Mis ojos le
recorrían de arriba abajo una y otra vez. Qué era él? Analicé su rostro
cuidadosamente, milímetro a milímetro. Me detuve en sus pestañas,
exageradamente largas, su nariz redondeada parecía casi femenina, y sus labios
gruesos con forma de corazón que parecían puestos ahí solamente para completar
la obra de arte perfecta.
- Corten! –
Un murmullo no demasiado alegre me sacó de mi ensimismamiento. – JR, por favor,
puedes hacer el favor de mirar a la cámara? Esto es un anuncio por si no te
habías dado cuenta.
El director
cruzó los brazos y me miró con el ceño fruncido. Miré a mi alrededor, todo el
staff tenía cara de malas pulgas, menos el mánager, que era más bien de amenaza. Escuchaba las risitas de Minhyun y Aaron a mi
espalda, pero les di de todo menos importancia.
- Lo siento,
estoy algo distraído. No volverá a pasar. – Agaché la cabeza a modo de disculpa
y tras un suspiro general de todo el equipo, las luces volvieron a ponerse en
posición y tras dar plaqueta, se escuchó un fuerte “Acción” para dar paso a la
ridícula música de ese anuncio de yogures. Ni siquiera estaban tan buenos como
decía la canción, por qué teníamos que hacer el ridículo?
- Buen
trabajo, muchachos. – El mánager se acercó y nos dio una palmadita en la
espalda a todos cuando acabamos a modo de felicitación. – Bueno, casi todos. –
Su mirada de todo menos discreta no se mereció menos que una cara de mala leche
por mi parte.
- Gracias,
Hyung. Eres un encanto.
- Qué te
pasa últimamente? – Baekho vino por mi espalda en el camerino y me rodeó los
hombros con un brazo. No reaccioné a sus palabras, mis ojos estaban clavados en
la persona que estaba sentada enfrente de mí, bebiendo uno de esos espantosos
yogures mientras se reía viendo videos de gatos en YouTube. Analicé por enésima
vez en el día su rostro. Tenía que ser una chica, no había opción. Sus
reacciones, sus expresiones, sus palabras… Era lo más femenino que yo había
visto jamás. – Jonghyun!
Le miré
entonces. Baekho me observaba extrañado. – Estoy bien.
Escueto y
directo. Así era yo en la mayoría de ocasiones.
- Minki!
Mira lo que tengo! – Minhyun se acercó a Ren con un peluche en la mano y su
rostro, literalmente, se iluminó. Abrazó al pequeño panda y le dio las gracias
a Minhyun. – No me las des, lo encontré entre los regalos de las fans.
- No sé
cuántos tengo ya… Pero es que nunca son suficientes! – Rió con voz aguda y yo
resoplé, apoyando mi espalda en el respaldo de la butaca. Enarqué una ceja y
observé la escena. Hacía mucho tiempo que Minki y yo éramos buenos amigos. Muy
buenos amigos. Pero desde hacía unos meses… Algo había cambiado, y yo no
acababa de comprender exactamente de qué se trataba. Me sentía extraño cuando
no estaba al alcance de mi vista, y cuando le veía tan cercano a Donho mis
nervios se crispaban. Uno de los primeros pensamientos que se me habían pasado
por la cabeza no era otro que el de que quizás, solo quizás, hubiese caído en
las trampas del skinship y me hubiese
creído lo que aparentábamos ser en el escenario. Quizás Minki hubiese empezado
a gustarme. Pero no, ese había sido mi primera idea pero no era aceptable. Yo
no era una de esas personas que había visto en la televisión a las que le
gustaba salir a beber a pubs con música de Lady Gaga y boas de plumas. Yo no
era homosexual, así que la idea había quedado completamente descartada.
- Jonghyun!
Mira! Me han dado más peluches! – Minki estaba sentado en mis rodillas de
repente con animales de peluche varios entre sus brazos y una expresión
completamente brillante. – No son monos?
Me quedé
embobado por unos instantes. Sus ojos oscuros brillaban de la ilusión, y su
sonrisa le ocupaba todo el rostro. Era lo más adorable que había visto en mucho
tiempo.
- No
pensarás meter eso en nuestro cuarto, verdad? – Mi papel de muchacho borde y
frío salió, como siempre que me sentía incómodo y nervioso.
- Por qué
no? En mi cama! – Puso morros y frunció el ceño, creando la segunda expresión
más adorable que había visto jamás.
- Minki,
siempre dices eso y al final los bichos acaban hasta encima del armario. Ya no
caben más en la casa! – Hizo un puchero aún más grande que hice todo lo posible
por ignorar, pero que no conseguí. Era hermoso, completamente hermoso, y por
alguna maldita razón mi corazón latía de una forma desenfrenada cuando me
miraba así… Sin contar que el estómago se me volvía del tamaño de un guisante.
- Ah, sí?
Con que esas tenemos? Pues pienso contar por twitter a las fans que no quieres
aceptar los peluches que nos mandan con tanta ilusión y cariño! – Saltó de mis
rodillas antes de que pudiese reaccionar y alcanzó su móvil mientras me miraba
con ojos amenazantes. Cómo podía cambiar tanto su imagen en un nanosegundo?
Fijo que era un récord o algo.
