- Estás más
tranquilo? – Jinyoung acariciaba mi pelo suavemente, con mucho cuidado, como si
tuviese miedo de que fuese a romperme en mil trocitos. No le respondí. Seguía
con el rostro hundido en su pecho, de pie desde hacía tanto tiempo que ya ni lo
podía calcular. El calor de Jinyoung era adictivo… Lo necesitaba para vivir,
para no morirme de la pena, para que el frío no me consumiese… Mi corazón
estaba tan frío que quemaba y tan roto que cortaba. – Está bien… - Susurró,
apretándome con fuerza contra él, contra su torso empapado por mis lágrimas.
Sus brazos me mecían suavemente, calmándome como a un niño en un ritmo calmado
y pausado. Aquello me tranquilizaba; sus brazos se habían convertido en un
refugio para mí en algún momento de nuestra relación… Entre ellos me sentía a
salvo, protegido, nada ni nadie podía hacerme daño salvo yo mismo.
- Deberías
tomar algo caliente… Voy a hacer té. – Cuando abrí los ojos, estaba acostado en
mi cama con Jinyoung a mi lado, firmemente sujeto por una de mis manos en su muñeca
derecha. Me observaba con una expresión de calma y cansancio en el rostro, pero
hizo el esfuerzo de sonreírme con suavidad. No le devolví la sonrisa, pero mi
corazón se la agradeció; en aquellos momentos cualquier muestra de cariño era
bien recibida.
Se liberó de
mi muñeca con un movimiento calmado y suave, como él, y se incorporó,
desapareciendo silenciosamente por la puerta hasta la cocina. Yo me quedé
observando el vacío por el que se había ido, sin pensar nada, sin sentir nada,
simplemente esperando pacientemente a que su figura volviese a aparecer para
volver a sentirme protegido y tranquilo… No me gustaba estar solo. Hacía frío y
la oscuridad de las sombras de mi cuarto amenazaban con engullirme de un solo
movimiento. Jinyoung y su luz las mantenían aparte.
- Ten. – En
un susurro me tendió una taza humeante y colocó un cojín sobre el cabecero de
la cama para que me incorporarse y así beber más cómodamente. – Ten cuidado,
quema.
Ni le miré.
Observaba el humo ascender en una danza pura y natural hasta desaparecer en el
aire. Era hermoso. Una de las suaves manos de Jinyoung ascendió hasta mi
mejilla para acariciarla en un movimiento igual que el humo, suave, puro,
tranquilo… Le miré de reojo y vi su expresión de preocupación. Sentí pena,
rabia, dolor, frustración… Pero al mismo tiempo tenía ganas de volver a
abrazarle durante horas como había hecho antes, abrazarle hasta caer dormido
entre sus brazos.
- Por qué lo
has hecho? – Sollocé en un susurro. Jinyoung levantó la mirada de mis hombros
hasta mis ojos. – Por qué me has mentido así?
- Porque soy
un idiota. – Respondió en otro susurro.
- Siempre me
cuesta mucho confiar en la gente… Pero confiaba en ti. Eras el único… - Mis
ojos amenazaban con volver a soltar toda la artillería lagrimal, así que me
callé, rodeando la taza con ambas manos, esperando que se me contagiase algo de
su calor para eliminar mi frío.
- Lo siento,
Gongchan… De verdad que lo siento… - Jinyoung se incorporó del colchón y se
sentó a mi lado. – Espero que comprendas que, aunque no haya sido la mejor
forma, todo lo hice por mi amor por ti… Todo.
Mi corazón
se encogía un poco más con cada una de sus palabras. Deseaba creerle, deseaba
creerle tanto… Pero no era capaz. Mi cerebro se negaba a aceptarlo, sin
embargo, no era capaz de alejarle de mi lado.
- Quieres
otro? – Me preguntó, tomando la taza vacía de entre mis manos. Negué con la
cabeza y él asintió, dejándola con cuidado en la mesa de noche y retirándome el
cojín de la espalda, recostándome a su lado como antes. Yo simplemente me
dejaba hacer, no tenía las fuerzas para protestar. Se recostó de nuevo a mi
lado, mirándome a los ojos y tomando mi mano, entrelazó nuestros dedos.
- Te
quiero.- Susurró. Sus ojos emanaban sinceridad y arrepentimiento.
- Lo sé. –
Respondí. Era la primera vez que no le respondía con una sonrisa un “y yo a
ti”, pero la verdad es que no me sentía con fuerzas de decírselo.
Jinyoung
acercó su rostro al mío, rompiendo los escasos centímetros que los separaban, y
posó sus labios con cuidado sobre los míos. Un beso suave como una caricia,
nada más que un roce de nuestros labios. Se separó un segundo después,
manteniendo cerrados los ojos y apretando los labios.
- Te quiero
más de lo que jamás habría imaginado… - Murmuró, abriendo los ojos lentamente y
mirándome. Yo seguía igual, con la misma expresión. Ni siquiera había cerrado
los ojos con su beso… En esos momentos mi cuerpo no reaccionaba a nada, estaba
vacío, como una marioneta. Mi alma nos observaba desde los pies de la cama,
llorando en silencio, confusa por todo lo que estaba sintiendo a la vez.
Jinyoung
miró el despertador de la mesa. Ya era muy tarde… Por las ventanas solamente se
escuchaba la lluvia y se veían los neones publicitarios de Seúl.
- Debería
irme? – Preguntó en voz bajita sobre mis labios. Nuestra distancia se había
hecho prácticamente inexistente en las siguientes horas al beso. Jinyoung tenía
una de sus piernas entre las mías y mientras que una de sus manos se mantenía
acariciando la mía, la otra descansaba sobre mi cintura, protegiéndome de las
sombras.
Abrí los
ojos, no sin esfuerzo, pues parecían pesados como el plomo y mis empapadas
pestañas se enredaban entre ellas, y le miré, sin poder ocultar mi expresión
asustada. Tenía miedo de que si salía por esa puerta, no le volvería a ver. Era
una tontería, pero no tenía el valor suficiente para decirle adiós, al menos no
por el momento.
- No te
vayas… - Reuní fuerzas de la nada para poder mover mis labios, igual de pesados
que mis ojos. – No me dejes solo…
Jinyoung
pareció sorprendido ante mi petición, pero asintió en silencio y me abrazó
fuertemente contra él, posando sus labios en mi frente y manteniéndome cálido y
a salvo.
- Está bien…
Me quedaré contigo hasta que ya no me quieras a tu lado. – Susurró, sin separar
sus labios de mi piel. Eran cálidos… Suaves… Me reconfortaban.
Amanecí al
día siguiente entre sus brazos. Levanté la cabeza con cuidado de no despertarle
y le observé dormir. Aún despeinado y con la boca entreabierta parecía salido
de un cuento y emanaba luz. No pude evitar sonreír suavemente. A pesar de lo de
ayer, él había accedido a quedarse a mi lado. Seguía enfadado, pero no sentía
que pudiese alejarle de mí, ni yo alejarme de él. Abrió los ojos,
sorprendiéndome en mi inspección de rostro. Sonrió con suavidad y me apretó con
fuerza contra él, dándome un suave beso en la frente.
-
Conseguiste dormir algo? – Susurró, peinándome con cuidado. Asentí en silencio
y él asintió también. – Tienes hambre? Te hago algo de desayunar?
