28 de junio de 2013

[JongKey] Blinger - Parte Final

No es posible que me haya enamorado... No es posible! Jamás me había pasado, por qué habría de pasarme ahora?
Esto pensaba mientras buscaba por internet la edición especial del último DVD de Blinger. Del Blinger original, no de esa copia cutre y horrible que me había encontrado en la calle hace unos meses y que por culpa de mi estupidez e impulsos mal controlados, había acabado siendo mi jefe y el acosador más insistente de la historia.

- Nooooooo! - Agotado. La edición limitada estaba agotada. Quería llorar. - Por qué? Sólo se me olvidó por un día! Un mísero día! Qué le pasa al mundo? Malditos pervertidos todos... - Fue a hablar el más indicado...
Mi vida apesta... Pensaba mientras me tiraba en la cama con los ánimos por los suelos. Jonghyun... Qué ocurre con él? Por qué es tan pesado? Por qué no me deja en paz? La gente se aburre de los juguetes, por qué él no? Y lo más importante... Por qué no me he acordado de que el plazo para pedirla edición limitada acababa hoy!?
Pataleé frustrado sobre el colchón. Estaba mentalmente agotado. Yo ya no entendía nada de nada sobre nada; no entendía lo que sentía, no entendía a Jonghyun, ni su enfermiza obsesión conmigo, no entendía por qué a veces le echaba hasta de menos y por qué al verle sentía que mi cara ardía.
- Qué debo hacer? - Susurré quedándome dormido.

Al día siguiente en la oficina, yo estaba en mi mesa, como de costumbre, ordenando las montañas de documentos y distribuyéndolos en cajas para repartirlos entre los distintos departamentos.
- Hey! - El maldito dinosaurio apareció con muy poca delicadeza, apoyándose bruscamente en mi mesa haciéndola temblar y mandando a freír puñetas todo mi trabajo. Las cajas se habían caído y el suelo tenía una bonita alfombra de folios y más folios llenos de números.
- Te odio! - Le grité tirándole un bolígrafo y apurándome a recogerlos antes de que alguien los pisase y aún encima, los tuviese que pasar a limpio.
- Lo siento... - "Lo siento"!? Le miré incrédulo, observando cómo se agachaba a mi lado y empezaba a ayudarme a recoger.
- Qué demonios estás haciendo? - Le pregunté finalmente. Sus enormes manos recogían mucho más rápido que las mías, que ya habían sufrido varios cortes que me estaban escociendo bastante.
- Ayudarte. - No me miró al responderme, pero a mí ya había algo que me olía a quemado.
- Qué quieres? Ahora no puedo ir a hacerlo contigo, tengo mucho trabajo.
- No quería eso, venía a invitarte a comer. - Abrí los ojos como platos. Me lo habían cambiado, eso estaba más que claro.
- A comer? En el sentido sucio o qué? - No me fiaba, no podía fiarme.
- Qué clase de sentido sucio puede tener la palabra "comer"? - Enarqué una ceja cuando me miró y resopló, saliendo una sonrisa traviesa de su cara. - No, Kibum. Venía a invitarte a comer conmigo, comida.
Le miré desconfiado, terminando de recoger los papeles y mirando deprimentemente mi mesa, de nuevo igual que hace cuatro horas.
- Vuelta a empezar... - Murmuré frustrado y me senté. Me quedaba muuuucho trabajo, y tenía que ponerme las pilas porque me lo habían mandado para las cinco y eran las dos y media.
- Bueno, vienes? - Ya tardaba en abrir su bocaza. Le miré incrédulo de nuevo.
- Estás loco? No ves todo el trabajo que tengo? No voy a poder ni ir al baño!
- Te está sangrando el dedo...
- Me da igual! No tengo tiempo ni para parar de sangrar, Jonghyun!
Por qué estaba tan tranquilo hoy? Me miró con una expresión de... tristeza? Eso era tristeza? Daba igual, tampoco tenía tiempo para preocuparme por sus expresiones.
Mientras miraba rápidamente el código que cada folio tenía en la parte inferior, escuché cómo se arrastraba una silla hasta mi lado, empujando un poco la mía. Suspiré ruidosamente y le miré con furia. Sabía que era él, quién sino?
- Jonghyun, no tengo tiempo para...
- Calla y dame la mitad. Te voy a ayudar y así tendremos un rato para comer. - Qué? - No me mires así, Kibum, y pásame la mitad.
Obedecí inmediatamente, de verdad que no le reconocía.
De todas formas, Jonghyun tuvo razón. Terminamos en menos de tres cuartos de hora.
- Muchas gracias. - Le sonreí poniéndole la tapa a la última de las siete cajas llenas de esos malditos folios sádicos.
- Deberías ir a ponerte unas tiritas o algo... Desinfectante, más que nada... - Susurró mirando con desaprobación mis manos. Las miré también; tenían un aspecto deplorable.
- Bah, estoy acostumbrado. No es necesario. - Había un corte que sangraba un poco más que los demás. Un poco bastante, ya podías ver cómo una gota roja se escurría por mi dedo con una lentitud desesperante. - Iré al baño.

