No es posible que me
haya enamorado... No es posible! Jamás me había pasado, por qué habría de
pasarme ahora?
Esto pensaba mientras buscaba por internet la edición
especial del último DVD de Blinger. Del Blinger original, no de esa copia cutre
y horrible que me había encontrado en la calle hace unos meses y que por culpa
de mi estupidez e impulsos mal controlados, había acabado siendo mi jefe y el
acosador más insistente de la historia.
- Nooooooo! - Agotado. La edición limitada estaba agotada.
Quería llorar. - Por qué? Sólo se me olvidó por un día! Un mísero día! Qué le
pasa al mundo? Malditos pervertidos todos... - Fue a hablar el más indicado...
Mi vida apesta...
Pensaba mientras me tiraba en la cama con los ánimos por los suelos. Jonghyun... Qué ocurre con él? Por qué es
tan pesado? Por qué no me deja en paz? La gente se aburre de los juguetes, por
qué él no? Y lo más importante... Por qué no me he acordado de que el plazo
para pedirla edición limitada acababa hoy!?
Pataleé frustrado sobre el colchón. Estaba mentalmente
agotado. Yo ya no entendía nada de nada sobre nada; no entendía lo que sentía,
no entendía a Jonghyun, ni su enfermiza obsesión conmigo, no entendía por qué a
veces le echaba hasta de menos y por qué al verle sentía que mi cara ardía.
- Qué debo hacer? - Susurré quedándome dormido.
Al día siguiente en la oficina, yo estaba en mi mesa, como
de costumbre, ordenando las montañas de documentos y distribuyéndolos en cajas
para repartirlos entre los distintos departamentos.
- Hey! - El maldito dinosaurio apareció con muy poca
delicadeza, apoyándose bruscamente en mi mesa haciéndola temblar y mandando a
freír puñetas todo mi trabajo. Las cajas se habían caído y el suelo tenía una
bonita alfombra de folios y más folios llenos de números.
- Te odio! - Le grité tirándole un bolígrafo y apurándome a
recogerlos antes de que alguien los pisase y aún encima, los tuviese que pasar
a limpio.
- Lo siento... - "Lo siento"!? Le miré incrédulo,
observando cómo se agachaba a mi lado y empezaba a ayudarme a recoger.
- Qué demonios estás haciendo? - Le pregunté finalmente. Sus
enormes manos recogían mucho más rápido que las mías, que ya habían sufrido
varios cortes que me estaban escociendo bastante.
- Ayudarte. - No me miró al responderme, pero a mí ya había
algo que me olía a quemado.
- Qué quieres? Ahora no puedo ir a hacerlo contigo, tengo
mucho trabajo.
- No quería eso, venía a invitarte a comer. - Abrí los ojos
como platos. Me lo habían cambiado, eso estaba más que claro.
- A comer? En el sentido sucio o qué? - No me fiaba, no
podía fiarme.
- Qué clase de sentido sucio puede tener la palabra
"comer"? - Enarqué una ceja cuando me miró y resopló, saliendo una
sonrisa traviesa de su cara. - No, Kibum. Venía a invitarte a comer conmigo,
comida.
Le miré desconfiado, terminando de recoger los papeles y
mirando deprimentemente mi mesa, de nuevo igual que hace cuatro horas.
- Vuelta a empezar... - Murmuré frustrado y me senté. Me
quedaba muuuucho trabajo, y tenía que ponerme las pilas porque me lo habían
mandado para las cinco y eran las dos y media.
- Bueno, vienes? - Ya tardaba en abrir su bocaza. Le miré
incrédulo de nuevo.
- Estás loco? No ves todo el trabajo que tengo? No voy a
poder ni ir al baño!
- Te está sangrando el dedo...
- Me da igual! No tengo tiempo ni para parar de sangrar,
Jonghyun!
Por qué estaba tan tranquilo hoy? Me miró con una expresión
de... tristeza? Eso era tristeza? Daba igual, tampoco tenía tiempo para
preocuparme por sus expresiones.
