12 de enero de 2014

[JinChan] Beautiful Words. Capítulo 5: Champán.

"Porque el dueño de las lágrimas se está convirtiendo poco a poco en alguien realmente importante para mí... Si es un momento único que tengo muy pocas oportunidades de volver a ver, entonces tengo que atesorarlo, guardarlo en mi memoria para siempre. Porque esas lágrimas han sido muy importantes para mí."... "Sí, y si así fuera? Qué pasaría si me confesase, Gongchan?"

Abrí los ojos y me quedé unos instantes observando al ser peludo que me devolvía la mirada con sus ojos negros y redondos. Sonreí y lo abracé con fuerza, aspirando su aroma al igual que la noche anterior.

- Buenos días, Jinyoung... - Murmuré antes de darle un beso en los morros al oso y levantarme de la cama. Miré por la ventana y mi sonrisa se agrandó inmediatamente. Hacía un día maravilloso, un maravilloso domingo de Mayo. Miré hacia mi cama, donde descansaba el oso con su sonrisa permanente y empecé a recordar todo lo ocurrido el día anterior... La voz de Jinyoung y sus palabras habían estado rebotando en mi cabeza toda la noche, y no me habían molestado en absoluto. Sacudí la cabeza con expresión seria, saqué al oso de mi cama y lo senté en la butaca de mi cuarto, hice la cama y antes de salir en dirección al baño, miré al oso fijamente a los ojos y señalándole con un dedo índice acusador le mascullé un "NO estoy enamorándome de ti, escuchas? NO." La reacción del oso a mi comentario fue irrelevante (por no decir inexistente.)

Me desnudé, me metí en la ducha y dejé que el agua templada trajese con ella recuerdos de ayer y de los últimos días. Mi corazón bailoteaba feliz, mientras mi cerebro le amenazaba con amordazarlo si no se estaba quieto. Recordé sus ojos mirándome con expresión cálida, su sonrisa tímida, el roce de sus manos, suaves y al mismo tiempo ásperas probablemente por el desgaste de las cuerdas de la guitarra, su voz narrándome pausadamente lo que había escrito sobre mí en el libro... Mi estómago se encogió con solo recordarlo.

- Estas son las famosas mariposas en el estómago de las que tanto hablan? - Susurré mientras me acariciaba la mejilla que la noche anterior Jinyoung había acariciado e intentaba poner en orden todo lo que estaba ocurriendo en mi interior. No tuve ningún éxito, cada vez que contemplaba la posibilidad de que quizás, solamente quizás, pudiese estar empezando a sentir algo por mi misterioso y nuevo amigo, mi cerebro lo rechazaba inmediatamente. Enamorarse de un hombre? No tenía nada en contra, pero me negaba rotundamente a que algo así pudiese haberme ocurrido a mí. - Ni hablar.

Salí de la ducha y tomé una de las toallas que ya estaban colgadas en la pared y disponibles para mi uso exclusivo. Lo de vivir una vida de tantos lujos sin habérmela ganado de mi sudor no me acababa de convencer, pero bueno... Tampoco tenía ninguna opción más por el momento.

Me la enrollé alrededor de la cintura y volví a mi cuarto a buscar una muda. Mi mirada se paró sobre la mesa de noche, donde descansaban las cartas que Jinyoung me había enviado anteriormente y un amago de sonrisa se formó en mis labios. Digo amago porque mi estricto cerebro se encargó enseguida de detenerla y encerrarla.

- Debería responderle? - Murmuré mientras abría una caja de cartón y buscaba unos vaqueros y un polo normal y corriente. - Quizás después de ordenar todo esto...

- Buenos días, Gongchan! - Pegué un salto cuando salí de la cocina y me encontré a la señora Kim y a Sebastian tomando un té tranquilamente en mi salón. Los miré confuso con el café en la mano y abrí mucho los ojos esperando una explicación. "Para esto es para lo que guardáis una copia de la llave?"
- Buenos días, señorito Shik. - Sebastian se levantó y me invitó a unirme a ellos. Enarqué una ceja no muy convencido pero finalmente arrastré mis pies hasta allí. - Le apetece un té?
Miré mi taza de café instantáneo y suspiré, asintiendo con la cabeza y dejándola sobre la mesa mientras éste desaparecía en mi cocina.
- Pastas, cielo? - La mujer me tendió una bandejita plateada llena de galletas varias y negué con la cabeza en silencio.
- Ocurre algo? - Pregunté por fin. Me miró sin entender de lo que hablaba. - He hecho algo malo? - Me temía que me fuesen a echar de allí.
- Algo malo? Como qué? - Le dio un sorbo a su té, e inclinó la cabeza suavemente con expresión confusa.
- No lo sé... Es que como están aquí ambos esperándome... Pensé que... - La señora me interrumpió con una carcajada aguda.
- Con lo lindo que eres, qué mal podrías hacer? Aigoo... - Engulló una pasta justo cuando Sebastian llegaba con mi taza de té. Le sonreí como agradecimiento y me devolvió la sonrisa.
- Entonces... No quiero parecer grosero pero... Qué hacen aquí?
- No es grosería, cielo, es normal que te preocupes dado que esta es tu casa ahora! - La señora Kim miró a Sebastian y este asintió a sus palabras mostrándoles su apoyo.
- Entonces... - Repetí, a la espera de una explicación.
- Todo bien? - Me mandó una sonrisa alegre y yo casi me atraganto con el té. Esto era absurdo. - Tienes todo a tu gusto? La decoración está bien? Las toallas son suaves? Funciona bien el calentador? La calefacción? Los grifos? El microondas? - La miré, incrédulo.
- La casa es preciosa, señora Kim. - Ella sonrió, feliz. - Las toallas estupendas, el calentador maravilloso, la calefacción no lo sé puesto que estamos en Mayo... - Suspiré, armándome de paciencia e intentando no echarme a reír por la absurdez de la situación. - Pero podría apostar a que también funciona de perlas, al igual que todo lo de la casa.

