre.
- Pero... Pero...- Jinyoung no lograba articular palabra alguna con sentido. Tampoco sabía qué decir. ¿Qué se podía decir en una situación así? ¿Quién quiere morir antes? ¿Voluntarios? ¿Quien quiera ser frito que levante la mano? En su cabeza sin embargo, sabía que no quería ser él, por muy egoísta que sonase, y tampoco quería que fuese Mark. ¡No quería que fuese ninguno de ellos! Pero amaba a Mark, tenía que protegerle.
Jackson se giró, con las manos en la cabeza, mordiéndose el labio en un gesto de desesperación. Esta podía ser la peor de las pruebas. No era una competición y el perdedor perdía la vida... Era cuestión de voluntarios. ¿Quién estaba dispuesto a morir por los demás? Jackson sabía la respuesta.
- Yo.- Dijo, intentando sonar lo más seguro de si mismo que pudo.- Yo lo haré.
Los ojos de Jinyoung y Mark se clavaron en él.
- No, no lo harás.- Respondió Mark en el mismo tono. Jinyoung guardó silencio.
- Párame.- Desafió Jackson, caminando hacia la bañera, pero Mark, rápido de reflejos, en seguida se abalanzó sobre él, tirándolo al suelo.
- HE DICHO QUE NO.- Rugió.
- ¿QUÉ TE IMPORTA?- Lloró Jackson, luchando por librarse del agarre de Mark, pero no era tan fácil. El pelirrojo estaba al límite de una sobredosis de adrenalina, y las venas de sus brazos palpitaban ante la fuerza que estaba usando.
- Claro que me importa, Jackson...- Rogó. Jackson se quedó congelado una décima de segundo, mirando directamente a los ojos de Mark, castaños, húmedos, que derramaban lágrimas de súplica sobre su rostro. Jackson notó su interior romperse. El choque eléctrico al que se había presentado voluntario hubiese dolido menos.- Por favor...
- Por favor...- Jackson rogó también.- Déjame ir, Mark.
- ¡No puedo!
- ¡Por favor, Mark!
- ¡QUE NO PUEDO, JACKSON! ¡NO PUEDO, JODER! ¡PREFIERO SER YO!- Jackson cerró los ojos. Sus palabras eran como puñaladas.
Jinyoung caminó hasta ellos y posó una mano en el hombro de Mark. Éste ni le miró.
- Déjale, Mark.- Entonces captó su atención. Mark le miró, incrédulo.
- ¡Qué?
- No puedes ser tú... De verdad, sé lo horrible que suena, pero con tal de que no seas tú, podré superarlo. Pero no podría vivir sabiendo que tú ya no estás en este mundo.
- ¿Estás de puta coña, Jinyoung?- Masculló Mark, con los ojos inyectados en sangre. Jinyoung jamás le había visto así.
- No.- Respondió.- Puedo vivir con tu odio. Pero no puedo vivir con tu muerte.
- ¿Y crees que yo puedo vivir sin Jackson?
- Lo has hecho hasta ahora.- Mark liberó a Jackson de su agarre solamente para abalanzarse sobre Jinyoung. Jackson lloraba en el suelo, su alma rota en mil pedazos.
- Me estás poniendo a prueba, ¿Jinyoung?- Siseó. Jinyoung le miró con tristeza.
- Por favor, Mark...
- ¿ME ESTÁS PONIENDO A PRUEBA?- Su rugido creó eco en las paredes del cuarto.
¿Dónde estaba Jaebum en aquel momento? Mirándoles con una sonrisa rota y locura en la mirada desde dentro de la bañera.

- ¿Sabes lo que más me gusta de ti?- Jaebum miraba a Youngjae, ambos tumbados en el suelo de la sala de prácticas, con las luces de emergencia como única iluminación. Youngjae sonrió.
- ¿Lo guapo que soy?
- ¿De qué estás hablando? Pareces un pingüino.- Jaebum rió ante la patada que Youngjae le propinó.
- Imbécil.- Protestó, riendo también.