Mientras miraba rápidamente el código que cada folio tenía
en la parte inferior, escuché cómo se arrastraba una silla hasta mi lado,
empujando un poco la mía. Suspiré ruidosamente y le miré con furia. Sabía que
era él, quién sino?
- Jonghyun, no tengo tiempo para...
- Calla y dame la mitad. Te voy a ayudar y así tendremos un
rato para comer. - Qué? - No me mires
así, Kibum, y pásame la mitad.
Obedecí inmediatamente, de verdad que no le reconocía.
De todas formas, Jonghyun tuvo razón. Terminamos en menos de
tres cuartos de hora.
- Muchas gracias. - Le sonreí poniéndole la tapa a la última
de las siete cajas llenas de esos malditos folios sádicos.
- Deberías ir a ponerte unas tiritas o algo...
Desinfectante, más que nada... - Susurró mirando con desaprobación mis manos.
Las miré también; tenían un aspecto deplorable.
- Bah, estoy acostumbrado. No es necesario. - Había un corte
que sangraba un poco más que los demás. Un poco bastante, ya podías ver cómo
una gota roja se escurría por mi dedo con una lentitud desesperante. - Iré al
baño.
- Escuece... - Apretaba los dientes con fuerza mientras
metía las manos debajo del agua fría. - Aaaaaah...
De pronto, me estremecí al sentir sus manos rodearme la cintura.
- Trae. - Me susurró, tomando mis manos. Yo, para ese
entonces, ya estaba en guardia, esperándome cualquier cosa... Al fin y al cabo,
Jonghyun era Jonghyun.
- Jonghyun... Ahora no...
- Cállate. - Me interrumpió y me giró, poniéndome contra el
lavabo y, tomando con delicadeza la mano del corte profundo, lamió la herida
con cuidado ante mi atónita mirada.
- J...Jonghyun? Qué haces? - Susurré. No podía quitar mis
ojos de esa imagen. El corazón me iba a mil por hora y de nuevo mi cerebro
sufría esos cortocircuitos ya propios de su compañía.
Levantó los ojos, sin sacarse mi dedo de la boca. Escocía,
pero al mismo tiempo se sentía tan bien... Podía notar su lengua lamer
suavemente la sangre, el calor de su lengua lamiendo muy lentamente la
herida... y todo esto mientras me miraba a los ojos.
Finalmente, se sacó mi dedo de su boca con un movimiento
lento y que a mí estaba a punto de volverme completamente loco.
- Toma. - Me pasó un botecito blanco.
- Qué es esto?
- Alcohol. Vamos a desinfectar eso. - Tomó mi mano ya sin
delicadeza ninguna para no darme tiempo a protestar y empezó a bañar mis manos
en ese líquido que escocía como el maldito diablo.
- PARA! PICA! ESCUECE! PARAAAAA!! - No había forma de zafarme
de él, sujetaba mis manos con tanta firmeza que no era capaz. - Por favor...
para... estaré bien... - Yo ya hasta rogaba. Odiaba el alcohol con toda mi
alma, había alternativas que escocían menos, pero estaba seguro de que lo había
hecho a propósito.
- Listo. - Sonrió satisfecho, soltándome de golpe y
haciéndome caer al suelo.
- No había agua
oxigenada? - Pregunté entre sollozos. Aquello realmente escocía.
- Sí, mucha. - Rió y le asesiné con la mirada. Se acercó a
mí y se colocó a escasos centímetros de mi rostro, atontándome de nuevo por
completo.
- Qué? - Me atreví a preguntar por fin, rogando porque no se
estuviese fijando en el más que notorio tono rojizo que mi cara había obtenido.
- No nos ha dado tiempo a comer.
- Y?
- Toma. - Tomó mi mano con cuidado y tras dejar algo en
ella, salió del baño rápidamente. Yo, me quedé sentado en el suelo, mirando
confuso la puerta por la que acababa de salir como alma que lleva el diablo.
Abrí la mano para descubrir una barrita de cereales.
