- Entonces
cuánto tiempo lleváis juntos? – Anna le dio un sorbo a su té helado y me dedicó
una sonrisa, en mi opinión siniestra de más.
- Pues…
Desde que empezamos a salir oficialmente… - Hice cuentas innecesarias con los
dedos. – Este mes haremos seis meses juntos.
- Ya!? Qué
rápido pasa el tiempo! Aunque cuando yo llegué a Seúl ya te gustaba, algún día
tendrás que admitirlo y lo sabes. – Ignoré sus palabras para darle yo también
un sorbo a mi té. – Tenéis planeado algo para estas vacaciones?
- Pues la
verdad es que no lo hemos hablado… Pero no creo que vayamos a irnos de
vacaciones, si es a eso a lo que te refieres. Ambos tenemos que trabajar y yo
no tengo dinero para irme por ahí. – Anna no pudo ocultar una mueca de
decepción. – Por cierto, tu coreano es
cada vez mejor! Jinyoung me ha comentado que no hay punto de comparación de
cuando te conoció a ahora… Enhorabuena!
- Gracias!
Me estoy esforzando mucho, aunque la verdad es que vuestra endemoniada
pronunciación no ayuda mucho, sabes? – Reímos.
- El Francés
tampoco parece fácil, sabes? – Le reproché. Ella me sacó la lengua y volvimos a
reír. Mi relación con Anna había mejorado bastante en esos meses, y se había
convertido en una amiga cercana, no solo mía, también de Jinyoung.
- No mires,
pero adivina quién se acerca a la puerta más guapo que nunca? – Enarqué una
ceja y negué con la cabeza, esforzándome por ocultar la sonrisa que luchaba por
manifestarse en mi rostro con sólo pensar en esa persona.
- Qué tonta
eres. – Finalmente sonreí y me giré para recibirle con una sonrisa. Él me la
devolvió mientras se quitaba la cazadora y se acercó a nosotros.
- Buenas
tardes. – Saludó a Anna con una sonrisa cordial y a mí me dio un beso en la
mejilla que la hizo sonrojar más a ella que a mí. – Buenas tardes a ti también.
– Me susurró. Mi sonrisa dobló su tamaño.
- Buenos
días. – Susurré tímidamente. Su presencia seguía impactándome después de medio
año de relación. Era el aura que le rodeaba, que brillaba tanto que su
presencia obligaba a bajar la mirada de forma sumisa.
- Por qué
tenéis tan poca gente últimamente? – Nos preguntó, cogiendo un taburete y
uniéndose a la conversación.
- Las
universidades han acabado ya el curso. La mayoría de la clientela era alumnado,
por eso lo que para el resto de la ciudad es “temporada alta”, para nosotros es
un… Mmmm… Cómo lo diría?
- Un tostón.
– Rematé la frase de Anna, sacándole una sonrisa a Jinyoung.
- Tostón no
viene en el diccionario, es un término muy poco apropiado para un estudiante de
literatura.
- Ya, pero
es que ese eres tú, para los de ciencias sociales está más que aceptado. – Le
sonreí con sorna y rió suavemente.
- Siempre
tienes respuesta para todo?
- Aún lo
preguntas? – Se encogió de hombros y miró a Anna.
- Pronto tu
coreano será mejor que el nuestro, pequeña.
- Aún me
queda mucho por aprender! – Sonrió, claramente emocionada por los cumplidos a
su progreso.
- Entonces,
si esto es tan “tostón”, saldrás antes? – Me preguntó sin poder ocultar el
brillo de emoción en los ojos.
- Estas
loco? El jefe dijo que un día de estos vendría a hacer inspección! Y si viene
diez minutos antes de la hora de cierre y yo estoy por ahí haciendo el tonto
contigo? Ni hablar. Debo cumplir mi jornada laboral. – Tampoco se molestó en
ocultar su expresión de decepción.
- No hacemos
el tonto… - Puso morros y bajó la mirada. – En fin… Al menos ponme un café,
anda. – Suspiró y se acomodó sobre la barra.
- En
seguida, señor. – Me miró sorprendido y le sonreí con sorna de nuevo. – Qué? No
extrañas nuestra relación de camarero-cliente?
- En
absoluto. Estaba deseando librarme de ella.
Anna nos
observaba en su nube rosa mientras seguía bebiendo del vaso que ya estaba más
que vacío. La miré, jamás entendería a las de su especie. Daban miedo.
