10 de abril de 2014

[JinChan] Beautiful Words. Capítulo 9: Despedidas.

- Estás más tranquilo? – Jinyoung acariciaba mi pelo suavemente, con mucho cuidado, como si tuviese miedo de que fuese a romperme en mil trocitos. No le respondí. Seguía con el rostro hundido en su pecho, de pie desde hacía tanto tiempo que ya ni lo podía calcular. El calor de Jinyoung era adictivo… Lo necesitaba para vivir, para no morirme de la pena, para que el frío no me consumiese… Mi corazón estaba tan frío que quemaba y tan roto que cortaba. – Está bien… - Susurró, apretándome con fuerza contra él, contra su torso empapado por mis lágrimas. Sus brazos me mecían suavemente, calmándome como a un niño en un ritmo calmado y pausado. Aquello me tranquilizaba; sus brazos se habían convertido en un refugio para mí en algún momento de nuestra relación… Entre ellos me sentía a salvo, protegido, nada ni nadie podía hacerme daño salvo yo mismo.


- Deberías tomar algo caliente… Voy a hacer té. – Cuando abrí los ojos, estaba acostado en mi cama con Jinyoung a mi lado, firmemente sujeto por una de mis manos en su muñeca derecha. Me observaba con una expresión de calma y cansancio en el rostro, pero hizo el esfuerzo de sonreírme con suavidad. No le devolví la sonrisa, pero mi corazón se la agradeció; en aquellos momentos cualquier muestra de cariño era bien recibida.
Se liberó de mi muñeca con un movimiento calmado y suave, como él, y se incorporó, desapareciendo silenciosamente por la puerta hasta la cocina. Yo me quedé observando el vacío por el que se había ido, sin pensar nada, sin sentir nada, simplemente esperando pacientemente a que su figura volviese a aparecer para volver a sentirme protegido y tranquilo… No me gustaba estar solo. Hacía frío y la oscuridad de las sombras de mi cuarto amenazaban con engullirme de un solo movimiento. Jinyoung y su luz las mantenían aparte.
- Ten. – En un susurro me tendió una taza humeante y colocó un cojín sobre el cabecero de la cama para que me incorporarse y así beber más cómodamente. – Ten cuidado, quema.
Ni le miré. Observaba el humo ascender en una danza pura y natural hasta desaparecer en el aire. Era hermoso. Una de las suaves manos de Jinyoung ascendió hasta mi mejilla para acariciarla en un movimiento igual que el humo, suave, puro, tranquilo… Le miré de reojo y vi su expresión de preocupación. Sentí pena, rabia, dolor, frustración… Pero al mismo tiempo tenía ganas de volver a abrazarle durante horas como había hecho antes, abrazarle hasta caer dormido entre sus brazos.
- Por qué lo has hecho? – Sollocé en un susurro. Jinyoung levantó la mirada de mis hombros hasta mis ojos. – Por qué me has mentido así?
- Porque soy un idiota. – Respondió en otro susurro.
- Siempre me cuesta mucho confiar en la gente… Pero confiaba en ti. Eras el único… - Mis ojos amenazaban con volver a soltar toda la artillería lagrimal, así que me callé, rodeando la taza con ambas manos, esperando que se me contagiase algo de su calor para eliminar mi frío.
- Lo siento, Gongchan… De verdad que lo siento… - Jinyoung se incorporó del colchón y se sentó a mi lado. – Espero que comprendas que, aunque no haya sido la mejor forma, todo lo hice por mi amor por ti… Todo.
Mi corazón se encogía un poco más con cada una de sus palabras. Deseaba creerle, deseaba creerle tanto… Pero no era capaz. Mi cerebro se negaba a aceptarlo, sin embargo, no era capaz de alejarle de mi lado.
- Quieres otro? – Me preguntó, tomando la taza vacía de entre mis manos. Negué con la cabeza y él asintió, dejándola con cuidado en la mesa de noche y retirándome el cojín de la espalda, recostándome a su lado como antes. Yo simplemente me dejaba hacer, no tenía las fuerzas para protestar. Se recostó de nuevo a mi lado, mirándome a los ojos y tomando mi mano, entrelazó nuestros dedos.
- Te quiero.- Susurró. Sus ojos emanaban sinceridad y arrepentimiento.
- Lo sé. – Respondí. Era la primera vez que no le respondía con una sonrisa un “y yo a ti”, pero la verdad es que no me sentía con fuerzas de decírselo.
Jinyoung acercó su rostro al mío, rompiendo los escasos centímetros que los separaban, y posó sus labios con cuidado sobre los míos. Un beso suave como una caricia, nada más que un roce de nuestros labios. Se separó un segundo después, manteniendo cerrados los ojos y apretando los labios.
- Te quiero más de lo que jamás habría imaginado… - Murmuró, abriendo los ojos lentamente y mirándome. Yo seguía igual, con la misma expresión. Ni siquiera había cerrado los ojos con su beso… En esos momentos mi cuerpo no reaccionaba a nada, estaba vacío, como una marioneta. Mi alma nos observaba desde los pies de la cama, llorando en silencio, confusa por todo lo que estaba sintiendo a la vez.

Jinyoung miró el despertador de la mesa. Ya era muy tarde… Por las ventanas solamente se escuchaba la lluvia y se veían los neones publicitarios de Seúl.
- Debería irme? – Preguntó en voz bajita sobre mis labios. Nuestra distancia se había hecho prácticamente inexistente en las siguientes horas al beso. Jinyoung tenía una de sus piernas entre las mías y mientras que una de sus manos se mantenía acariciando la mía, la otra descansaba sobre mi cintura, protegiéndome de las sombras.
Abrí los ojos, no sin esfuerzo, pues parecían pesados como el plomo y mis empapadas pestañas se enredaban entre ellas, y le miré, sin poder ocultar mi expresión asustada. Tenía miedo de que si salía por esa puerta, no le volvería a ver. Era una tontería, pero no tenía el valor suficiente para decirle adiós, al menos no por el momento.
- No te vayas… - Reuní fuerzas de la nada para poder mover mis labios, igual de pesados que mis ojos. – No me dejes solo…
Jinyoung pareció sorprendido ante mi petición, pero asintió en silencio y me abrazó fuertemente contra él, posando sus labios en mi frente y manteniéndome cálido y a salvo.
- Está bien… Me quedaré contigo hasta que ya no me quieras a tu lado. – Susurró, sin separar sus labios de mi piel. Eran cálidos… Suaves… Me reconfortaban.

