La molesta luz del asomándose por la ventana en aquella
mañana de Febrero me hizo abrir los ojos. No tardé en reaccionar, era la misma
habitación de todas las mañanas, mi ropa tirada por el cuarto como todas las
mañanas, y Yunho durmiendo a mi lado sin nada encima. Otra mañana más. Suspiré
y cerré los ojos de nuevo. Cómo podía aguantarlo tanto? Tenía que ser estúpido,
de pequeño debí de resbalarme y darme en la cabeza, porque si no esto no tenía
sentido. Todas las mañanas lo mismo… Abrí los ojos de nuevo y me giré hacia él.
Su cuerpo desprendía calor. Estaba despeinado y respiraba pesadamente. Sonreí
suavemente y me acerqué a sus labios, ignorando el olor a whiskey mezclado con
tequila que emanaba por todos los poros de su piel, y le besé con suavidad
antes de incorporarme y, tras ponerme mi ropa interior, salí del cuarto en
dirección al mío propio.
Una vez allí, me dejé caer sobre mi cama. Cuánto hacía que
no la deshacía? Meses. Cerca de un año. Me había acostumbrado tanto a dormir al
lado de Yunho que no era capaz de dormir ya en ella… Y cuando Yunho volvía por
las noches, siempre con esa peste a alcohol, se encargaba él de que esa noche
tampoco pudiese descansar en ella. Cerré los ojos y tragué saliva mientras un
par de lágrimas rodaban por mis mejillas. Cuánto iba a durar esto? Habían
pasado casi cinco años y Yunho seguía llamando a mi puerta todas las noches
gritando su nombre… Ese nombre que yo antes quería y que ahora odiaba con todo
mi ser.
- Jaejoong… - Murmuré con la mandíbula tensa mientras mis
mejillas seguían empapándose con cada lágrima. – Qué hiciste para que te amase?
Cómo lo conseguiste?
- Max? – Yunho apareció media hora después en mi puerta con
una sonrisa en el rostro. – Dormiste bien?
- No me llames así, sabes que lo odio. – Me incorporé y bajé
la mirada, secándome las lágrimas con disimulo y yendo a mi armario. – Y sí,
como todas las noches.
- Lo siento… Yo haré el desayuno, vale? – Me encogí de
hombros mientras le daba la espalda, rebuscando en mi armario para hacer
tiempo.
- Yunho… - Le frené antes de que se fuese. – A qué hora
llegaste anoche?
- Temprano. Por? – Resoplé y me mordí el labio interior.
- Curiosidad. – Sus pasos desaparecieron por el pasillo y yo
me dejé caer sobre mis rodillas. Yunho nunca recordaba nada al día siguiente…
El alcohol se encargaba de que por las mañanas nunca recordase sus llamadas
desesperadas a Jaejoong, las que me hacía a continuación a mí, cómo le iba a
buscar y como finalmente acabábamos acostándonos juntos noche sí y noche
también. Yo siempre me levantaba primero y desaparecía de su cuarto sin dejar
rastro para aparecer por arte de magia en mi cama, inútil desde su compra.
- Me duele el pecho… - Susurré acariciándomelo, exactamente
igual que había hecho Yunho la noche anterior. Cómo podía ser tan cruel? Vale
que yo jamás le había dicho de mis sentimientos, pero de todas formas éramos
como una pareja… Vivíamos juntos, cocinábamos el uno para el otro, salíamos a
cenar juntos, hacíamos planes… No creía que fuese necesario decirlo con
palabras, pero aun así… Mi lado realista del cerebro sabía que él seguía
viéndome como al pequeño del grupo. El pequeño “Max” Changmin que necesita que
lo protejan y le lleven en brazos a todas partes. Ese pequeño yo había muerto
hace mucho tiempo, cuando sus borracheras empezaron a involucrarme, cuando me
derretí entre sus brazos por primera vez… Al principio era por pena, por
lástima, pero finalmente me había enamorado perdidamente de Yunho.
Recuerdo perfectamente cómo, cuando Jaejoong decidió seguir
su propio camino con Junsu y Yuchun, Yunho lloraba a todas horas, las ojeras
invadieron su rostro, no dormía y no comía, lo único que aterrizaba en su
estómago era una botella de soju tras otra, sin descanso. Las mañanas llenas de
vómitos, los dolores de cabeza por los cuales al mínimo ruido él entraba en
cólera, cuando dejó de ser mi amigo Yunho para convertirse en alguien
completamente desconocido para mí.