- Al final
qué? Vas a preparar el doctorado o empezarás a trabajar? – Le pregunté a
Jinyoung mientras metía tres hielos en su vaso.
- La verdad
es que no lo sé… - Suspiró y apoyó la cabeza en su mano, mirándome fijamente. –
Si preparo el doctorado me ocupará muchísimo tiempo… Pero si no lo hago,
tampoco sé todavía a qué quiero dedicarme en concreto.
- Puedes ser
escritor! – Anna interrumpió la que iba a ser mi respuesta. – Channie me
comentó que estás escribiendo un libro!
- Que no me
llames así!
- Sí, pero
no quiero vivir de eso… Y a estas alturas y viendo el vuelco que ha pegado mi
vida, no sé ni si quiero publicarlo, la verdad.
- El vuelco
que ha pegado tu vida? – Le puse el café y el sándwich delante. – A qué te
refieres?
- A ti. –
Noté como mis mejillas ardían, y él está claro que también porque puso su
sonrisa de “puedo hacerte balbucear con solo abrir la boca”.
- QUÉ
BONITO, POR FAVOOOOOOR! – Anna chillaba mientras se agarraba la cara e
hiperventilaba. Sí, ella demostró que hacer ambas cosas al mismo tiempo es
posible.
- Esas cosas
tienes que aprender a callártelas. – Farfullé, bajando la mirada.
- Ni hablar.
Me encanta verte así.
- Te encanta
hacerme parecer idiota.
- Y a ti
cambiarle el sentido a las cosas para mal. – Le fulminé con la mirada y él me
sonrió con dulzura. – Con lo guapo que estás cuando te ruborizas para mí…
- Que te
calles! – Me giré y me puse a limpiar la ya limpia máquina de café. Podía
escucharle reír entre dientes a mi espalda, y eso que los chillidos histéricos
de la otra rompían por completo la calma del local.
- Quieres
que te acompañemos, Anna? – Le preguntó Jinyoung cuando acabé de cerrar la
puerta.
- No es
necesario, gracias. – Sonrió educadamente. – Para ir a casa tomo el autobús.
- Bueno,
entonces nos vemos el lunes. – La despedimos con la mano y esperamos a verla
desaparecer por la esquina de la calle.
- Qué tal el
día? – Me preguntó cuando nos pusimos en marcha.
- Ahora que
he acabado las clases… Un tostón. No tengo nada que hacer por las mañanas!
Podría hacer jornada completa en el bar, pero tampoco quiero eso…
- Eres un
indeciso. – Rió suavemente mientras me tomaba la mano. Le miré, sorprendido. Me
dedicó una sonrisa de las suyas y me obligó a bajar la mirada y ocultar mi
sonrisa de él. Sus manos eran muy suaves, me encantaban.
- Qué hay de
ti? Qué has hecho hoy? – Se encogió de hombros y se puso las gafas de sol.
Ahora parecía un modelo de esos de pasarela, o un idol.
- Todo el
día en el estudio. Hay aire acondicionado, así que no me quejo. – Rió y reí con
él.
- Compusiste
mucho?
- Estoy
trabajando en una canción nueva… Pero no logro encontrar ese “algo” que le
falta…
- Pídele
ayuda a Pachebel. – Me miró, desconcertado y yo reí. – Para ti Pachebel parece
ser siempre la solución, no? Yo siempre que tengo un problema me pides que
escuche su Canon… Creo que no queda versión en el mundo que no me hayas hecho
escuchar aún.
- Qué bobo
eres… - Sonrió. – Pero ayuda o no ayuda?
- Siempre.
Pero a veces cansa un poquito, sabes?
- Pachebel
no cansa nunca! – Puso expresión de haber presenciado un sacrilegio y a
continuación se echó a reír. – Está bien, está bien… La próxima vez te
recomendaré a otro genio…
- La próxima
vez componme tú algo. – Me miró de nuevo. Le sonreí. – Sí, la próxima vez hazme
tú una canción.
Sonrió y tiró
de mi mano para acercarme más a él. Sonreí y él sonrió.
- Está bien.
Lo haré.
- Mentiroso…
- Es cierto!
Te compondré algo… Serás mi musa.
- Tu qué!? –
Me eché a reír. – A veces parece que olvidas que soy un chico…
- Créeme, me
olvido de todo menos de eso. – Me miró y sonrió de nuevo. Su sonrisa me hizo
sonrojar por algún motivo. Iba con segundas?