- Me gusta lo real que eres...- Youngjae le miró con confusión.
- ¿Real en plan Pinocho o...?- Ambos rieron de nuevo.
- No... Real en plan que puedo verme a tu lado el resto de mi vida.- Youngjae agradeció que la iluminación no mostró el carmesí de sus mejillas. Jaebum tomó su mano, acariciando su piel con el pulgar.- Puedo vernos juntos por cinco, diez, treinta años... Y no cansarme de ti.
- Solamente llevamos un par de meses juntos, Jaebum...
- Ya lo sé, pero... Eres tú. Lo sé. No sé cómo explicarlo, pero te he encontrado.- Susurró.- Y jamás voy a dejarte ir.- Youngjae se acercó a su rostro por un beso.
- Qué cursi eres, ¿no?
- Me da igual. No me da vergüenza decirlo.- Youngjae sí sentía vergüenza, pero no lo odiaba. Al contrario. Podría morir en aquel momento y no tendría problema alguno con ello.
- ¿Qué ves en nuestro futuro entonces? Hazme una imagen mental que me motive a quedarme contigo. Aún no he decidido si quiero firmar el contrato o no...- Sonrió, divertido. Jaebum frunció el ceño, pretendiendo ofenderse ante el requerimiento.
- Pues veo anillos, veo un jardín trasero con perros y flores, y veo una piscina con flotadores miniatura mientras enseñamos a pequeños seres humanos a nadar. Veo cenas de familia todos los domingos, y veo una visita a una tienda de colchones porque todos esos pequeños seres humanos se niegan a dormir solitos y no nos dejarán en paz de noche con historias de pesadillas y monstruos debajo de la cama. Veo atardeceres con nosotros ancianos, paseando por la playa despacio porque ya no podemos correr.
Youngjae estaba sin palabras. En un gesto inconsciente, apretó la mano de Jaebum en la suya, sin romper contacto visual. Jaebum sonrió con dulzura.
- Te quiero...
- Lo sé. Tal y como te lo he vendido, más esta cara que Dios me ha dado, ¿cómo podrías no quererme?- Se burló el mayor, con expresión satisfecha.- Yo iba para publicista.
Youngjae rió.
- A ver, listillo, ¿y cómo piensas cumplir todas esas promesas?- Enarcó una ceja, decidiendo seguir con el chiste. Jaebum se incorporó, raudo, y se sentó con las piernas cruzadas delante de Youngjae, que no le quitaba el ojo de encima, con anticipación.
- Pues verás, tú estás aprendiendo inglés, ¿no?- Youngjae asintió, intentando ver por dónde iban a ir los tiros de su demente novio.- Pues GOT7 va a ser tan popular, que vamos a ser famosos por todo el mundo, incluso América. ¿Quién es americano?
- ¿Usher? - Preguntó Youngjae, pasándoselo estupendamente siendo el espectador exclusivo de aquella obra maestra de película que Jaebum se estaba montando.
- ¿Quién ese Usher? No lo conozco.- Rió.- Mark! Nuestro Mark!
- ¿Y...?
- Y que me voy a casar con él!- Youngjae pretendió ofenderse por un segundo, pero no puedo aguantar una carcajada.
- ¿Sí? Qué bien...
- Sí. Me voy a casar con él, y entonces esperaré cuatro años para que me den la opción a optar a nacionalidad, y entonces estudiaré mucho para el examen de ciudadanía, y aprobaré, y entonces me divorciaré porque no me van los flacuchos como él.- Jaebum gesticulaba, completamente ensimismado en su historia. Era lo más divertido que Youngjae jamás había visto.- Y porque te quiero, obviamente.- Youngjae asintió, actuando como si fuese completamente racional todo lo que estaba escuchando.- Y entonces nos casaremos y registraremos para adopción, porque lo de dejar a una paisana embarazada es muy caro, y tenemos que ahorrar para una casa a las afueras de Chicago.
- ¿Tienes idea de dónde está Chicago?