Miré a Sebastian y juraría que se estaba aguantando la risa.

- Me alegro de escuchar todo esto, Channie! - De nuevo, casi me atraganto con el té. "Channie!?" - Puedo llamarte Channie, cierto? Qué bien! - No espero ni a mi respuesta mientras engullía otra pasta. Suspiré y me encogí de hombros. No me llamaban eso desde el parvulario. - Ah! Casi se me olvida! - Después de un larguísimo interrogatorio sobre mi comodidad, el color de los suelos, la intensidad de las bombillas, las texturas de las paredes y mi opinión detallada respecto a estos, cuando ya estaban a punto de irse (por fin...), la señora volvió a tomar asiento con su alegría característica. Era de mañana y yo ya me sentía agotado. - Al final quieres usar la lavandería o prefieres que te instalemos una lavadora? Podemos hacerlo sin problema, solamente hay que sacarla de otro piso y subirla.
- Lo que cause menos molestias, señora Kim. - Respondí educadamente. La verdad es que si me hubiesen dicho que tendría que lavar la ropa en la bañera a cambio de asegurarme que se iría en este momento... Habría firmado sin dudarlo.
- No cielo, lo que te cause menos molestias a ti! La lavandería está en el sótano, pero la lavadora podrías tenerla en casa a tu entera disposición.
- Bueno, pues entonces prefiero tener una, si no es molestia. - Asintió sonriente y miró a Sebastian, que tomó su número de teléfono y se disculpó para hacer una llamada. - Muy bien. Mañana vendrán a instalártela entonces.

Se levantó y se dirigió hacia el ascensor a pasitos rápidos y cortos por culpa de su entubada falda y los tacones. Entonces, recordé que Jinyoung la conocía desde hace tiempo.

- Espere, señora Kim, puede dedicarme unos segundos más? - Se giró hacia mí con su sonrisa permanente en el rostro y asintió. Hubo algo en sus ojos que me resultó familiar, pero lo ignoré. - Cuánto hace que conoce a Jinyoung?
Mi pregunta pareció sorprenderla. - A Jinyoung? - Asentí. - Pues desde que era un ratón! Su abuelo y yo éramos muy amigos y cuando sus papás tuvieron ese accidente fatal, su abuelo se encargó de él y yo le ayudaba a veces. Después, cuando creció y se convirtió en ese muchachote hermoso que es ahora, vino a mi casa para estudiar en la ciudad.
- Accidente fatal? - Escuchaba atentamente sus palabras. Ella asintió.
- Sus padres fallecieron en un accidente de tráfico hace cinco años. Él ya era mayor, tenía 17 entonces, y se vino a mi casa para empezar la universidad. Siempre fue muy rarito, pero después de lo de sus papás... Pobre muchacho... - Suspiró, negando con la cabeza.
- No lo sabía... - Murmuré.
- No te lo había contado? Huy... Quizás no debería haberlo hecho yo! - Atisbé un poco de pánico en sus ojos. - No le digas nada, vale? - Asentí y ella se giró en dirección al ascensor de nuevo.
- Espere! - Me miró. - Una última cosa... Se me han borrado todos los números de teléfono del móvil... Podría usted darme el móvil de Jinyoung? - Asintió con una sonrisa y le indicó a Sebastian que me lo diese. En unos segundos, ya lo tenía en mi poder, a pesar de haberlo obtenido con una mentira.
- Esta tecnología... Yo por eso no tengo móvil! Prefiero usar la cabeza! Esa nunca falla! - Se metió en el ascensor y aún cuando se cerraron las puertas podía escuchar su voz alegre quejándose de que los jóvenes dependían de la tecnología para todo. Sonreí con cariño.

Me apresuré a guardar el número de teléfono cuando escuché que el ascensor se ponía en marcha. Bajaba desde el piso treinta y cinco hasta el sótano. "Trabajará su nieto hoy?"
Tenía curiosidad por saber qué clase de persona sería. "Como sea igual que su abuela..." Reí con solo pensarlo. Miré la bandeja llena de migas de galletas y tazas vacías que me habían dejado en el salón y suspiré. Ahora que tenía una casa decente, quería mantenerla como si fuese de revista, así que tomé la bandeja y me dirigí a la cocina. La dejé en el fregadero y abrí el grifo, observando el agua correr. Recordé los peces de ayer y cómo Jinyoung había ganado a Jinyoung Oso. Antes de darme cuenta, volvía a estar sonriendo. Fregué los platos y cuando acabé me di cuenta de que tenía un lavavajillas. Suspiré frustrado y me fui a mi cuarto a ordenar todas las cajas. No era mucho, pero había que hacerlo al fin y al cabo.

- Qué depresión... - Sonreí frustrado al observar a mis tres solitarias cajas encima de mi cama. Ninguna estaba llena del todo. - Qué herencia les voy a dejar a mis hijos? - Murmuré sentándome en la cama y encontrándome de nuevo con la mirada compasiva de Osito Jinyoung. - Quedarás tú como única herencia, no? - Le sonreí y el osito me reconfortó con su sonrisa dibujada permanente.

Abrí el inmenso armario y coloqué en un estante mis cuatro pantalones, siete camisetas de manga corta en el estante de abajo, dos camisas de manga larga colgadas, dos jerséis también colgados y en los cajones la ropa interior y calcetines. El uniforma lo colgué también en una percha y los zapatos en el suelo del armario. "Listo..." No me había llevado ni quince minutos. Tenía una pared llena de armarios para ocupar solamente la mitad de uno. Suspiré y cogí las cajas para distribuir lo poco que quedaba por el resto de la casa. En la cocina dejé mi tartera para el ramen, mi sartén y mis dos vasos. No eran necesarias, puesto que la cocina ya estaba equipada, pero bueno... A mí me hacía ilusión. En el salón dejé mis revistas y la foto de Eunsol con mi abuela, y en mi cuarto, encima de la mesilla, la de mi familia entera. Les sonreí con cariño antes de ir al estudio y dejar ahí mi mochila y mi material.