- Ya que te
aburres tanto… - Reanudamos la conversación después de unos minutos de
silencio. – Por qué no te vienes mañana por la mañana al estudio conmigo?
Le miré,
sorprendido. – En serio?
- Claro. No
veo por qué no. – Rió ante mi expresión de maravilla. Jamás había estado en un
estudio de música y me hacía un montón de ilusión ver dónde trabajaba Jinyoung.
Había escuchado varias canciones suyas que había vendido a grupos bastante
famosos y era muy bueno. A mí me gustaba más que Pachebel, pero eso no se lo
diría jamás o me ahogaría en el río Han.
- Quieres
subir? – Le pregunté una vez llegamos a la puerta del edificio. Jinyoung negó
con la cabeza y sonrió con dulzura.
- Tengo que
volver al estudio… Ya llego tarde. – Soltó mi mano y se acercó a mi rostro para
depositar un suave beso sobre mi frente. Noté mi rostro arder de nuevo y él rió
con suavidad al verlo. – Mañana te paso a buscar, sí?
Se dio media
vuelta para marchar, pero cuando estaba bajando las escaleras de la entrada, le
interrumpí.
- Espera! –
Se giró hacia mí y yo tragué saliva. Armándome de valor, me acerqué a él,
bajando los escalones. – No te esfuerces mucho. – Le susurré antes de acercarme
a su rostro y besarle con cuidado en los labios. Un beso corto e inocente. No
quería más.
Me separé de
sus labios y analicé su expresión de sorpresa. – Ánimo. – Murmuré antes de
girarme y salir prácticamente corriendo de a vergüenza en dirección a la enorme
puerta de cristal.
- Gracias! –
Me giré y le vi sonriéndome alegremente. Era una expresión nueva, parecía más
animado, y me alegraba haber podido darle esa energía. Le devolví la sonrisa y
entré en la que era mi casa.
- Aigoo… -
Me miré en el espejo del ascensor. – Cómo he podido hacer eso!? Qué vergüenza…
Llegué a mi piso
y tiré sin delicadeza alguna la mochila en la entrada. Me quité los zapatos y
encendí el aire acondicionado. Había escuchado en las noticias que este verano
iba a ser uno de los más calurosos, y para una persona que odiaba el calor,
como yo, era una auténtica molestia.
Me dirigí a
mi dormitorio, quitándome el uniforme por el camino y, únicamente en ropa
interior, me dejé caer sobre mi cama, disfrutando del fresquito que empezaba a
hacerse presente en la casa.
- Odio
sudar… - Suspiré, retirándome el húmedo flequillo de la frente y cerrando los
ojos. – Ojalá Jinyoung estuviese aquí…
Abrí los
ojos ante mi propio pensamiento. “Qué demonios…?”, me reprimí a mí mismo de
nuevo, como llevaba haciendo en las últimas semanas. La verdad es que cada vez
me estaba haciendo más dependiente de Jinyoung, y aunque me avergonzaba
admitirlo más que nada en el mundo, últimamente pensaba un montón en él, pero
no en la manera habitual… Podría decirse que deseaba a Jinyoung de una forma
más física de lo habitual.
Yo culpaba
al odioso clima casi tropical que estábamos sufriendo, pero la verdad es que
desde aquella noche en la que lo hicimos por primera vez, él no había vuelto a
ponerme una mano encima más allá de caricias, en zonas completamente inocentes,
y abrazos.
Una vez él
había sacado el tema en uno de nuestros paseos de regreso a casa, y me había
dicho que iba a esperar a que yo estuviese preparado, porque no estaba
orgulloso de lo que había ocurrido en el pasado y quería hacerlo bien esta vez.
Me pareció estupendo entonces, pero pasaron seis meses desde aquella y yo
seguía igual.
“Si Jinyoung
estuviese aquí… Le invitaría a estar a mi lado en la cama… Con lo mismo que
llevo puesto yo en estos momentos… Y… NO! GONGCHAN! NO! PARA!” Abrí los ojos y
borré de mi mente esa imagen catalogada para mayores de edad. Dirigí mi mirada
hacia la parte inferior de mi cuerpo y suspiré al ver que mi mente no era la
única emocionada.
- Lo siento…
Pero hoy tampoco toca. Vamos a por una duchita de agua fría, que nos va a venir
bien a ambos. – Y ahí estaba yo, hablándole a mi parte íntima mientras nos
hundíamos ambos en el vapor de la ducha.