Mis tripas
se encargaron de responder por ellas mismas esa pregunta. Bajé la mirada,
avergonzado, y él rió con suavidad, dándome otro beso en la frente.
- Ve a la
ducha, cuando salgas ya habré acabado de cocinar. – Me gustaría haberle
sonreído o haberle podido dar un beso, pero aunque lo que tenía más claro en mi
vida era lo que sentía por él, el golpe de ayer había sido demasiado para mí…
Aún no era capaz de decirle nada.
Sin embargo,
tampoco me lo pidió. Deshizo su abrazo y desapareció hacia la cocina con la
taza de mi té de ayer en la mano.
Obedecí como
un cachorro y abrí la puerta del baño, desnudándome con cuidado y metiéndome
bajo el agua caliente. Me dolía todo el cuerpo… Quizás por la descarga de
adrenalina y tensión que había sufrido ayer, pero me costaba horrores mover los
brazos y las piernas, por no hablar del cuello…
Dejé que el
agua aclarase un poco mi mente y me anudé una toalla en la cintura, saliendo
del baño y observando el desastre de mi dormitorio. Toda mi ropa estaba tirada
por el suelo por mi arranque de furia. Sollocé, notando mi rostro humedecerse
nada más recordarlo. Dolía tanto ser engañado… Pero más que la mentira de
Jinyoung, el descubrimiento de saber quién era él, qué había implicado su
familia… Eso me desgarraba por dentro. Saber que compartía sangre con los asesinos
de mis padres.
- Gongchan?
– Jinyoung apareció detrás de mí, secándose las manos con un trapo de cocina.
Me observó llorar unos segundos y tragó saliva, quitándose el mandil y
dejándolo caer al suelo. – Gongchan… Ven, te vas a resfriar. – Tiró de mi mano
suavemente y se sentó en mi cama, sentándome a su lado, y alargando el brazo
para tomar una toalla del suelo, comenzó a secarme el pelo con cuidado. Le
observé, en silencio. Mantenía una expresión seria y triste mientras sacudía mi
pelo con la toalla.
Entonces, me
miró a los ojos y sonrió con suavidad. Su sonrisa transmitía angustia,
tristeza… Pero se molestaba en ocultarlas mientras paseaba la toalla por mi
cuello muy despacio. Tragué saliva, sintiendo el suave tacto del textil bajar
por mi pecho, abdomen, recorrerme los brazos… Retiré la mirada de la toalla y
le miré a él, que tenía aún más tensa la mandíbula mientras secaba todo mi
cuerpo. Sin decir nada, se agachó y tomó una camiseta del suelo.
- Puedes
vestirte solo? – Susurró, mirándome a los ojos. No respondí, simplemente me
quedé en silencio con la misma expresión. – Está bien…
Pasó la
camiseta por cuidado a través de mi cabeza y la colocó sobre mis hombros,
ayudándome a acertar con los brazos en las mangas. Yo no movía mi mirada de su
rostro. No era capaz de leerle… Parecía preocupado, sí, pero emitía un aura que
yo no había presenciado antes.
Dejó caer el
resto de la tela, que cubrió mi torso, y entonces, tomó el nudo de la toalla y
me miró. De nuevo, no le dije nada. Yo era un mero espectador de ese show…
Tragó saliva y deshizo el nudo, dejándome desnudo de cintura para abajo, pero
no me miró en absoluto. Simplemente tomó del suelo una de mis piezas de ropa
interior y colocó mis piernas dentro de ella, subiéndola por mis muslos hasta
taparme. No voy a negar que me sorprendió su seriedad. Hizo lo mismo con un
pantalón gris de chándal y, por último, tomó un par de calcetines y los colocó
uno por uno en cada pie, despacio y con cuidado, dejándolos con cuidado en el
suelo finalmente.
- Ya estás.
– Susurró. Me miró y se encontró con mis ojos, que le llevaban observando
fríamente a lo largo de toda la acción.
– Vamos a desayunar?
Se incorporó
y me tendió una mano que no tomé. Me levanté por mí mismo y me dirigí a la
cocina, escuchando sus pasos siguiéndome los talones. Me senté en la mesa y
simplemente comí lo que había en mi plato: un par de salchichas, un par de
huevos y dos tostadas. Bebí de un tirón el café de la taza y me limpié la boca.
- Gracias. –
Susurré. Jinyoung, que me había observado comer, o más bien engullir, lo de mi
plato, sonrió con satisfacción.
- Ha sido un
placer.
No sabía que
hacer ahora… Le pediría que se marchase, pero no quería que se fuera… Me iría a
la cama, pero él vendría conmigo… Opté finalmente por sentarme en el sofá y leer
un poco. Estaba agotado, física y mentalmente.
- Chan… -
Aparté la mirada del libro y la fijé en su rostro, que me miraba desde el sofá
de enfrente. – No crees que deberíamos hablarlo? Ayer estabas muy nervioso y
hoy pareces más tranquilo.
- Estoy más
tranquilo, pero no menos enfadado, Jinyoung. Y te voy a ser sincero, no sé por
qué no te echo de aquí a patadas… Quiero que te vayas pero al mismo tiempo no
quiero. Todavía estoy decidiendo qué voy a hacer con nosotros, es lo único que
está rodando por mi cabeza en estos momentos.
Suspiró y
asintió en silencio. – Está bien… Necesitas tiempo y lo entiendo. No quiero
irme, pero quizás sería mejor que me fuese a casa? No sé qué hacer…
- No es que
vivas muy lejos de todas formas. – Espeté. Bajó la mirada y volvió a suspirar.
Resoplé y volví a dirigir mi mirada al libro.
- Yo… No sé
qué decir.
- Para decir
estupideces, mejor quedarse callado. Es una lección básica de la vida. – No
sabía por qué estaba siendo tan cruel después de todas las atenciones que me había
dedicado desde que abrí los ojos… Supongo que solamente estaba dejando fluir mi
rabia contenida poco a poco.
- Yo… Voy a
irme a casa entonces. – Murmuró, con la mirada baja. – Si necesitas cualquier
cosa…
- Sí, lo sé,
estás arriba. – Señalé el techo y sonreí con sorna. – Lo sé, gracias.
Asintió en
silencio con la cabeza baja y justo cuando se disponía a salir por la puerta,
el teléfono sonó.
Me
incorporé, descolgando mientras le veía calzarse.
- Buenos
días.
- Buenos días, señor. Es esta la residencia de
Gongchan Shik?
- Así es.
Quién llama?
- Hola, señor Shik. Le llamamos del Hospital
Universitario de Suncheon. Mi nombre es Minah y llamo para informarle de que su
abuela ha sido ingresada esta noche por un bajón de tensión.
- Qué!? Mi abuela!? – Jinyoung se giró
sobre sus talones y se acercó corriendo a mi lado, preguntándome con la mirada
qué estaba pasando.
- Ayer por la noche su hermana nos llamó
notificando que su abuela había sufrido una caída a causa de una bajada muy
brusca de tensión. Le llamábamos para informarle y porque es usted el único
pariente que puede hacerse cargo de su hermana, verdad?
- Mi hermana cómo está? Dónde está?
- Ella se encuentra bien, señor. Ha pasado la
noche aquí, pero porque era un caso excepcional… No es bueno que una niña ande
por un hospital. No me malinterprete, no es solo porque pudiese ver cosas no
apropiadas para su edad, sino porque su sistema inmunitario no está preparado
aún para afrontar todas las enfermedades que pueden rondar por un hospital.