- No, pero eso no es importante.- Youngjae se tapó el rostro con las manos. ¿Cómo había podido enamorarse de aquel personaje? De verdad... Estaba muy decepcionado consigo mismo.
- Y entonces adoptaremos cachorritos, porque adoptar es mejor que comprar, y seremos felices para siempre hasta que nos muramos de viejos. Fin.
- Guau...- Youngjae se incorporó también, aplaudiendo dramáticamente.- No sé ni qué decir.
Jaebum rió, contagiándole, y se acercó a abrazarle.
- Estoy de broma...
- Espero.
- Jamás me casaría con Mark. Jackson hace esgrima.
- Idiota...- Youngjae le besó con dulzura- Te quiero.
- Te quiero. - Acercaron una vez más sus rostros hasta que sus labios se acariciaron lentamente, protestando por más contacto, por más roce, por más calidez. Pero entonces, las luces se encendieron, y ambos protestaron en dolor, cegados por la claridad.
- No son horas para estar aquí, chicos. Por favor volved a vuestros dormitorios.- Youngjae abrió los ojos para ver a su coreógrafo, Jay Park, mirarles con desaprobación desde la puerta. Sus brazos tatuados cruzados sobre su pecho. Ambos le miraron con el ceño fruncido. A ninguno les caía bien.
- Lo sentimos, ya nos vamos.- Dijo Jaebum, poniéndose de pie y tendiéndole la mano a Youngjae, que la tomó. Caminaron hacia la entrada donde Jay les esquivó como si estuviesen sucios. Youngjae le rogó con la mirada que lo ignorase, pero nuestro Jaebum no era conocido por tener mucho control sobre su genio.
- ¿Algo que decir, Park? - Le espetó, mientras el nombrado no se molestaba en ocultar una mueca de asco.
- Sí, la verdad. Que hace mucho calor en el infierno, a donde vais a ir de cabeza.- Jaebum rió con sorna, abrazando a Youngjae y llevando descaradamente ambas manos a su trasero, agarrándolo de una forma casi vulgar. La expresión de disgusto del otro se pronunció.
- Creo que podré soportarlo. Aquí Youngjae me hace arder todas las noches de todas formas. Estoy acostumbrado.- Youngjae le miró, completamente descolocado. Se sentía como un juguete. Y lo odiaba. Y le gustaba. “Qué perdido estoy, por favor... ¿Qué pensaría mi abuela?”
- Con Dios.- Se despidió Jaebum, todavía con Youngjae entre sus brazos, desapareciendo en la oscuridad de los pasillos. El coreógrafo los miraba ir, con la mandíbula tensa.
- Tienes que empezar a ignorarle, Jaebum...- Susurró Youngjae, mirándole. Sus mejillas ardían.
- No me da la gana. Al principio era pasable pero después de un año, parece mentira. Si no le gusta, que no mire.- Protestó, apretando su agarre sobre el cuerpo del rubio. Éste gimió un poco, haciendo que Jaebum le mirase, divertido. Youngjae retiró la mirada inmediatamente.- No me digas que...
- Cállate.
- ¿En serio? ¿Yo comportándome como un capullo te pone?
- Que te calles.

- Jaebum... ¿Qué estás haciendo?- Jinyoung musitó, mirando a través de Mark, que todavía tenía las manos en su cuello. Jackson levantó la cabeza del suelo y su mundo se congeló, al igual que el de Mark, que también había girado la cabeza y soltado a Jinyoung ante la vista de su amigo dentro de la bañera, con tres cables en cada mano, puñales peligrosamente cerca de su piel.
Jaebum sonreía, con su rostro empapado y sucio en lágrimas y mugre.
- Soy el líder...- Dijo, con voz entrecortada. Jackson se incorporó, lentamente. Los tres le miraban con pánico en la mirada.- Y he perdido todo lo que me importaba...

Comisaría central de Policía. Seúl.