- Solo queda el baño... - Susurré entrando en este y dejando en la estantería del baño mi bote de champú y mi bote de gel. Al lado del lavabo dejé mi cepillo de dientes y el peine. Eso era todo. No me complicaba demasiado la vida.

"Y ahora qué hago...?" Pensé mientras me tiraba en el inmenso sofá del salón y miraba al techo. Mi mirada cayó entonces en la foto de mi abuela con Eunsol y sonreí. Me levanté, tomé el móvil y marqué el número.

- Diga? - Esa familiar e infantil voz sonó al otro lado del teléfono, sacándome una inmensa sonrisa.
- Quién soy? - Me aguanté la risa.
- Oppa! - Reí y la alegría inundó mi interior. Mi pequeña Eunsol...
- Omo! Eunsol? Qué haces en casa? Y el cole?
- Hoy es domingo, Oppa! No tengo cole! Qué tonto eres... - Rió y yo reí con ella.
- Es cierto, Oppa es un tonto olvidadizo, verdad?
- Sí!
- El énfasis en esas palabras sobra, gracias... - Reí de nuevo. - Qué tal todo, princesa?
- Muy bien! Sabes qué? Ya sé leer rápido! Y la profesora siempre me dice que aprendo muy rápido y que soy muy lista!
- Estoy orgulloso! Aunque yo ya sabía que eras la más lista del mundo mundial!
- Oppa ya lo sabía? - Reí.
- Claro! Eres mi hermanita! Si Oppa es el más listo del mundo, tú tienes que ser la más lista! Son puras matemáticas!
- Eso son matemáticas? Pues yo no aprendo eso! - Me encantaba confundirla... A mi pequeña Einstein.
- Pues ya iré yo a quejarme a tu profe, no te preocupes. - Observaba la foto con cariño.
- Omo! Oppa! Vas a venir? Cuándo? Pronto? Mañana? - Ya la había cagado... Como siempre.
- No lo sé, princesa... Pero intentaré ir lo antes posible. - Suspiré y la escuché suspirar también al otro lado del teléfono.
- No vas a venir pronto, verdad? - Era lista, muy lista... Demasiado. - No pasa nada Oppa, sé que vendrás cuando puedas. Eunsol confía en ti! - La escuchaba hablar con alegría fingida, pero la decepción se plasmaba claramente en su voz.
- Lo siento mucho, Eunsol... De verdad. Oppa irá lo antes posibles, te lo prometo. - Creo que escuché un sollozo al otro lado del teléfono, un sollozo que me rompió el alma.
- Te paso con la abuela, Oppa... Te quiero!
- Yo también te quiero, princesa... - Mi abuela tomó el auricular.
- Chan?
- Hola abuela, qué tal estás?
- Estupenda, como siempre! - Rió. - No te preocupes por Eunsol... Es normal que te extrañe, pero ella lo entiende. Es muy inteligente.
- Se puso a llorar...
- Pues igual que tú! - Sonreí y me sequé las lágrimas. Mi abuela siempre se daba cuenta de las cosas antes que yo mismo. - Te va todo bien?
- De perlas. - Me restregué los ojos con un pañuelo y sonreí. - Me he mudado, sabes? A un piso precioso y más barato que el otro.
- Sí? Qué bien! - Asentí.
- Y he conocido a alguien nuevo... Es muy buena persona y se porta genial conmigo...
- Omo! Tienes novia? A Eunsol no le va a hacer ninguna gracia... - Reí.
- No! No es una mujer, es un hombre.
- Estás saliendo con un hombre!?
- Qué? NO! De dónde has sacado tú que esté saliendo con él? - Mi abuela se echó a reír.
- Vale, vale... No te pongas así! Era broma, hombre... - Suspiré y me tumbé en el sofá. - Entonces tu nuevo amigo se porta bien contigo?
- Es muy atento... Ayer me llevó a un festival y ganó un peluche para mí... También fue él el que me enseñó esta casa nueva y el que me ayudó en el bar cuando me dejaban solo...
- Dios mío... Te gusta!
- ABUELA! NO!
- Gongchan, pareces tu madre de adolescente! - Mi abuela rió. - Oye, a mi no me importa qué sea, no me importa mientras sea bueno contigo, me oyes?
- No me gusta, abuela.
- Lo que tú digas, cariño. Te creo.
- No me des la razón como a los locos!
- Vale, cariño, lo que tú digas... - Mi abuela rió y yo suspiré frustrado. - Cómo se llama?
- Jung Jinyoung... - Mi abuela se quedó muda al otro lado del auricular. - Abuela?
- Jung? No sabes de donde son, no?
- Ni idea... De Seúl no son... Pasa algo?
- No, nada, cielo... Cosas de la edad supongo. - Rió. - Tengo que ir a hacer la comida, hablamos otro día, sí?
- Está bien, abuela... Te quiero!
- Te quiero, cielo!

Y colgamos. No le di más importancia a su reacción al nombre de Jinyoung. Seguro que estaba pensando en todas las familias a las que conocía para intentar identificarlo.

Después de echar una pequeña siesta y despertarme al sentir el estómago reclamando alimento, me levanté y me preparé un ramen rápido.