La primera vez que
esto ocurrió yo estaba en el salón, viendo una película en el sofá. Yunho había
salido, como de costumbre, pero llegó antes de lo normal. Apenas podía
mantenerse en pie, y a mí me partía el alma verle así… Se chocaba contra las
paredes, incluso se hizo rasguños con las esquinas de los muebles que yo
curaría al día siguiente.
Se dejó caer a mi lado
en el sofá, respirando ruidosamente, y me miró con los ojos entrecerrados pero
brillantes. Le ignoré, Yunho borracho no era alguien a quien yo estuviese
dispuesto a enfrentarme. Se incorporó a duras penas y se sentó a mi lado, acercándose
a mi rostro y analizándome. Yo no me moví.
- Jaejoong… - Susurró.
Cerré los ojos con fuerza y tragué saliva. – Jaejoong… - Volvió a llamarle, con
un tono de voz tan triste que partía el alma. – Por qué no me contestas,
Jaejoong? – Escucharle sollozar en mi oído no era algo que mi corazón pudiese
soportar tan fácilmente. Sacó entonces su teléfono móvil y marcó. Yo sabía
perfectamente a quién estaba llamando, pero no hice nada y aproveché su
alejamiento para escapar de ese sofá hacia la cocina.
- Jaejoong… - Le
escuché llorar al teléfono desde la cocina mientras me agarraba a la encimera y
lloraba con él. Quién era esta persona y dónde estaba el Yunho al que yo
admiraba hace unos meses? El hombre fuerte que no se rendía ante nada? Mi
Yunho?
- Yunho… - Se había
dejado puesto el manos libres y la voz de Jaejoong sonaba cansada y frustrada. –
Otra vez? Llamaste ayer.
- Dónde estás? Quiero
verte… Te necesito. Vuelve, por favor… Te echo tanto de menos que siento que
voy a morir… Me muero, Jaejoong, por qué no haces nada para evitarlo? Por qué
me dejas pudrirme por dentro? Me merezco esto? Te quiero, te quiero, te amo, lo
eres todo para mí… Te quiero! – Jaejoong suspiró pesadamente al otro lado de la
línea. Yunho lloraba desconsolado mientras le rogaba al teléfono por una
segunda oportunidad.
- No te lo voy a
explicar otra ver, Yunho… Quería seguir con mi vida!
- Y yo como sigo con
la mía si te la has llevado? Tú eras mi vida y has desaparecido… Por favor,
Jaejoong…
- No llames más, por
favor. No me hagas cambiar de número de teléfono.
- No! Jaejoong, no! –
La línea pitaba, indicando que Jaejoong había colgado. Yunho rugía palabras sin
sentido entre sollozos y golpes a los muebles. Cerré los ojos con más fuerza
aún y me tapé la cara con las manos. Yunho siguió llamándole, pero la línea ya
ni daba señal siquiera.
Por qué era todo así? A
qué se debía ese pozo de dolor y oscuridad en el que Yunho estaba sumido?
Parejas rompen todos los días, pero yo jamás había visto a nadie reaccionar de
esa forma, al menos no por un tiempo tan largo…
- Jaejoong? – Abrí los
ojos y me lo encontré apoyado en el marco de la puerta, mirándome con los ojos
enrojecidos por su llanto y una expresión de sorpresa. Miré detrás de mí como
un idiota, pero no había nadie. De qué estaba hablando? – Jaejoong… Has vuelto!
A mí! – Me dedicó la sonrisa más cálida que jamás había visto y se acercó a mí
con pasos agigantados. Antes de que pudiese reaccionar, había enterrado su boca
en la mía y me sujetaba la nuca para que no pudiese alejarme. Le empujé con
todas mis fuerzas y su expresión me rompió el alma.
- Yunho… No soy
Jaejoong. No hagas esto. – Le susurré, intentando que lo que quedase sin
alcoholizar de su cerebro me escuchase. – No soy él.
Su mirada confusa me
hizo entender que mi mensaje no le había llegado. Sus ojos se inundaron de
nuevo y se arrodilló delante de mí con sus manos juntas y parecía que me
rezaba.