- Serás tonto... - Una sonrisa estúpida se asomó por mi
rostro. Puede ser que... yo le guste?
Podría ser eso posible?
En el resto del día no volví a verle.
Y ahí me encontraba yo, tirado en mi cama, mirando al techo
mientras balanceaba ante mis ojos la barrita que Jonghyun me había dado horas
antes.
- Qué está pasando? -
Murmuré mientras la abría despacio y me la acercaba a la boca para darle un
pequeño mordisco. Estaba deliciosa. - Hoy no ha intentado nada conmigo, me ha
ayudado sin que se lo haya pedido, incluso me invitó a comer... - Observé la
barrita de nuevo por si acaso había algún ingrediente que me resultase
sospechoso y me hiciese entender el porqué de aquel día tan extraño.
Me incorporé de la cama para sentarme en mi escritorio, sin
ningún motivo en particular, solamente porque era incapaz de quedarme quieto
durante más de cinco minutos en el mismo sitio.
- Lo más importante de esto, - Me miré en el espejo,
hablándome a mí mismo con tono serio. - es por qué te ha hecho ilusión lo de
hoy! Porque sí, Kibum, te ha gustado y tienes que admitirlo. Casi te mueres
cuando te lamió la herida.
Enarqué una ceja, mirando mi reflejo como si esperase, por
arte de magia, que me diese una contestación que satisficiera mi curiosidad por
mi comportamiento. Resoplé.
- Gracias por nada... - Me aparté del espejo y me quedé
dando vueltas por mi minúsculo apartamento durante a saber cuánto tiempo. - De
verdad soy tan estúpidamente imbécil como para estar enamorándome de una
persona que me ve como a un muñeco hinchable? Soy tan tonto?
Me giré y miré la barrita de cereales mordisqueada que
descansaba tranquilamente sobre mi cama.
- Pues creo que sí...
Cuando abrí los ojos al día siguiente, lo primero que hice
fue mirar quién era el monstruo que me estaba llamando media hora antes de que
mi alarma sonase para ir al trabajo.
- Quién es? - Contesté intentando parecer furioso para que
así el tocapelotas que me llamaba colgase pronto.
- Kibum, estás despierto? - Tragué saliva. Era Jonghyun. De
dónde había sacado mi número?
- Claro. Sino no estaría hablando contigo, no crees? - Ahora
intentaba parecer borde. Su voz... -
Querías algo? Estoy ocupado.
Mi ocupación en ese momento era intentar ponerme las
lentillas sin quedarme ciego.
- No me engañes. - Rió y el estómago se me encogió. Su sonrisa... - Te apetece venir a
desayunar conmigo? Conozco un buen sitio.
Silencio. Me quedé completamente en silencio mientras
procesaba lo que acababa de decirme.
- Me estás pidiendo una cita? - No sé de dónde saqué el
valor para osar preguntarle eso, pero otra risa fue mi respuesta.
- Te paso a recoger o no?
Me miré al espejo enarcando una ceja. Mi pelo de punta, la
cara sucia y el pijama arrugado no era el atuendo ideal con el que quería que
me viese.
- Esto... A qué hora?
- Ahora mismo si quieres.
Mierda.- Esto...
Estoy terminando de preparar unas cosas para la oficina, puedes pasar en media
hora? Te digo mi dirección, vale?
Le dictaba lentamente mi domicilio mientras corría por todo
mi piso como alma que lleva el diablo. Del armario al baño, del baño vuelta al
armario, de armario a la ducha, de la ducha a la plancha... No sabía ni por qué
me estaba esforzando tanto en estar "perfecto" si seguramente lo
único que haría sería tomarme un crêpe en
algún puesto callejero y un café con hielo del Starbucks.
Finalmente, mientras yo intentaba hacer algo con mi pelo,
que justo hoy no parecía por la labor de querer colaborar conmigo y continuaba
poniéndose de punta, llamaron al telefonillo.