- Hola! – Le
saludé animadamente, poniéndome mis gafas de sol y dedicándole una sonrisa.
- Buenos
días. – Él me la devolvió y pasó sus manos por mi pelo, ordenándomelo. Nunca se
me había dado bien peinarme. – Listo?
- Listísimo!
– Comenzamos a caminar en dirección a la parada de metro. – Al final qué tal la
canción esa en la que estabas atascado?
- Terminada
y vendida. – Le miré sorprendido y me sonrió con satisfacción.
- En una
sola tarde? Te dio tiempo? Si ya era tarde!
- Digamos
que “alguien” me dio la fuerza que necesitaba para acabarla, y acabarla bien. –
Sonreí con ternura, sonrojado.
- Me alegro
haberte servido de ayuda.
- Oh! Quién
te ha dicho que hayas sido tú? Engreído… - Rió ruidosamente al ver mi expresión
de “vas a morir y lo sabes” y me dio un beso en la mejilla. – Que bobo eres…
- No me
hables.
- Channie… -
Aceleré el paso y él me seguía riendo. No teníamos un día sin numeritos de
estos.
- No te
escucho.
- Aigoo, mi
pequeño caprichoso… - Corrió y se puso delante de mí para cortarme el paso.
Frené para no chocarme con su rostro y le miré con una ceja enarcada.
- Qué? –
Jinyoung sonrió y, para mi sorpresa, me dio un beso en los labios. Muy corto.
Menos de un segundo. Pero que me descolocó completamente. Miré a mí alrededor,
preocupado por la hora punta de la calle, pero nadie parecía haberse percatado
en absoluto. – Qué estás haciendo!?
Sonrió
alegremente y continuó caminando como si nada. – Es mi dosis de inspiración de
hoy. Seguro que compongo un montón de canciones.
Sonreí y
negué con la cabeza. Era un imbécil, pero era mi imbécil, y supongo que le quería así. Corrí hasta ponerme a su
lado de nuevo y tomó mi mano sin mirarme siquiera. Sonreí y miré para otro
lado, al igual que estaba haciendo él.
- Estudio
setenta y ocho, por favor. – Le dijo Jinyoung, quitándose las gafas de sol, a
la secretaria de la entrada, que le tendió una tarjeta. – Muchas gracias.
Le miré y
miré a la mujer, que le observaba como si acabase de aparecérsele delante Dios
en persona. – Muchas gracias. – Le dije en el tono más tirante que pude. Me
dedicó una mueca y se la devolví antes de acelerar el paso para ponerme a su
lado y marcar mi territorio. Por qué había tantas mujeres en ese sitio? Había
visto únicamente dos hombres desde que había entrado, y uno venía a repartir el
correo!
Subimos en
el ascensor con otras ocho mujeres que miraban fijamente a Jinyoung sin
pestañear siquiera. Yo las observaba, alucinando por la falta de disimulo que
ponían. Me entraron ganas de plantarle un beso allí mismo, pero ni yo tenía el
valor, ni ellas se merecían semejante espectáculo. Para mí, todas las mujeres
eran como Anna hasta que me demostrasen lo contrario.
- Jamás me
había dado cuenta de que llamabas tanto la atención… - Murmuré una vez que
entramos dentro de la sala. Era pequeña, más de lo que esperaba, y tenía
únicamente un teclado pegado a la pared, a su lado dos guitarras, un sofá
grande, una butaca y una mesa repleta de cosas con botones de colores que no
sabía para qué servían. Las paredes estaban forradas de madera, para
insonorizar mejor, y estaba bien iluminada. A lado de la mesa con cosas de
colores, había una puerta que llevaba a una sala que se podía ver a través de
una pared enorme de cristal, donde se veía otra guitarra y un micrófono
colgando del techo, además de un trípode y un taburete.
- De qué me
hablas? – Dejó la mochila al lado del teclado y me invitó a sentarme en el sofá
grande. Era muy cómodo.
- Da igual…
- Susurré, analizando el espacio con la mirada. – Es… acogedor.
- Es… un
zulo. – Rió. – Pero no soy un profesional, así que ya tengo bastante con que me
diesen esto. Tomó una de las guitarras, de color negro, y tocó una tecla del
piano, escuchando con atención, para a continuación tocar la misma nota con la
guitarra y empezar a afinarla.
Yo le
observaba en silencio hacer eso con todas y cada una de las cuerdas hasta,
finalmente, tocar un acorde que sonaba en armonía.