- Escuece... - Apretaba los dientes con fuerza mientras metía las manos debajo del agua fría. - Aaaaaah...
De pronto, me estremecí al sentir sus manos rodearme la cintura.
- Trae. - Me susurró, tomando mis manos. Yo, para ese entonces, ya estaba en guardia, esperándome cualquier cosa... Al fin y al cabo, Jonghyun era Jonghyun.
- Jonghyun... Ahora no...
- Cállate. - Me interrumpió y me giró, poniéndome contra el lavabo y, tomando con delicadeza la mano del corte profundo, lamió la herida con cuidado ante mi atónita mirada.
- J...Jonghyun? Qué haces? - Susurré. No podía quitar mis ojos de esa imagen. El corazón me iba a mil por hora y de nuevo mi cerebro sufría esos cortocircuitos ya propios de su compañía.
Levantó los ojos, sin sacarse mi dedo de la boca. Escocía, pero al mismo tiempo se sentía tan bien... Podía notar su lengua lamer suavemente la sangre, el calor de su lengua lamiendo muy lentamente la herida... y todo esto mientras me miraba a los ojos.
Finalmente, se sacó mi dedo de su boca con un movimiento lento y que a mí estaba a punto de volverme completamente loco.
- Toma. - Me pasó un botecito blanco.
- Qué es esto?
- Alcohol. Vamos a desinfectar eso. - Tomó mi mano ya sin delicadeza ninguna para no darme tiempo a protestar y empezó a bañar mis manos en ese líquido que escocía como el maldito diablo.
- PARA! PICA! ESCUECE! PARAAAAA!! - No había forma de zafarme de él, sujetaba mis manos con tanta firmeza que no era capaz. - Por favor... para... estaré bien... - Yo ya hasta rogaba. Odiaba el alcohol con toda mi alma, había alternativas que escocían menos, pero estaba seguro de que lo había hecho a propósito.
- Listo. - Sonrió satisfecho, soltándome de golpe y haciéndome caer al suelo.
-  No había agua oxigenada? - Pregunté entre sollozos. Aquello realmente escocía.
- Sí, mucha. - Rió y le asesiné con la mirada. Se acercó a mí y se colocó a escasos centímetros de mi rostro, atontándome de nuevo por completo.
- Qué? - Me atreví a preguntar por fin, rogando porque no se estuviese fijando en el más que notorio tono rojizo que mi cara había obtenido.
- No nos ha dado tiempo a comer.
- Y?
- Toma. - Tomó mi mano con cuidado y tras dejar algo en ella, salió del baño rápidamente. Yo, me quedé sentado en el suelo, mirando confuso la puerta por la que acababa de salir como alma que lleva el diablo. Abrí la mano para descubrir una barrita de cereales.
- Serás tonto... - Una sonrisa estúpida se asomó por mi rostro. Puede ser que... yo le guste? Podría ser eso posible?
En el resto del día no volví a verle.