Lo
desbloqueó y empezó a escribir algo mientras me miraba de reojo, obviamente
esperando alguna clase de reacción por mi parte. Yo no sé cómo pasó, pero antes
de darme siquiera cuenta yo estaba encima de él, tirados en el sofá y
sujetándole las manos por encima de la cabeza mientras él reía como un loco. No
pude evitar sonreír al verle. Sus mechones rubios desordenados, sus ojos
pequeños a causa de la risa y su rostro sonrojado… La imagen más bella del
firmamento.
- Huy! – La
puerta se abrió entonces y apareció una de las estilistas con nuestra ropa de
calle en perchas. Su rostro se sonrojó mucho y bajó la mirada. – Lo siento! Ya
me marcho… - Dejó la ropa encima de una silla y salió escopetada. Yo y Minki
nos miramos serios, pero la situación era demasiado divertida y absurda, así
que rompimos a reír de nuevo.
- No piensas
soltarme nunca? – Aflojé la fuerza de mis manos, aún sonriendo y en ese
momento, él aprovechó para subir sus brazos hasta mi cuello y rotar sobre él
mismo hasta que yo aterricé en el suelo y él encima de mí.
- Qué bestia
eres! – Ren rió y puso morros.
- Quejica… -
Tragué saliva. Acababa de darme cuenta de que la situación era un tanto extraña
y mi cerebro estaba atontado. No podía moverme… O no quería?
- Y… Y los
demás? – Tragué saliva mientras intentaba pensar en otra cosa que no fuese
Minki sentado sobre mis caderas y sus manos de perfecta manicura rodeando mi
cuello. “Gatitos muertos, Jonghyun… Gatitos muertos!”
- Fueron a
comer, tenían hambre… No te enteraste? Ah, claro, estabas demasiado ocupado
haciéndome llaves de judo! – Me pellizcó el brazo y se incorporó de mí con una
risa infantil. – Deberíamos ir a comer también?
Yo ni
contesté. Estaba demasiado ocupado visualizando imágenes dramáticas y crueles
que me hiciesen olvidar la imagen que tuve hace unos segundos apenas a unos
centímetros de mi rostro. Podía recordar la calidez de su aliento…
Me incorporé
entonces, pero desearía no haberlo hecho. Ren se estaba desabotonando la camisa
del uniforme de una forma que parecía sacada de una película por su perfección.
La tela se iba abriendo lentamente, dejando paso a una visión perfecta de su
también perfecta piel. Además, había colocado su melena a un lado de su cuello,
por lo que su cuello también quedaba a la vista. Noté cómo mis piernas
flaqueaban ante esa visión y no tuve otra opción más que sentarme a observar…
Mi mente me gritaba que hiciese el favor de no hacer eso pero mi cuerpo no se
movía ni un milímetro.
La tela
blanca se deslizó por sus hombros, dejando su torso desnudo completamente.
Estaba delgado, pero no en extremo. Sus clavículas se marcaban en su justa
medida, y su abdomen era liso como una tabla, sin rastro alguno de músculo. Su
pecho también era plano, recordándome a mí mismo que estaba observando el
cuerpo semidesnudo de un hombre, pero una parte de mí se encargó de silenciar
ese pensamiento. Avanzó hasta la silla donde descansaba nuestra ropa y mi
mirada se posó entonces en sus caderas, que se mecían suavemente a medida que
caminaba, flexionando también de paso su estrecha cintura en un movimiento
hipnótico y sensual. Alcanzó la prenda, pero yo no quería que ese espectáculo
terminase… No aún. Me levanté y le alcancé, tomando sus muñecas con firmeza y
empujándolo hasta la pared bajo su sorprendida mirada.
- Qué estás
haciendo? – Murmuró en voz muy baja. Tenía expresión asustada, seguramente por
la impetuosidad de mis actos, pero me daba igual. Mi respiración estaba más
acelerada que nunca, y sentía como algo que ardía en mi interior… “Qué me está
pasando?”
Ren intentó
liberarse de mi agarre, pero no le dejé, al contrario; agarré sus muñecas con
una sola mano y las coloqué por encima de su cabeza. La respiración de Ren
también se había acelerado y había cerrado los ojos con fuerza. Aproveché su
ciegue para volver a observar su cuerpo perfecto. Osé, con la mano que tenía
libre, acariciar solo por un segundo su cintura y a mis oídos llegó el sonido
de un quejido muy ligero, muy suave… Observé su rostro. Había abierto los ojos
y parecía que se iba a poner a llorar.
- Jonghyun…
Me haces daño… - Tenía razón. Solté sus muñecas, que estaban rojas y con las
marcas de mis dedos perfectamente definidas. Bajó la mirada sin decir nada más,
pero yo coloqué una mano bajo su mentón y lo subí hasta que sus ojos se
encontraron con los míos. Le solté entonces para retirar esos mechones
impertinentes que osaban tapar su rostro. Ren suspiró ante el contacto de mis
dedos con su piel y yo me acerqué a su rostro. Cerró los ojos y no se movió. Yo
continué acercándome, hasta que ya podía sentir su aliento como antes, hasta
que nuestros labios se rozaron y una corriente eléctrica nos atravesó a ambos. No
pude soportarlo, agarré su nuca bruscamente y le pegué a mí, besándole con
agresividad mientras él se agarraba con fuerza a mi camisa.