- Por favor… Por
favor, no me dejes… No te vayas de nuevo… Por favor…
Me estaba destrozando.
Sus lágrimas no tenían fin, y las mías abandonaron mis ojos, estrellándose
contra las baldosas blancas.
- Yunho… - Se
incorporó y se acercó de nuevo a mí, mucho más despacio. – No… - Unió su frente
con la mía y podía sentir su respiración sobre mi rostro. Sus ojos estaban
cerrados y me abrazaba por la cintura, meciéndome suavemente. – No soy él…
Ya ni siquiera lo
decía con seguridad, una parte de mí quería dejarle aceptar la ilusión de que
yo no era yo… Aunque solo fuera poner una tirita por unas horas a su destrozado
corazón.
Me besó de nuevo,
suavemente, dulce a pesar del sabor del soju, y esta vez no me molesté en
apartarme. Si Yunho quería que fuese Jaejoong, por esta noche lo sería, aunque
solo fuese para dejar de verle llorar por un rato. Me cargó en sus brazos y me
llevó a su dormitorio, donde esa noche perdí mi virginidad en sus brazos.
De eso hacía cuatro años. Cuatro años en los que yo me había
tenido que adoptar la personalidad del que un día había sido mi amigo todas las
noches. Cuatro años en los que me había enamorado completamente de Yunho, y
cuatro años en los que lo único que había mejorado había sido su aguante de las
jaquecas.
Me puse un par de vaqueros y me dirigí al comedor, lleno de
botellas y latas varias esparcidas por todas partes. Negué con la cabeza y
encendí la cafetera, ignorándole a él, que recogía los envases con lentitud,
poniendo una mueca de dolor cada vez que se agachaba, seguramente a causa del
inevitable dolor de cabeza.
- Te has bebido todo eso tú solo? – Le dije, dándole un
sorbo a mi café y sentándome en un espacio libre de vidrios en la encimera.
- La mayoría ya estaban abiertas.
- Sí? Las latas también? – No entendía como todavía no le
había dado un coma etílico.
Me sonrió y yo suspiré, negando con la cabeza.
- No has pensado que quizás deberías de beber menos? Hay
gente que puede ayudarte.
- Estoy bien… No hago daño a nadie, así que… El día que me
llegue una denuncia me lo replantearé. – Rió con suavidad y volví a suspirar. –
Hoy voy a ir a la compra, necesitas algo?
Se sentó a mi lado cuando terminó de meterlo todo en una
bolsa y me dio un beso en la mejilla. No reaccioné de ninguna forma a eso,
estaba más que acostumbrado a sus carantoñas.
- Se ha acabado la cerveza? – Resopló y apoyó su cabeza en
mi hombro.
- Alguien tiene un mal día, eh? Sí, se ha acabado la
cerveza, pero también el arroz, la leche… Y creo que las cápsulas de café, y sé
que el día que no tomas café por las mañanas luego no hay quien te aguante,
jovencito, así que… - Le miré y le sonreí con ternura. No podía enfadarme con
esos ojos, lo había intentado muchas veces, también había querido largarme como
Jaejoong en más de una ocasión, pero jamás había sido capaz… Como iba a dejar a
ese enorme peluche lleno de dolor solo? No podría vivir con eso en mi
conciencia.
- Necesitas dinero? – Le susurré. Negó y me dio un beso en
los labios. Le sonreí y él se separó de mí, incorporándose de la encimera, para
irse a la ducha. Tampoco reaccioné a ese beso… Esos siempre me los había dado,
ya cuando estaba con Jaejoong… Eran como esos besos de ternura pura que les dan
las madres a sus hijos pequeños cuando se caen de la bicicleta, no tenía ningún
objetivo romántico… Y eso me frustraba de sobremanera.
Yunho fue a la compra como prometió, luego a trabajar (qué
suerte tenía de no tener horario fijo…) y ya no volvió en todo el día. A las
ocho de la tarde miré el reloj y metí su plato de la cena en el horno. No sé ni
por qué seguía preparándoselo… Al fin y al cabo nunca venía para la cena, pero
yo tenía la esperanza de que, algún día, aparecía por la puerta sobrio, y
comería la cena que yo le había preparado para luego ver una película juntos. “Dicen
que la esperanza es lo último que se pierde…”
Escuché unos golpes en la puerta que me despertaron del sofá.