Donghwan aparcó el coche en su espacio reservado en el estacionamiento subterráneo. No podía sacarse de la cabeza lo rápido que había desaparecido Eunjung cuando recibieron la pista sobre Park Jaebum. No entendía qué estaba ocurriendo. ¿Acaso había alguien en quien pudiese confiar en aquel maldito caso? Necesitaba a alguien en quien confiar, no podía resolverlo solo, pero tanto Eunjung como Changmin parecían ocultar mil secretos a los que él no tenía acceso.
Pulsó el botón del ascensor y las puertas se cerraron lentamente. Quería volver a echar un vistazo a los archivos del caso. No había duda alguna que habían sido manipulados. Siempre había detalles en los manuscritos que habían sido editados, o simplemente completamente eliminados, y las fotografías o faltaban o habían sido digitalmente editadas.
En cuanto llegó a los archivos y observó las imágenes una vez más de las escenas del crimen, no tuvo duda alguna. Durante su baja, él mismo se había llevado copias de esos mismos archivos a casa para estudiarlos. ¿Eso era legal? No. ¿Le importaba? Poco.
Alguien estaba ocultando algo, y él seguía convencido de que el asesinato de Kim Hyungjoon no había sido realizado por la misma persona que había llevado a cabo el de sus compañeros, o incluso el de los jóvenes que estaba ocurriendo en aquel mismo momento. Aquel estúpido caso que presionaba su pecho un poco más con cada minuto que pasaba.
¿Qué tenían que ver Changmin y Eunjung con el caso? ¿Por qué tanto secretismo? Le estaba volviendo loco. Entonces recordó el caracter encontrado en el cuerpo de Kim Hyungjoon. Y que Eunjung había sido la que había organizado el esquema del caso en la inmensa pizarra del salón de la comisaría donde ahora mismo los miembros del cuerpo de inteligencia debatían e investigaban. Esa pizarra en la que Eunjung había escrito aquel símbolo como pista.
Donghwan tomó una decisión. Una decisión que era perfectamente consciente que le podía costar su carrera. Su futuro. Pero nada de eso le importó mientras corría por los pasillos del edificio, esquivando escritorios y protestas, y a pesar de las miradas de desaprobación que recibió, irrumpió en ese mismo salón donde la pizarra se encontraba, siendo observada incesablemente por al menos diez personas, que debatían en voz baja teorías que él sabía que no eran plausibles.
- ¿Qué estás haciendo?- Changmin le susurró, sentado sobre un escritorio vacío de la sala. Donghwan ni le miró, simplemente clavó los ojos sobre el caracter de justicia en la pizarra, y sonrió de lado. No había sido Eunjung.
Al igual que cualquier forma de escritura, cada persona tiene una un poco diferente, por mucho que se intente imitar, siempre hay diminutos detalles que la hacen única a una persona. Donghwan era un hombre extremadamente observador, y había ayudado en decenas de casos a identificar escritura y estudiarla. Y aquella escritura en la pizarra no era la misma que había aparecido en el cuerpo de Kim Hyungjoon, pero si no era suya, ¿de quién era? Tenía una idea. Tomó un borrador que descansaba tranquilamente sobre otro escritorio vacío, y bajo las atentas miradas incrédulas de todos los presentes, se acercó a la pizarra y comenzó a borrarla.
- ¿Qué cojones estás haciendo?- Bramó una voz.
- Te lo dije. Se le ha ido la pinza.- Comentó otra.
- ¿Estás loco?- Changmin se acercó a él, empujándolo lejos de la pizarra. Algo dentro de Donghwan sonrió.
- Necesitamos empezar desde cero. Estamos atascados. ¿Por qué no revisamos lo que tenemos de nuevo? - Explicó, actuando inocente.
Los miembros del cuerpo de inteligencia le miraban con el ceño fruncido.
- Ya hicimos eso, señor Kim.- Respondió una mujer del equipo.
- Pero yo no estaba aquí, solamente Changmin.- Esa misma mujer enarcó una ceja.
- ¿Y?- Donghwan tomó uno de los rotuladores de la pizarra y comenzó a rellenar de nuevo los espacios en blanco, incluyendo el caracter chino que, cuidadosamente, cuidó en escribir incorrectamente. Un único trazo, nadie se habría dado cuenta de que estaba mal escrito a no ser que estuviesen familiarizados con él a un nivel nativo, o obsesivo.