Corrí hacia él y vi a Jonghyun sonriendo a la camarita del
portal.
- Ya bajo. - Dije mientras me quedaba embobado mirando la
pantalla. Kibum, no sabes lo que estás
haciendo... está más que claro.
Un gorro me salvó del apuro y cogí mi bolsa del trabajo
mientras bajaba a trompicones las escaleras hasta llegar al portal.
- Buenos días Kibum. - Una amplia sonrisa me recibió en su
rostro, sacándome otra a mí.
- Hola.
Subimos a su coche, era inmenso y tenía pinta de caro.
- Es nuevo. Te gusta?
Acaricié los asientos. Era cuero.
- Es... muy bonito. - Murmuré mientras observaba el equipo
de música. Seguramente es mucho mejor que
el que tengo yo en casa.
- Quieres que ponga la radio? Te gusta la música? - Asentí
algo cortado. No estaba acostumbrado precisamente a tanta amabilidad por su
parte. - Qué tipo de música te gusta?
- No le hago ascos a nada...
- Bien, eso me gusta. - Le
gusta... Mi cara seguramente se tiñó
de un color rojo muy poco discreto en cuanto escuché sus palabras. Mi estúpido
corazón latía tan fuerte que apostaba a que él podía escucharlo. En seguida, el
Canon en Re Mayor de Pachebel empezó a invadir el coche suavemente. Sonreí nada
más empezar a escucharla.
- Es... mi canción favorita.
- Es preciosa, verdad? Yo creo que es la pieza más bella
jamás compuesta... Es curioso, no tienes pinta de ser alguien que comprenda la
música clásica.
- Y tú sí!? - Le miré incrédulo y él se echó a reír. -
Porque tú tienes pintas de camorrista hasta vestido con traje!
- Vale... Gracias por el cumplido... - Rió de nuevo y noté
la ironía no disimulada en su voz. - Es por el pelo teñido?
Se acarició uno de los mechones castaños claros que caían
sobre su frente y me sonrió. Negué.
- No es por tu pelo... Es bonito. - Murmuré. Puede que fuese
el primer cumplido que le he dicho jamás. - Es por la personalidad... Eres tan
bruto y tan brusco que... no sé.
Decidí callarme al ver que su sonrisa se había vuelto una
mueca forzada. La canción terminó y empezó a sonar una pieza de Yiruma, "River flows in you".
Preciosa.
- Te gusta el piano? - Preguntó de nuevo. Hoy no paraba de
preguntar.
- Me encanta, a pesar de que prefiero el violín, es un
instrumento increíble. - Una sonrisa se volvió a asomar por su rostro. - Ocurre
algo?
- No... Solo que... - Carraspeó un poco. Hoy su voz también
estaba un poco distinta... más... suave. - Jamás creí que tuviese tantas cosas
en común contigo.
De nuevo la cara me ardía, y ahora además las manos me
sudaban. Genial.
- Ya estamos llegando. - Estaba tan ensimismado en los
acordes del pianista que ni me di cuenta de que ya estaba aparcando el coche.
Estábamos en un edificio decorado con estilo europeo... yo diría que francés.
Olía muy bien ya desde fuera y seguí a Jonghyun, que ya avanzaba hacia la
puerta. Por dentro no decepcionaba tampoco. Todo estaba decorado con un estilo
antiguo, muy de los años cincuenta en Europa. Un camarero nos guió a una mesa
para dos y nos dejó un menú a cada uno. Mis ojos casi se caen al ver los
precios.
- Jonghyun... - susurré, intentando que no me temblase la voz. - Por qué nos cobran doce dólares por
un café!?
Él se echó a reír y me negó con la cabeza.
- No te preocupes y pide lo que quieras. Te invito yo.
Le miré intrigado. No entendía qué estaba pasando. Y mucho
menos entendía qué clase de persona estaba dispuesta a pagar cincuenta dólares
por un desayuno... Yo con mi bol de cereales diario me conformaba.