“Una película entretenidísima…” En la televisión ya estaba la teletienda, las 3
de la mañana y Yunho irrumpió en nuestra casa como de costumbre. Se me quedó
mirando desde el umbral de la puerta y, como no, empezó a llorar. Se arrastró
hasta mi regazo y hundió su rostro en él, ahogando sus gritos de agonía en mis
muslos mientras yo le acariciaba el pelo suavemente. Este era mi día a día.
- Jaejoong… Has vuelto… Estás hermoso… - Susurró entre
sollozos. Yo le sonreí con ternura, aguantándome las lágrimas tanto como podía.
De nuevo, una noche más, mi esperanza se había hecho añicos contra el suelo. De
nuevo era su nombre el que estaba en los labios de Yunho en lugar del mío.
Cerró los ojos y se las apañó para separar mis piernas y llegar a mi cintura, a
la que abrazó con fuerza, hundiendo el rostro en mi abdomen mientras farfullaba
cosas que no entendí. Le acaricié la cabeza de nuevo con todo mi cariño
mientras, una noche más, lloraba por no lograr arrancar la sombra de Jaejoong
de su corazón.
Me daba pena a mí mismo… Había aceptado interpretar el papel
de Jaejoong todas las noches solamente para sentirme querido. Hay algo más
triste? Pues os diré que sí. Tener que actuar al día siguiente como que nada ha
pasado y yo jamás he sido Jaejoong para él. Mi vida apestaba, y lo sabía, pero
no iba a dejar de hacerlo porque si Yunho era adicto al alcohol, yo lo era a
él, y no pensaba dejarle.
Me miró desde mi abdomen y me observó atentamente, como
siempre hacía.
- Por qué lloras, mi ángel? Por qué empapas tu rostro con
lágrimas? – “Porque te amo tanto que duele, maldito estúpido.”
- Porque estoy muy feliz de verte, Yunho. – Yunho sonrió y
se acercó a mi rostro para besarme, al igual que todas las noches. Entreabrió
mi boca para dejar paso a su lengua y así el beso se fue intensificando, al
igual que todas las noches. Suspiré sobre sus labios cuando noté sus manos
acariciarme el cuerpo sin tela de por medio. Empezaba la función.
Me cargó entre sus brazos sin dejar de besarme en ningún
momento, y me dejó caer en su cama para colocarse, inmediatamente, él sobre mí.
Me arrancó la camiseta y él se quitó la suya, sonriéndome con ternura a
continuación. Esa sonrisa no era para mí, el reflejo que yo veía en sus ojos
negros como la noche no era el mío… Jaejoong me observaba desde ellos, imitando
mis gestos, mis expresiones… Yo ya no era yo, al menos no en sus ojos.
No tardamos en estar desnudos. Yunho paseaba su boca por
todo mi cuerpo, arrancándome gemidos cada vez más altos, sobre todo cuando
caían besos y mordiscos suaves en zonas prohibidas. Sus caricias iban en
aumento, pero él se encargó de que yo no me conformase con eso. En seguida
sentí la intromisión de sus dedos en mí, y no mucho después (gracias a la
costumbre) su propia intromisión. Me mordí el labio inferior con fuerza y
recibí encantado a sus labios, que me besaban al ritmo de sus embestidas nada
delicadas. El cabecero chocaba contra la pared, los muelles se resentían y las
sábanas estaban en todas partes menos en su sitio. Rodeé su cintura con mis
piernas , dándole más acceso a mi interior.
- Jaejoong… Te quiero… Te quiero! – Escucharle gruñir esas
palabras en mi oído bajaba mi lívido de una manera asombrosa, pero lo único que
podía hacer era susurrar un “Y yo a ti”, silenciar mis sollozos y rezar para
que mis lágrimas se camuflasen con el sudor.
Yunho se incorporó y me arrastró con él por la cintura,
quedando él sentado y yo encima suya, aún rodeándole la cintura. Así podía ver
perfectamente mi rostro a la luz de la luna y yo el suyo. Cómo era posible que aún
así y en estos momentos no se diese cuenta de que yo no era Hero? Pues no. El
alcohol nublaba su vista.