Amanecí al día siguiente entre sus brazos. Levanté la cabeza con cuidado de no despertarle y le observé dormir. Aún despeinado y con la boca entreabierta parecía salido de un cuento y emanaba luz. No pude evitar sonreír suavemente. A pesar de lo de ayer, él había accedido a quedarse a mi lado. Seguía enfadado, pero no sentía que pudiese alejarle de mí, ni yo alejarme de él. Abrió los ojos, sorprendiéndome en mi inspección de rostro. Sonrió con suavidad y me apretó con fuerza contra él, dándome un suave beso en la frente.
- Conseguiste dormir algo? – Susurró, peinándome con cuidado. Asentí en silencio y él asintió también. – Tienes hambre? Te hago algo de desayunar?
Mis tripas se encargaron de responder por ellas mismas esa pregunta. Bajé la mirada, avergonzado, y él rió con suavidad, dándome otro beso en la frente.
- Ve a la ducha, cuando salgas ya habré acabado de cocinar. – Me gustaría haberle sonreído o haberle podido dar un beso, pero aunque lo que tenía más claro en mi vida era lo que sentía por él, el golpe de ayer había sido demasiado para mí… Aún no era capaz de decirle nada.
Sin embargo, tampoco me lo pidió. Deshizo su abrazo y desapareció hacia la cocina con la taza de mi té de ayer en la mano.
Obedecí como un cachorro y abrí la puerta del baño, desnudándome con cuidado y metiéndome bajo el agua caliente. Me dolía todo el cuerpo… Quizás por la descarga de adrenalina y tensión que había sufrido ayer, pero me costaba horrores mover los brazos y las piernas, por no hablar del cuello…
Dejé que el agua aclarase un poco mi mente y me anudé una toalla en la cintura, saliendo del baño y observando el desastre de mi dormitorio. Toda mi ropa estaba tirada por el suelo por mi arranque de furia. Sollocé, notando mi rostro humedecerse nada más recordarlo. Dolía tanto ser engañado… Pero más que la mentira de Jinyoung, el descubrimiento de saber quién era él, qué había implicado su familia… Eso me desgarraba por dentro. Saber que compartía sangre con los asesinos de mis padres.
- Gongchan? – Jinyoung apareció detrás de mí, secándose las manos con un trapo de cocina. Me observó llorar unos segundos y tragó saliva, quitándose el mandil y dejándolo caer al suelo. – Gongchan… Ven, te vas a resfriar. – Tiró de mi mano suavemente y se sentó en mi cama, sentándome a su lado, y alargando el brazo para tomar una toalla del suelo, comenzó a secarme el pelo con cuidado. Le observé, en silencio. Mantenía una expresión seria y triste mientras sacudía mi pelo con la toalla.
Entonces, me miró a los ojos y sonrió con suavidad. Su sonrisa transmitía angustia, tristeza… Pero se molestaba en ocultarlas mientras paseaba la toalla por mi cuello muy despacio. Tragué saliva, sintiendo el suave tacto del textil bajar por mi pecho, abdomen, recorrerme los brazos… Retiré la mirada de la toalla y le miré a él, que tenía aún más tensa la mandíbula mientras secaba todo mi cuerpo. Sin decir nada, se agachó y tomó una camiseta del suelo.
- Puedes vestirte solo? – Susurró, mirándome a los ojos. No respondí, simplemente me quedé en silencio con la misma expresión. – Está bien…
Pasó la camiseta por cuidado a través de mi cabeza y la colocó sobre mis hombros, ayudándome a acertar con los brazos en las mangas. Yo no movía mi mirada de su rostro. No era capaz de leerle… Parecía preocupado, sí, pero emitía un aura que yo no había presenciado antes.
Dejó caer el resto de la tela, que cubrió mi torso, y entonces, tomó el nudo de la toalla y me miró. De nuevo, no le dije nada. Yo era un mero espectador de ese show… Tragó saliva y deshizo el nudo, dejándome desnudo de cintura para abajo, pero no me miró en absoluto. Simplemente tomó del suelo una de mis piezas de ropa interior y colocó mis piernas dentro de ella, subiéndola por mis muslos hasta taparme. No voy a negar que me sorprendió su seriedad. Hizo lo mismo con un pantalón gris de chándal y, por último, tomó un par de calcetines y los colocó uno por uno en cada pie, despacio y con cuidado, dejándolos con cuidado en el suelo finalmente.
- Ya estás. – Susurró. Me miró y se encontró con mis ojos, que le llevaban observando fríamente  a lo largo de toda la acción. – Vamos a desayunar?
Se incorporó y me tendió una mano que no tomé. Me levanté por mí mismo y me dirigí a la cocina, escuchando sus pasos siguiéndome los talones. Me senté en la mesa y simplemente comí lo que había en mi plato: un par de salchichas, un par de huevos y dos tostadas. Bebí de un tirón el café de la taza y me limpié la boca.
- Gracias. – Susurré. Jinyoung, que me había observado comer, o más bien engullir, lo de mi plato, sonrió con satisfacción.
- Ha sido un placer.
No sabía que hacer ahora… Le pediría que se marchase, pero no quería que se fuera… Me iría a la cama, pero él vendría conmigo… Opté finalmente por sentarme en el sofá y leer un poco. Estaba agotado, física y mentalmente.