Y ahí me encontraba yo, tirado en mi cama, mirando al techo mientras balanceaba ante mis ojos la barrita que Jonghyun me había dado horas antes.
- Qué está pasando?  - Murmuré mientras la abría despacio y me la acercaba a la boca para darle un pequeño mordisco. Estaba deliciosa. - Hoy no ha intentado nada conmigo, me ha ayudado sin que se lo haya pedido, incluso me invitó a comer... - Observé la barrita de nuevo por si acaso había algún ingrediente que me resultase sospechoso y me hiciese entender el porqué de aquel día tan extraño.
Me incorporé de la cama para sentarme en mi escritorio, sin ningún motivo en particular, solamente porque era incapaz de quedarme quieto durante más de cinco minutos en el mismo sitio.
- Lo más importante de esto, - Me miré en el espejo, hablándome a mí mismo con tono serio. - es por qué te ha hecho ilusión lo de hoy! Porque sí, Kibum, te ha gustado y tienes que admitirlo. Casi te mueres cuando te lamió la herida.
Enarqué una ceja, mirando mi reflejo como si esperase, por arte de magia, que me diese una contestación que satisficiera mi curiosidad por mi comportamiento.  Resoplé.
- Gracias por nada... - Me aparté del espejo y me quedé dando vueltas por mi minúsculo apartamento durante a saber cuánto tiempo. - De verdad soy tan estúpidamente imbécil como para estar enamorándome de una persona que me ve como a un muñeco hinchable? Soy tan tonto?
Me giré y miré la barrita de cereales mordisqueada que descansaba tranquilamente sobre mi cama.
- Pues creo que sí...

Cuando abrí los ojos al día siguiente, lo primero que hice fue mirar quién era el monstruo que me estaba llamando media hora antes de que mi alarma sonase para ir al trabajo.
- Quién es? - Contesté intentando parecer furioso para que así el tocapelotas que me llamaba colgase pronto.
- Kibum, estás despierto? - Tragué saliva. Era Jonghyun. De dónde había sacado mi número?
- Claro. Sino no estaría hablando contigo, no crees? - Ahora intentaba parecer borde. Su voz... - Querías algo? Estoy ocupado.
Mi ocupación en ese momento era intentar ponerme las lentillas sin quedarme ciego.
- No me engañes. - Rió y el estómago se me encogió. Su sonrisa... - Te apetece venir a desayunar conmigo? Conozco un buen sitio.
Silencio. Me quedé completamente en silencio mientras procesaba lo que acababa de decirme.
- Me estás pidiendo una cita? - No sé de dónde saqué el valor para osar preguntarle eso, pero otra risa fue mi respuesta.
- Te paso a recoger o no?
Me miré al espejo enarcando una ceja. Mi pelo de punta, la cara sucia y el pijama arrugado no era el atuendo ideal con el que quería que me viese.
- Esto... A qué hora?
- Ahora mismo si quieres.
Mierda.- Esto... Estoy terminando de preparar unas cosas para la oficina, puedes pasar en media hora? Te digo mi dirección, vale?
Le dictaba lentamente mi domicilio mientras corría por todo mi piso como alma que lleva el diablo. Del armario al baño, del baño vuelta al armario, de armario a la ducha, de la ducha a la plancha... No sabía ni por qué me estaba esforzando tanto en estar "perfecto" si seguramente lo único que haría sería tomarme un crêpe en algún puesto callejero y un café con hielo del Starbucks.
Finalmente, mientras yo intentaba hacer algo con mi pelo, que justo hoy no parecía por la labor de querer colaborar conmigo y continuaba poniéndose de punta, llamaron al telefonillo.
Corrí hacia él y vi a Jonghyun sonriendo a la camarita del portal.
- Ya bajo. - Dije mientras me quedaba embobado mirando la pantalla. Kibum, no sabes lo que estás haciendo... está más que claro.
Un gorro me salvó del apuro y cogí mi bolsa del trabajo mientras bajaba a trompicones las escaleras hasta llegar al portal.

