Mientras
miraba por la ventanilla del autobús los reflejos de las farolas en los
charcos, recordaba sus palabras una y otra vez. Cada vez dolía más que la
anterior.
- Muchacho,
podrías cerrar la ventana? Es que está empezando a llover...- Una señora me
habló, y yo asentí sin mirarla siquiera, levantando el brazo para cerrar de
forma desganada la ventanilla.
- Gracias.-
la señora me sonrió dulcemente.
- No hay que
darlas.- dirigí mi mirada a las gotas de agua que empezaban a chocarse contra
el cristal de nuevo, dejando un rastro de forma abstracta y dibujando paisajes
sin forma en la ventana. "Llueve de nuevo... parece que el cielo lo hace
para darle dramatismo a la cosa..." suspiré y me levanté cogiendo mi mochila;
ya había llegado a la parada del colegio.