- Claro, claro…
Entiendo… - Jinyoung puso su mano en mi hombro. Yo estaba temblando y mi voz
sonaba entrecortada. Mi abuela tenía más de ochenta años, Eunsol solo tenía
cinco… Y yo a mis diecinueve, sentía que me iba a volver completamente loco.
- Podría pasar usted a recoger a su hermana
hasta que a su abuela se le dé el alta?
- Pues… -
Miré a Jinyoung en un ataque de desesperación. Jinyoung corrió a su chaqueta y
sacó de un bolsillo lo que parecía un mando a distancia de un coche. Le miré de
nuevo y asintió con la cabeza. – Sí, claro… Me pasaré lo antes posible.
Colgué el
auricular cuando Jinyoung corría a mi cuarto, abriendo una de mis mochilas y
metiendo dentro varias mudas.
- Qué haces?
– Me acerqué a él, extrañado.
- Tu maleta.
Si está ingresada tendremos que estar allí hasta que le den el alta, Eunsol no
puede quedarse sola. – Hablaba mientras correteaba por todo el cuarto cogiendo
cosas varias y yo le miraba, sorprendido.
- Define
“tendremos”.
- No te voy
a dejar solo, te lo dije ayer. Además, tú tendrás que estar con tu abuela en el
hospital, y mientras tanto yo me quedaré con la niña.
Algo en mi
interior se estaba derritiendo por el comportamiento de Jinyoung. Era tan
responsable? No lo sabía.
- Está bien…
- Listo. –
Tomó mi mano y salió corriendo del piso sin calzarse siquiera, entrando en el
ascensor y pulsando el piso 35.
- Por qué
haces esto? – Susurré, sin soltar su mano, entrando en su piso que no me traía
más que recuerdos amargos.
- Por qué? –
Se giró, soltándome en medio del salón junto a mi bolsa y mirándome fijamente a
los ojos. – Porque te amo. – Me besó rápidamente en los labios y desapareció
por unas escaleras de caracol a todo correr.
Yo no tuve
tiempo ni de reaccionar… En mi mente tenía las palabras de la enfermera del
hospital, las imágenes de mi infancia junto a mi abuela y mi hermana, las
imágenes felices junto a Jinyoung que se peleaban con las de ayer, el beso…
Sentía que me iba a desmayar, porque para colmo observaba a mí alrededor el
palacio que me rodeaba y era apabullante.
Un inmenso loft de tres pisos de altura se alzaba
ante mis ojos, majestuoso, decorado sin perder detalle en tonos neutros.
Los alógenos
infinitos iluminaban aún más la gigantesca estancia, sin necesidad de ello, ya
que las cristaleras que ocupaban una pared entera se ocupaban de ello. El resto
de las paredes estaban llenas de libros desde el suelo hasta el techo, al que
tenías que acceder con una escalera de madera oscura.
- Mete tu
mochila aquí. – Jinyoung bajó una inmensa maleta por esas escaleras de aspecto
peligroso y la abrió ante mí. – Su ropa ocupaba la mitad de ésta y mi mochila
apenas un cuarto de lo restante. – He metido más ropa mía también para ti, no
sabemos cuánto vamos a estar… Ni si tendremos tiempo de hacer la colada… Ah, y
también deberías llamar a tu jefe y avisar. Si quieres le llamo yo, sí?
Le miré,
sorprendido. Qué le estaba pasando?
- Necesitas
algo más? – Preguntó desde la cocina, sacando del frigorífico de tamaño acorde
con la casa varios envases y guardándolos en una mochila térmica. – Es para el
camino. – Explicó al ver mi expresión.
- No
necesito nada más… - Murmuré, viendo cómo cargaba a su espalda la mochila y
arrastraba la maleta hasta la salida.
- Es la
primera vez que bajas al sótano? – Preguntó, sacando las llaves del coche en
cuanto el ascensor indicó que habíamos llegado. Asentí en silencio. – Es
bastante grande…
Las puertas
metálicas se abrieron y ante mí había una explanada de cemento con cinco coches
aparcados en fila. Los miré boquiabierto y luego miré a Jinyoung. Eran todos de
buenas marcas reconocidas internacionalmente, y me preguntaba cuál sería el
suyo.
Las luces de
un Mercedes negro como la noche se iluminaron, dándonos la bienvenida. Torcí el
morro, ese coche costaba cinco veces más que lo que yo ganaría en toda mi vida.
El maletero se abrió antes de que Jinyoung lo tocase siquiera y suspiré,
resignado. Ese coche seguramente hacía más cosas que “el coche fantástico” y
Jinyoung lo trataba con una naturalidad que yo nunca sería capaz de adoptar.
Abrí la
puerta del copiloto con cuidado y entré dentro, acomodándome en los asientos de
cuero negro.
- De quién
son los otros coches? – Pregunté mientras me ponía el cinturón. Jinyoung se
abrochó también el suyo y apretó un botón que puso el coche en marcha. “UN
BOTÓN!? Pero los coches no iban a llave de toda la vida?”
- El Ferrari
negro es de Jongdae. – Puso la radio y Mozart invadió el coche con su
“Lacrimosa”. – El Volvo plateado de la señora Kim, junto al Mercedes biplaza
negro. – El coche se puso en marcha suavemente, como si flotase.
- Y el Lamborghini blanco? – Sonrió con suavidad. No hacía falta
ni que respondiese. Resoplé y lo observé por el retrovisor… Era simplemente una
obra de arte hecha coche.
Jinyoung le
hablaba al GPS para que se programase solo mientras yo observaba las calles de
Seúl que desaparecían rápidamente a mis espaldas. Jamás me había movido tan
rápido por la ciudad, ni siquiera en taxi. El mercedes parecía volar sobre el
asfalto, haciendo que los transeúntes se girasen a verlo.
- No pueden
verte, tranquilo. Los cristales están tintados. – “Oh, claro… Por supuesto…
Cómo no!” Mi mente protestaba con ironía mientras acariciaba los detalles del
coche. Miré a Jinyoung, conduciendo con las gafas de sol… La verdad es que el
coche le sentaba estupendamente y él al coche a su vez. Eran dos piezas de
puzzle que encajaban perfectamente la una con la otra.
- Oppa! –
Bajé del coche y unos segundos más tarde, mi hermana lloraba sobre mi regazo.
- Eunsol! –
Sonreí y yo también comencé a llorar. Dios mío, estaba enorme! Había crecido un
montón y estaba preciosa, se parecía mucho a mamá, pero no se lo diría hasta
que fuese más mayor. La cogí en brazos y la abracé con todas mis fuerzas.
- Te extrañé
mucho, Oppa! – Eunsol se agarraba con tanta fuerza a mi cuello que me costaba
respirar. Sonreí y asentí, dándole palmaditas en la espalda para calmarla. Se
tenía que haber asustado mucho ayer para llamar ella por si misma a urgencias.
Jinyoung
salió del coche y sonrió con suavidad, observándonos desde el otro extremo, sin
acercarse. Supongo que tenía miedo a mi reacción.
- Hola? –
Eunsol se calmó un poco tras unos minutos y reparó en la figura de Jinyoung.
Jinyoung la saludó con la mano, sonriente. No pude evitar sonreír al verle. El
sol de Suncheon se reflejaba en su pelo y en su pálida piel, atrayendo la
mirada de los demás visitantes del centro. – Quién eres?