- Tanto Kang como yo fuimos víctimas de uno de los juegos.- Continuó.
- Tenemos todas sus declaraciones, si quisiésemos hablar con ustedes, se les habría hecho saber.- Comentó, esta vez un hombre.
- Pero...- En ese momento Changmin se acercó, empujándolo una vez más lejos de la pizarra.
- Has perdido los papeles, Kim.- Masculló, robándole el rotulador de las manos, y bajo la atenta mirada de Donghwan, hizo exactamente lo que esperaba que hiciese. Su plan había salido a la perfección.- Y ahora solamente estas avergonzándote a ti mismo.- Continuó, borrando con la manga de la camisa la “justicia” de la pizarra, y reescribiéndola perfectamente, trazo a trazo, tal y como había sido plasmada en el cadáver del actor. Donghwan asintió, todavía en su papel.
- Lo siento muchísimo.- Musitó, haciendo una reverencia para enfatizar su disculpa falsa, y se dirigió a la salida del salón sin más. Sonriendo mientras se llevaba una mano al bolsillo interior de la chaqueta, sacando un papel doblado que ocultaba una de las fotografías del archivo. De nuevo, ¿era aquello legal? No. De nuevo, ¿le importaba? Sabemos la respuesta.
Mientras bajaba en el ascensor, observaba la fotografía del archivo, en la que se veía el cuerpo de Hyungjoon, y en su teléfono veía la fotografía original. En la perteneciente a los archivos, el caracter chino había sido editado para imitar la escritura de Eunjung, y aunque él no era un miembro del FBI o de la CIA, parecía haberse dado cuenta de algo que nadie más había percatado. Changmin era el topo, y probablemente el asesino, ya que en la pantalla de su móvil podía verse perfectamente que la escritura del cuerpo no era otra que la de Kang Changmin.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron una vez más, Donghwan caminó hacia la entrada al edificio, y una vez fuera marcó con rapidez el número de teléfono de Eunjung. A pesar de haber descubierto al topo, y al probable asesino de Kim, Donghwan todavía no estaba completamente seguro de que pudiese confiar en Eunjung. Al fin y al cabo, era obvio que ella todavía ocultaba algo, y no sabía el qué.
Pero necesitaba a alguien, ayuda, apoyo... Y Eunjung era la que estaba al mando de todo al fin y al cabo. No quedaba otro remedio. Donghwan iba a jugársela una vez más por la justicia.

- Lee Eunjung.
- Jefa Lee, soy Kim Donghwan.- Donghwan miró al cielo. Las nubes grises empezaban a ocultar el sol, anunciando lluvia. “Odio la lluvia...”
- ¿Qué ocurre, Kim?
- Voy a serle sincero, jefa... Y espero no ofenderla al hablarle así, pero no tengo otro remedio y estamos en una cuenta atrás. Sé quién es el topo de a comisaría, y creo saber quién asesinó a Kim Hyungjoon. No confío en nadie, no confío ni en usted si le soy sincero, y me lo estoy jugando todo en esta llamada. Tengo pruebas en mi bolsillo que llevan directamente al culpable, y creo firmemente que este culpable puede llevarnos a los niños que están siendo puestos a prueba en este mismo momento. Por favor, encontrémonos en el desguace tres manzanas norte de la comisaría, y hablemos en persona.
- Kim, ¿está usted jugando conmigo? ¿A qué viene todo esto?
- Lee, no tengo tiempo para juegos.- Le interrumpió.- ¿Qué tan rápido puede llegar al desguace?
Hubo unos segundos de silencio al otro lado de la línea. Donghwan escuchó un trueno en la lejanía y notó su migraña empezar a hacerse presente una vez más.
- En diez minutos. Espéreme allí.
- Sí, señora.
Terminó la llamada y se dirigió de nuevo al edificio para encontrar su coche.