- Me voy a poner como una pelota... - Murmuré mirándome de perfil en el espejo con la camiseta subida. Mi tripa estaba completamente plana, pero bueno... No la alimentación más saludable ni de lejos. Devoré mi cuenco y abrí la nevera en busca de algo más, pero estaba vacía. Recordaba que Jinyoung me había dicho que la señora Kim se encargaba de la comida, pero ya me parecía demasiado lo de pasarle la lista de la compra.

- Debería ir al supermercado? - Murmuré cerrando la nevera y calculando mi presupuesto. - Si compro comida no me va a llegar para el metro, pero siempre puedo ir andando...
Miré el interior de mi cartera con tristeza y suspiré. "Me tocará ir andando entonces..."

En mi cuarto cogí un par de zapatos y me los puse, encontrándome de nuevo con el oso. Me senté en la cama y le observé, sintiendo de nuevo eso en el estómago. Miré mi móvil y de nuevo al oso.

- Debería... Invitarle a venir? Al fin y al cabo me consiguió él el piso... - El oso no me respondió, pero su sonrisa me animó. Tomé el móvil y me quedé mirando su nombre en la lista de contactos. Por qué estaba tan nervioso? Había hablado con él un millón de veces! "Aunque nunca por teléfono..." Y si me preguntaba cómo había conseguido su teléfono? Podría meter en un compromiso a la señora Kim...

- Diga? - Su voz me hizo dar un respingo. Había marcado sin darme cuenta? Estupendo... - Hola?
- ... Hola. - Escuché silencio al otro lado de la línea. - Esto... Sabes quién soy?
La tensión se rompió un poco cuando le escuché reír al otro lado de la línea. - Cómo no iba a saberlo? Gongchan, reconocería tu voz en cualquier parte.
Me miré en el espejo de la puerta del armario y observé mi rostro rojo como un tomate y mi sonrisa estúpida. Qué narices me estaba pasando?
- Esto... Yo... Me he mudado oficialmente y...
- Oh! En serio? Genial! Te va a encantar!
- Sí... Y... Yo... - Nada. Las palabras no querían salir seguidas. Me sentía estúpido.
- No me vas a invitar? No vas a hacer fiesta de inauguración?
- Eh? - Se me había adelantado. - Claro... Te llamaba para eso... Por si querías venir a verla y tal... Aunque si no quieres lo entendería! No quiero forzarte ni nada... - Rió de nuevo al otro lado de la línea.
- Me encantaría... - Susurró y otra sonrisa nació en mi rostro. - Dime una hora y allí estaré.
Miré el reloj. Eran las tres de la tarde y aún tenía que ir a la compra... "Y arreglarme..."
- A las 7 te va bien?
- Me va perfecto. Llevo algo?
- No, no te preocupes! Y me encargo!
- Vale, llevaré algo de todos modos. - Rió y reí también.
- Como quieras entonces... Nos vemos entonces a las siete.
- Lo estoy deseando, Gongchan.
Y colgó. Me quedé embobado mirándome en el espejo mientras escuchaba los latidos de mi corazón rebotando por toda mi cabeza.
- Y... Y yo... - Susurré a nadie.

En cuanto me recompuse, me calcé y salí por la puerta en dirección al supermercado más cercano. Creía recordar que ayer en el taxi había visto alguno no muy lejos, y no me equivocaba, pues después de caminar unos quince minutos me topé con uno bastante grande.

- Qué le gustará? - Susurré mientras empujaba un carrito por los pasillos. - Nada de carne, eso fijo. - Decidí simplemente coger pasta para la cena, con verduras salteadas y de postre algo de la zona de congelados. Helado? A todo el mundo le gusta el helado...

Cogí además varios snacks para mí, zumos y yogures. Todo de oferta, por supuesto. Metí un par de cartones de leche en el carrito y me dispuse a pagar. Me dolió en el alma deshacerme de mi dinero aunque fuese para comer... Ahora sí que, oficialmente, no tenía ni un duro. Suspiré y cargué las bolsas hasta llegar a casa y dejarlas sobre la encimera. Comencé a ordenarlo todo mientras el agua de la olla no empezaba a hervir.

- Mierda... - Mascullé. - No he comprado arroz. - Miré con recelo a las bolsas de patatas, pensando que con lo que me gasté en ellas tendría kilos de arroz para un mes. Hice un puchero y metí las verduras en la nevera junto a los yogures y la leche. - Tampoco compré huevos... Aish... - Suspiré y me senté en el suelo con la cabeza gacha. - Soy un desastre.

Me incorporé cuando escuché a la olla pitar y eché la pasta dentro. Por otro lado puse a calentar la sartén mientras intentaba conservar todos mis dedos cortando las verduras. Lo conseguí sin daños irreparables. Me puse una tirita en el único dedo que había acabado dañado y maldije al cuchillo mientras me lo chupaba y me quejaba por el escozor.

Puse las verduras a la plancha, añadí salsa de tomate a la pasta y luego lo mezclé todo. No había sido tan difícil... Mi objetivo para la próxima vez que viniese a cenar sería no tener que llevar tirita. "La próxima vez que venga...? Acaso ya estoy pensando en la próxima?" Mis pensamientos me sorprendieron a mí mismo. Metí la comida en el horno para que no se enfriase y me fui corriendo a mi cuarto. Tenía media hora para arreglarme.

- Un momento... - Frené en seco, resbalando con el parqué y cayendo por suerte encima de la alfombra de mi cuarto. - Por qué narices tengo que arreglarme!? Viene un amigo a cenar! Con lavarme la cara debería de ser suficiente!

Y ahí estaba yo, filosofando sobre mis razones estéticas, tirado en el suelo en una postura muy poco cómoda y riñéndole al oso sin ningún motivo en particular.