- Chan… - Aparté la mirada del libro y la fijé en su rostro, que me miraba desde el sofá de enfrente. – No crees que deberíamos hablarlo? Ayer estabas muy nervioso y hoy pareces más tranquilo.
- Estoy más tranquilo, pero no menos enfadado, Jinyoung. Y te voy a ser sincero, no sé por qué no te echo de aquí a patadas… Quiero que te vayas pero al mismo tiempo no quiero. Todavía estoy decidiendo qué voy a hacer con nosotros, es lo único que está rodando por mi cabeza en estos momentos.
Suspiró y asintió en silencio. – Está bien… Necesitas tiempo y lo entiendo. No quiero irme, pero quizás sería mejor que me fuese a casa? No sé qué hacer…
- No es que vivas muy lejos de todas formas. – Espeté. Bajó la mirada y volvió a suspirar. Resoplé y volví a dirigir mi mirada al libro.
- Yo… No sé qué decir.
- Para decir estupideces, mejor quedarse callado. Es una lección básica de la vida. – No sabía por qué estaba siendo tan cruel después de todas las atenciones que me había dedicado desde que abrí los ojos… Supongo que solamente estaba dejando fluir mi rabia contenida poco a poco.
- Yo… Voy a irme a casa entonces. – Murmuró, con la mirada baja. – Si necesitas cualquier cosa…
- Sí, lo sé, estás arriba. – Señalé el techo y sonreí con sorna. – Lo sé, gracias.
Asintió en silencio con la cabeza baja y justo cuando se disponía a salir por la puerta, el teléfono sonó.
Me incorporé, descolgando mientras le veía calzarse.
- Buenos días.
- Buenos días, señor. Es esta la residencia de Gongchan Shik?
- Así es. Quién llama?
- Hola, señor Shik. Le llamamos del Hospital Universitario de Suncheon. Mi nombre es Minah y llamo para informarle de que su abuela ha sido ingresada esta noche por un bajón de tensión.
- Qué!? Mi abuela!? – Jinyoung se giró sobre sus talones y se acercó corriendo a mi lado, preguntándome con la mirada qué estaba pasando.
- Ayer por la noche su hermana nos llamó notificando que su abuela había sufrido una caída a causa de una bajada muy brusca de tensión. Le llamábamos para informarle y porque es usted el único pariente que puede hacerse cargo de su hermana, verdad?
- Mi hermana cómo está? Dónde está?
- Ella se encuentra bien, señor. Ha pasado la noche aquí, pero porque era un caso excepcional… No es bueno que una niña ande por un hospital. No me malinterprete, no es solo porque pudiese ver cosas no apropiadas para su edad, sino porque su sistema inmunitario no está preparado aún para afrontar todas las enfermedades que pueden rondar por un hospital.
- Claro, claro… Entiendo… - Jinyoung puso su mano en mi hombro. Yo estaba temblando y mi voz sonaba entrecortada. Mi abuela tenía más de ochenta años, Eunsol solo tenía cinco… Y yo a mis diecinueve, sentía que me iba a volver completamente loco.
- Podría pasar usted a recoger a su hermana hasta que a su abuela se le dé el alta?
- Pues… - Miré a Jinyoung en un ataque de desesperación. Jinyoung corrió a su chaqueta y sacó de un bolsillo lo que parecía un mando a distancia de un coche. Le miré de nuevo y asintió con la cabeza. – Sí, claro… Me pasaré lo antes posible.
Colgué el auricular cuando Jinyoung corría a mi cuarto, abriendo una de mis mochilas y metiendo dentro varias mudas.
- Qué haces? – Me acerqué a él, extrañado.
- Tu maleta. Si está ingresada tendremos que estar allí hasta que le den el alta, Eunsol no puede quedarse sola. – Hablaba mientras correteaba por todo el cuarto cogiendo cosas varias y yo le miraba, sorprendido.
- Define “tendremos”.
- No te voy a dejar solo, te lo dije ayer. Además, tú tendrás que estar con tu abuela en el hospital, y mientras tanto yo me quedaré con la niña.
Algo en mi interior se estaba derritiendo por el comportamiento de Jinyoung. Era tan responsable? No lo sabía.
- Está bien…
- Listo. – Tomó mi mano y salió corriendo del piso sin calzarse siquiera, entrando en el ascensor y pulsando el piso 35.
- Por qué haces esto? – Susurré, sin soltar su mano, entrando en su piso que no me traía más que recuerdos amargos.
- Por qué? – Se giró, soltándome en medio del salón junto a mi bolsa y mirándome fijamente a los ojos. – Porque te amo. – Me besó rápidamente en los labios y desapareció por unas escaleras de caracol a todo correr.
Yo no tuve tiempo ni de reaccionar… En mi mente tenía las palabras de la enfermera del hospital, las imágenes de mi infancia junto a mi abuela y mi hermana, las imágenes felices junto a Jinyoung que se peleaban con las de ayer, el beso… Sentía que me iba a desmayar, porque para colmo observaba a mí alrededor el palacio que me rodeaba y era apabullante.
Un inmenso loft de tres pisos de altura se alzaba ante mis ojos, majestuoso, decorado sin perder detalle en tonos neutros.
Los alógenos infinitos iluminaban aún más la gigantesca estancia, sin necesidad de ello, ya que las cristaleras que ocupaban una pared entera se ocupaban de ello. El resto de las paredes estaban llenas de libros desde el suelo hasta el techo, al que tenías que acceder con una escalera de madera oscura.

- Mete tu mochila aquí. – Jinyoung bajó una inmensa maleta por esas escaleras de aspecto peligroso y la abrió ante mí. – Su ropa ocupaba la mitad de ésta y mi mochila apenas un cuarto de lo restante. – He metido más ropa mía también para ti, no sabemos cuánto vamos a estar… Ni si tendremos tiempo de hacer la colada… Ah, y también deberías llamar a tu jefe y avisar. Si quieres le llamo yo, sí?
Le miré, sorprendido. Qué le estaba pasando?
- Necesitas algo más? – Preguntó desde la cocina, sacando del frigorífico de tamaño acorde con la casa varios envases y guardándolos en una mochila térmica. – Es para el camino. – Explicó al ver mi expresión.
- No necesito nada más… - Murmuré, viendo cómo cargaba a su espalda la mochila y arrastraba la maleta hasta la salida.
- Es la primera vez que bajas al sótano? – Preguntó, sacando las llaves del coche en cuanto el ascensor indicó que habíamos llegado. Asentí en silencio. – Es bastante grande…
Las puertas metálicas se abrieron y ante mí había una explanada de cemento con cinco coches aparcados en fila. Los miré boquiabierto y luego miré a Jinyoung. Eran todos de buenas marcas reconocidas internacionalmente, y me preguntaba cuál sería el suyo.
Las luces de un Mercedes negro como la noche se iluminaron, dándonos la bienvenida. Torcí el morro, ese coche costaba cinco veces más que lo que yo ganaría en toda mi vida. El maletero se abrió antes de que Jinyoung lo tocase siquiera y suspiré, resignado. Ese coche seguramente hacía más cosas que “el coche fantástico” y Jinyoung lo trataba con una naturalidad que yo nunca sería capaz de adoptar.
Abrí la puerta del copiloto con cuidado y entré dentro, acomodándome en los asientos de cuero negro.
- De quién son los otros coches? – Pregunté mientras me ponía el cinturón. Jinyoung se abrochó también el suyo y apretó un botón que puso el coche en marcha. “UN BOTÓN!? Pero los coches no iban a llave de toda la vida?”
- El Ferrari negro es de Jongdae. – Puso la radio y Mozart invadió el coche con su “Lacrimosa”. – El Volvo plateado de la señora Kim, junto al Mercedes biplaza negro. – El coche se puso en marcha suavemente, como si flotase.
- Y el Lamborghini  blanco? – Sonrió con suavidad. No hacía falta ni que respondiese. Resoplé y lo observé por el retrovisor… Era simplemente una obra de arte hecha coche.

Jinyoung le hablaba al GPS para que se programase solo mientras yo observaba las calles de Seúl que desaparecían rápidamente a mis espaldas. Jamás me había movido tan rápido por la ciudad, ni siquiera en taxi. El mercedes parecía volar sobre el asfalto, haciendo que los transeúntes se girasen a verlo.
- No pueden verte, tranquilo. Los cristales están tintados. – “Oh, claro… Por supuesto… Cómo no!” Mi mente protestaba con ironía mientras acariciaba los detalles del coche. Miré a Jinyoung, conduciendo con las gafas de sol… La verdad es que el coche le sentaba estupendamente y él al coche a su vez. Eran dos piezas de puzzle que encajaban perfectamente la una con la otra.