“Si realmente viene, dispuesta a escuchar y ayudar, podré confiar en ella... Si intenta huir, o convencerme de guardar silencio, sabré que no puedo confiar en ella y tendré que encontrar otra forma de detener todo esto.”, pensó, abriendo la puerta de su coche y mirando al asiento trasero para confirmar que, en efecto, el chaleco antibalas que siempre tenía a mano seguía allí.

En algún lugar de Seúl.

- Soy el líder, y he perdido todo lo que me importaba...- Jaebum no dejaba de sonreír, al igual que sus lágrimas no dejaban de malgastarse.- He perdido a Youngjae, he perdido a Bambam y a Yugyeom. Y más que nada, he perdido mi futuro.
- No está perdido, Jaebum.- Jinyoung caminó precavidamente hacia su amigo, que le miró sin cambiar su expresión.- Ninguno de nosotros está perdido todavía. Todavía tenemos una oportunidad. Tenemos que sobrevivir por ellos.
- No lo entiendes, Jinyoung... - Respondió.- Él era mi futuro. Sin él, no tengo nada, no veo la luz, todo es oscuro, frío y da miedo. Y no va a cambiar. Ni aunque salgamos de aquí va a cambiar. Le amaba, le amaba tanto que dolía, y ahora no está y duele todavía más. Y no puedo soportarlo.
Jinyoung rompió a llorar.
- Jaebum, no hagas esto.- Rogó Jackson, temblando.- Por favor...
- Te necesitamos, Jaebum. Sin ti no somos nada. Sin ti jamás saldremos de aquí con vida.- Lloró Mark. Jaebum negó con la cabeza.
- No. Estáis equivocados. Vosotros sois los mayores, los que no necesitan cuidados, yo era responsable de cuidar a los otros tres que sí que necesitaban mi ayuda, y mira lo bien que salió todo. Debería de haber sido yo el último en correr a por la llave, debería de haber sido yo el último en entrar en las tuberías, pero no lo fui. Debería de haber sido yo desangrándome en el suelo y no los dos pequeños, debería de haber sido mi cabeza rodando como una puta bola de Pinball en lugar de la de Youngjae, pero no... ¡AQUÍ ESTOY Y NO ES JUSTO!- Rugió, haciendo a los tres muchachos sollozar de terror. Jaebum suspiró, bajando la mirada y borrando la sonrisa de su rostro.
- Soy el líder de este grupo, de lo que queda de este grupo, soy mayor que vosotros y tengo mucho menos que perder, ya que ya lo he perdido todo. No lo miréis con sentimentalismos, sino con lógica. Tiene sentido que sea yo. Es mi responsabilidad, es lo mínimo que puedo hacer. Sobreviví las otras dos pruebas simplemente porque eran competiciones, pero en esta, todo depende de la balanza. ¿Quién tiene menos cabos que atar? ¿Quién tiene a menos gente que le extrañará? ¿Quién tiene menos futuro? Yo.
- Jaebum...-
- Y gracias.- Levantó la mirada, ojos secos pero pestañas todavía empapadas. Sonrió con honestidad. Mark y Jackson se miraron, aterrorizados, pero Jinyoung le conocía mejor que nadie en el mundo, y en ese momento su corazón se rompió en un millón de piezas, porque conocía de sobra esa expresión, esa voz, esa postura. Jaebum lo tenía claro, la decisión estaba tomada, y no había nada que ninguno de ellos pudiese hacer.- Gracias por ser tan maravillosos, tan llenos de talento, tan trabajadores y tan buenas personas. No hay nada más que hubiese podido pedir a Dios que trabajar con un grupo de amigos tan magníficos. GOT7... Le debo todo a ese nombre. Gracias. Muchísimas gracias.- Dirigió la mirada a Jinyoung, que le sonrió con dulzura.- Gracias.
- Gracias.- Le respondió.
- Vive.- Le pidió en un susurro que los otros dos no escucharon. Jinyoung asintió, atragantándose en llanto.