- Quieres
escuchar la canción de la que te hablaba? – Me dijo después de un rato
ensimismado mirándole tocar. Cómo podía sentarle tan bien la guitarra a
alguien? – Gongchan?
- Eh? –
Parpadeé varias veces y él rió.
- La canción.
Quieres escucharla?
- Claro! –
Cambié mi postura en el sofá de cuero negro y fijé mi mirada en una de las
pantallas sobre la mesa. Jinyoung clicó sobre uno de los símbolos de audio y la
canción empezó a sonar, mezclando los diferentes instrumentos y la voz suave de
Jinyoung. – Cómo se titula?
- Only One.
– Sonreí con ternura y me devolvió la sonrisa. Ambos nos mirábamos mientras su
voz atravesaba los altavoces, envolviéndonos e inundando la sala entera. – I pray no tears in your dreams… I hope you fly high in your life…
- Jinyoung cantaba en voz bajita el estribillo mientras yo sentía cómo mi
corazón se encogía y mis ganas de llorar aumentaban por momentos. Era una
canción preciosa, y que la hubiese terminado pensando en mí solo la hacía
mejor.
- No la
vendas… - Le dije cuando acabó. – Regálamela a mí.
- No puedo
hacer eso, ya la he vendido… - No me molesté en ocultar mi expresión de
decepción y él sonrió antes de venir a sentarse a mi lado. – Para ti haré una
aún más bonita, sí? Te lo prometo.
Levanté la
mirada para encontrarme con sus ojos color chocolate y su sonrisa impecable.
Estaba cerca, muy cerca, tanto que casi podía sentir su aliento contra mi piel.
Una tensión empezó a formarse entre nosotros, una tensión ya familiar. Su
sonrisa empezó a desaparecer, pero sus ojos no abandonaron los míos en ningún
momento. Notaba mi garganta seca, y el corazón me iba a mil por hora, hasta el
punto de sentir que me iba a desmayar cuando Jinyoung empezó a acercar su
rostro muy lentamente a mí. Entreabrí los labios para recibirle cuando…
- JINYOUNG!
– Un chico de pelo largo y gafas redondas entró como una tromba en el estudio.
Jinyoung se incorporó a la velocidad de la luz y yo simplemente me giré para
fulminar con la mirada al susodicho.
- Hola,
Shinwoo. – Jinyoung le sonrió, pero la decepción en su voz era palpable. El tal
Shinwoo nos escaneó a los dos y sonrió de lado. – Huy, interrumpo algo?
- Acabamos
de terminar de escuchar “Only One”, le ha gustado mucho. – Respondió como si
nada, tomando los papeles que el chico le sostenía. – Qué es esto?
- El
contrato de compra de la canción nueva… - El chaval de gafas de Harry Potter no
me quitaba los ojos de encima, y empezaba a fastidiarme su mirada de
superioridad.
- Vale, le
echaré un ojo y cuando me vaya te lo dejo en recepción. – Dejó los papeles
encima de la mesa en una invitación para que se fuese y nos dejase en paz.
- Quién es
tu amiga? Dime, guapa, te gustó la canción? – Jinyoung enarcó una ceja mientras
mi “nuevo amigo” se sentaba a mi lado y me rodeaba con un brazo. Agarré ese
brazo y me lo quité de encima con brusquedad, incorporándome del sofá a
continuación.
- Soy un
hombre, Einstein. – Abrió los ojos, sorprendido. Definitivamente, esa tarde me
iría a cortar el pelo.
- Ah, lo
siento! – Rió y se incorporó también. Me escaneó de nuevo. – Creía que solo
serías una chica plana… Ya decía yo que era raro que Jinyoung trajese a una
mujer tan guapa con él…
Mis nervios
empezaban a ponerse muy a flor de piel, tanto que estaban a punto de darle una
caricia fuerte en la cara… Con una silla.
- Shinwoo,
te estás pasando. Puedes irte? A diferencia de otros, algunos tenemos que
trabajar. – Jinyoung se colocó delante de mí, de forma protectora, y cruzó los
brazos, hablándole de forma cortante. Jamás le había visto actuar de una forma
que no fuese amable y suave.
- No puede
ser… - Musitó el chico. – Este es tu yogurín? El niño ese que te gusta? Yo que
creía que ya te habrías rendido…
“Yogurín!?”
Iba a responderle algo pero Jinyoung tomó mi mano, calmándome.