- Oppa! – Bajé del coche y unos segundos más tarde, mi hermana lloraba sobre mi regazo.
- Eunsol! – Sonreí y yo también comencé a llorar. Dios mío, estaba enorme! Había crecido un montón y estaba preciosa, se parecía mucho a mamá, pero no se lo diría hasta que fuese más mayor. La cogí en brazos y la abracé con todas mis fuerzas.
- Te extrañé mucho, Oppa! – Eunsol se agarraba con tanta fuerza a mi cuello que me costaba respirar. Sonreí y asentí, dándole palmaditas en la espalda para calmarla. Se tenía que haber asustado mucho ayer para llamar ella por si misma a urgencias.
Jinyoung salió del coche y sonrió con suavidad, observándonos desde el otro extremo, sin acercarse. Supongo que tenía miedo a mi reacción.
- Hola? – Eunsol se calmó un poco tras unos minutos y reparó en la figura de Jinyoung. Jinyoung la saludó con la mano, sonriente. No pude evitar sonreír al verle. El sol de Suncheon se reflejaba en su pelo y en su pálida piel, atrayendo la mirada de los demás visitantes del centro. – Quién eres?
Jinyoung sonrió de nuevo, con ternura. Se acercó despacio y le tomó la mano. A través de sus gafas de sol me pareció ver una expresión de emoción.
- Buenos días, señorita. – Eunsol rió. – Me llamo Jinyoung, y usted?
- Eunsol Shik! – Jinyoung besó su mano y la hizo ruborizarse. Reí y ella ocultó su rostro en mi cuello.
- Eunsol! Qué nombre más bonito! Es nombre de princesa, verdad? – Ella reía, oculta en mi cuello y yo no podía evitar sonreír al ver que ninguno de los dos soltaba la mano del otro. – Eunsol, por qué no vienes a jugar conmigo mientras Oppa va a ver cómo está la abuela?
Eunsol levantó la mirada y me miró, esperando una respuesta. La dejé en el suelo y le sonreí.
- Está bien, Oppa? No quiero que te quedes solito… - Reí ante su seguridad y asentí en silencio.
- Ve a jugar con Jinyoung, yo volveré en seguida. – Me dio un beso en la mejilla y corrió hacia Jinyoung, que la cogió en brazos enseguida.
- Cualquier cosa, llámame. – Asentí y él se giró, caminando mientras fingía que ella se le caía al suelo y mi pequeña hermana se desternillaba de risa entre sus brazos. Observé la estampa unos segundos… Jinyoung parecía bueno con los niños. “Sería un gran padre…” QUÉ DEMONIOS ESTABA PENSANDO!?
Me giré sobre mis talones y entré apurado en el hospital.
- Buenos días. Me llamo Gongchan Shik, me han llamado esta mañana para informarme del ingreso de mi abuela…
- Sí! – Una chica joven y morena me saludó con la mano. – Buenos días, señor Shik. Le llamé yo.
Me acerqué a ella y tomé los papeles que ella me tendía.
- Hola, Minah. – Leí su placa porque no me acordaba de su nombre. – En qué habitación está?
- Verá, señor Shik. Antes de que suba, el doctor querría hablar con usted… Me pidió que le avisase en cuanto usted llegase…
- Por qué? Es grave?
- No puedo facilitarle esa información pero, por favor, rellene estos impresos mientras yo llamo al Doctor para que se acerque a verle.
Asentí, con un nudo en la garganta, y tomé el bolígrafo que me ofrecía Minah para cubrir a todo correr los folios. Enfermedades conocidas en la familia, alergias, parentesco, oficio… Parecía un interrogatorio importante en lugar de un simple papeleo cotidiano.
- Señor Shik? – Me giré al escuchar una voz grave a mi espalda. – Buenos días. Soy el Doctor Dongwan, jefe de cardiología, y he tenido el placer te tratar a su abuela.
- Ah, buenos días. – Hice una reverencia formal y el doctor me respondió. – Qué le ocurre a mi abuela?
- Bueno, si no le importa, preferiría que hablásemos en mi despacho. – Me indicó con una mano el camino y tras un corto paseo por los blancos pasillos del hospital, llegamos a su despacho. Me indicó con el gesto que me sentase y él hizo lo mismo. – Verá, señor Shik, lo que le ocurre a su abuela no es un bajón de tensión, sino un soplo en el corazón. Tiene los mismos síntomas que un bajón de tensión, la diferencia es que el soplo es más grave…
- Un soplo al corazón?
- Sí, verá, esto se trata de que el corazón no bombea la sangre tan bien como debiera, por lo que el oxígeno no llega bien al cerebro y eso le produce unos dolores de cabeza importantes a su abuela… Ese es el principal motivo de su caída de ayer. – Tragué saliva, sintiendo como el nudo de mi garganta se hacía más y más gordo. – Verá, voy a ser franco, los soplos del corazón aparecen en cualquier fase de la vida… Cuando aparecen en la juventud, pueden ser tratados y no van a más, por lo que se puede llevar una vida completamente normal, pero cuando se dan en personas de tan avanzada edad… Y cuando ya están tan desarrollados… El tratamiento es difícil que haga efecto…
- Dijo usted que iba a ir al grano, Doctor.
- El soplo del corazón de su abuela ya está muy avanzado y el tratamiento apenas haría efecto… Poco a poco el cerebro irá recibiendo menos oxígeno, y finalmente…
- Dios mío… - Me tapé la boca y empecé a llorar.
- Lo siento mucho, Señor Shik.
- Cuánto tiempo le queda? – Sollocé.
- No es fácil calcularlo… Pero una semana aproximadamente. – Apreté los dientes para no gritar y cerré los ojos con fuerza. Mi abuela… Mi única familia además de Eunsol… Iba a morir. Y era inevitable.
- Doctor… - Tomé uno de los pañuelos que me tendía y me sequé las lágrimas. – Sufrirá?
- En absoluto. Se quedará dormida y no sentirá nada. – Asentí, sintiendo un ligero alivio en mi corazón.
- Puedo verla?
- Su abuela ya sabe lo que va a pasar… Le dimos el diagnóstico y lo aceptó con tranquilidad. Creo que es mejor que usted se calme antes de subir a verla. – Asentí de nuevo y sollocé. – De todas formas, en cuanto se vea con fuerzas, vaya a verla. Le gustará verle de nuevo después de tanto tiempo.
Sonreí con ternura mientras lloraba incansablemente. En mi mente se apelotonaban todos los momentos vividos con mi anciana abuela… Incluso cuando abandoné el consultorio, incapaz de parar de llorar, recordaba sin descanso la primera vez que me mostró a mi hermana en brazos, la primera vez que me había reñido de veras, cuando se levantaba con el sol para salir a trabajar y así poder mantenernos… Había sido una señora realmente maravillosa, una gran ciudadana y mejor abuela. Ella sola había sido la madre, el padre y toda la familia de Eunsol sin protestar ni una sola vez. Se merecía el mundo por haber vivido todo lo que había vivido y siempre con una sonrisa en el rostro…