Jinyoung
sonrió de nuevo, con ternura. Se acercó despacio y le tomó la mano. A través de
sus gafas de sol me pareció ver una expresión de emoción.
- Buenos
días, señorita. – Eunsol rió. – Me llamo Jinyoung, y usted?
- Eunsol
Shik! – Jinyoung besó su mano y la hizo ruborizarse. Reí y ella ocultó su
rostro en mi cuello.
- Eunsol!
Qué nombre más bonito! Es nombre de princesa, verdad? – Ella reía, oculta en mi
cuello y yo no podía evitar sonreír al ver que ninguno de los dos soltaba la
mano del otro. – Eunsol, por qué no vienes a jugar conmigo mientras Oppa va a
ver cómo está la abuela?
Eunsol
levantó la mirada y me miró, esperando una respuesta. La dejé en el suelo y le
sonreí.
- Está bien,
Oppa? No quiero que te quedes solito… - Reí ante su seguridad y asentí en
silencio.
- Ve a jugar
con Jinyoung, yo volveré en seguida. – Me dio un beso en la mejilla y corrió
hacia Jinyoung, que la cogió en brazos enseguida.
- Cualquier
cosa, llámame. – Asentí y él se giró, caminando mientras fingía que ella se le
caía al suelo y mi pequeña hermana se desternillaba de risa entre sus brazos.
Observé la estampa unos segundos… Jinyoung parecía bueno con los niños. “Sería
un gran padre…” QUÉ DEMONIOS ESTABA PENSANDO!?
Me giré
sobre mis talones y entré apurado en el hospital.
- Buenos
días. Me llamo Gongchan Shik, me han llamado esta mañana para informarme del
ingreso de mi abuela…
- Sí! – Una
chica joven y morena me saludó con la mano. – Buenos días, señor Shik. Le llamé
yo.
Me acerqué a
ella y tomé los papeles que ella me tendía.
- Hola,
Minah. – Leí su placa porque no me acordaba de su nombre. – En qué habitación
está?
- Verá,
señor Shik. Antes de que suba, el doctor querría hablar con usted… Me pidió que
le avisase en cuanto usted llegase…
- Por qué?
Es grave?
- No puedo
facilitarle esa información pero, por favor, rellene estos impresos mientras yo
llamo al Doctor para que se acerque a verle.
Asentí, con
un nudo en la garganta, y tomé el bolígrafo que me ofrecía Minah para cubrir a
todo correr los folios. Enfermedades conocidas en la familia, alergias,
parentesco, oficio… Parecía un interrogatorio importante en lugar de un simple
papeleo cotidiano.
- Señor
Shik? – Me giré al escuchar una voz grave a mi espalda. – Buenos días. Soy el
Doctor Dongwan, jefe de cardiología, y he tenido el placer te tratar a su
abuela.
- Ah, buenos
días. – Hice una reverencia formal y el doctor me respondió. – Qué le ocurre a
mi abuela?
- Bueno, si
no le importa, preferiría que hablásemos en mi despacho. – Me indicó con una
mano el camino y tras un corto paseo por los blancos pasillos del hospital,
llegamos a su despacho. Me indicó con el gesto que me sentase y él hizo lo
mismo. – Verá, señor Shik, lo que le ocurre a su abuela no es un bajón de
tensión, sino un soplo en el corazón. Tiene los mismos síntomas que un bajón de
tensión, la diferencia es que el soplo es más grave…
- Un soplo
al corazón?
- Sí, verá,
esto se trata de que el corazón no bombea la sangre tan bien como debiera, por
lo que el oxígeno no llega bien al cerebro y eso le produce unos dolores de
cabeza importantes a su abuela… Ese es el principal motivo de su caída de ayer.
– Tragué saliva, sintiendo como el nudo de mi garganta se hacía más y más
gordo. – Verá, voy a ser franco, los soplos del corazón aparecen en cualquier
fase de la vida… Cuando aparecen en la juventud, pueden ser tratados y no van a
más, por lo que se puede llevar una vida completamente normal, pero cuando se
dan en personas de tan avanzada edad… Y cuando ya están tan desarrollados… El
tratamiento es difícil que haga efecto…
- Dijo usted
que iba a ir al grano, Doctor.
- El soplo
del corazón de su abuela ya está muy avanzado y el tratamiento apenas haría
efecto… Poco a poco el cerebro irá recibiendo menos oxígeno, y finalmente…
- Dios mío…
- Me tapé la boca y empecé a llorar.
- Lo siento
mucho, Señor Shik.
- Cuánto
tiempo le queda? – Sollocé.
- No es
fácil calcularlo… Pero una semana aproximadamente. – Apreté los dientes para no
gritar y cerré los ojos con fuerza. Mi abuela… Mi única familia además de
Eunsol… Iba a morir. Y era inevitable.
- Doctor… -
Tomé uno de los pañuelos que me tendía y me sequé las lágrimas. – Sufrirá?
- En absoluto.
Se quedará dormida y no sentirá nada. – Asentí, sintiendo un ligero alivio en
mi corazón.
- Puedo
verla?
- Su abuela
ya sabe lo que va a pasar… Le dimos el diagnóstico y lo aceptó con
tranquilidad. Creo que es mejor que usted se calme antes de subir a verla. –
Asentí de nuevo y sollocé. – De todas formas, en cuanto se vea con fuerzas,
vaya a verla. Le gustará verle de nuevo después de tanto tiempo.
Sonreí con
ternura mientras lloraba incansablemente. En mi mente se apelotonaban todos los
momentos vividos con mi anciana abuela… Incluso cuando abandoné el consultorio,
incapaz de parar de llorar, recordaba sin descanso la primera vez que me mostró
a mi hermana en brazos, la primera vez que me había reñido de veras, cuando se
levantaba con el sol para salir a trabajar y así poder mantenernos… Había sido
una señora realmente maravillosa, una gran ciudadana y mejor abuela. Ella sola
había sido la madre, el padre y toda la familia de Eunsol sin protestar ni una
sola vez. Se merecía el mundo por haber vivido todo lo que había vivido y
siempre con una sonrisa en el rostro…
Salí del
hospital. El doctor tenía razón… Debía calmarme antes de verla, a ella no le
gustaría verme así. Cuando las puertas automáticas se cerraron a mi espalda, el
sol me dio la bienvenida con una caricia cálida, y gracias a la fresca brisa,
no demasiado sofocante. Ojeé a mi alrededor, viendo borroso a causa de las
lágrimas, y al final de la colina divisé el pelo caoba de Jinyoung. Me acerqué
tan solo unos pasos y observé la estampa. No pude evitar sonreír mientras
continuaba llorando… Eunsol parecía tan feliz… Corría de un lado a otro por
todo el parque, perseguida por Jinyoung, y fingía que se caía para que él se
acercase corriendo a incorporarla del suelo con expresión preocupada. “Llámala
tonta… Tan jovencita y ya se conoce esos trucos…”
Cuando
Jinyoung cogía en brazos a Eunsol para ayudarla a subirse a lo alto del
tobogán, me di cuenta: todo eso había sido gracias a mi abuela… Todo lo que
había pasado en mi vida había sido gracias a ella… Sin su sacrificio no habría
podido irme a estudiar a Seúl, no habría conocido a Jinyoung, Eunsol no estaría
riendo ahora mismo ni habría reído jamás… Todo había sido un regalo maravilloso
de mi gran abuela… Que en unos días se iría para siempre de nuestras vidas.