- Buenos días Kibum. - Una amplia sonrisa me recibió en su rostro, sacándome otra a mí.
- Hola.
Subimos a su coche, era inmenso y tenía pinta de caro.
- Es nuevo. Te gusta?
Acaricié los asientos. Era cuero.
- Es... muy bonito. - Murmuré mientras observaba el equipo de música. Seguramente es mucho mejor que el que tengo yo en casa.
- Quieres que ponga la radio? Te gusta la música? - Asentí algo cortado. No estaba acostumbrado precisamente a tanta amabilidad por su parte. - Qué tipo de música te gusta?
- No le hago ascos a nada...
- Bien, eso me gusta. - Le gusta...  Mi cara seguramente se tiñó de un color rojo muy poco discreto en cuanto escuché sus palabras. Mi estúpido corazón latía tan fuerte que apostaba a que él podía escucharlo. En seguida, el Canon en Re Mayor de Pachebel empezó a invadir el coche suavemente. Sonreí nada más empezar a escucharla.
- Es... mi canción favorita.
- Es preciosa, verdad? Yo creo que es la pieza más bella jamás compuesta... Es curioso, no tienes pinta de ser alguien que comprenda la música clásica.
- Y tú sí!? - Le miré incrédulo y él se echó a reír. - Porque tú tienes pintas de camorrista hasta vestido con traje!
- Vale... Gracias por el cumplido... - Rió de nuevo y noté la ironía no disimulada en su voz. - Es por el pelo teñido?
Se acarició uno de los mechones castaños claros que caían sobre su frente y me sonrió. Negué.
- No es por tu pelo... Es bonito. - Murmuré. Puede que fuese el primer cumplido que le he dicho jamás. - Es por la personalidad... Eres tan bruto y tan brusco que... no sé.
Decidí callarme al ver que su sonrisa se había vuelto una mueca forzada. La canción terminó y empezó a sonar una pieza de Yiruma, "River flows in you". Preciosa.
- Te gusta el piano? - Preguntó de nuevo. Hoy no paraba de preguntar.
- Me encanta, a pesar de que prefiero el violín, es un instrumento increíble. - Una sonrisa se volvió a asomar por su rostro. - Ocurre algo?
- No... Solo que... - Carraspeó un poco. Hoy su voz también estaba un poco distinta... más... suave. - Jamás creí que tuviese tantas cosas en común contigo.
De nuevo la cara me ardía, y ahora además las manos me sudaban. Genial.