Salí del hospital. El doctor tenía razón… Debía calmarme antes de verla, a ella no le gustaría verme así. Cuando las puertas automáticas se cerraron a mi espalda, el sol me dio la bienvenida con una caricia cálida, y gracias a la fresca brisa, no demasiado sofocante. Ojeé a mi alrededor, viendo borroso a causa de las lágrimas, y al final de la colina divisé el pelo caoba de Jinyoung. Me acerqué tan solo unos pasos y observé la estampa. No pude evitar sonreír mientras continuaba llorando… Eunsol parecía tan feliz… Corría de un lado a otro por todo el parque, perseguida por Jinyoung, y fingía que se caía para que él se acercase corriendo a incorporarla del suelo con expresión preocupada. “Llámala tonta… Tan jovencita y ya se conoce esos trucos…”
Cuando Jinyoung cogía en brazos a Eunsol para ayudarla a subirse a lo alto del tobogán, me di cuenta: todo eso había sido gracias a mi abuela… Todo lo que había pasado en mi vida había sido gracias a ella… Sin su sacrificio no habría podido irme a estudiar a Seúl, no habría conocido a Jinyoung, Eunsol no estaría riendo ahora mismo ni habría reído jamás… Todo había sido un regalo maravilloso de mi gran abuela… Que en unos días se iría para siempre de nuestras vidas.
Dudé por un segundo, pero saqué mi teléfono móvil del bolsillo y marqué su número sin dejar de mirarles desde lejos. Jinyoung frenó su actividad unos segundos para contestarme y seguir persiguiendo a mi hermana.
- Gongchan? – Cerré los ojos al escuchar su voz pronunciar mi nombre. Aún sin pretenderlo me reconfortaba. Me humedecí los labios y tragué saliva.
- Jinyoung… Ya hablé con los doctores.
- Oh! Perfecto. Viste a tu abuela? Cómo se encuentra? – Tragué saliva de nuevo y no pude evitar que se me escapase un sollozo. – Gongchan? Qué ocurre?
Jinyoung se detuvo en la arena del parque, bajo la atenta mirada de Eunsol.
- Mi abuela se muere. – Jinyoung no se movía ni atendía a los tirones de chaqueta que le daba Eunsol. – Le queda menos de una semana, Jinyoung.
- Dios mío… - Fue un susurro que hizo desencadenar mi llanto de nuevo, imparable. – Gongchan, lo siento muchísimo…
- No lo sientas, no es culpa tuya. – Musité. – Coge a la niña… Tenemos que ir a casa a acomodarnos, y yo necesito calmarme un poco antes de entrar a verla.
- Por supuesto, Chan. Ahora mismo voy al coche. Espérame allí. – Colgó el teléfono y vi cómo se disculpaba con Eunsol, le daba un beso en la frente y la cargaba sobre uno de sus hombros mientras ella chillaba y reía como una loca. Los observé acercarse entre cosquillas y risas… Le agradecía mucho que se comportase con naturalidad con ella.
En cuanto estuvo a mi lado, me miró a los ojos, sin decir nada, y me dio un beso en la frente bajo la atenta mirada de Eunsol. – Hablamos en casa. – Susurró. Asentí en silencio y cogí a mi hermana de sus brazos con la sonrisa más sincera que le pude mostrar. Eunsol no era más que una niña… Cómo se lo iba a explicar? Cómo decirle que la única persona que la había cuidado durante toda su corta vida iba a morirse? Que no iba a volver a ver a su abuela?
Eunsol se sentó en el asiento trasero y se abrochó el cinturón, obteniendo un cumplido por su responsabilidad por parte de Jinyoung al que respondió con una sonrisa feliz. Sonreí también al verla… Emanaba inocencia y pureza.

Cuando aparcamos delante de la casa, Eunsol salió disparada del coche y entró en la casa sin esperarnos siquiera. Yo suspiré y Jinyoung tomó mi mano.
- Estás bien? – Entrelazó sus dedos con los míos y le miré a los ojos. Negué con la cabeza y le sonreí para evitar llorar.
- Era mi única familia… Ella y Eunsol… Y ahora qué voy a hacer? – Una lágrima me traicionó y bajé el rostro, soltando la mano de Jinyoung para secarme con furia. – No sé qué voy a hacer.
Me giré y salí del coche con rabia, siguiendo la ruta tomada por mi hermana y desapareciendo tras la puerta de entrada.
La casa seguía exactamente igual… Cerré los ojos e inspiré el aroma de mi hogar; olía a leña y a comida casera. El suelo de madera crujía bajo mis pies y el ruido de los juguetes de Eunsol de fondo con su rallante musiquita.
Escuché ruido a mi espalda y sentí unos brazos rodearme por detrás. Jinyoung me abrazaba para amenizar mi pena y hacerla más soportable… lo curioso es que lo conseguía con solo ese gesto.
- Todo va a estar bien… Te lo prometo. Yo te protegeré. Os protegeré a los dos. – Me giré entre sus brazos y abrí los ojos. Jinyoung tenía los ojos húmedos y me sonreía con ternura.
- Prométemelo. – Susurré. – Prométeme que no me vas a dejar solo… Nunca. Ni aunque te lo pida, Jinyoung. Por favor…
Asintió y me abrazó con fuerza contra él, absorbiendo de nuevo mis lágrimas con su pecho y acunándome entre caricias y besos suaves. “Qué haría yo sin él?”

- Creo que voy a ir al hospital. – Le dije mientras le ayudaba a deshacer la inmensa maleta. Jinyoung me miró.
- Quieres que vaya contigo? – Negué con la cabeza mientras colocábamos la ropa en mi antiguo y diminuto armario. Apenas cabía.
- No… Es mejor que Eunsol no se quede sola… - Asintió y se acercó a mí, dándome otro abrazo.
- Si necesitas ayuda para explicárselo… Estoy aquí, sí? – Me miró a los ojos y me dio un beso en la mejilla. Cerré los ojos ante su tacto y asentí suavemente.
- Gracias. – Susurré. Sonrió y negó con la cabeza.
- Te acerco hasta allí? – La casa no quedaba muy lejos, por lo que me negué. Prefería dar un paseo. – Está bien. Prepararé algo de cena, sí? E intentaré que la pequeña no se acueste tarde… Debe de estar agotada de todas formas.
Sonreí con cansancio.
- Qué responsable eres…
- Es porque la quiero. – Me sorprendió su respuesta.- Ya te lo dije… Me enamoré de ti el día del funeral de tus padres… Ese día la vi, y era tan pequeñita e indefensa que… Desde aquel día me prometí que también la protegería, os protegería a los dos. Ese día también conocí a tu abuela, Gongchan… No la vi más de media hora pero… Estoy completamente seguro de que fue una mujer maravillosa, fuerte y valiente. Debes estar muy orgulloso de ella, y no estés triste por su muerte… Celebra cómo vivió, con orgullo y honestidad.
Escuché atentamente sus palabras y asentí, sorprendido por su discurso. No podía evitar llorarla, pero Jinyoung tenía razón. Había sido la señora más digna jamás conocida. Era mi abuela, y estaba orgullosísimo de ella.
Con esa mentalidad me dirigí al hospital, dispuesto a pasar con ella sus últimos momentos. Que descansase tranquila, viendo que yo estaba sano y feliz.