- Qué es
esto!? – Nos separamos de golpe al escuchar la voz de Aaron proveniente de la
puerta. Su expresión lo decía todo. – Por favor, decidme que no era lo que
parecía…
Yo parpadeé
varias veces y mi cerebro volvió a su funcionamiento habitual. “Es cierto… Qué
demonios estabas haciendo, Jonghyun? Es un tío! Mírale! Das asco…” Ren sin
embargo no reaccionó así… Lo único que hizo fue echarse a reír y a negar con la
cabeza.
-
Fanservice, Hyung. – Aaron enarcó una ceja y nos escudriñó con la mirada a
ambos, en absoluto convencido. – Sabes que somos la pareja más popular del
grupo? Habrá que ensayar cosas para hacer en el escenario!
- Pensáis
besaros en el escenario? Y tú desnudo? – Le señaló con el dedo y Ren volvió a
reír.
- No… Pero
besarnos algún día tendremos que hacerlo! El Fanservice más agresivo es el que
más vende! – Aaron enarcó una ceja y, tras coger su mochila, se fue no muy
convencido.
- Oye, solo
quiero dejar clara una cosa… - Dije una vez que nos aseguramos de volver a
estar a solas. – Yo no soy como tú, vale? No sé qué me acaba de pasar, pero yo
no soy así. Es solo que llevo mucho tiempo solo y que tú pareces una Barbie,
nada más. Lo entiendes?
Ren se puso
su camiseta y me miró con una sonrisa impertinente.
- Como yo?
Define eso.
- Gay. – Se
echó a reír y asintió con expresión divertida.
- Está bien,
JR, lo que tú digas… Y gracias por lo de Barbie, sabes que me encantan, pero si
no eres gay como dices… A ver cómo explicas “eso”.
Dirigió su
mirada con descaro a mi entrepierna y tras acabar de abrocharse la cazadora,
desapareció por el mismo camino que Aaron. Resoplé con frustración al ver con
absoluta claridad a lo que se refería y le di una furiosa patada a la mesa que
tenía enfrente. Yo no era así… No podía ser así.
- Cómo puede
cambiar tanto su personalidad? Siempre que se pone a la defensiva se convierte
en una niña engreída y chula… - Mascullé mientras me desnudaba para vestirme y
unirme a los demás del grupo.
- Pedimos
pollo? – Ya habíamos llegado a casa y estábamos todos en el salón, tirados en
el sofá.
- Estamos a
dieta, recuerdas?
- Lo estarás
tú que estás gordo, yo estoy estupendo.
- Oye!
Minhyun y
Baekho discutían mientras Aaron dormitaba en el extremo del sofá. Los años no
perdonan. Yo estaba sentado al lado de Ren, que apoyaba su cabeza en mi hombro
como si nada hubiese pasado. Supongo que ya estábamos acostumbrados a estas
cosas… No era la primera vez que nos besábamos, o que nos dábamos la mano, o
que dormíamos juntos… Solo que cada vez pasaba con más frecuencia y con más
intensidad y yo estaba muerto de miedo. Lo último que quería en mi vida era
convertirme en uno de esos maricas que van por ahí perdiendo aceite… Los
respetaba, eso sí, y no tenía nada en contra… Pero me negaba a unirme a su
colorida secta. La prueba de ello no era otra más que la personita que veía la
televisión recostado sobre mí.
Al final
decidimos pedir pollo y saltarnos la dieta por un día. Agradecimos que el
mánager no estuviese hoy por aquí.
- Qué hay
mañana en la agenda? – Me preguntó Aaron.
- Hasta la
tarde nada. Hay que ir a la radio, pero será un rato solo. – Los demás
asintieron y celebraron que no hubiese que madrugar. Poco después nos
deshicimos de las pruebas de la comida grasienta y nos fuimos a los
dormitorios. Estábamos agotados de tanto rodaje.
- Respecto a
lo de antes… - Ren habló mientras se ponía el pijama. Retiré la mirada
inmediatamente. No volvería a correr el riesgo. – Estás enfadado? No debí de
haberte hablado así, lo siento.
Levanté la
mirada, sorprendido.
- No estoy
enfadado, solo preferiría que lo ignorásemos… Yo tampoco debería haberte
hablado así. – Sonrió con dulzura y se sentó en su cama con las piernas
cruzadas. Era adorable, ignorando los momentos en los que era su alter-ego
malvado, era adorable.
- Lo
ignoraremos… Siempre lo hacemos, no? – Asentí en silencio y él hizo lo mismo,
bajando la mirada. – Jonghyun… Sé que ya me lo has dicho y dejado claro un
millón de veces pero… Estás seguro de que lo mejor es ignorarlo? Me confunde
mucho cómo te comportas hacia mí y… Hoy… Bueno…
Minki
hablaba con miedo, parecía que temía que le fuese a pegar o algo… Mantenía la
cabeza baja y jugueteaba con el cordón del pantalón de su pijama.
- No soy
gay.
- Lo sé,
pero… Bueno… Hay más cosas además de ser gay… No has pensado que aunque te
gusten las chicas también pueda gustarte…
- Quién? Tú?
– No sé por qué solté eso de esa forma tan cruel, pero Ren alzó la mirada claramente
herida y sonrió con dolor.
- Sí, yo.
- Somos
amigos.