Dudé por un
segundo, pero saqué mi teléfono móvil del bolsillo y marqué su número sin dejar
de mirarles desde lejos. Jinyoung frenó su actividad unos segundos para
contestarme y seguir persiguiendo a mi hermana.
- Gongchan?
– Cerré los ojos al escuchar su voz pronunciar mi nombre. Aún sin pretenderlo
me reconfortaba. Me humedecí los labios y tragué saliva.
- Jinyoung…
Ya hablé con los doctores.
- Oh!
Perfecto. Viste a tu abuela? Cómo se encuentra? – Tragué saliva de nuevo y no
pude evitar que se me escapase un sollozo. – Gongchan? Qué ocurre?
Jinyoung se
detuvo en la arena del parque, bajo la atenta mirada de Eunsol.
- Mi abuela
se muere. – Jinyoung no se movía ni atendía a los tirones de chaqueta que le
daba Eunsol. – Le queda menos de una semana, Jinyoung.
- Dios mío…
- Fue un susurro que hizo desencadenar mi llanto de nuevo, imparable. –
Gongchan, lo siento muchísimo…
- No lo
sientas, no es culpa tuya. – Musité. – Coge a la niña… Tenemos que ir a casa a
acomodarnos, y yo necesito calmarme un poco antes de entrar a verla.
- Por
supuesto, Chan. Ahora mismo voy al coche. Espérame allí. – Colgó el teléfono y
vi cómo se disculpaba con Eunsol, le daba un beso en la frente y la cargaba
sobre uno de sus hombros mientras ella chillaba y reía como una loca. Los
observé acercarse entre cosquillas y risas… Le agradecía mucho que se
comportase con naturalidad con ella.
En cuanto
estuvo a mi lado, me miró a los ojos, sin decir nada, y me dio un beso en la
frente bajo la atenta mirada de Eunsol. – Hablamos en casa. – Susurró. Asentí
en silencio y cogí a mi hermana de sus brazos con la sonrisa más sincera que le
pude mostrar. Eunsol no era más que una niña… Cómo se lo iba a explicar? Cómo
decirle que la única persona que la había cuidado durante toda su corta vida
iba a morirse? Que no iba a volver a ver a su abuela?
Eunsol se
sentó en el asiento trasero y se abrochó el cinturón, obteniendo un cumplido
por su responsabilidad por parte de Jinyoung al que respondió con una sonrisa
feliz. Sonreí también al verla… Emanaba inocencia y pureza.
Cuando
aparcamos delante de la casa, Eunsol salió disparada del coche y entró en la
casa sin esperarnos siquiera. Yo suspiré y Jinyoung tomó mi mano.
- Estás
bien? – Entrelazó sus dedos con los míos y le miré a los ojos. Negué con la
cabeza y le sonreí para evitar llorar.
- Era mi
única familia… Ella y Eunsol… Y ahora qué voy a hacer? – Una lágrima me
traicionó y bajé el rostro, soltando la mano de Jinyoung para secarme con
furia. – No sé qué voy a hacer.
Me giré y
salí del coche con rabia, siguiendo la ruta tomada por mi hermana y
desapareciendo tras la puerta de entrada.
La casa
seguía exactamente igual… Cerré los ojos e inspiré el aroma de mi hogar; olía a
leña y a comida casera. El suelo de madera crujía bajo mis pies y el ruido de
los juguetes de Eunsol de fondo con su rallante musiquita.
Escuché
ruido a mi espalda y sentí unos brazos rodearme por detrás. Jinyoung me
abrazaba para amenizar mi pena y hacerla más soportable… lo curioso es que lo
conseguía con solo ese gesto.
- Todo va a
estar bien… Te lo prometo. Yo te protegeré. Os protegeré a los dos. – Me giré
entre sus brazos y abrí los ojos. Jinyoung tenía los ojos húmedos y me sonreía
con ternura.
-
Prométemelo. – Susurré. – Prométeme que no me vas a dejar solo… Nunca. Ni
aunque te lo pida, Jinyoung. Por favor…
Asintió y me
abrazó con fuerza contra él, absorbiendo de nuevo mis lágrimas con su pecho y
acunándome entre caricias y besos suaves. “Qué haría yo sin él?”
- Creo que
voy a ir al hospital. – Le dije mientras le ayudaba a deshacer la inmensa
maleta. Jinyoung me miró.
- Quieres
que vaya contigo? – Negué con la cabeza mientras colocábamos la ropa en mi
antiguo y diminuto armario. Apenas cabía.
- No… Es
mejor que Eunsol no se quede sola… - Asintió y se acercó a mí, dándome otro
abrazo.
- Si
necesitas ayuda para explicárselo… Estoy aquí, sí? – Me miró a los ojos y me
dio un beso en la mejilla. Cerré los ojos ante su tacto y asentí suavemente.
- Gracias. –
Susurré. Sonrió y negó con la cabeza.
- Te acerco
hasta allí? – La casa no quedaba muy lejos, por lo que me negué. Prefería dar
un paseo. – Está bien. Prepararé algo de cena, sí? E intentaré que la pequeña
no se acueste tarde… Debe de estar agotada de todas formas.
Sonreí con
cansancio.
- Qué
responsable eres…
- Es porque
la quiero. – Me sorprendió su respuesta.- Ya te lo dije… Me enamoré de ti el
día del funeral de tus padres… Ese día la vi, y era tan pequeñita e indefensa
que… Desde aquel día me prometí que también la protegería, os protegería a los
dos. Ese día también conocí a tu abuela, Gongchan… No la vi más de media hora
pero… Estoy completamente seguro de que fue una mujer maravillosa, fuerte y
valiente. Debes estar muy orgulloso de ella, y no estés triste por su muerte…
Celebra cómo vivió, con orgullo y honestidad.
Escuché
atentamente sus palabras y asentí, sorprendido por su discurso. No podía evitar
llorarla, pero Jinyoung tenía razón. Había sido la señora más digna jamás
conocida. Era mi abuela, y estaba orgullosísimo de ella.
Con esa
mentalidad me dirigí al hospital, dispuesto a pasar con ella sus últimos
momentos. Que descansase tranquila, viendo que yo estaba sano y feliz.
- Abuela? –
Abrí la puerta de la habitación del hospital. Mi abuela leía un libro
tranquilamente con la radio de fondo. Levantó la mirada y me miró, sorprendida.
- OMO! No me
lo puedo creer… Qué ven mis ojos! Chan!? – Intentó incorporarse, pero se lo
impedí rápidamente. – No me lo puedo creer… Qué haces aquí!?
Reí y le di
un sonoro beso. – Hola, Abuela! Cuánto tiempo! – Rió y me miró, indignada.
- Así que
hace falta que me ponga enferma para que vengas a verme, sinvergüenza? – Rió y
reí con ella. Seguía igual, nadie podría decir que estaba enferma.
- Lo siento,
Abuela. No pude venir antes…
- Ya, claro.
– Puso morros y reí. Tendría ochenta años, pero seguía siendo una niña por
dentro.
- Cómo te
encuentras? – Me senté en una silla al lado de su cama y la miré con cariño.
- Ya lo
sabes, verdad? – Me aguanté las lágrimas y le mostré una sonrisa. Asentí
lentamente y ella suspiró, mostrándome otra sonrisa.- Escucha, Chan… Nunca es
fácil decir adiós, pero hay golpes que hay que afrontar… Estoy tranquila aun
sabiendo que no me queda mucho porque sé que he hecho todo lo que he podido
para vivir con honestidad… Y me voy mucho más tranquila sabiendo que Eunsol no
se queda sola, sino con esta maravilla de persona que es su hermano.