- No le llames
así. Él es mi pareja, así que te pido o bien que la trates con el respeto que
se merece, o que te largues de aquí ahora mismo y no vuelvas a dirigirme la
palabra hasta que te disculpes con él como se merece. – Le miré. Su rostro
serio con expresión fría estaba creando en mí unas ganas increíbles de lanzarme
a sus brazos y arrancarle la ropa a girones. “Eh!? Eso lo he pensado yo!?”
- Vale, lo
siento! Solo me he sorprendido! Qué arisco estás hoy… - Rió y me miró, sin
borrar esa sonrisa insoportable de su rostro. – Lo siento, jovencito, es solo
que no me esperaba que al final fueseis a acabar juntos… No eres demasiado
joven?
- Y tú no
eres demasiado imbécil? – Le respondí, tajante.
- Sí, sois
tal para cual… - Rió, ignorando mi respuesta y se dirigió a la puerta. –
Acuérdate de dejarme eso en recepción, vale? Nos vemos.
- Qué bien
hiciste en no presentarnos… Si me hubieses soltado la mano seguramente hubiese
acabado incrustada en su cara. – Dije. Jinyoung rió y me abrazó con fuerza.
- Escúchame
atentamente. – Rodeó mi cintura y me miró a los ojos. – A partir de ahora va a
haber muchos comentarios como esos… Muchos más. Y mucho más crueles también…
Pero vamos a estar bien. Te tiene que dar igual lo que diga el mundo siempre y
cuando tú seas feliz, me oyes?
Jinyoung me
hablaba con una mirada comprensiva en el rostro y una sonrisa suave. Sin poder
evitarlo, escuchaba atentamente a todas y cada una de sus palabras, como un
niño que escucha un consejo de su padre; la única diferencia es que Jinyoung no
era mi padre, era mi pareja, y me había hecho muy feliz escuchar cómo se lo
decía a ese imbécil con tanta seguridad en su voz.
- Soy muy
feliz, Jinyoung. Mientras tú estés a mi lado, lo seré. – Sonrió y le devolví la
sonrisa. – El mundo no tiene nada que reprocharme, y menos a estas alturas.
Tiró de mi
cintura hacia él y juntó su frente con la mía. – Te quiero, lo sabes, verdad?
Sonreí y
cerré los ojos, disfrutando del momento. – Lo sé.
Sentí sus
labios sobre los míos y una ola de nerviosismo y calidez me inundó, recorriéndome
de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies una y otra vez, en un ritmo
incansable.
- Me ayudas
a trabajar? – Susurró aún sobre mi boca. Quería decirle que me importaba una
mierda su trabajo, que solo quería seguir besándole hasta que se me cayesen los
labios al suelo, pero Jinyoung vivía de esto, así que dejé mi deseo a un lado y
asentí en silencio. Jinyoung me empujó suavemente hasta una de las sillas que
estaban delante de la mesa gigante, y una vez se hubo sentado en ella, tiró de
mí para que me sentase en su regazo. Me sentía tan estúpidamente feliz que
olvidé por completo el asunto del idiota de las gafas.
- Escucha
esto, tengo que ponerle letra. – Presionó un botón y comenzó a sonar una
melodía que me era perfectamente familiar.
- Kiss the rain… - Murmuré.
- Conoces a
Yiruma? – Asentí.
- Me
encanta.
- Me alegro.
Nos
sonreímos y Jinyoung me quitó de su regazo para entrar en la sala de grabación.
- A ver qué
te parece esto… Cuando te de la señal apaga el botón rojo, es el que corta la
grabación, vale? – Asentí con una sonrisa y lo encendí para empezar a escuchar
la preciosa voz de Jinyoung, que acompañaba a un piano igual de precioso. Cómo
no podría enamorarme de alguien así?
- Creo que
al final te he interrumpido un montón, lo siento… No volveré más. – Comenté
mientras Jinyoung apagaba el ordenador. La canción había quedado muy bonita, y
aunque no había progresado tanto como lo habría hecho en mi ausencia, él me
había asegurado que estaba muy bien para una mañana de trabajo.
- No digas
tonterías… Ha sido una de las mejores letras que he hecho en mucho tiempo.
Sonrió y yo
le devolví la sonrisa. Tomó los papeles que había traído el chico de antes y me
invitó a salir antes, siguiéndome para cerrar la puerta.
- Por cuánto
la has vendido? – Pregunté, señalando los papeles.