Cuando llegó el camarero, le preguntó a Jonghyun en un
perfecto francés por nuestro pedido, y para mi sorpresa, Jonghyun también le
respondió en francés. Yo ya me había perdido completamente.
- Hablas francés? - Le pregunté cuando el camarero se hubo
ido. Asintió.
- Hablo francés, inglés, japonés y mandarín. Además de
coreano, claro.
Le miré con los ojos como platos. Yo creía que Jonghyun era
un paleto que había logrado entrar en nuestra empresa por enchufe, pero no era
así...
- Otra pregunta... - Levantó la mirada del periódico
extranjero que estaba ojeando. - Por qué el camarero habla francés si los
precios están en dólares?
De nuevo, rompió a reír. No podía ser sano reírse tanto.
- Buena pregunta... No lo sé. - Sonrió con ternura y apartó
el periódico para dejar que el camarero dejase el pedido sobre la mesa.
Un café con leche descansaba delante de mí acompañado por un
pequeño pastel que no sabía muy bien qué era, mientras que Jonghyun había
ordenado un café solo y un croissant.
- Qué es esto? - Pregunté mientras cortaba un trozo pequeño
de mi pastel y me lo metía en la boca. - Está delicioso!
- Es tarta de manzana. La hacen aquí, verdad que es
deliciosa? Pensé que te gustaría.
Asentí dándole otro mordisco.
El silencio volvió a hacerse dueño de la situación. Yo le
daba sorbos a mi café mientras observaba a Jonghyun. No entendía cómo había
podido cambiar tanto en los pocos meses que hacía que nos conocíamos.
- Tienes... Aquí... - Rompió mis pensamientos cuando
acarició con su pulgar mi labio superior, retirando con suavidad un poco de
espuma que, al más puro estilo de dorama, se había quedado ahí.
Me puse rojo como un tomate y retiré su mano, descomponiendo
su expresión, y limpiándome con una servilleta.
- Voy al servicio. - Me levanté rápidamente y prácticamente
huí a esconderme en el baño. Su mirada cuando retiré su mano tan bruscamente
había parecido un poco dolida, o era yo que me estaba comiendo la cabeza?
Abrí el ostentoso grifo dorado y me empapé la cara, observándome
en el espejo. Estaba más confuso que nunca. Cuando sentí sus dedos en mis
labios... Los labios era la única parte de mi cuerpo que él no conocía a la
perfección, jamás me había besado, jamás.
Y eso en cierta manera... me dolía? Sí, me dolía. Porque me había enamorado
de un maldito idiota pervertido que no me veía más que como a un hombre objeto.
Antes de ser consciente de ello, me había puesto a llorar.
- Genial, soy imbécil. - Sonreí con pesimismo al espejo que
me observaba. Pos suerte, las lágrimas se camuflaban con las gotas de mi
empapada cara.
- Estás bien? - Me giré sobresaltado al escuchar su voz.
- Jonghyun... - Se acercó a mí y me secó un poco la cara con
sus manos. De nuevo, mi cuerpo actuó por sí mismo y se alejó de su contacto. Me
miró, sorprendido. - Lo siento... Yo...
No me dio tiempo a huir más, Jonghyun me atrapó entre sus
brazos, acorralándome contra la pared. - Qué te pasa?
Allá vamos... Ya sabía
yo que tanta bondad era a cambio de algo. Temblaba como un flan entre sus
brazos y la pared.
- Kibum? - Abrí los ojos y me encontré con los suyos,
inesperadamente cerca. Sentía que me iba a dar un ataque de un momento a otro.
Había hecho mil veces aquello con Jonghyun, pero antes, cuando no tenía
sentimientos, era fácil, era mecánico, era simple... Ahora... todo había
cambiado ahora.
- Bésame... - Susurré tan suavemente que era imposible que
me hubiese escuchado, o eso creía. En seguida, sus labios hicieron contacto con
los míos sin pensárselo dos veces, acariciándolos suavemente en un beso casto y
cuidadoso.