- Ya estamos llegando. - Estaba tan ensimismado en los acordes del pianista que ni me di cuenta de que ya estaba aparcando el coche. Estábamos en un edificio decorado con estilo europeo... yo diría que francés. Olía muy bien ya desde fuera y seguí a Jonghyun, que ya avanzaba hacia la puerta. Por dentro no decepcionaba tampoco. Todo estaba decorado con un estilo antiguo, muy de los años cincuenta en Europa. Un camarero nos guió a una mesa para dos y nos dejó un menú a cada uno. Mis ojos casi se caen al ver los precios.
- Jonghyun... - susurré, intentando que no me temblase  la voz. - Por qué nos cobran doce dólares por un café!?
Él se echó a reír y me negó con la cabeza.
- No te preocupes y pide lo que quieras. Te invito yo.
Le miré intrigado. No entendía qué estaba pasando. Y mucho menos entendía qué clase de persona estaba dispuesta a pagar cincuenta dólares por un desayuno... Yo con mi bol de cereales diario me conformaba.
Cuando llegó el camarero, le preguntó a Jonghyun en un perfecto francés por nuestro pedido, y para mi sorpresa, Jonghyun también le respondió en francés. Yo ya me había perdido completamente.
- Hablas francés? - Le pregunté cuando el camarero se hubo ido. Asintió.
- Hablo francés, inglés, japonés y mandarín. Además de coreano, claro.
Le miré con los ojos como platos. Yo creía que Jonghyun era un paleto que había logrado entrar en nuestra empresa por enchufe, pero no era así...
- Otra pregunta... - Levantó la mirada del periódico extranjero que estaba ojeando. - Por qué el camarero habla francés si los precios están en dólares?
De nuevo, rompió a reír. No podía ser sano reírse tanto.
- Buena pregunta... No lo sé. - Sonrió con ternura y apartó el periódico para dejar que el camarero dejase el pedido sobre la mesa.
Un café con leche descansaba delante de mí acompañado por un pequeño pastel que no sabía muy bien qué era, mientras que Jonghyun había ordenado un café solo y un croissant.
- Qué es esto? - Pregunté mientras cortaba un trozo pequeño de mi pastel y me lo metía en la boca. - Está delicioso!
- Es tarta de manzana. La hacen aquí, verdad que es deliciosa? Pensé que te gustaría.
Asentí dándole otro mordisco.
El silencio volvió a hacerse dueño de la situación. Yo le daba sorbos a mi café mientras observaba a Jonghyun. No entendía cómo había podido cambiar tanto en los pocos meses que hacía que nos conocíamos.
- Tienes... Aquí... - Rompió mis pensamientos cuando acarició con su pulgar mi labio superior, retirando con suavidad un poco de espuma que, al más puro estilo de dorama, se había quedado ahí.
Me puse rojo como un tomate y retiré su mano, descomponiendo su expresión, y limpiándome con una servilleta.
- Voy al servicio. - Me levanté rápidamente y prácticamente huí a esconderme en el baño. Su mirada cuando retiré su mano tan bruscamente había parecido un poco dolida, o era yo que me estaba comiendo la cabeza?

Abrí el ostentoso grifo dorado y me empapé la cara, observándome en el espejo. Estaba más confuso que nunca. Cuando sentí sus dedos en mis labios... Los labios era la única parte de mi cuerpo que él no conocía a la perfección, jamás me había besado, jamás.  Y eso en cierta manera... me dolía? Sí, me dolía. Porque me había enamorado de un maldito idiota pervertido que no me veía más que como a un hombre objeto. Antes de ser consciente de ello, me había puesto a llorar.
- Genial, soy imbécil. - Sonreí con pesimismo al espejo que me observaba. Pos suerte, las lágrimas se camuflaban con las gotas de mi empapada cara.
- Estás bien? - Me giré sobresaltado al escuchar su voz.
- Jonghyun... - Se acercó a mí y me secó un poco la cara con sus manos. De nuevo, mi cuerpo actuó por sí mismo y se alejó de su contacto. Me miró, sorprendido. - Lo siento... Yo...
No me dio tiempo a huir más, Jonghyun me atrapó entre sus brazos, acorralándome contra la pared. - Qué te pasa?
Allá vamos... Ya sabía yo que tanta bondad era a cambio de algo. Temblaba como un flan entre sus brazos y la pared.
- Kibum? - Abrí los ojos y me encontré con los suyos, inesperadamente cerca. Sentía que me iba a dar un ataque de un momento a otro. Había hecho mil veces aquello con Jonghyun, pero antes, cuando no tenía sentimientos, era fácil, era mecánico, era simple... Ahora... todo había cambiado ahora.
- Bésame... - Susurré tan suavemente que era imposible que me hubiese escuchado, o eso creía. En seguida, sus labios hicieron contacto con los míos sin pensárselo dos veces, acariciándolos suavemente en un beso casto y cuidadoso.
Abrí los ojos despertando del ensueño que me producían sus labios y le aparté de golpe, empujándolo y saliendo corriendo del baño. Tomé mis cosas y corrí por las calles de Seúl hasta encontrar una parada de metro y encaminarme a casa.