- No creo
que ese sea el mayor de los problemas…
- Somos
hombres!
- Ese es el
problema para ti. – Resopló y negó con la cabeza. – Está bien. Olvídalo… Será
lo mejor.
Su tono de
voz dejaba claro que había sido muy frío con él. Por qué siempre tenía que
reaccionar así? Lo peor es que notaba un punzante dolor en el pecho y tenía
ganas de llorar… Por qué!? Yo me lo había buscado! Era lo que quería! … No?
- Jonghyun…
- Me desperté al escuchar mi nombre desde la cama de al lado. – Jonghyun… Estás
despierto?
Abrí los
ojos en la oscuridad, pero no hubo mucha diferencia. El reloj digital marcaba
las tres de la madrugada.
- Qué pasa?
– Farfullé.
- Perdona
por molestarte, pero… - La voz de Minki sonaba angustiada y sollozaba. – He
tenido una pesadilla y… Puedo dormir contigo? Tengo miedo…
Encendí la
luz de la mesa de noche y le observé. Ren abrazaba a los peluches recibidos hoy
y tenía el rostro empapado en lágrimas. Bajó la cabeza para que le viese y
sonreí con suavidad. Su lado femenino e infantil hacía que se me fuesen todos
los males.
- Ven aquí,
anda. – Me hice a un lado y abrí el edredón para él. Se incorporó y vino a todo correr, peluches en
mano, para meterse en mi cama. Sollozó y hundió su rostro en mi pecho. Mi
corazón se encogió y mi reflejo fue acariciarle la cabeza con suavidad… Siempre
tenía la necesidad de calmarle cuando le veía pasarlo mal. Apagué la luz de
nuevo.
- Gracias… -
Murmuró. Sonreí en la oscuridad.
- No pasa
nada. Duerme. - Le abracé y él se apretó
aún más contra mí, buscando cobijo y protección. Mi protección. Me sentía tan
cálido…
- Jonghyun?
– Susurró una media hora después, cuando yo ya estaba a punto de dormirme.
- Mh?
- Te quiero.
– Abrí los ojos como platos en la oscuridad y no dije nada. Ren relajó su
respiración unos segundos después; se había dormido. Yo no dormí nada esa
noche. No porque estuviese incómodo, sino porque su confesión repentina me
había hecho feliz, y me negaba a aceptarlo.
“No estoy
enamorado de él. No lo estoy. Todo esto es un maldito juego… Todo esto es fruto
del Fanservice!”
En cuanto
amaneció, comenzó mi rutina de observación. Su rostro… No había otro igual en
el mundo. Sus pequeños labios de fresa estaban entreabiertos, y aún sin ese
quilo de maquillaje encima que le ponían siempre, estaba más hermoso que nadie.
- Esto no
puede ser... Lo siento… Pero no puedo quererte… No está bien… - Susurré,
apartando con cuidado su pelo para que no le tapase el rostro.
Me incorporé
de la cama intentando molestarle lo menos posible y me fui al salón. Los demás
aún debían de estar durmiendo.
- Necesito
una novia, es la única manera de olvidar todo esto… - Mascullé mientras ojeaba
mi agenda de números de teléfono. – Solamente una mujer puede quitarme esta
tontería de la cabeza. La confusión.
“Bora!?” Por
qué no? Ya había trabajado con ella antes, en el videoclip de “Hello” y era
encantadora, además de preciosa. Antes de decidirme, ya estaba marcando.
- Hola?
- Buenos días, Noona.
- Quién es?
- JR, de Nu’est.
- Ah! JR! Hola… Perdona, estaba durmiendo.
- Lo siento por despertarte…
- Está bien, está bien. Qué necesitabas?
- Pues… Quería preguntarte si hoy por la
noche te apetecería ir a cenar conmigo.
- A cenar?
- Sí. Una cita.
- Una cita!?
- Sí…
- No sé… Y tu agencia? No te las tiene
prohibidas?
- Lo superarán.
- Está bien, pero si te metes en líos no me
hago responsable!
- No te preocupes, Noona. Te parece quedar
en la KBS a las diez?
- En la KBS?
- Tengo que grabar en la radio, pero después
estoy libre.
- Ah, claro! Allí estaré.
- Adiós Noona.
- Sí~
Listo. Ya
tenía cita para esta noche. Nunca se me habían dado nada mal las mujeres… Por
eso no entendía por qué jamás había tenido una novia formal… No me habían faltado oportunidades, lo único
era que jamás me había sentido del todo cómodo.
- Y tú tan
madrugador? – Minhyun apareció por la cocina mientras yo me servía mi segundo
bol de Special K. Si no comía mucho
por la mañana luego no rendía.
- Me
despertó Minki con sus ronquidos. – Reímos ambos y pronto se nos unieron los
demás.
- Podríamos
ir a cenar por ahí después de la radio, que os parece? – Propuso Baekho.
- Ayer ya
nos saltamos la dieta, quieres saltártela hoy también? – Le riñó Minhyun.
- Nos vamos
a poner todos obesos! – Rió Aaron.
- Yo no puedo.
– Dije sin levantar la mirada de la cuchara. Noté como todas las miradas se
centraban automáticamente en mí.
- Y eso?
- Tengo una
cita. – Escuché a Ren atragantarse y el silencio confuso de los demás.