Me sonrió y se acercó a mis labios, que le recibieron con
las puertas abiertas y preparados para corresponderles. Rodeé su cuello con mis
brazos y, dejando a un lado todas mis penas, empecé a moverme de nuevo,
ahogando mis gemidos en sus labios y él los suyos en los míos. Mi ritmo aumentó
y hundí mi rostro en su cuello, lamiendo la piel de su cuello, salada y suave.
No tardamos mucho en llegar al orgasmo y dejarnos caer, rendidos de cansancio,
en su cama. Yunho se durmió enseguida, pero yo opté por observarle un poco más
en su abrazo, solamente sentirme suyo un poco más… Aunque yo ya era suyo, pero
tenía una ilusión dentro que me hacía pensar que cuando yo era Jaejoong, él
también era mío.
- Changmin!? – Me desperté de un brinco a la mañana
siguiente. Yunho me observaba con expresión de pánico absoluto desde su lado de
la cama. Lo primero que hice fue mirar a la ventana. Quién había corrido las
cortinas? Si no había luz de sol yo no me despertaba! “Mierda.” – Qué significa
esto?
No sabía qué decir. La amnesia etílica estaba ahí y tampoco estaba
seguro de que explicarle lo que llevaba pasando en los últimos años fuese lo
mejor para su frágil cordura.
- Nos hemos acostado? – Preguntó después de ver que yo no
decía nada. Asentí y bajé la mirada, mientras me tapaba con la sábana. Yunho me
imitó. – Bebí mucho anoche?
- Si ni siquiera lo recuerdas… Imagínate. – Resopló como
única respuesta.
- Y no intentaste impedirlo!? Somos compañeros de piso!
Amigos! Cómo pudiste permitirlo si viste que yo estaba borracho? Qué se te pasó
por la cabeza? – Levanté la mirada, alucinando por lo que mis oídos estaban
escuchando. Por qué estaba gritándome?
- Eres increíble, y un capullo integral, Yunho. – Me levanté
de la cama y me puse mi ropa interior como pude para salir cuanto antes de esa
habitación. – Que te den. – Cerré la puerta de un portazo y me encerré en mi
cuarto.
Qué debía hacer? No debería de haber reaccionado así… O sí.
Yo ya no sabía nada. Mi mente enviaba mensajes confusos y yo me tiré en la
cama, llorando, como todas las mañanas.
- Changmin? – Yunho llamó mi nombre al otro lado de la
puerta. – Podemos hablar?
- Lárgate de aquí, Yunho. – Caso omiso. Abrió la puerta y se
sentó al borde de mi cama.
- Perdona por gritarte. Me asusté. – Le miré con furia y me
sequé las lágrimas con un borde del edredón. – Te… Te hice daño?
- Cómo me ibas a hacer daño? No soy una doncella virginal,
sabes? – Abrió los ojos, sorprendido por mi impertinencia.
- Yo creía que…
- Que era virgen? Tú te encargaste de eso hace bastante. –
En seguida me arrepentí de mis palabras.
- Qué?
- Nada. – Me tumbé boca abajo en la cama para que así mis
lloriqueos fuesen menos sonoros.
- No, repite eso, Changmin. De qué me estás hablando? – Tomó
uno de mis hombros con fuerza y me hizo girarme con un movimiento brusco. Su
expresión daba miedo.
- Créeme, Yunho, no quieres saber la historia.
- No estoy de acuerdo.
- No me vas a creer.
- Crees que me parezco a Jaejoong? – Su mirada se transformó
por completo. Lo amenazante dejó pasar a lo desconcertado.
- No…
- Pues desde hace casi cuatro años vienes diciéndome que sí
que me parezco cada vez que te emborrachas, que es cada maldita noche.
- De qué me estás hablando? – Parecía completamente fuera de
lugar, pero la bestia estaba fuera y ya no se iba a callar. Me incorporé,
sintiendo la furia aumentar en mi interior.
- Una noche volviste borracho a casa, Jaejoong no te
respondía al teléfono, me viste y tras decirme que me parecía a él me besaste y
acabamos acostándonos. Ahí fue cuando te encargaste de mi virginidad, Yunho. –
Le miraba desafiante y él bajó la mirada, parecía en shock.
- Por qué me dejaste hacerlo?
- Porque estoy enamorado de ti. – Sus ojos se abrieron por
la sorpresa y volvió a subir su mirada hasta dar con mi rostro. Las lágrimas
volvían a correr por él, pero eran de furia, de enfado… De recordar todos estos
años de puro dolor.