- Me ha besado... - Abrí la puerta de mi casa, dejándome caer en el suelo, apoyando la espalda en la pared más próxima que encontré a mí. - Me ha besado...
En estado de shock, así era como me encontraba. Acariciaba mis labios una y otra vez, pudiendo sentir aún el sabor y la sensación de los de Jonghyun...
Por qué me había besado? Se supone que soy un juguete, un hombre objeto, un muñeco hinchable con sangre en las venas... Por qué entonces él haría algo tan personal como darme un beso? Siempre que yo había buscado sus labios en nuestras relaciones él me esquivaba, jamás había puesto ni un solo pelo encima de ellos... Entonces... por qué ahora?
Empecé a llorar. No sabía por qué, pero empecé a llorar. Me sentía engañado, como si hubiese sido un beso por pena, por cumplir, un beso para contentarme a cambio de una sesión de sexo más tarde... Antes no me dolía sentirme utilizado, pero ahora...
Maldita sea la hora en la que  me enamoré de ti, Jonghyun...

Sonó el telefonillo de mi casa, no respondí. Estuvo sonando durante diez minutos, pero no me importaba, seguramente sería el electricista para revisar los contadores o algún cartero comercial.
Cuando creía que el silencio había vuelto a mi apartamento, llamaron al timbre. Miré a la puerta instintivamente.
- Kibum. - Escuché su voz al otro lado de la puerta, suave, calmada, atrayéndome hacia él como siempre hacía. - Kibum, sé que estás ahí, se te escucha sollozar.
Me tapé la boca, aguantando la respiración, y escuché un suspiro.
- Kibum... Escúchame, vale? No entiendo por qué te has ido... Tú me pediste el beso... - Otro suspiro. - Kibum, me he enamorado de ti.
Abrí los ojos como platos y dejé caer la mano que me tapaba la boca hasta el suelo, mirando boquiabierto la puerta.
- No sé cómo ha ocurrido, ni cuándo... Antes solamente te veía como a un crío confuso y fácil, algo con lo que desahogarme, alguien a quien fastidiar y a quien podía manejar a mi antojo... Pero ahora... No sé cómo ha ocurrido pero... Un día dejé de verte como a un simple crío fácil y empecé a verte como a una persona sensible, dulce, descuidada, torpe, alguien que por muy mal que le tratases volvía a sonreírte al día siguiente... Perdona si me he pasado y he malentendido la situación, Kibum, solo quería decírtelo...
Me incorporé y caminé muy lentamente hacia la puerta, acariciándola con la punta de los dedos.
- Comprenderé que no quieras saber nada de mí, después de cómo te he tratado pues es lógico. Puedo cambiar de oficina si quieres, no quiero hacerte daño o que te sientas incómodo...
Me asomé por la mirilla y vi a Jonghyun cabizbajo, toqueteando nervioso la corbata azul cielo que llevaba ese día. Sonreí. Parecía avergonzado, tímido, vulnerable... E increíblemente dulce.
Abrí la puerta lentamente y le miré con expresión dulce. A mí las palabras bonitas siempre me llevaban a la perdición, aunque si me llevaban con Jonghyun, no me importaría.
Sus ojos brillantes de cachorro abandonado me miraron suplicantes, y yo ni hice otra cosa más que abrir los brazos para recibirle entre ellos cálidamente. Me abrazó por la cintura, levantándome con facilidad y hundiendo su cara en mi cuello mientras yo adivinaba una sonrisa en su rostro.


Creo que esa fue la primera vez que hicimos el amor juntos en lugar de tener simple sexo... esta vez hubo besos necesitados, besos dulces, caricias lentas y suaves, sonrisas cómplices y suspiros con nuestros nombres... 

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