No pude
aguantarme más las lágrimas y abracé a mi abuela con todas mis fuerzas.
- Te voy a
extrañar mucho, abuela… - Sollocé, tomando su arrugada mano entre las mías,
acariciándola y admirando su rugosidad, fruto del duro trabajo y el paso del
tiempo- Te quiero.
- Mi niño… -
Mi abuela me miró con ternura y sonrió. – Y yo a ti… Eres igualito a tu madre.
Sonreí y
suspiré, recostándome en el respaldo de la silla.
- Cómo es
posible que Eunsol saltase encima de mí en cuanto salí del coche?
- Esta niña…
Andaba jugando por ahí, supongo que pura coincidencia… Quién te trajo?
- Jinyoung. –
Mi abuela asintió en silencio, pero su expresión cambió.
- Ocurre
algo?
- Ese chico…
Su familia es de aquí también? – En ese momento supe que mi abuela también
sabía sobre la historia de Jinyoung. Suspiré y bajé la mirada.
- Era, sí. Y
sí, abuela, es quien tú piensas que es… El hijo de los que provocaron el
accidente de tráfico. – Mi abuela apretó con fuerza los labios y me miró.
- Y es amigo
tuyo? – No supe qué contestar a eso. Jinyoung era más que mi amigo, pero
también era mi amigo… Jinyoung era mi pareja… Pero decirle eso a mi abuela en
estos momentos en los que su corazón apenas palpitaba por él mismo, no era una
buena idea. – Chan… - Levanté la mirada sin poder eliminar la preocupación de
mis ojos. – No puedes culpar a alguien por lo que hagan otros… Jinyoung no
tiene la culpa de lo que hicieron sus padres, al igual que él no tendrá la
culpa de lo que hagan sus hijos y sus hijos de lo que haga él. Cada persona es
un mundo, y francamente, no creo que sea un mal niño…
- No le
conoces, abuela. – No quería atacar a Jinyoung, ni siquiera sé por qué dije
eso.
- Eso es
cierto, pero si algo me ha enseñado la vida es que la gente no es mala por
naturaleza. Que sus padres sean unos irresponsables no quiere decir que él lo
sea. Acaso el hijo de un asesino está destinado a ser también un asesino? –
Negué con la cabeza lentamente. – Exacto, somos fruto de una educación, Chan… Y
esos padres no se encargaron de educar a su hijo, gracias a dios, a su
semejanza, por lo que lo que haya en el interior de ese muchacho será única y
exclusivamente fruto de otro tipo de educación que no tiene por qué ser mala.
- Por qué le
estás excusando, abuela?
- No le
excuso, Chan, porque no hay nada de lo que excusarle. Ese niño no ha hecho nada
malo, lo hicieron sus padres, y pagaron un precio muy alto como castigo: sus
vidas. La pena es que se llevasen la de otros con ellas. – Tragué saliva y
asentí en silencio. Mi abuela tenía razón. Había culpado a Jinyoung por nada…
Me había desquitado con él de la forma más cruel… No tendría que haberme
mentido, eso es cierto, pero realmente no me había enfadado tanto con él por
eso, sino por quién era y qué sangre le corría en las venas. Yo no había podido
gritarles a sus padres todo lo que habría querido dado que murieron junto a los
míos, pero sí podía hacerlo con su hijo… Su hijo que se había convertido en mi
otra mitad.
- Entonces…
Te parece bien que seamos… amigos?
- Mientras te
lo parezca bien a ti, no tengo objeción. – Rió y me sonrió. No sé qué demonios
se me cruzó por la cabeza en esos instantes, pero la sonrisa de mi abuela me
aportó el valor suficiente como para que mi cordura y cuidado se largasen de
repente por la ventana.
- No somos
amigos. – Mi abuela me miró, interrogativa. – Somos pareja.
El silencio
se hizo en la sala. Mi abuela me miraba, inexpresiva, y yo notaba cómo mi
cordura volvía, junto a mi cuidado, y se tiraban de los pelos por mi estupidez.
- Pareja? –
Preguntó, por fin. – Define pareja.
- Pareja…
Dos personas que están juntas en un sentido romántico. – “Maldito Jinyoung,
estudiante de literatura, y su manía de definirlo todo mil veces…”
- Lo sabía. –
Una risita histérica salió de los arrugados labios de mi abuela y yo la miraba,
patidifuso. – LO SABÍA! Lo supe desde el momento en el que me hablaste de él…
Por favor, Chan, eres más transparente que el agua!
Mi abuela
reía y reía y yo la observaba, de piedra. “Tan obvio soy…?”
- Además, ni
que no me conocieras! Esperabas que me enfadase o algo? Soy tu abuela, no un
militar alemán! A mí me da igual con quién estés mientras tú seas feliz y te
trate con cariño y respeto. Se lo dije un día a tu madre y te lo digo aquí y
ahora a ti hoy: Amar nunca es malo, aunque a veces duela, no es malo.
La miré,
parpadeando y finalmente se me contagió su sonrisa dulce como el azúcar. Quién
me apoyaría más que mi familia? Quién me apoyaría ahora que mi abuela se iría
de mi lado? “Jinyoung… Él me apoyará…”
- No vas a
dormir aquí. – Me riñó mi abuela. – Tienes que descansar! Ve a casa ahora mismo
y vuelves mañana si quieres, pero no vas a dormir en una silla! Qué quieres?
Destrozarte la espalda?
- Cómo vas a
dormir sola?
- Oh, por
favor… - Puso los ojos en blanco en un gesto que en cualquier otro momento me
habría parecido divertido. – Tengo 83 años, Gongchan! No soy una niña,
precisamente… Ve tranquilo, si ocurre cualquier cosa los médicos te llamarán.
Eso era lo
que más miedo me daba… Que algo ocurriese en mi ausencia… La única cosa que
podía ocurrirle a mi abuela. Cómo iba a dejarla morir sola?
- Está bien…
- suspiré. – Diré en recepción que a la mínima variación de pulso me llamen.
Sonrió y me dio
un sonoro beso en la mejilla.
- Mi niño…
Estás inmenso… Eres tan guapo como tu madre, y más guapo aún que tu padre.
Estarían muy orgullosos de ti. – Me abrazó con fuerza y me miró a los ojos. –
Nunca olvides que te quiero, sí?
Asentí con
una sonrisa amarga. Por qué estaba sonando a despedida?
- Te quiero,
abuela.
Salí del
cuarto con esa sensación de angustia en mi pecho. Era horrible irse a casa
sabiendo que quizás mañana ya no podría darle los buenos días.
- Ya estás
en casa? – Jinyoung salió a recibirme al pasillo con un susurro. – Ya está
dormida. – Sonrió, satisfecho, aunque su cara de cansancio indicaba que no
había sido fácil agotar a mi pequeña e hiperactiva hermana.
- Se ha
portado bien? – Jinyoung asintió, acercándose para darme un suave beso en la
mejilla.
- Te he
hecho la cena.
- No tengo
mucha hambre…
- Oh… -
Parecía decepcionado. – Aún así deberías comer algo… No has comido nada desde
el desayuno.