Al final, decidí que como mínimo debería cambiarme de ropa y no ir apestando a salsa de tomate por ahí... Solamente para que la casa no oliese, no por nada más! "Solo es por la casa! ... Por la casa..."
Antes de darme cuenta estaba de nuevo en la ducha, frotándome tan fuerte por la obsesión del olor que mi cuerpo estaba tan rojo que parecía el cangrejo de La Sirenita. Salí de la ducha, me sequé el cuerpo a mil por hora y abrí mi armario. Un polo blanco no sería buena idea... Si me manchaba, la camiseta se encargaría de recordármelo toda la noche, así que opté por una camiseta de manga corta negra y los pantalones vaqueros oscuros. El calzado no me preocupaba... En casa se andaba en zapatillas de toda la vida! "Cierto! Zapatillas!"

Busqué por toda la casa un par para colocarlo delante del recibidor del ascensor para que él se las pusiese al llegar y que se sintiese cómodo. "Le gustarán estas? ... Un momento... No es que le tengan que gustar! Es lo que hay!" Mi cerebro se pasaba el día discutiendo consigo mismo. Me desesperaba.
Me miré en el espejo entonces. Tenía el pelo empapado y desordenado. Jamás en mi vida me había preocupado por tenerlo de una forma u otra... Así que... Avancé al baño y busqué un secador por todos los muebles. "Bingo!" Lo puse a funcionar y con ayuda del peine empecé a peinarlo. Lo había visto varias veces en la televisión y no parecía muy difícil. Me equivoqué. Observé el resultado, similar a uno de los personajes de la serie de Dragon Ball, y decidí que jamás volvería a tomarme en broma el trabajo de los peluqueros. Lo humedecí de nuevo hasta que quedó decente y suspiré, dándome cuenta entonces de que era la primera vez que pasaba más de veinte minutos delante de un espejo.
El timbre sonó y una sonrisa nació en mi cara junto a un nudo en el estómago.

Me dirigí al telefonillo y le observé unos segundos en silencio desde la pantalla. "Ayer era tan guapo?" Me arrepentí en seguida de ese pensamiento y le abrí la puerta. El ascensor indicó que alguien subía y me toqueteé el pelo nervioso. "Por el amor de Dios, Gongchan, qué narices te pasa?" Me despeiné con rabia justo cuando la campanita sonó. Abrí la puerta y ambos nos dedicamos una sonrisa cordial.

- Bienvenido... - Murmuré. Él amplió su sonrisa y asintió, pasando al interior.
- Es preciosa! - Dijo mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba del perchero. - Cuando yo me mudé por primera vez no era así... Bueno, al menos la mía.
- Sí? Cómo era? - Le observaba atentamente mientras hablaba y sus ojos recorrían la estancia. Tenía unas facciones envidiables...
- Más pequeña, y no tan bien decorada. - Sonrió y me miró mientras se calzaba las zapatillas y le acompañaba hasta el salón. - Ya te has instalado? - Preguntó mientras miraba a su alrededor. Asentí.
- No tardé nada... Tampoco tenía mucho que instalar. - Reí avergonzado. Jinyoung rió y se acercó a mí, haciendo que mi respiración se detuviese por unos segundos. Alargó la mano hasta mi cabeza y con sus largos dedos, ordenó mi pelo en silencio. Luego me miró y tras dedicarme una sonrisa dulce, se sentó en el sofá. Le acompañé, recuperando el aliento.
- Te apetece tomar algo? Café? Té? - Sonrió y negó con la cabeza, mostrándome una bolsa dorada que traía con él y en la que hasta el momento no había reparado.
- Te gusta el champán? - Le miré sorprendido y él sonrió, sacando de la bolsa una botella de aspecto lujoso y dos copas que venían metidas en una caja aterciopelada de color azul. Le miré con admiración, y él rió al ver mi expresión. - Traje copas porque pensé que aún no te habrías instalado y no te iba a hacer sacarlas de las cajas.
- Tampoco tengo copas... - Murmuré sin quitarle los ojos de encima a la botella. Juraría que era de oro si no fuese imposible.
- Eh? Decías algo? - Negué con la cabeza mientras observaba cómo sus ágiles y largos dedos intentaban abrirla. - Oh! Mierda! - En cuanto el tapón salió disparado , también empezó a salir disparada la espuma, incesante, como un volcán que me dejó perdido el salón. Jinyoung me miraba, preocupado, y yo le miraba a él.
- Lo siento mucho... - Dijo mientras salía disparado a la cocina a buscar algo con lo que limpiar el desastre. Yo observé la espuma, luego la botella, después el charco del suelo y por último, a Jinyoung que venía con el pelo alborotado, corriendo con un trapo en la mano, y no pude evitar echarme a reír ante su sorpresa. Él me observó unos segundos antes de acompañarme en mi risa.
- No te preocupes, yo lo limpio. - Le quité el trapo mientras me secaba las lágrimas de la risa. Jinyoung me sonrió y asintió.
- Por suerte no me he cargado la alfombra... - Dijo mientras yo pasaba la fregona. Asentí aguantándome la risa.
- Te habría obligado a pagarla. - Le espeté. Me miró sorprendido y sonrió.
- Tampoco te habría dejado no dejarme pagarla. - Reí y él me observó sin borrar esa sonrisa impecable. Me quedé unos instantes eternos observándole, hasta que mi cerebro hizo "clic" y bajé la mirada, escabulléndome a la cocina y notando sus ojos clavados en mi espalda.

- Estás bien? - No sé cuánto tiempo llevaba sentado en la encimera intentando explicarme por qué narices no podía parar de mirarle, pero cuando irrumpió en la cocina con una copa en cada mano, no ayudó mucho. Le observé el pelo y, no sé por qué, mi mano se elevó hasta su cabeza, peinándole con cuidado. Él me miró y me sonrió, creando automáticamente un nudo en mi garganta. - Gracias... Ten. - Me tendió la copa y la tomé intentando con todas mis fuerzas no rozar su mano. FAIL. Una corriente eléctrica me atravesó entero en cuanto sus dedos rozaron los míos. Solo fue un segundo, pero a cámara lenta. Podía notar mi rostro arder y que sus ojos se clavasen en mí no hacía más que empeorar la situación. Entonces, mis ojos se dirigieron a sus labios, que estaban ocupados entreabriéndose para dejar paso al champán a través de la copa. "Hipnotizador..."