- Perdón?
- Una cita.
Con una chica.
- Las tenemos
prohibidas! Y si se entera el mánager?
- Acaso se
va a chivar alguien? – Los miré amenazantes y ellos se miraron entre ellos,
todos menos Ren, que me miraba con una expresión de clara confusión.
- No… Pero…
- Pues no
hay más que hablar. – Me incorporé de la mesa y dejé mi bol en el friegaplatos.
– Hoy limpia Baekho, lo pone en el calendario.
No dije nada
más y me fui a mi cuarto.
- Una cita?
– Ren no tardó en aparecer. Le miré desde mi cama y asentí. – Con quién?
- Shin Bora.
- Oh! Bora
Noona?
- Sí.
- Es muy
guapa! Enhorabuena! – Fruncí el ceño y me incorporé para mirarle. De qué
demonios estaba hablando? – Eso sí, no sé qué hace con un engendro como tú…
Pero bueno, para gustos hay colores… Qué me vas a contar! – Se echó a reír y
abrió el armario en busca del modelito del día. – A dónde la vas a llevar?
- A… A…
Cenar por ahí… Supongo… - No entendía nada. La noche anterior Ren se me había
declarado sin tapujos y ahora era el más feliz de los dos por mi cita? “Hola?
Universo?”
- No seas
rata! Sorpréndela con un restaurante bueno… Has pensado en uno europeo? Qué tal
francés? Francia es súper romántica… - Me sonrió y yo le devolví la sonrisa
pero cargada de hostilidad.
- Lo siento,
pero tengo que preguntártelo. – Me incorporé de la cama con brusquedad y me
planté a su lado. – No vas a enfadarte? – Me miró serio.
- Por qué?
Qué has hecho de malo?
- Tengo una
cita. Con una chica. – Crucé los brazos y le miré fijamente a la cara. – Una
chica que no eres tú.
Rió con
sorna y negó con la cabeza.
- Primero:
Algún día tengo fe en que te des cuenta de que no soy una chica… Y segundo:
Tienes una cita. Qué puedo hacer yo? Es tu vida, Jonghyun, no la mía.
- Pero
grítame! Pégame! De verdad que vas a reaccionar como si nada!? – Una parte de
mí estaba realmente enfadada porque Ren no reaccionaba como me imaginaba… En mi
mente se proyectaba una escenita de celos muy típica de telenovela, con
lágrimas y diálogos melodramáticos, pero la realidad estaba siendo tan
diferente que me chocaba. Ren resopló y cerró el armario con fuerza.
- Y qué
hago, JR!? Te pido que no vayas!? Te ato a la cama para que no puedas salir del
cuarto hasta que aprendas a amarme!? – Estaba respondiendo a mis gritos con
gritos, tenía lógica.
- Yo no te
amo.
- Pues
entonces? Qué le voy a hacer? Tú tienes derecho a hacer tu vida como tú
quieras, yo no pinto nada ahí si no sientes nada por mí.
- Siento
amistad. – Rió exageradamente y volvió a negar con la cabeza.
- Mira,
Jonghyun, todos los días tengo que aguantar momentos hostiles contigo, luego
momentos de mejores amigos e incluso abrazos y tocamientos que hacen que me
descoloques por completo. Sabes el autocontrol que tengo? Mi fuerza de voluntad
no es ninguna broma. Y aunque rompas mi corazón todos los santos días, me
aguanto y al día siguiente te sonrío como si nada. Siento ser un chico,
Jonghyun. Todos los días te escucho decir cómo tu chica ideal es como yo, pero
soy un chico. Nací así y seguiré siendo así. No tiene ninguna solución. Soy un
chico, aunque no te guste… Te gustaría que fuese una chica, pero no lo soy! Qué
tengo que hacer para que te des cuenta!? Todos los días me abrazas, me besas, y
luego me apartas a empujones diciéndome que no eres gay. Qué se supone que debo
hacer?
Ren tenía
los ojos humedecidos y sollozaba mientras me gritaba con la mandíbula tensa.
- De verdad…
Eres lo peor… No puedes quererme por lo que soy? Tan asquerosa te resulta la
idea? – Susurró mirándome a los ojos. Algo en mi interior se rompió en mil
pedacitos.
- Yo… No
puedo… Somos chicos… Está mal… - Esas excusas, una tras otra, las tenía
perfectamente ensayadas, pero hoy por algún motivo, no salían con la seguridad
de costumbre.
- Tengo fe
en que algún día te darás cuenta de que las cosas no pasan porque sí… Tengo fe,
Jonghyun.
Minki salió
por la puerta y se fue de casa. No contestaba al teléfono móvil y no fue hasta
la hora de irnos a la KBS que volvió a aparecer por el dormitorio. Le analicé
con la mirada, de nuevo se había puesto la capa del maknae alegre y daba
saltitos de emoción mientras hablaba con los demás miembros con una perfecta
sonrisa plantada en su cara.
- Nos vamos?
– Se hizo una coleta y todos le seguimos por el pasillo hasta el ascensor.
Todos iban con ilusión menos yo, que no podía sacarme de dentro un sentimiento
amargo y sus palabras rebotando contra las paredes de mi cráneo. “No puedes quererme por lo que soy?”
El programa
iba bien, iba todo perfecto hasta el momento que sacaron el tema vetado: San
Valentín.