Suspiré y
asentí, no me apetecía discutir. Me dejé guiar hasta la cocina y observé la
mesa, perfectamente colocada y sobre la cual se encontraban dos platos de
humeante pasta carbonara. Le miré, sorprendido, y él sonrió con timidez.
- No tenías
que haberme molestado… - Susurré. Negó con la cabeza y esperó a que me sentase
para sentarse él también.
- Cómo se
encuentra tu abuela? – Negué con la cabeza gacha.
- Le conté
lo nuestro… - Jinyoung puso expresión de sorpresa. – Sabía quién eras, pero no
me importó en absoluto. Dijo que un hijo no tiene la culpa de lo hacen sus
padres, y supongo que tiene razón y que te debo una disculpa.
- No me
debes nada… Tenías motivos para enfadarte, te oculté muchas cosas… Yo también
me habría enfadado. – Jinyoung tenía un carácter dulce hasta para estas
situaciones… Lograba que me sintiese más tranquilo, triste, pero tranquilo.
- Cuando me fui…
Me dijo que me quería… - Tragué la pasta y bajé el rostro, intentando esconder
las lágrimas bajo la sombra de mi flequillo. – Siento que se ha despedido de
mí, Jinyoung.
- Gongchan…
- Se levantó y se acercó hasta mí, arrodillándose a mi lado y secándome las
lágrimas con sus pulgares. – No quiero sonar cruel… Pero tarde o temprano
acabará pasando, y creo que es mejor que te vayas mentalizando de que tu abuela
es una anciana fuerte, pero no imbatible… Es una desgracia, pero ya te dije que
había que celebrar su vida y recordarla con orgullo, sí?
Sollocé y
asentí en silencio. Jinyoung me sonrió con ternura.
Recogió la
mesa y me acompañó al dormitorio. Me ayudó a ponerme el pijama y me abrió la
cama para que me acostase y a continuación acostarse él a mi lado.
- Apaga la
luz, me duele la cabeza. – Musité. Asintió y estiró el brazo para alcanzar el
interruptor. – Gracias.
Me acerqué a
su cuerpo, buscando su calor corporal, y lo encontré. Me rodeó con sus brazos y
hundí el rostro en su pecho, aspirando su aroma y siendo mecido por sus brazos.
- Gongchan…
- Mh?
- He estado
pensando en Eunsol… Has pensado qué vas a hacer con ella?
- Sí. Volveré
a vivir aquí y cuando Eunsol acabe la escuela elemental, ya miraré qué hacer. –
Noté que todo el cuerpo de Jinyoung se tensaba de repente.
- No me
parece bien… Tienes que acabar la universidad.
- Lo primero
es mi hermana, Jinyoung. Acaso tienes una idea mejor?
Discutir en
susurros no lo hace menos tenso, únicamente estresa aún más.
- Sí, la
tengo, es lo que intentaba decirte.
- Bien, te
escucho entonces.
Jinyoung
suspiró y en la oscuridad, pude apreciar cómo me miraba fijamente. – Veníos los
dos a vivir conmigo.
- … - “QUÉ!?” – QUÉ!?
- Shhhhhh! –
Me puso la mano en la boca para acallar mi grito histérico. – La vas a
despertar!
- Estás mal
de la cabeza?
- Sí,
seguramente, pero creo que es una buena idea! – Resoplé, irónico. – Escúchame:
En Seúl hay muchas escuelas, seguro que en alguna la aceptan para el curso que
viene, tú podrías continuar la universidad, tu piso solamente tiene una
habitación mientras que el mío tiene cinco…
- Jinyoung, cuidar
a una niña no es fácil! Son ruidosos, rompen cosas, molestan… Eres muy joven
para aceptar esta responsabilidad. No voy a cargarte el muerto. – Más tarde me
di cuenta de que era una expresión muy poco apropiada para el momento.
- Gongchan,
te dije que ahora tú eras mi familia, verdad? – Su abrazo se hizo más firme a
mi alrededor, más cálido y más seguro aún. – Ella forma parte de la familia,
podemos criarla sin problemas. No le faltará de nada, jamás. Podrá estudiar,
podrá crecer en un ambiente apropiado y no tendrá que tener el peso en su
cabeza de que su hermano fastidió su brillante futuro por su culpa.
La idea de
crear una familia al lado de Jinyoung me asustaba, pero al mismo tiempo me
atraía como un imán.
- Tú crees
que… Podríamos ser felices? – Le miré a los ojos. Mi mirada ya se había
acostumbrado a la oscuridad y podía apreciar su expresión nerviosa.
- No lo
creo, lo sé.
- Y si
discutimos como hoy? Y si nos separamos?
- Todas las
parejas discuten, Gongchan, lo importante es recordar lo que sentimos en un
primer momento el uno por el otro… No te dejaré ir jamás de mi lado, ni a ti ni
a Eunsol, por lo que te puedo garantizar que pase lo que pase, mantendré mi
palabra y la niña vivirá bien.
Las lágrimas
caían por mis mejillas, empapando mi rostro mientras Jinyoung las intentaba
frenar con suaves besos.
- Todo irá
bien… Nos irá bien… - Me dormí entre sus palabras consoladoras que hacían que
me sintiese mucho más seguro. Qué sería de mi vida sin él? Seguramente ya
estaría sumida en la penumbra.
Esa noche
soñé con mi abuela… Se subía en un tren de color blanco y desaparecía en una
niebla cálida. Jinyoung sostenía mi mano con firmeza, transmitiéndome su apoyo
y fuerza, y Eunsol sujetaba mi pierna, intentando disimular sus sollozos.
Cuando
desperté, Jinyoung estaba colgando el teléfono y me miró con tristeza. No
hicieron falta palabras, necesitaba buscar un traje negro para esa misma tarde.
- Gongchan…
Quieres hablarlo? – Me dijo mientras me anudaba la corbata.
- Lo sabía…
Yo lo sabía… Y ella también lo sabía.- Sollocé, recibiendo inmediatamente su
abrazo. – Ayer se despidió de mí, te lo dije… Y tenía razón!
Hundí mi
rostro en su cuello. Sus caricias sobre mi espalda solo hacían que llorase más
y más.
- Está bien…
- Susurró. – Llora lo que necesites, estaré aquí para absorber tus lágrimas. –
Besó con cuidado mi cabeza, y ambos nos quedamos firmemente abrazados hasta que
Eunsol vino a pedirnos ayuda con su vestido.
- Voy yo. –
Musitó, llevándosela de la mano. Jinyoung evitaba que Eunsol me viese
derrumbado. Yo ahora sería su pilar de apoyo, y tenía que parecer sólido o su joven
mente estaría en peligro también.
- La abuela
está en el cielo, verdad? – Eunsol rompió el silencio del coche. Hice un
esfuerzo sobrehumano para no echarme a llorar en ese mismo momento.
- Sí,
princesa. Está en el cielo. – Respondió Jinyoung, sonriéndole a través del
retrovisor.
- Entonces
ahora estará también con papá y mamá? – Mi esfuerzo se fue a la mierda en ese
instante. Las lágrimas cayeron en cataratas y Jinyoung tragó saliva.
- Sí, ahora
están los tres juntos en un sitio mejor. El cielo es hermoso y tranquilo… estoy
seguro de que estarán bien. – Eunsol asintió, mirándome de reojo y seguramente
pensando en qué hacer o decir a continuación.
- Oppa… -
Después de unos minutos de silencio me tendió un pañuelo. Le sonreí con
dificultad y lo tomé. – No estés triste. La abuela ahora está con mamá y papá!