- Por menos
de lo que vale… Pero bueno, luego depende también de las ventas que tenga
cuando salga y demás. – Asentí en silencio. – No te preocupes, la tuya será
mucho más bonita. Te lo prometo.
Le sonreí y
fulminé con la mirada a la secretaria cuando salimos del edificio. Me devolvió
la mirada, por supuesto.
- Tengo que
volver en dos horas… - Suspiró con expresión cansada. – Tú qué vas a hacer?
Vamos a comer juntos?
- Me
encantaría… Pero yo también tengo que trabajar por la tarde… - Sonreí. Y entro
antes que tú, así que comeré algo en casa y saldré corriendo o llegaré tarde.
- Está bien,
nos vemos esta tarde entonces.
- Vendrás?
- Lo dudas?
Nos
sonreímos y me dio un casto beso de despedida. Estaba en una nube. Hoy había
aprendido mucho sobre Jinyoung… Había visto muchas facetas suyas que no conocía
y eso me hacía feliz.
Llegué a
casa y preparé la bolsa con el uniforme y demás cosas. Iba muy pillado de
tiempo, como siempre, así que cogí un rollo de kimbab que tenía preparado desde hace a saber cuánto tiempo y salí
disparado de casa, tal y como le había prometido a Jinyoung.
- Buenas! –
Saludé a Anna cuando llegué corriendo, notando el sabor metálico de la sangre
en la boca. Definitivamente, mi condición física no era la mejor…
- Te veo
bien… - Rió y la fulminé con la mirada. – No te tenías que haber dado tanta
prisa, esto está tan muerto como de costumbre.
Miré a mí
alrededor, ella tenía razón. Ni un alma. Suspiré y fui a cambiarme sin decir
nada. Menos mal que teníamos sueldo fijo…
- Vaya… Has
visto eso!? – Anna señaló la televisión con expresión preocupada. – Se aproxima
una borrasca y de las grandes a la ciudad… Recomiendan a la gente que no salga
de sus casas debido al fuerte viento y lluvia.
Levanté la
mirada a donde ella señalaba y efectivamente, daban alerta naranja en Seúl y
alrededores. Enarqué una ceja; no podían haberlo avisado antes? Una alerta así
se anuncia con antelación, hombre!
- Qué
hacemos? – Me preguntó con expresión de pánico.
- Nada,
seguramente al final no sea nada y se debilite antes de llegar aquí.
- Yo creo
que deberíamos de ser precavidos y cerrar…
- Puedes
irte si quieres, si viene el jefe le diré que estás enferma o lo que sea. –
Parecía realmente nerviosa.
- Es que si
va a haber ese temporal y yo tengo que tomar el metro… Si lo cierran me quedo
en tierra! – Reí por su expresión mal utilizada, pero tenía razón. Ella vivía
bastante más lejos que yo.
- Está bien,
en serio. Vete. – Anna me lo agradeció y en breves ya se había ido por la puerta.
Observé por la ventana, hacía un sol radiante. – Iré a leer el periódico
entonces…
Eran las
cinco y media de la tarde cuando un trueno me hizo levantar la mirada de las
distintas tragedias mundiales. Me sorprendí al mirar por la ventana y ver una
oscuridad casi absoluta en pleno verano y a esas horas.
Las luces
del bar parpadeaban cada vez que un trueno caía, trayendo consigo un rayo que
iluminaba de blanco mi visión.
- Qué hago?
– Murmuré.- Tampoco creo que vaya a ponerse peor… No?
Un trueno fuerte
como ninguno se encargó de rechistarme. Miré el reloj. – Y Jinyoung…? No vendrá
aun así, no?
Saqué el
teléfono móvil de mi mochila y lo ojeé. No había cobertura? Sería culpa de la
tormenta…
Mi
preocupación e incertidumbre iba en aumento. No podía ponerme en contacto con
Jinyoung para decirle que no viniese, pero por ese motivo tampoco era capaz de
irme a casa. Qué pasaba si venía y esto estaba cerrado? Se quedaría a la
intemperie con este tiempo! No podía permitirlo…
Un ruido
atronador me hizo salir corriendo de los vestuarios para observar lo más
parecido al diluvio universal que veré jamás. Cómo era posible que la lluvia
hiciese tanto ruido? Apenas podía ver nada a través de ella por la fuerza con
la que caía, menos mal que en ese momento, Escuché la puerta del local abrirse.
- Jinyoung!