- Abuela? – Abrí la puerta de la habitación del hospital. Mi abuela leía un libro tranquilamente con la radio de fondo. Levantó la mirada y me miró, sorprendida.
- OMO! No me lo puedo creer… Qué ven mis ojos! Chan!? – Intentó incorporarse, pero se lo impedí rápidamente. – No me lo puedo creer… Qué haces aquí!?
Reí y le di un sonoro beso. – Hola, Abuela! Cuánto tiempo! – Rió y me miró, indignada.
- Así que hace falta que me ponga enferma para que vengas a verme, sinvergüenza? – Rió y reí con ella. Seguía igual, nadie podría decir que estaba enferma.
- Lo siento, Abuela. No pude venir antes…
- Ya, claro. – Puso morros y reí. Tendría ochenta años, pero seguía siendo una niña por dentro.
- Cómo te encuentras? – Me senté en una silla al lado de su cama y la miré con cariño.
- Ya lo sabes, verdad? – Me aguanté las lágrimas y le mostré una sonrisa. Asentí lentamente y ella suspiró, mostrándome otra sonrisa.- Escucha, Chan… Nunca es fácil decir adiós, pero hay golpes que hay que afrontar… Estoy tranquila aun sabiendo que no me queda mucho porque sé que he hecho todo lo que he podido para vivir con honestidad… Y me voy mucho más tranquila sabiendo que Eunsol no se queda sola, sino con esta maravilla de persona que es su hermano.
No pude aguantarme más las lágrimas y abracé a mi abuela con todas mis fuerzas.
- Te voy a extrañar mucho, abuela… - Sollocé, tomando su arrugada mano entre las mías, acariciándola y admirando su rugosidad, fruto del duro trabajo y el paso del tiempo- Te quiero.
- Mi niño… - Mi abuela me miró con ternura y sonrió. – Y yo a ti… Eres igualito a tu madre.
Sonreí y suspiré, recostándome en el respaldo de la silla.
- Cómo es posible que Eunsol saltase encima de mí en cuanto salí del coche?
- Esta niña… Andaba jugando por ahí, supongo que pura coincidencia… Quién te trajo?
- Jinyoung. – Mi abuela asintió en silencio, pero su expresión cambió.
- Ocurre algo?
- Ese chico… Su familia es de aquí también? – En ese momento supe que mi abuela también sabía sobre la historia de Jinyoung. Suspiré y bajé la mirada.
- Era, sí. Y sí, abuela, es quien tú piensas que es… El hijo de los que provocaron el accidente de tráfico. – Mi abuela apretó con fuerza los labios y me miró.
- Y es amigo tuyo? – No supe qué contestar a eso. Jinyoung era más que mi amigo, pero también era mi amigo… Jinyoung era mi pareja… Pero decirle eso a mi abuela en estos momentos en los que su corazón apenas palpitaba por él mismo, no era una buena idea. – Chan… - Levanté la mirada sin poder eliminar la preocupación de mis ojos. – No puedes culpar a alguien por lo que hagan otros… Jinyoung no tiene la culpa de lo que hicieron sus padres, al igual que él no tendrá la culpa de lo que hagan sus hijos y sus hijos de lo que haga él. Cada persona es un mundo, y francamente, no creo que sea un mal niño…
- No le conoces, abuela. – No quería atacar a Jinyoung, ni siquiera sé por qué dije eso.
- Eso es cierto, pero si algo me ha enseñado la vida es que la gente no es mala por naturaleza. Que sus padres sean unos irresponsables no quiere decir que él lo sea. Acaso el hijo de un asesino está destinado a ser también un asesino? – Negué con la cabeza lentamente. – Exacto, somos fruto de una educación, Chan… Y esos padres no se encargaron de educar a su hijo, gracias a dios, a su semejanza, por lo que lo que haya en el interior de ese muchacho será única y exclusivamente fruto de otro tipo de educación que no tiene por qué ser mala.
- Por qué le estás excusando, abuela?
- No le excuso, Chan, porque no hay nada de lo que excusarle. Ese niño no ha hecho nada malo, lo hicieron sus padres, y pagaron un precio muy alto como castigo: sus vidas. La pena es que se llevasen la de otros con ellas. – Tragué saliva y asentí en silencio. Mi abuela tenía razón. Había culpado a Jinyoung por nada… Me había desquitado con él de la forma más cruel… No tendría que haberme mentido, eso es cierto, pero realmente no me había enfadado tanto con él por eso, sino por quién era y qué sangre le corría en las venas. Yo no había podido gritarles a sus padres todo lo que habría querido dado que murieron junto a los míos, pero sí podía hacerlo con su hijo… Su hijo que se había convertido en mi otra mitad.
- Entonces… Te parece bien que seamos… amigos?
- Mientras te lo parezca bien a ti, no tengo objeción. – Rió y me sonrió. No sé qué demonios se me cruzó por la cabeza en esos instantes, pero la sonrisa de mi abuela me aportó el valor suficiente como para que mi cordura y cuidado se largasen de repente por la ventana.
- No somos amigos. – Mi abuela me miró, interrogativa. – Somos pareja.
El silencio se hizo en la sala. Mi abuela me miraba, inexpresiva, y yo notaba cómo mi cordura volvía, junto a mi cuidado, y se tiraban de los pelos por mi estupidez.
- Pareja? – Preguntó, por fin. – Define pareja.
- Pareja… Dos personas que están juntas en un sentido romántico. – “Maldito Jinyoung, estudiante de literatura, y su manía de definirlo todo mil veces…”
- Lo sabía. – Una risita histérica salió de los arrugados labios de mi abuela y yo la miraba, patidifuso. – LO SABÍA! Lo supe desde el momento en el que me hablaste de él… Por favor, Chan, eres más transparente que el agua!
Mi abuela reía y reía y yo la observaba, de piedra. “Tan obvio soy…?”
- Además, ni que no me conocieras! Esperabas que me enfadase o algo? Soy tu abuela, no un militar alemán! A mí me da igual con quién estés mientras tú seas feliz y te trate con cariño y respeto. Se lo dije un día a tu madre y te lo digo aquí y ahora a ti hoy: Amar nunca es malo, aunque a veces duela, no es malo.
La miré, parpadeando y finalmente se me contagió su sonrisa dulce como el azúcar. Quién me apoyaría más que mi familia? Quién me apoyaría ahora que mi abuela se iría de mi lado? “Jinyoung… Él me apoyará…”

- No vas a dormir aquí. – Me riñó mi abuela. – Tienes que descansar! Ve a casa ahora mismo y vuelves mañana si quieres, pero no vas a dormir en una silla! Qué quieres? Destrozarte la espalda?
- Cómo vas a dormir sola?
- Oh, por favor… - Puso los ojos en blanco en un gesto que en cualquier otro momento me habría parecido divertido. – Tengo 83 años, Gongchan! No soy una niña, precisamente… Ve tranquilo, si ocurre cualquier cosa los médicos te llamarán.
Eso era lo que más miedo me daba… Que algo ocurriese en mi ausencia… La única cosa que podía ocurrirle a mi abuela. Cómo iba a dejarla morir sola?
- Está bien… - suspiré. – Diré en recepción que a la mínima variación de pulso me llamen.
Sonrió y me dio un sonoro beso en la mejilla.
- Mi niño… Estás inmenso… Eres tan guapo como tu madre, y más guapo aún que tu padre. Estarían muy orgullosos de ti. – Me abrazó con fuerza y me miró a los ojos. – Nunca olvides que te quiero, sí?
Asentí con una sonrisa amarga. Por qué estaba sonando a despedida?
- Te quiero, abuela.
Salí del cuarto con esa sensación de angustia en mi pecho. Era horrible irse a casa sabiendo que quizás mañana ya no podría darle los buenos días.