Seguro que está muy contenta… Los echaba mucho de menos!
Sonreí ante
su inocencia y asentí.
- Tienes
razón, Eunsol. No hay que estar tristes. – Jinyoung tomó mi mano con firmeza y
me sonrió con suavidad. Le devolví la sonrisa y suspiré profundamente.
Al funeral
asistió todo el pueblo, además de amigos de mis padres que se sorprendieron al
ver lo mucho que habíamos crecido Eunsol y yo, amigos de mi abuela, los médicos…
Finalmente,
cada uno de los asistentes dejó una rosa blanca sobre el ataúd de mi abuela.
Decidimos quedarnos hasta que todos se fuesen. Eunsol estaba acuclillada pegada
a la lápida, observándola atentamente sin decir nada. Supongo que esto tenía
que ser realmente confuso para ella… Todo había pasado demasiado deprisa para
que pudiese asumirlo.
- Eunsol… -
El cielo empezaba a teñirse de naranja a medida que el atardecer avanzaba. –
Tenemos que irnos, cielo. – La llamé con cariño, pero ella no se movió ni un
centímetro. Miré a Jinyoung con expresión preocupada, pero él negó con la
cabeza, se acercó a ella y se acuclilló a su lado.
- Quieres
decirle algo a la abuela, Eunsol? – Le preguntó con suavidad. Eunsol no
reaccionó, pero Jinyoung sonrió con suavidad y la tomó en brazos lentamente y
con sumo cuidado. Me sorprendió que la pequeña no se revolviese como un gato…
El shock, supongo.- Yo sí quiero decirle algo… Quieres estar conmigo cuando lo
haga?
Eunsol
asintió suavemente, de una forma casi imperceptible. Me sorprendió.
- Buenas
tardes, señora… Me llamo Jung Jinyoung, y me imagino que le sonará mi nombre. –
Observaba a Jinyoung, de rodillas frente a la lápida cubierta de rosas blancas,
con el cielo rosado y naranja de fondo… Era una imagen triste, triste y
hermosa. – No puedo excusar lo que hicieron mis padres hace años, pero puedo
comprometerme, aquí y ahora, a cuidar hasta el último de mis días a sus nietos,
tal y como usted lo hizo. Puede irse tranquila, por fin puede tomarse ese tan
merecido descanso… Juro por mi vida que haré feliz a Gongchan, que le cuidaré y
conseguiré que sonría todos los días. Y a esta pequeña mujercita no será menos.
Váyase sin preocupaciones ni remordimientos, que los deja en buenas manos,
Madame.
Las lágrimas
caían por mis mejillas debido a las conmovedoras palabras de Jinyoung. Se
incorporó despacio, sin soltar a Eunsol, y la miró con ternura.
- Seguro que
no quieres decirle nada a la abuela? – Eunsol giró su cabecita hacia mí y
asintió suavemente.
- Abuela… -
Musitó. – Puedes ser feliz con papá y mamá sin preocuparte… Yo voy a estar bien,
Oppa me cuidará. Diles que les quiero mucho y que les echo de menos, pero que
estoy bien y que estoy sana! – Jinyoung sonrió y le dio un beso en la mejilla. –
Te quiero, abuela.
Sonreí entre
lágrimas y cuando Jinyoung se giró hacia mí, me acerqué a él para tomar a mi
hermana en brazos y abrazarla con fuerza. Por supuesto que yo cuidaría de ella
a partir de ahora… Y Jinyoung de mí. Nos cuidaríamos los unos a los otros para
siempre porque eso es lo que hacen las familias.
- Te quiero.
– Jinyoung me dio un beso en los labios y me abrazó con fuerza cuando hubimos
colocado a Eunsol en la parte trasera del coche. – No lo olvides nunca. Te
quiero, y te querré siempre.
Sonreí y
asentí.
- A dónde
vamos, Oppa? – Preguntó Eunsol, frotándose los ojos en señal de cansancio.
- A casa,
princesa. Hay que hacer las maletas… Ya verás qué casa nueva más bonita vas a
tener! – Le respondió Jinyoung. Yo aún no estaba recompuesto del todo.
- Casa
nueva? – Jinyoung asintió.
- Es
altísima! Llega hasta las nubes! – Observé cómo la mirada de mi hermana se
iluminaba ante la idea. Creo que el rascacielos no era exactamente lo que ella
se estaba imaginando, pero bueno… Me preocupaba la idea de cómo sería su
adaptación. No es fácil pasar de vivir en un pueblo de diez mil habitantes a
una metrópolis como Seúl…
- Chan… -
Susurró Jinyoung para no despertarla en el coche. – Estará bien. Es una niña
lista, y al ser tan joven no tendrá problemas. – Sonrió con dulzura.
- Cómo lo
haces siempre para adivinar lo que pienso? – Protesté y él rió, encogiéndose de
hombros.
- Eres muy
transparente, Gongchan.
- Fin-
P.D: Este NO es el final del fic! Aunque hemos de confesar que el siguiente capítulo será el último de este serial... Gracias por haberlo seguido tanto! ♥
Recordaros que estamos organizando un sorteo por nuestro segundo aniversario por el cual podréis ganar unos cuantos regalitos si participáis. Es solamente enviar un mail, os invitamos a todos los lectores a participar y jugar con nosotras! ^^ Toda la información del sorteo y nuestro segundo aniversario aquí: http://mimundodefanfics.blogspot.com.es/2014/04/news-happy-birthday-to-us-primer-sorteo.html
OH DIOS, SOY UNA COSA ECHA DE MOCOS Y LAGRIMAS, ah sido de esos capítulos donde sientes el nudito en la garganta y solos deseas seguir leyendo, y mas e llorando cuando eh leído que ya va a acabar y yo: NOOOO POR QUE, NOOOO, espero hagas otro Jinchan algún día~ por que este fue uno de los pocos fincs que me han gustado hasta llorar, gracias por escribir TwT, Por cierto ya mande mi mensaje al correo, pero puse Yuk4r1 en vez de Yukari TwT, la cosa es que soy yo xD!
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te gustase tanto! ^^ Habrá más fics en un futuro, no te preocupes ;)
EliminarY tu correo fue recibido y ya eres una participante más del sorteo, mucha suerte!♥
Lei todo el capitulo intentando ser fuerte conteniendo mis lagrimas hasta que leo "hemos de confesar que el siguiente capítulo será el último de este serial... " PORQUEEEEEEEEEEE!!! -shora y patalea- es mi culpa cierto? yo invoque el final de esta serie NOOOOOOOOO!! PORQUE!! PORQUE!! PORQUEEE!!! -sigue llorando- creo que llore mas que gongchan al leer eso -snif snif-
ResponderEliminarDejando eso de lado -no ha dejado de chillar- fue muy lindo este capitulo jinyoung♥
Esperare el proximo y ultimo capitulo -patalea entre lagrimas- sabes que amo tu fic y como escribes y espero que para la proxima hagas otro fic de B1A4 los amo ^^
y sin nada mas que decir me ire llorando..... esperare el ultimo cap - snif snif-.
Besos!
Jajajaja! No es culpa de nadie! Lo único que ocurre es que todo lo que empieza, acaba.
EliminarMe alegro de que te gustase tanto! Gracias por seguirlo y comentar ♥
Espero que nos sigas en los futuros proyectos~ ;D