- Changmin… Yo no…
- Lo sé, tú no lo estás de mí. Por eso cada puta noche he
aceptado que me llames por su nombre, que me beses y que me mires como si fuese
él… Tienes idea del asco que me doy? Soy una rata, no, menos que eso… Soy una
lástima andante! Solamente para que me mirases de esa forma… Solamente para ver
una de tus sonrisas enamoradas… Para que me dijeses que me querías!
- Lo siento mucho…
- No, Yunho, lo siento yo. – Cuándo había empezado a gritar?
– Siento haberme enamorado de ti, que no tienes lo que hay que tener para
enfrentar los problemas y te escondes detrás del vodka. Siento no ser él!
Siento que no me ames como yo te amo a ti!
- No estoy enamorado de Jaejoong…
- NO TE ATREVAS A MENTIRME! – Cogí uno de los cojines y se
los lancé con furia a la cara. – Llevo cuatro años teniendo que escuchar su
maldito nombre, Yunho… He llegado a odiar a alguien que un día fue como un
hermano mayor para mí! Cuatro años!
Yunho mantenía la mirada baja, seguramente avergonzado por
lo que acababa de escuchar.
- No piensas decirme nada? – Le espeté con rabia.
- No… No sé qué decirte…
Fruncí los labios y me arrodillé en el suelo. La adrenalina
había desaparecido y solamente quedaba un yo devastado. – Sé lo que quiero que
me digas… - Sollocé. Levantó la mirada y me observó con lástima.
- Qué quieres? – Susurró.
- Un “Yo también te quiero.”- Volvió a bajar la mirada y yo
sonreí, con tristeza. Asentí en silencio y abrí el armario, como cada mañana,
pero esta vez saqué la maleta que descansaba en lo más alto de éste.
- Qué estás haciendo?
- Me voy… No puedo quedarme aquí ahora que sabes lo que
ocurrió entre nosotros… No por ti, por mí. No creo que fuese capaz de
soportarlo. No creo que pudiese dormir una noche más sin ti a mi lado.
- No tienes que irte…
- Te equivocas. – Me giré y le sonreí con tristeza. Yunho
también lloraba, pero no iba a dejar que eso me afectase. – Puedes salir de mi
cuarto, por favor? – Susurré antes de volver a girarme hacia mi armario. Yunho
no dijo nada más y desapareció tras la puerta.
Yunho POV.
Cerré la puerta tras de mí y me dirigí al salón, dejándome
caer en el sofá y mirando al techo. Estaba en shock. Cómo podía haberle hecho
eso a Changmin? Él siempre había sido lo más valioso de mi vida, desde que le
conocí cuando no era más que un crío. Incluso con Jaejoong, Changmin siempre
había sido especial…
Escuchaba sus sollozos provenientes de su cuarto y se me
contagiaron. Changmin se estaba yendo de mi vida como hizo Hero en su día. Yo
apostaba porque no seguía enamorado de él, pero lo que me había dicho Changmin…
Tendría razón? Escuché la puerta de su cuarto y me incorporé. Changmin se
dirigía hacia mí vestido y con dos maletas en mano.
- Mandaré a alguien a buscar el resto de mis cosas. –
Susurró. Sus ojos estaban hinchados y rojos. Por mi culpa.
- No te vayas, por favor. No tienes que hacerlo. – Sonrió y
una lágrima rodó por su mejilla derecha, dejando un rastro brillante tras ella.
Negó con la cabeza y sacó un papel doblado de su bolsillo. Me lo dio y sin
decir nada más, salió del piso.
Por qué no le estaba deteniendo? Por qué no le gritaba que
diese media vuelta y volviese aquí ahora mismo? Porque era un cobarde y tenía
miedo a enfrentarme a mis propios actos… Él tenía razón. Cuánto tiempo llevaba
tapando heridas con alcohol? Observé la papelera de la cocina, rebosante de
botellas verdes y sollocé. Changmin era el que se consideraba un perdedor? Ni
hablar. El ser más miserable y ruin del planeta no era otro que yo mismo.
Desdoblé el papel con cuidado y leí las palabras de su puño
y letra.
“Dijo una vez un sabio
que la forma de saber que amas a alguien es cuando no puedes imaginarte la vida
sin esa persona… Yo no puedo imaginarme la vida sin ti, Yunho, pero debo irme
porque tú no das afrontado la vida que tienes sin esa otra persona.