Volvimos al salón y Jinyoung se esforzaba en hacerme hablar. Me preguntó sobre los estudios y sobre qué quería hacer en el futuro. También hablamos sobre él, sus estudios, su libro y su trabajo como compositor.
- Cuándo empezaste a componer? - Me sentía con más valor y más cómodo. El afecto del alcohol es maravilloso.
- Cuando tenía diez años más o menos... Todavía tomaba clases, pero me gustaba improvisar. No quiero dedicarme exclusivamente a eso, ni mucho menos, pero ayuda a pagar las facturas.
- Ya veo, ya! - Dije señalando la inmensa botella que parecía no acabarse nunca. - Es de oro?
Rió. - Cómo va a ser de oro? No soy rico, si es lo que insinúas, solo vivo bien con lo que yo mismo gano. Me esfuerzo y da sus frutos.
- Aaaam... Interesante. - Sonreí. - Pues yo no tengo ni un duro. Me he gastado todo lo que me quedaba en la cena de hoy...
- Has hecho cena? - Parecía sorprendido y asentí. Sonrió. - Vaya... Muchas gracias!
- No garantizo su sabor... - Reí. - No he cocinado en mi vida nada más que arroz y ramen, así que...
- Seguro que está delicioso.
- Si no llamamos a una ambulancia, no te preocupes. - Ambos reímos mientras servíamos otra copa.

- Oh! La carta! - Me levanté de golpe y le miré. Empezaba a estar un poco... Borracho? Sí, creo que sí, pero no me importaba, por lo menos así podría llevar una conversación aunque no fuese muy cuerda.
- Qué le pasa a la carta?
- Que no te he contestado! - Me senté a su lado en el sofá y me sonrió divertido. Le devolví la sonrisa.
- Aquí hay alguien que no está acostumbrado a beber... Deberíamos haber cenado primero... - Dijo girándose hacia mí.
- Te voy a contestar como tú me contestaste a mí, vale? - Sonrió y se encogió de hombros.
- Como tú quieras.
- Espera! - Me levanté a duras penas y fui hasta la habitación en lo que yo recuerdo una línea perfectamente lenta pero que probablemente no lo fuese tanto. Cogí a Jinyoung Osito y volví al sofá, abrazándolo y mirándole. Jinyoung sonrió y acarició la cabeza del inmenso animal de peluche.
- Tengo muy buena memoria, así que recuerdo perfectamente todo lo que me dijiste, sabes? - Me miraba divertido y asintió.
- Muy bien entonces. Estoy preparado.
Me acomodé, apoyando la cabeza en la del oso y empecé a parlotear.
- Mmmm... Estabas de acuerdo conmigo en la necesidad de no presentarnos más... Y aún tiene menos lógico hacerlo cuando estamos en persona, así que... Apruebo esa decisión. No nos presentaremos más.
- Muy bien. - Me puse un dedo en los labios, indicándole que se callase como me lo había hecho él la noche anterior. "Venganza..." Bajó la mirada, sonriendo mientras negaba con la cabeza y suspiró, resignándose.
- Yo sigo pensando que eres un cotilla entrometido, pero no molestas, tranquilo. Se siente bien pensar que hay alguien que se molesta en saber qué pasa en tu vida... Ah! Y sí que puedo ser amenazante! Cuando me enfado doy mucho miedo, hasta a mí mismo... - Jinyoung rió. - Va en serio! Ojalá no lo tengas que ver nunca!
- Vale, vale, te creeré entonces. - Le volví a indicar que guardase silencio y continué con mi vergonzosa actuación después de, como no, darle un trago más a la copa.
- Me da vergüenza llorar delante de la gente porque no me gusta que se sepa lo que me pasa, tan abiertamente... Es como desnudarse... Igual que una persona no puede desnudarse delante de mucha gente, yo no puedo llorar. - Suspiré, abrazando al peluche con más fuerza. - Yo... Después de escuchar lo que escribiste sobre mí en tu libro... También estoy satisfecho con el resultado y me pareció absolutamente hermoso lo que dijiste... Jamás nadie había dicho nada así, ni lejanamente parecido, sobre mí... Gracias. - Le sonreí con ternura y me devolvió la sonrisa. - Estaría dispuesto a ponerte una orden de alejamiento siempre que lo considera necesario, por supuesto que sí! Además, es gratis, así que es algo que me puedo permitir... - Rió levemente y puso una expresión de preocupación fingida que también me sacó una sonrisa a mí. - Ahora llegan mis preguntas... Para empezar, por qué me estoy convirtiendo en alguien tan importante para ti? Apenas me conoces, y aún así, sabes cosas de mí y yo no sé nada de ti. No es justo... - Hice un puchero que le sacó una sonrisa suave e iba a abrir la boca para hablar, pero le interrumpí. - Y sobre la confesión... Eso quiero saber también yo... Qué pasaría si fuese de verdad? No entiendo nada... - Aquí fue donde realmente me di cuenta de que estaba borracho, mi boca hablaba y hablaba, y a pesar de que la poca razón sobria que me quedaba intentó evitarlo, ésta no paraba de moverse. - Por qué me sentí tan mal cuando dijiste que era broma? Por qué estoy nervioso ahora mismo, cuando me miras así? Por qué siento un nudo permanente en la garganta y el estómago extraño?