- Hoy es San
Valentín, y qué mejor que pasarlo con Nu’est? – Shindong nos presentó de nuevo
tras el descanso publicitario. – Cómo lo habéis celebrado dentro del grupo?
- La verdad
es que no nos hemos acordado hasta que hemos salido a la calle… - Todos reímos
por la sinceridad de Aaron. – Pero nos regalaremos bombones en cuanto lleguemos
a casa!
- Somos como
una familia, así que lo hemos pasado juntos como todos los años. – Añadió Ren.
- Una
familia? Quiénes serían los miembros? – Preguntó Shindong.
- Mmmm…
Aaron la mamá, Baekho el papá, y Minhyun el gato! – Volvimos a reír.
- Y quién
sería tu pareja entonces?
- JR, por
supuesto! El segundo más guapo del grupo con el más guapo! El más guapo soy yo.
– Todo el staff rió de nuevo. Ren se tapó el rostro, tímido. Yo reí también,
pero el sentimiento amargo de mi interior se incrementó un poco más.
- Para
cuándo la boda, hija? – Dijo Aaron entre risas.
- Cuando me
regale un anillo del tamaño de un puño, Appa!
- Qué bien
la he criado… - Remató Baekho.
El programa
acabó a las nueve y media; tenía media hora hasta que llegase Bora.
- A qué vino
eso? – Le pregunté a Ren mientras nuestro mánager hablaba con Shindong. Me miró
con expresión inocente. – Sabes de sobra a lo que me refiero.
-
Fanservice, Hyung. – “Hyung!? Desde cuándo!?” – Por qué? Te has hecho
ilusiones? – Sonrió con picardía y se echó a reír.
- No digas
estupideces.
- Algún día
caerás del pino… Algún día. – Me dio unas palmaditas en el hombro y se dispuso
a irse por la puerta del estudio con Baekho. – Ah! Hyung! – Se giró y me dedicó
una sonrisa dulce, una sincera… - Suerte con ella. Con ella seguro que estarás
bien y no estará mal. Con ella no es pecado.
Vale. Mi
amargura interior había incrementado bastante de golpe, y por un momento quise
detenerle mientras le veía desaparecer detrás de la puerta… Pero no lo hice. Su
sonrisa se grabó en mi mente, pero no moví ni un músculo para impedir que se
fuese.
- Hola! – Me
giré y me encontré a mi cita sonriente. – Fuera hacía frío, así que decidí
entrar. Ren me dijo que estarías aquí… - Mi sonrisa se transformó en una mueca
y asentí. – A dónde vamos?
Era una
chica verdaderamente preciosa, y con la que ya había tenido contacto aunque
fuese en un rodaje, así que me sentía más o menos cómodo.
- Te gusta
la comida francesa?
- Francesa!?
Huy… Qué lujo, no? – Rió y asentí con una sonrisa cortés. Por qué no me podía
comportar con naturalidad? Estaba completamente tenso. – La verdad es que me
gusta más la comida coreana…
- En serio?
– La miré con sorpresa. Ella asintió.
- No hay
nada como la comida coreana… Nada! – Reí y me encogí de hombros.
- Entonces
vamos a comer a un restaurante cualquiera! – Asintió con una sonrisa y salimos
a la calle. Era una noche realmente fría, pero no nevaba y se agradecía.
- Qué te
apetece? – Mirábamos los menús de un restaurante no muy lejano. – Yo creo que
voy a comer japchae… Hace siglos que no lo tomo! – Le sonreí cortésmente y
asentí.
- Yo…
Nurungji? Con Kimchi. – Dije escuetamente. Asintió y alzó la mano para atraer
la atención del camarero.
- Y cómo es
que decidiste llamarme para pasar la noche de San Valentín? – Me preguntó una
vez se hubo ido el chaval tras tomar nota. “Parece más joven que yo…”
- Necesitaba
desconectar un poco… - “De él. Necesitaba desconectar de él.”
- Lógico.
Estaréis muy ocupados! El comeback fue un éxito, no? – Asentí en silencio. Ella
suspiró y rió.
- Te
encuentras bien? – Alcé la mirada.
- Sí, por?
- Te ves…
Raro. Pareces incómodo de alguna forma. – El chico llegó con la comida y se fue
inmediatamente. Ella continuó hablando. – Es culpa mía? Te incomodo?
- Qué? No!
Es solo que… No estoy acostumbrado a salir con chicas… - Siempre solía ir a
comer con Ren. Se me hacía raro estar haciendo esto sin él.
- Sabes lo
que me pasó hoy? – Bora cambió de tema sin más. No parecía callarse nunca…
Hablaba y hablaba sobre cosas banales y yo fingía prestar atención. “Ren no
habla tanto… No. Un momento. Qué demonios estoy pensando!?” Me metí una
cucharada de arroz para callar a mi cerebro. – … Y me dijo que los zapatos no
conjuntaban en absoluto! Quién se creía que era… Además, con las pintas que
llevaba! Parecía una pordiosera…
Siempre que
salíamos a comer, Ren miraba el vaso con lupa por si no estaba lo
suficientemente limpio… Y siempre olía lo que estaba en el vaso antes de
bebérselo. Recuerdo que la primera vez que lo hizo me resultó gracioso y
adorable… Era como si sospechase que alguien le fuese a envenenar. Era curioso
que siempre mirase el vaso y no los palillos o la cuchara. Además, antes de
comer siempre se recogía el pelo en una coletita que le hacía parecer una
manzana. Odiaba ensuciarse el pelo, supongo que el tenerlo tan largo implica
unos cuidados que yo no entiendo…
- JR? –
Levanté la mirada y tragué saliva el sentir sus ojos clavados en mí. – Me
estabas escuchando?