- Os quiero, chicos.- Dijo, antes de dejar todos los cables menos uno ir. Los otros cinco cayeron contra el suelo estrepitosamente, provocando chispas azules como macabros fuegos artificiales. Agarró la única estaca que quedaba en su mano firmemente, inclinando la cabeza ligeramente hacia la izquierda, exponiendo su cuello en un movimiento delicado, casi hermoso. Miró a Jinyoung una vez más, que lloraba en silencio, inmóvil. En su corazón, rezando por el alma de su amigo. Le sonrió con suavidad.
“Te quiero, Jaebum. Ve, ve con Youngjae. Te espera...”
“Sí... Sí, le veo, me sonríe desde la luz... Es hermoso, ¿no lo es?”
“Sí que lo es, amigo mío. Descansa.”
“¿Podrás perdonarme?”
“No hay nada que perdonar. Te quiero.”
“Te quiero.”
Como si esa mirada hubiese comunicado todo esto y mucho más, Jinyoung cerró los ojos, dejando caer dos lágrimas sincronizadas, al mismo tiempo que Jaebum hizo exactamente lo mismo. Dos gritos de terror hicieron vibrar el aire de la habitación al tiempo que un ruido sordo caía dentro de la bañera y un sonido metálico provenía de la puerta. Uno de los cerrojos se había abierto. Jaebum yacía con una expresión de calma hermosa, estaca enterrada en la carne de su esbelto cuello, abriendo camino a un río sádico carmesí. Mark gritaba sin fin, con ambas manos hundidas en su pelo, rostro cubierto en lágrimas y saliva, y Jackson tumbado en el suelo, sollozando en silencio. Mark cayó sobre sus rodillas, perdiendo la voz gradualmente hasta que finalmente solamente exhalaba aire una y otra vez. Jackson giró la cabeza hacia él.
- Hey, Mark.- Le llamó en Inglés. Mark le miró, cesando su ahogo pero sin cambiar su postura. Era una imagen tétrica.- Deberías haberme dejado hacerlo a mí. 
Mark abrió mucho los ojos, y Jackson retiró la mirada, fijándola en las bombas, deseando que explotasen y dejar todo ir. No era lo suficientemente fuerte para esto.
Jinyoung se agachó para tomar uno de los cables en su mano, llorando en silencio y cerrando los ojos mientras caminaba hacia la bañera, preparándose mentalmente para una imagen que jamás le volvería a dejar dormir. Mark le observaba atentamente, pero dejó salir un grito ahogado cuando vio a Jinyoung apuñalar la pierna de Jaebum, haciendo que otra de las cerraduras se abriese con un sonido tortuoso.
- ¿Qué estás haciendo, Jinyoung?- Musitó Mark, asustado. Jinyoung no le miró, simplemente se giró, callado, tomó otro cable y de nuevo apuñaló el cuerpo de su mejor amigo, esta vez en el brazo. Otra cerradura les dejó saber que estaba abierta.- JINYOUNG.- Gritó Mark, desesperado.
- ¿QUÉ?- El moreno le miró, furioso.- ¿QUÉ QUIERES, MARK? ESTÁ MUERTO, NOSOTROS NO. Y EL RELOJ ESTÁ EN MARCHA. AHORA, ¡O ME AYUDAS, O TE CALLAS!
Mark sintió las palabras abandonar su garganta, pero de reojo observó a Jackson incorporarse, en silencio.
- ¿Jackson?- Susurró, observándole caminar al otro lado de la bañera, con la mirada baja, y bajo la atenta mirada de Jinyoung, tomó otro de los cables y lo enterró en el muslo de Jaebum con un movimiento rápido. Jinyoung cerró los ojos ante la imagen.
- No digas nada...- Dijo Jackson, ni Jaebum ni Mark tenían muy claro a quién de ellos se dirigía.- Hagámoslo en silencio y salgamos de aquí. Dejémosle descansar. Ha trabajado duro.
Jinyoung asintió, encaminándose al quinto de los cables, al mismo tiempo que Jackson tomaba el sexto, y ambos lo hundían en el cuerpo de Jaebum, que temblaba y se retorcía por la corriente que le invadía.