Jinyoung parecía sorprendido por mis palabras. Bajé la mirada, avergonzado y hundí mi rostro entre mis manos. "Hace calor..."

- Por qué no puedo pensar con claridad cuando te tengo a mi lado? Y por qué todo lo que veo al cerrar los ojos es tu rostro sonriente? - Alcé la mirada, encontrándome con su rostro preocupado pero sereno al mismo tiempo. - Por qué?
- Puedo hablar ya? - Dijo en voz bajita. Asentí, sintiendo como la temperatura de mi cuerpo subía y subía sin parar. Estaba incluso sudando. Suspiró y sonrió con suavidad. - Primero, he de decirte que me encantan tus palabras... Las adoro... Me gustan tanto que podría hasta besarte. - Abrí los ojos como platos al escucharle. Él rió. Parecía realmente feliz y yo no entendía por qué. - Es decir... - Carraspeó un poco, recuperando un poco de su calma característica. - Podría pero... Es decir... Que me gustaría pero... No, a ver... Qué estoy diciendo? - Se revolvió el pelo de nuevo ante mi atónita mirada. Dejó la copa en la mesa y suspiró profundamente con la mirada baja. Levantó la mirada, de nuevo sonriendo, y con los ojos brillantes me miró directamente. Mi respiración se aceleró y mi corazón saldría disparado por mi boca de un momento a otro.

- Jinyoung... - Murmuré. Me sentía borracho pero al mismo tiempo podía pensar con claridad. Qué me estaba pasando? - Puedes... Puedes responder a mis preguntas?
Él sonrió más ampliamente. - Puedo... Puedo ayudarte a que tú mismo encuentres la respuesta si es eso lo que quieres... - Juraría que su respiración también se había acelerado. - Debo hacerlo? - Asentí en mi inconsciencia y él asintió. El espacio que había entre nosotros ya no era mucho. Estábamos sentados cara a cara con las piernas cruzadas, observándonos atentamente y... No sé bien cómo explicarlo pero... Como si nos estuviesen empujando a ambos hacia el otro. Como si fuésemos polos opuestos que se atraen... Si no nos sosteníamos con fuerza acabaríamos rompiendo la distancia y... Bueno... Uniéndonos. Por eso era por lo que yo tenía todo el cuerpo en tensión.

Jinyoung se incorporó del sofá, y con tan solo dos pasos se acercó hasta mi sitio, se arrodilló y apartó el flequillo de mi frente, haciendo que le mirase a los ojos directamente. No me dijo nada, no dije nada, simplemente cerró los ojos y yo inconscientemente le imité. Entonces acercó su rostro al mío hasta que pude sentir su aliento sobre mis labios y, en ese momento, en ese preciso instante, me besó. Mi primer beso. Mi corazón latía a un ritmo tan alto que creí que me daría una taquicardia. Sus labios eran suaves, muy suaves, y se amoldaban a los míos perfectamente sin separarse ni siquiera para respirar. Se sentó a mi lado sin separarse de mí, los imanes se habían unido y ahora ya era tarde... Suspiré, entreabriendo mis labios en busca de algo de aire, y él me dio el suyo, mezclando nuestros alientos, nuestros suspiros... Finalmente, se separó de mí antes de atrapar mi labio inferior entre los suyos con suavidad, relamiéndose lentamente justo después de separarnos. Abrí los ojos, observándole atónito. Teníamos los labios enrojecidos, los ojos brillantes y la respiración agitada, tanto él como yo.

Ninguno sabía que decir, simplemente nos miramos. En mi cerebro entonces dos cables se cruzaron, algo ocurrió, llamémosle cortocircuito o simplemente pérdida total de la cordura, pero me levanté y, en absoluto silencio, tiré de su manga para que se levantase también. Obedeció en silencio y continué tirando de él, sin dejar de mirarnos a los ojos en ningún momento, hasta que nos encontramos ambos en mi dormitorio. Jinyoung me miraba con un brillo en sus ojos extraño, uno que no había visto antes, y yo le devolvía la mirada. No sabía qué estaba haciendo allí, simplemente ocurrió.

Me acerqué a él muy despacio, poniéndome de puntillas para alcanzar sus labios y agarré su camiseta con timidez. No me atrevía a subir los brazos hasta su cuello, pero él rodeó mi cintura suavemente, acercándome aún más a su cuerpo y correspondió a mi beso inmediatamente. Todo era lento, muy lento, muy dulce y muy suave. Jinyoung avanzó un paso, haciéndome caer sobre el colchón y él encima de mí pero no me hizo daño, al contrario... era toda la proximidad que creía necesitar, pero aún así no me sentía satisfecho.

Ninguno de los dos decía nada, el silencio solamente era roto por nuestros suspiros y respiraciones aceleradas. Finalmente, subí mis brazos hasta su cuello, rodeándolo y atrayéndole más hacia mí, lo necesitaba más cerca, más aún, más intenso, más dentro.

Noté sus manos colarse por debajo de mi camiseta lentamente, era tan lento que desesperaba, y yo me retorcía debajo de él, rogando en silencio pero a gritos que necesitaba más. Mantenía mis ojos cerrados y ahogué un sonoro gemido cuando noté sus labios bajar hasta mi cuello, recorriéndolo y hundiéndose en él. Sus labios, su lengua, su saliva... Eran exquisitos. Se alejó de mí unos instantes y se quitó la camiseta. Entonces, abrí los ojos para encontrarme con el mejor espectáculo que jamás había presenciado. Una piel blanca como la leche, y perfecta, cubrían un torso delgado y sus músculos levemente marcados. Tomó una de mis manos y me indicó con tan solo una mirada que él también quería atención. Le atraje hacia mí con mis manos antes de volver a perdernos en un mar de besos y caricias, ahora de ambos al otro, y de suspiros secretos que a veces no se podían ocultar.