Hay brownies en el
horno, los hice ayer porque hoy es un día especial… Feliz San Valentín, Yunho.
No olvides desayunar,
si no luego te dolerá la cabeza.
Te amo. Hasta siempre.
“
Sonreí con ternura y sollocé. Hasta en estos momentos se
preocupaba por mí… Releí la carta de nuevo. “La persona a la que amas es
aquella con la que no puedes imaginar seguir viviendo si falta… No?” Y entonces
me di cuenta.
Yo ya vivía sin Jaejoong. Desde hacía cinco años Jaejoong ya
no estaba en mi vida y yo había seguido vivo aún así. Por qué? Porque él había
estado a mi lado, cuidándome y preocupándose. Quizás yo sí que había querido
volver a la vida que llevaba con Jaejoong, pero porque me sentía solo, no
porque fuese Jaejoong… Era porque necesitaba a alguien a mi lado.
- Puedo imaginarme viviendo sin Changmin? – Quién me daría
los buenos días? Quién me reñiría por tardar en la ducha? Quién reiría mis
chistes y lloraría viendo las películas a mi lado? – No. No puedo.
Tiré el papel y salí corriendo por la puerta, esperando que
no fuese demasiado tarde.
- Changmin! – Llamé su nombre justo cuando la puerta del
ascensor se cerraba. No tenía tiempo para esperar al siguiente… Corrí hacia las
escaleras y las bajé de tres en tres hasta llegar a la planta baja y pillarle
justo cuando esperaba en la acera para coger un taxi.
- Changmin! – Se giró, sorprendido, y me miró con lágrimas
aún en los ojos. – No te vayas. Por favor, no me dejes. – La gente nos miraba,
pero en ese momento me daba más bien lo mismo.
- Tengo que irme, Yunho…
- Te quiero! Era eso lo que necesitabas oír para quedarte,
no? Te quiero, Changmin! Te quiero desde hace años! Por favor, no te vayas de
mi lado! – Estaba nevando y yo estaba en camiseta sin mangas. Tenía todos los
músculos en tensión por el frío, pero, sobre todo, porque Changmin me observaba
con la boca abierta sin decir nada.
- Pero… Jaejoong…
- Historia. Pasado. Él ya se fue, Changmin… - Me acerqué a
él despacio. – De verdad, he pensado quién es la persona con la que no puedo
imaginarme seguir viviendo… Y no es Jaejoong. – Sus ojos, sus preciosos ojos,
empezaron a humedecerse de nuevo. Sonreí y me acerqué aún más a él, quedando
ahora apenas centímetros entre nosotros. Me miró con ese rostro inocente y
bello como él solo.
- No…? – Negué con la cabeza. – Y quién es? – Le sonreí de
nuevo y le di un beso suave en los labios. De repente, todo lo de anoche volvió
a mi mente; las caricias, los besos, los llantos y la cama. Todo. Sentí mi
temperatura corporal subir, pero la ignoré. Eso también era pasado y yo estaba
dispuesto a empezar desde cero si era a su lado. Solamente si era a su lado.
- Yo? – Susurró, sonrojado. Asentí sin alejarme ni un
milímetro de él. Sus ojos empezaron a derramar lágrimas y se abalanzó sobre mí,
abrazándome con fuerza. Le abracé también y, sujetándole por la cintura, lo
arrastré hasta dentro del edificio junto a sus maletas. Jamás permitiría que se
alejase de mí. Jamás volvería a estar solo.
Esa noche nos acostamos juntos, pero esta vez me aseguré de
recordarlo absolutamente todo.
- Por qué sonríes así? – Le susurré cuando acabamos.
Changmin rió con timidez.
- Tus ojos.
- Qué les pasa?
- Ahora solamente estoy yo en ellos…
-Fin-
*--*
ResponderEliminarQue buen fic!
Aunque soy partidaria del YunJae, tu fanfic está muy bueno, me dio penita que Minnie <3 sufriera de ese modo.
Saludos
Quién no shipee al YunJae es que no tiene ojos xD A esos dos solamente les faltaba colgar un cartel con luces de neón para hacerlo más obvio...
EliminarPero yo es que soy fan de los dramones, sabe ustéh?
Saludos ^^