Abrí los ojos despertando del ensueño que me producían sus
labios y le aparté de golpe, empujándolo y saliendo corriendo del baño. Tomé
mis cosas y corrí por las calles de Seúl hasta encontrar una parada de metro y
encaminarme a casa.
- Me ha besado... - Abrí la puerta de mi casa, dejándome
caer en el suelo, apoyando la espalda en la pared más próxima que encontré a
mí. - Me ha besado...
En estado de shock, así era como me encontraba. Acariciaba
mis labios una y otra vez, pudiendo sentir aún el sabor y la sensación de los
de Jonghyun...
Por qué me había besado? Se supone que soy un juguete, un
hombre objeto, un muñeco hinchable con sangre en las venas... Por qué entonces
él haría algo tan personal como darme un beso? Siempre que yo había buscado sus
labios en nuestras relaciones él me esquivaba, jamás había puesto ni un solo
pelo encima de ellos... Entonces... por qué ahora?
Empecé a llorar. No sabía por qué, pero empecé a llorar. Me
sentía engañado, como si hubiese sido un beso por pena, por cumplir, un beso
para contentarme a cambio de una sesión de sexo más tarde... Antes no me dolía
sentirme utilizado, pero ahora...
Maldita sea la hora en
la que me enamoré de ti, Jonghyun...
Sonó el telefonillo de mi casa, no respondí. Estuvo sonando
durante diez minutos, pero no me importaba, seguramente sería el electricista
para revisar los contadores o algún cartero comercial.
Cuando creía que el silencio había vuelto a mi apartamento,
llamaron al timbre. Miré a la puerta instintivamente.
- Kibum. - Escuché su voz al otro lado de la puerta, suave,
calmada, atrayéndome hacia él como siempre hacía. - Kibum, sé que estás ahí, se
te escucha sollozar.
Me tapé la boca, aguantando la respiración, y escuché un
suspiro.
- Kibum... Escúchame, vale? No entiendo por qué te has
ido... Tú me pediste el beso... - Otro suspiro. - Kibum, me he enamorado de ti.
Abrí los ojos como platos y dejé caer la mano que me tapaba
la boca hasta el suelo, mirando boquiabierto la puerta.
- No sé cómo ha ocurrido, ni cuándo... Antes solamente te
veía como a un crío confuso y fácil, algo con lo que desahogarme, alguien a
quien fastidiar y a quien podía manejar a mi antojo... Pero ahora... No sé cómo
ha ocurrido pero... Un día dejé de verte como a un simple crío fácil y empecé a
verte como a una persona sensible, dulce, descuidada, torpe, alguien que por
muy mal que le tratases volvía a sonreírte al día siguiente... Perdona si me he
pasado y he malentendido la situación, Kibum, solo quería decírtelo...
Me incorporé y caminé muy lentamente hacia la puerta,
acariciándola con la punta de los dedos.
- Comprenderé que no quieras saber nada de mí, después de
cómo te he tratado pues es lógico. Puedo cambiar de oficina si quieres, no
quiero hacerte daño o que te sientas incómodo...
Me asomé por la mirilla y vi a Jonghyun cabizbajo,
toqueteando nervioso la corbata azul cielo que llevaba ese día. Sonreí. Parecía
avergonzado, tímido, vulnerable... E increíblemente dulce.
Abrí la puerta lentamente y le miré con expresión dulce. A
mí las palabras bonitas siempre me llevaban a la perdición, aunque si me
llevaban con Jonghyun, no me importaría.
Sus ojos brillantes de cachorro abandonado me miraron
suplicantes, y yo ni hice otra cosa más que abrir los brazos para recibirle
entre ellos cálidamente. Me abrazó por la cintura, levantándome con facilidad y
hundiendo su cara en mi cuello mientras yo adivinaba una sonrisa en su rostro.
Creo que esa fue la primera vez que hicimos el amor juntos
en lugar de tener simple sexo... esta vez hubo besos necesitados, besos dulces,
caricias lentas y suaves, sonrisas cómplices y suspiros con nuestros nombres...
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