Jinyoung me quitó los pantalones y él se quitó los suyos. Sentí un gran alivio en mi entrepierna, que chillaba de dolor encerrada en los vaqueros. Los roces casuales acabaron por no serlo tanto, ya eran descarados mientras los besos subían de nivel y las caricias desencadenaban en otras cada vez más prohibidas.

Sentí su mano colarse por debajo de mi ropa interior antes de que un gemido sonoro saliese de mi garganta. Eché la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda y disfrutando de sus caricias perfectas a lo largo de toda mi extensión. Si lo de antes era exquisito, esto no tenía nombre. Jinyoung repartía besos y mordiscos suaves por todo mi cuerpo mientras yo me retorcía de placer y de desesperación porque cada vez que sentía que estaba a punto, Jinyoung se detenía.

Entonces, separó mis piernas y se acomodó entre ellas. Abrí los ojos, encontrándome su rostro cerca, muy cerca, sonrojado y sudoroso. Me mordí el labio con solo verle. Era lo más excitante que había visto en mi vida. Ese brillo en sus ojos había subido de intensidad y llegó a ocupar sus ojos enteros cuando se lamió tres dedos y los noté introducirse uno por uno, muy despacio, en mi interior. "Me está preparando para evitarme dolor..." Me recordó mi cerebro cuando mi inseguridad estuvo a punto de hacerme salir huyendo por patas de ahí. Pero no podía moverme. Sentía un dolor punzante, pero al mismo tiempo un placer infinito con solo mirarle. Él repartía besos y lametones por todo mi cuello, acompañados de más mordiscos que desencadenaban en un gemido. Antes de que me diese siquiera cuenta, Jinyoung estaba luchando por introducirse en mi interior. Cerré los ojos con fuerza al sentirlo, pero pronto me relajé. No dolía tanto como yo pensaba. Noté una caricia suave en mi mejilla y abrí los ojos lentamente, encontrándome de nuevo con su rostro, pero esta vez era distinto... Me sonreía con ternura y me sentí... querido. Sí, querido y cuidado. Me sentía a salvo entre sus brazos. De pronto me entraron unas ganas espantosas de llorar, pero me aguanté y abrí los brazos para recibirle entre ellos con un beso, un beso muy dulce, muy profundo, un beso que desencadenó que su cadera empezase a moverse igual de despacio, al compás de nuestras lenguas, y que me estaba volviendo loco. Mi respiración volvió a acelerarse, al igual que sus embestidas, que empezaron a subir de intensidad hasta que, literalmente, me hacían gritar. Jamás creí que esto se fuese a sentir así... Mis intentos en solitario de época adolescente no se parecían ni de lejos, esto era simplemente indescriptible. El cielo. El paraíso. A veces Jinyoung se movía de una forma que tocaba algo en mi interior cuya existencia desconocía completamente y que me hacía retorcerme y gritar por más. Jinyoung me lo daba y así creábamos un círculo eterno de placer. Sus gemidos resonaban en mis labios, sus gruñidos guturales y sus suspiros.

Su sudor caía en gotas sobre el mío, mezclándose y creando una mezcla magnífica y transparente. Se movía dentro y fuera, cien veces, mil, incluso un millón, hasta que finalmente yo noté un cosquilleo bajar por la zona de mi abdomen y desencadenarse en un orgasmo infinito en el que pronto me acompañó él.
Se dejó caer encima de mí arrancándome un gemido suave cuando salió de mi interior con un movimiento de cadera.

Ninguno dijo nada, era imposible, no teníamos las fuerzas suficientes... Y lo siguiente que recuerdo es despertarme a las diez de la mañana siguiente, con Jinyoung durmiendo a mi lado, ambos manchados de semen junto a las sábanas desordenadas.

Le miré con los ojos como platos, luego me miré a mi mismo en el espejo, lleno de marcas rojas y el pelo completamente desordenado, y luego volver a mirarle a él.

- Dios mío... - Susurré mientras me tapaba como podía con las sábanas. - Qué he hecho!?

- FIN- 


6 comentarios:

  1. DIOS MIOOOOOOOO ESTE ES EL CLASE DE LEMMON QUE AMO!! no ese sucio y barato! NO ESTE ES GLORIOSO Y BIEN HECHO!! Y YO ME DESANGRO ASDSAADSASDASDASDASDASDASASASD AMO TU FINC ME TENIAS PENANDO POR LEER MAS T___T ESPERO ACTULICES RAPIDO POR QUE ENSERIO ES HERMOSO!!!

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  2. Me cuesta mucho siempre lo de escribir lemon... Nunca sé si me ha quedado bien o no, pero sí que es cierto que intento hacerlo más a lo romántico que a lo peli porno XD Por eso, dado que me cuesta tanto, me encantan estos comentarios :3♥
    Actualizaré pronto! Gracias por leer y comentar :3

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  3. NO LO PUEDO CREER ESO FUE HERMOSO!!!! (muere desangrada) me encanto ese lemmon oh por dios lo ame! lo ame!! lo ame!!!
    ahora que pasara! que pasara!! conti porfis eso estuvo increible enserio amo tus fics eres genial :3
    solo procura actualizar pronto y no dejarnos con las ganas!!
    sigue asi y actuliza pronto!! <3

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    1. Me alegro de que te gustase :) Jajaja, publicaré otro a finales de esta semana o la semana que viene, no te preocupes ^^ Y así ya verás que pasa~
      Gracias por leer! <3

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    2. De acuerdo esperare hasta entonces y solo hasta entonces! si no cumples llegare hasta tu casa a lanzar tomates!! XD ok no es broma....... no me hagas caso :3
      en todo caso FIGHTING!!! <3

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    3. Menos mal que he ocultado mi dirección... XD
      Gracias! Fighting! ^^

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