- Ya estás en casa? – Jinyoung salió a recibirme al pasillo con un susurro. – Ya está dormida. – Sonrió, satisfecho, aunque su cara de cansancio indicaba que no había sido fácil agotar a mi pequeña e hiperactiva hermana.
- Se ha portado bien? – Jinyoung asintió, acercándose para darme un suave beso en la mejilla.
- Te he hecho la cena.
- No tengo mucha hambre…
- Oh… - Parecía decepcionado. – Aún así deberías comer algo… No has comido nada desde el desayuno.
Suspiré y asentí, no me apetecía discutir. Me dejé guiar hasta la cocina y observé la mesa, perfectamente colocada y sobre la cual se encontraban dos platos de humeante pasta carbonara. Le miré, sorprendido, y él sonrió con timidez.
- No tenías que haberme molestado… - Susurré. Negó con la cabeza y esperó a que me sentase para sentarse él también.
- Cómo se encuentra tu abuela? – Negué con la cabeza gacha.
- Le conté lo nuestro… - Jinyoung puso expresión de sorpresa. – Sabía quién eras, pero no me importó en absoluto. Dijo que un hijo no tiene la culpa de lo hacen sus padres, y supongo que tiene razón y que te debo una disculpa.
- No me debes nada… Tenías motivos para enfadarte, te oculté muchas cosas… Yo también me habría enfadado. – Jinyoung tenía un carácter dulce hasta para estas situaciones… Lograba que me sintiese más tranquilo, triste, pero tranquilo.
- Cuando me fui… Me dijo que me quería… - Tragué la pasta y bajé el rostro, intentando esconder las lágrimas bajo la sombra de mi flequillo. – Siento que se ha despedido de mí, Jinyoung.
- Gongchan… - Se levantó y se acercó hasta mí, arrodillándose a mi lado y secándome las lágrimas con sus pulgares. – No quiero sonar cruel… Pero tarde o temprano acabará pasando, y creo que es mejor que te vayas mentalizando de que tu abuela es una anciana fuerte, pero no imbatible… Es una desgracia, pero ya te dije que había que celebrar su vida y recordarla con orgullo, sí?
Sollocé y asentí en silencio. Jinyoung me sonrió con ternura.
Recogió la mesa y me acompañó al dormitorio. Me ayudó a ponerme el pijama y me abrió la cama para que me acostase y a continuación acostarse él a mi lado.
- Apaga la luz, me duele la cabeza. – Musité. Asintió y estiró el brazo para alcanzar el interruptor. – Gracias.
Me acerqué a su cuerpo, buscando su calor corporal, y lo encontré. Me rodeó con sus brazos y hundí el rostro en su pecho, aspirando su aroma y siendo mecido por sus brazos.
- Gongchan…
- Mh?
- He estado pensando en Eunsol… Has pensado qué vas a hacer con ella?
- Sí. Volveré a vivir aquí y cuando Eunsol acabe la escuela elemental, ya miraré qué hacer. – Noté que todo el cuerpo de Jinyoung se tensaba de repente.
- No me parece bien… Tienes que acabar la universidad.
- Lo primero es mi hermana, Jinyoung. Acaso tienes una idea mejor?
Discutir en susurros no lo hace menos tenso, únicamente estresa aún más.
- Sí, la tengo, es lo que intentaba decirte.
- Bien, te escucho entonces.
Jinyoung suspiró y en la oscuridad, pude apreciar cómo me miraba fijamente. – Veníos los dos a vivir conmigo.
- … -  “QUÉ!?” – QUÉ!?
- Shhhhhh! – Me puso la mano en la boca para acallar mi grito histérico. – La vas a despertar!
- Estás mal de la cabeza?
- Sí, seguramente, pero creo que es una buena idea! – Resoplé, irónico. – Escúchame: En Seúl hay muchas escuelas, seguro que en alguna la aceptan para el curso que viene, tú podrías continuar la universidad, tu piso solamente tiene una habitación mientras que el mío tiene cinco…
- Jinyoung, cuidar a una niña no es fácil! Son ruidosos, rompen cosas, molestan… Eres muy joven para aceptar esta responsabilidad. No voy a cargarte el muerto. – Más tarde me di cuenta de que era una expresión muy poco apropiada para el momento.
- Gongchan, te dije que ahora tú eras mi familia, verdad? – Su abrazo se hizo más firme a mi alrededor, más cálido y más seguro aún. – Ella forma parte de la familia, podemos criarla sin problemas. No le faltará de nada, jamás. Podrá estudiar, podrá crecer en un ambiente apropiado y no tendrá que tener el peso en su cabeza de que su hermano fastidió su brillante futuro por su culpa.
La idea de crear una familia al lado de Jinyoung me asustaba, pero al mismo tiempo me atraía como un imán.
- Tú crees que… Podríamos ser felices? – Le miré a los ojos. Mi mirada ya se había acostumbrado a la oscuridad y podía apreciar su expresión nerviosa.
- No lo creo, lo sé.
- Y si discutimos como hoy? Y si nos separamos?
- Todas las parejas discuten, Gongchan, lo importante es recordar lo que sentimos en un primer momento el uno por el otro… No te dejaré ir jamás de mi lado, ni a ti ni a Eunsol, por lo que te puedo garantizar que pase lo que pase, mantendré mi palabra y la niña vivirá bien.
Las lágrimas caían por mis mejillas, empapando mi rostro mientras Jinyoung las intentaba frenar con suaves besos.
- Todo irá bien… Nos irá bien… - Me dormí entre sus palabras consoladoras que hacían que me sintiese mucho más seguro. Qué sería de mi vida sin él? Seguramente ya estaría sumida en la penumbra.
Esa noche soñé con mi abuela… Se subía en un tren de color blanco y desaparecía en una niebla cálida. Jinyoung sostenía mi mano con firmeza, transmitiéndome su apoyo y fuerza, y Eunsol sujetaba mi pierna, intentando disimular sus sollozos.