- Eeeem… Sí,
claro! Los zapatos! Qué vergüenza, no? – Ella rió y suspiró mientras negaba con
la cabeza. “Por qué todo el mundo me hace eso!? Ren también lo hace…”
- No estaba
hablando de eso… - Dejó la cuchara sobre la mesa y me fijé en que ambos
habíamos terminado de comer. Cuánto tiempo llevaba pensando en él?
- JR… - La
miré mientras me ponía el abrigo. – Quieres ir a tomar algo a mi casa?
Abrí los
ojos como platos y tragué saliva. Asentí suavemente y tras pagar nos dirigimos
a la salida. No tardó ni dos minutos en abalanzarse, literalmente, sobre mí.
Suerte que la calle estaba desierta. Me pilló tan de sorpresa que no me dio ni
tiempo a cerrar los ojos.
- Cielo…
Correspóndeme, no? – Susurró con voz grave y yo asentí, intentando ponerle
ganas al beso, pero por algún motivo no era capaz. Su lengua invadió mi boca
sin previo aviso, como todo lo que hacía esta mujer, y se abrazó a mi cuello para profundizarlo
aún más.
Juro que
intenté disfrutar el beso todo lo que pude… Pero llegó un momento en el que me
pareció hasta desagradable… No sabía en absoluto bien, no se sentía bien, me
sentía forzado e incómodo… Aquellos labios no se parecían nada a los labios que
a mí me gustaban. Los de ella eran muy finos, no eran acolchados y estaban
pegajosos por el brillo de labios. Aquellos no eran los labios a los que ya me
había acostumbrado.
“Los labios
de Minki son muy suaves… Además, son muy blanditos y muy agradables, es como
morder gelatina, y su aliento siempre es como de caramelo aunque acabe de
comer. Sus besos no son tan agresivos, los suyos son lentos y delicados, como
todo él. No estoy besando a Ren, estos no son sus labios, estos no son sus
besos… Esto… Esto no me gusta.”
Tomé sus
hombros y la aparté de mí, limpiándome la boca a continuación con la manga del
abrigo. Ella me miró con una clara expresión de ofensa en el rostro. “Quizás
tendría que haber esperado a que ella no mirase para limpiarme…”
- Qué
ocurre? – Preguntó al fin.
- Yo… Creo
que esto no ha sido una buena idea… - Murmuré. Sentía un rechazo hacia
cualquier tipo de contacto con ella que jamás creí que sentiría. Qué me estaba
pasando?
- Venga ya,
JR. Me has llamado tú!
- Pero… Yo
no sabía que esto iba a acabar así…
- No? Y qué
esperabas?
- No lo sé…
La verdad, no lo sé. – Bajé la mirada y apoyé la espalda en la pared de
ladrillo que tenía detrás. Me rasqué la cabeza, confuso, y suspiré. En toda la
noche no había parado de pensar en Ren.
- Tus amigos
no te esperan para esta noche, JR. Lo mejor es que vengas a mi casa. – Se
volvió a acercar a mí y me dio un beso en el cuello. Mi reacción? La aparté de
mí de un empujón que casi la tira al suelo.
- No me
toques… No me gusta que me toques! – Ella me miró con los ojos como platos y
rió exageradamente.
- Me estás
rechazando? Sabes quién soy?
- Sé quién
no eres… - Su expresión cambió.
- Un
momento… Me estás diciendo que soy una sustituta? – Volví a bajar la mirada.
Ella suspiró.
- Mira… Se
suponía que íbamos a empezar a salir! Que esto era una cita! Qué demonios te
pasa? Me llamaste tú! Ren me dijo que tenía que hacerte feliz, y eso estoy
intentando! – Levanté la mirada, sorprendido.
- Qué?
Repite eso. – Mi corazón había empezado a latir de una forma desbocada con solo
escuchar su nombre.
- Que se
suponía que íbamos a empezar a salir.
- No, eso
no, lo de Ren.
- Ah, nada,
que cuando entré a buscarte a la KBS, me lo crucé y me saludó. Me pidió que te
hiciese muy feliz y que jamás de hiciese daño. Me hizo prometérselo… Cuántos
años tiene esa niña? Cinco? Me hizo jurárselo con el meñique!
Sonreí con
dulzura. Ren siempre juraba con el meñique, si no la promesa no tenía ningún
valor para él.
- No es una
niña, es un chico.
- Pues no lo
parece.
- Lo sé…
- Por qué
tienes esa cara? – La miré, confuso. – Tienes cara de idiota. Estás enamorado
de él, acaso? – Se echó a reír, pero que ella me lo preguntase tan
directamente, después de todo lo que había pasado esa noche… Una bombilla se
encendió en mi cabeza. Caí del pino.
- Pues… Creo
que sí. – Ella paro de reír de golpe y me miró con cara de asco.