Jackson buscó el séptimo cable con la mirada, y al encontrarlo cayó sobre sus rodillas. Este no era un puñal, no era una estaca, era un garfio grande y oxidado.
- No puedo...- Susurró, elevando la mirada a Jinyoung, que también había reparado en el artilugio y lo miraba con desesperación.
- Hijo de puta... - Masculló, llevándose las manos al rostro con furia y dolor.
- De verdad que no puedo, Jinyoung...- Jackson no sentía nada más que simpatía por Jinyoung en aquel momento. Todos sabían la historia que aquellos dos habían tenido, eran más parecidos a hermanos que hermanos de sangre. Eran la definición de amistad.- Ojalá pudiese, Jinyoung...
- No.- Respondió, recuperando la compostura y tensando la mandíbula.- Prefiero hacerlo yo mismo...- Susurró, agachándose y tomando el gancho por el agarre, que zumbó unos decibelios más elevados ante su tacto.
- Jinyoung, no lo hagas...- Le rogó Mark, todavía en el suelo. Jackson le miró.- Te destrozará...
- ¿Quieres hacerlo tú, Mark?- Le reprochó Jackson. Jinyoung no respondió. Mark bajó la mirada.
No tardó más de diez segundos, tiempo tan corto que sorprendió a Jackson. No había dudado mucho en llevar a cabo la tarea. Pronto escucharon un crujido seco y entonces, un chapoteo leve. Jackson no quiso girarse, sabía perfectamente que no podría soportarlo, pero Mark lo vio todo. Mark vio a Jinyoung atravesar el cráneo de Jaebum con aquel gancho, sin apenas esfuerzo. Jinyoung no hizo expresión alguna, simplemente se giró hacia la puerta y unos segundos después, ésta se abrió de par en par. Un zumbido ahora mucho más intenso inundaba la habitación, jugando cruelmente con la cordura de los tres chicos.
- Vamos.- Dijo, caminando hacia la puerta en el instante en el que el reloj comenzaba la cuenta atrás de los últimos treinta segundos. Jackson mantenía la vista fija en el suelo, desesperado por no ser testigo del cuerpo humeante de Jaebum, que se retorcía ahora convulsivamente en la bañera, como la marioneta de un titiritero demente.
- No puedo dejar de mirar.- Mark gimió, con los ojos clavados en Jaebum. Lágrimas corrían por sus mejillas, deslizándose por su cuello y empapando sus ropas.- Por favor, no puedo dejar de mirar...- Suplicó. Jackson caminó hacia el, vista fija ahora en los ojos de Mark, y no paró hasta detenerse enfrente de él, acuclillándose y haciendo contacto visual.
- Mírame a mí, Mark...- Susurró suavemente. Mark asintió sin duda alguna, y tomó la mano que Jackson le ofrecía.- Mírame solo a mí...- Continuó susurrándole mientras le guiaba a la salida, mirada en mirada, perdidos en un universo donde solamente existían ambos, oscuridad y estrellas.
- Solamente a ti...- Susurró Mark entrecordamente, flotando sobre un océano de agua negra.
- Es lo único que siempre he querido.- Le respondió Jackson, apretando su agarre sobre sus manos.- Ya lo sabes...
Jinyoung los observaba desde el marco de la puerta, con el ceño fruncido y el rostro manchado de sangre, sudor y lágrimas. Echó un último vistazo a Jaebum y cerró la puerta con fuerza.
- Perdóname, amigo mío... Perdóname tú, porque yo sé que jamás podré perdonarme. 

1 comentario:

  1. Oohhh Dios mío, después de tantos años se me dió por pasar por aquí y encuentro que desde hace un año, habías publicado este nuevo capítulo, y como siempre me hizo llorar!! Además de que la intriga siempre queda y ahora no se sabe si Jinyoung cerró la puerta para que Mark y Jackson quedarán atrapados, o todos quedarán atrapados o después de que todos habían pasado la puerta...
    Espero que algún día puedas terminar esta historia

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