Cuando desperté, Jinyoung estaba colgando el teléfono y me miró con tristeza. No hicieron falta palabras, necesitaba buscar un traje negro para esa misma tarde.
- Gongchan… Quieres hablarlo? – Me dijo mientras me anudaba la corbata.
- Lo sabía… Yo lo sabía… Y ella también lo sabía.- Sollocé, recibiendo inmediatamente su abrazo. – Ayer se despidió de mí, te lo dije… Y tenía razón!
Hundí mi rostro en su cuello. Sus caricias sobre mi espalda solo hacían que llorase más y más.
- Está bien… - Susurró. – Llora lo que necesites, estaré aquí para absorber tus lágrimas. – Besó con cuidado mi cabeza, y ambos nos quedamos firmemente abrazados hasta que Eunsol vino a pedirnos ayuda con su vestido.
- Voy yo. – Musitó, llevándosela de la mano. Jinyoung evitaba que Eunsol me viese derrumbado. Yo ahora sería su pilar de apoyo, y tenía que parecer sólido o su joven mente estaría en peligro también.
- La abuela está en el cielo, verdad? – Eunsol rompió el silencio del coche. Hice un esfuerzo sobrehumano para no echarme a llorar en ese mismo momento.
- Sí, princesa. Está en el cielo. – Respondió Jinyoung, sonriéndole a través del retrovisor.
- Entonces ahora estará también con papá y mamá? – Mi esfuerzo se fue a la mierda en ese instante. Las lágrimas cayeron en cataratas y Jinyoung tragó saliva.
- Sí, ahora están los tres juntos en un sitio mejor. El cielo es hermoso y tranquilo… estoy seguro de que estarán bien. – Eunsol asintió, mirándome de reojo y seguramente pensando en qué hacer o decir a continuación.
- Oppa… - Después de unos minutos de silencio me tendió un pañuelo. Le sonreí con dificultad y lo tomé. – No estés triste. La abuela ahora está con mamá y papá! Seguro que está muy contenta… Los echaba mucho de menos!
Sonreí ante su inocencia y asentí.
- Tienes razón, Eunsol. No hay que estar tristes. – Jinyoung tomó mi mano con firmeza y me sonrió con suavidad. Le devolví la sonrisa y suspiré profundamente.
Al funeral asistió todo el pueblo, además de amigos de mis padres que se sorprendieron al ver lo mucho que habíamos crecido Eunsol y yo, amigos de mi abuela, los médicos…
Finalmente, cada uno de los asistentes dejó una rosa blanca sobre el ataúd de mi abuela. Decidimos quedarnos hasta que todos se fuesen. Eunsol estaba acuclillada pegada a la lápida, observándola atentamente sin decir nada. Supongo que esto tenía que ser realmente confuso para ella… Todo había pasado demasiado deprisa para que pudiese asumirlo.
- Eunsol… - El cielo empezaba a teñirse de naranja a medida que el atardecer avanzaba. – Tenemos que irnos, cielo. – La llamé con cariño, pero ella no se movió ni un centímetro. Miré a Jinyoung con expresión preocupada, pero él negó con la cabeza, se acercó a ella y se acuclilló a su lado.
- Quieres decirle algo a la abuela, Eunsol? – Le preguntó con suavidad. Eunsol no reaccionó, pero Jinyoung sonrió con suavidad y la tomó en brazos lentamente y con sumo cuidado. Me sorprendió que la pequeña no se revolviese como un gato… El shock, supongo.- Yo sí quiero decirle algo… Quieres estar conmigo cuando lo haga?
Eunsol asintió suavemente, de una forma casi imperceptible. Me sorprendió.
- Buenas tardes, señora… Me llamo Jung Jinyoung, y me imagino que le sonará mi nombre. – Observaba a Jinyoung, de rodillas frente a la lápida cubierta de rosas blancas, con el cielo rosado y naranja de fondo… Era una imagen triste, triste y hermosa. – No puedo excusar lo que hicieron mis padres hace años, pero puedo comprometerme, aquí y ahora, a cuidar hasta el último de mis días a sus nietos, tal y como usted lo hizo. Puede irse tranquila, por fin puede tomarse ese tan merecido descanso… Juro por mi vida que haré feliz a Gongchan, que le cuidaré y conseguiré que sonría todos los días. Y a esta pequeña mujercita no será menos. Váyase sin preocupaciones ni remordimientos, que los deja en buenas manos, Madame.
Las lágrimas caían por mis mejillas debido a las conmovedoras palabras de Jinyoung. Se incorporó despacio, sin soltar a Eunsol, y la miró con ternura.
- Seguro que no quieres decirle nada a la abuela? – Eunsol giró su cabecita hacia mí y asintió suavemente.
- Abuela… - Musitó. – Puedes ser feliz con papá y mamá sin preocuparte… Yo voy a estar bien, Oppa me cuidará. Diles que les quiero mucho y que les echo de menos, pero que estoy bien y que estoy sana! – Jinyoung sonrió y le dio un beso en la mejilla. – Te quiero, abuela.
Sonreí entre lágrimas y cuando Jinyoung se giró hacia mí, me acerqué a él para tomar a mi hermana en brazos y abrazarla con fuerza. Por supuesto que yo cuidaría de ella a partir de ahora… Y Jinyoung de mí. Nos cuidaríamos los unos a los otros para siempre porque eso es lo que hacen las familias.
- Te quiero. – Jinyoung me dio un beso en los labios y me abrazó con fuerza cuando hubimos colocado a Eunsol en la parte trasera del coche. – No lo olvides nunca. Te quiero, y te querré siempre.
Sonreí y asentí.
- A dónde vamos, Oppa? – Preguntó Eunsol, frotándose los ojos en señal de cansancio.
- A casa, princesa. Hay que hacer las maletas… Ya verás qué casa nueva más bonita vas a tener! – Le respondió Jinyoung. Yo aún no estaba recompuesto del todo.
- Casa nueva? – Jinyoung asintió.
- Es altísima! Llega hasta las nubes! – Observé cómo la mirada de mi hermana se iluminaba ante la idea. Creo que el rascacielos no era exactamente lo que ella se estaba imaginando, pero bueno… Me preocupaba la idea de cómo sería su adaptación. No es fácil pasar de vivir en un pueblo de diez mil habitantes a una metrópolis como Seúl…
- Chan… - Susurró Jinyoung para no despertarla en el coche. – Estará bien. Es una niña lista, y al ser tan joven no tendrá problemas. – Sonrió con dulzura.
- Cómo lo haces siempre para adivinar lo que pienso? – Protesté y él rió, encogiéndose de hombros.
- Eres muy transparente, Gongchan.


- Fin- 















P.D: Este NO es el final del fic! Aunque hemos de confesar que el siguiente capítulo será el último de este serial... Gracias por haberlo seguido tanto! 
Recordaros que estamos organizando un sorteo por nuestro segundo aniversario por el cual podréis ganar unos cuantos regalitos si participáis. Es solamente enviar un mail, os invitamos a todos los lectores a participar y jugar con nosotras! ^^ Toda la información del sorteo y nuestro segundo aniversario aquíhttp://mimundodefanfics.blogspot.com.es/2014/04/news-happy-birthday-to-us-primer-sorteo.html

4 comentarios:

  1. OH DIOS, SOY UNA COSA ECHA DE MOCOS Y LAGRIMAS, ah sido de esos capítulos donde sientes el nudito en la garganta y solos deseas seguir leyendo, y mas e llorando cuando eh leído que ya va a acabar y yo: NOOOO POR QUE, NOOOO, espero hagas otro Jinchan algún día~ por que este fue uno de los pocos fincs que me han gustado hasta llorar, gracias por escribir TwT, Por cierto ya mande mi mensaje al correo, pero puse Yuk4r1 en vez de Yukari TwT, la cosa es que soy yo xD!

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    1. Me alegro mucho de que te gustase tanto! ^^ Habrá más fics en un futuro, no te preocupes ;)
      Y tu correo fue recibido y ya eres una participante más del sorteo, mucha suerte!♥

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  2. Lei todo el capitulo intentando ser fuerte conteniendo mis lagrimas hasta que leo "hemos de confesar que el siguiente capítulo será el último de este serial... " PORQUEEEEEEEEEEE!!! -shora y patalea- es mi culpa cierto? yo invoque el final de esta serie NOOOOOOOOO!! PORQUE!! PORQUE!! PORQUEEE!!! -sigue llorando- creo que llore mas que gongchan al leer eso -snif snif-
    Dejando eso de lado -no ha dejado de chillar- fue muy lindo este capitulo jinyoung♥
    Esperare el proximo y ultimo capitulo -patalea entre lagrimas- sabes que amo tu fic y como escribes y espero que para la proxima hagas otro fic de B1A4 los amo ^^
    y sin nada mas que decir me ire llorando..... esperare el ultimo cap - snif snif-.
    Besos!

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    1. Jajajaja! No es culpa de nadie! Lo único que ocurre es que todo lo que empieza, acaba.
      Me alegro de que te gustase tanto! Gracias por seguirlo y comentar ♥
      Espero que nos sigas en los futuros proyectos~ ;D

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