- Dios mío…
Eres gay!? – Enarqué una ceja. Ahora sé cómo se sentía Ren siempre que me metía
con él y le rechazaba de esa forma…
- No soy
gay. Estoy enamorado de un ser humano, me da igual quién sea y de qué género,
estúpida. – La aparté de un empujón y me largué de aquel callejón, ignorando
sus gritos e insultos a mis espaldas. Miré el reloj. Faltaban veinte minutos
para que acabase del día de San Valentín. “He de darme prisa!”
Paré en una
tienda 24 horas para coger el único ramo de flores que quedaba (por el cual me
metieron un sablazo impresionante…) y me apuré en salir y llamar a un taxi.
- Dónde está
Minki? – Irrumpí en casa empapado en sudor y con el aliento casi extinto.
Quedaban trece minutos para que acabase el día de San Valentín. Todos me
miraron con sorpresa, pero nadie hizo preguntas.
- No está en
casa…
- Dijo que
quería ir a relajarse un rato, que no se encontraba bien.
- Creo que
dijo algo de la sala de prácticas?
- Si,
cierto!
No esperé a
escuchar ni una palabra más. Salí de un portazo y corrí por las calles de Seúl
durante cinco minutos a la máxima velocidad que me permitían las piernas. Quedaban
siete minutos para el fin del día de San Valentín cuando irrumpí en la sala de
prácticas donde Ren lloraba mientras practicaba la coreografía de “Hello”.
- Hola… - Se
giró con expresión de sorpresa al verme en el reflejo del espejo y le sonreí
con ternura. – Estás muy guapo.
Ren estaba
con todo el pelo alborotado y el eyeliner emborronado, pero para mí estaba precioso.
- Qué haces
aquí? – Susurró mientras apagaba la música del reproductor. – Y Bora?
- Creo que
tirada en un callejón… No lo sé ni me importa. – Ren se secó las lágrimas con
la manga de la sudadera, emborronando aún más su maquillaje y yo reí. – Pareces
un mapache.
Rió y bajó
la mirada, avergonzado. – Cállate…
Miré el
reloj de la sala. Dos minutos. Saqué el ramo de rosas de dentro de mi abrigo,
todas espachurradas y se las tendí, con una sonrisa en el rostro.
- Feliz día
de San Valentín, Minki. – Abrió la boca como un pez y me miró sin comprender
nada. – Me alegro de que estés en estado de shock, porque así no me
interrumpes. – Carraspeé y tomé una de sus manos, suave y cálida. – Minki,
perdóname por tratarte así, perdóname por insultarte y por ignorar siempre mis
verdaderos sentimientos solamente por mis estúpidos prejuicios… Hoy, esta
noche, cuando Bora me besó, me di cuenta de que esos labios no eran sobre los
que me sentía cómodo, y ese cuerpo no era el que quería abrazar todas las
noches. No eran sus ojos a los que quería ver llorar con películas de terror,
ni su cara todas las mañanas al despertarme… Sabes de quién son todas esas
cosas? Tuyas. Perdóname por tardar tanto en darme cuenta, y perdona por hacerte
todo el daño que te he hecho. Perdona por hacerte llorar y perdona por mi
frialdad.
Ren lloraba
de nuevo y su mano temblaba en la mía. Sonreí con dulzura y diez segundos antes
de que el día acabase, se lo dije.
- Choi
Minki, estoy perdidamente enamorado de ti. – Me acerqué a su rostro y en el
último segundo de ese día, le besé. No había ni punto de comparación… Aquellos
sí que eran los labios que quería saborear todos los días. – Me separé de sus
labios en los diez primeros segundos del día quince de Febrero.
- Eres un
imbécil, Jonghyun. – Ren estaba sonrojado y sonreía como un idiota mientras
abrazaba el ramo de rosas. – Por qué has tardado tanto?
- Ya lo has
dicho, porque soy un imbécil. – Le sonreí y rodeé su cintura por detrás,
intentando sentirle lo más cerca posible. La felicidad absoluta existe, está en
poder abrazar a la persona más importante del mundo para ti mientras llora de
felicidad por tu culpa.
- Entonces
ahora somos novios? - Se giró entre mis brazos y me miró a los ojos poniendo
morros. Aquí estaba de nuevo el chico con el trastorno de personalidad
múltiple. Reí avergonzado. – Lo siento, pero tienes que decírmelo así. Me
encantan las etiquetas.
- Eres una
caprichosa!
- No soy una
chica! – Me pegó un puñetazo en el hombro que, efectivamente, no era en
absoluto de chica. Hice una mueca de dolor y le miré con indignación.
- Mi novio
me maltrata… - Murmuré y él sonrió feliz por mis palabras.
Le besé y
dejé que las agujas del reloj de nuestro dormitorio siguiesen avanzando.
Aquella noche no pensaba alejar mis labios de él, ni un segundo siquiera.
-Fin-
jodidamente hermoso por dios mori >u<
ResponderEliminarMe alegro de que te gustase tanto ^^
EliminarGracias por leer y comentar <3
Voy a tentar hablar en español para que entiendas. OMG,mi shipp del kokoro!! Todo yo leí. que buena história. Mi spañol es una droga,yo sé. Lo siento,pero,yo soy de Brasil. Me gutó mucho la fanfic,felicitaciones.
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