– Le observé. Estaba empapado de los pies a la cabeza. Su pelo caoba goteaba y
se le pegaba al rostro. – Dios mío… estás bien?
Me acerqué
corriendo a él, sin saber qué hacer.
- Tenemos
que irnos… - Dijo entrecortadamente a causa de la carrera que se acababa de
pegar. – Esto aún no ha sido lo peor, si queremos llegar a casa tenemos que
irnos ahora mismo.
- Estás
loco? Mira la que está cayendo!
- Escúchame!
– Jinyoung me miró, serio. – Si no nos vamos ahora, tendremos que pasar aquí la
noche. Apresúrate y coge tus cosas, que vamos a tener que correr.
Lo
exhortativo de su voz hizo que mi cuerpo se moviese por si solo para obedecer
su orden, y en un santiamén ya estaba cargado con mi mochila y cerrando la
puerta del local. Jinyoung sacó de su mochila una chaqueta milagrosamente seca
y me la puso por encima. Le miré y me sonrió.
- No hará
mucho… Pero menos es nada. – Sonreí tímidamente y tomé su mano para, cuando él
dio la señal, salir corriendo a toda velocidad.
Conseguimos
llegar a la estación de metro, llena de gente, y coger el último tren que iba a
estar activo en la tarde a causa del agua.
- Menos mal…
- Susurré una vez dentro. Me encontraba entre el cuerpo de Jinyoung y la puerta
del metro, puesto que estaba tan lleno que Jinyoung se había colocado así para
hacerme de escudo. La verdad es que mi situación no era nada fácil… Una
camiseta blanca completamente empapada no es la mejor prenda para llevar frente
a tu novio necesitado…
- Menos mal?
- Que dimos
cogido el tren. – Aparté la mirada de su maldita camiseta, aunque la de su
rostro tampoco era de gran ayuda. “Maldita sea…”
- Ya! Te
imaginas haber tenido que dormir en el café?
- Qué
horror… - Lo mejor iba a ser que me centrase en esa idea y dejase de fantasear
en medio de un lugar público en el que cualquiera podría ver las reacciones
involuntarias de mi cuerpo. No quería eso.
- Ahora toca
correr de nuevo… - Suspiró Jinyoung, volviendo a tomar mi mano a la salida del
metro. De nuevo, a su señal, nos encontramos esquivando a gente que también
corría intentando guarecerse de la horrible lluvia, que caía con tanta fuerza
que hacía daño en la piel.
Llegamos
entonces al portal por fin.
- Supongo
que hoy sí que querrás subir, no? – Le dije riendo ante nuestra patética imagen.
Rió conmigo y asintió.
- Por favor.
En el
ascensor, me despegué de la cabeza la chaqueta de Jinyoung.
- Al final
no sirvió de nada… - Rió y la tomó de mis manos.
- Lo
importante es la intención, tranquilo. – Me sonrió. – Y tengo secadora, así que
no pasa nada.
- Menos mal…
Cuando yo me mudé había una mujer que venía a hacer la colada una vez a la
semana. Supongo que será más cómodo tener una lavadora en casa.
- Me dejó
escoger la señora Kim entre lavadora o chica de la colada… Me lo planteé igual que
tú y escogí lavadora y secadora. – Reí, abriendo la puerta de casa.
- Sé que es
probable que suene violento, pero me voy a arriesgar… - Le miré, sin
entenderle. – Nos desnudamos aquí?
- QUÉ?
- Escúchame…
- Rió ante mi cara, que debía de ser un poema. – El suelo es de parqué… Lo que
implica que no debería tener contacto con humedad, por eso digo que no más
lógico sería que nos quitásemos la ropa aquí y luego ya ponernos una muda seca,
no?
Yo ya no
escuchaba nada más que la palabra “desnudo” por mi cabeza, rebotando contra las
paredes de mi cráneo, trayendo imágenes con ella que no deberían salir de su
baúl.
Al ver que
yo no reaccionaba ante nada, Jinyoung suspiró.
- Está bien…
A ver… Vamos a hacer otra cosa entonces. Tú te vas a girar, yo me voy a quitar
la ropa y voy a ir a la ducha. Ya sé dónde están las toallas, no te preocupes.
Después tú ya te podrás quitar la ropa con calma y hacer lo que quieras, vale?-
“Quitarse la ropa… Jinyoung sin ropa…”- Gongchan!
- Eh!? –
Jinyoung sonrió con frustración.
- Gírate,
anda. – Obedecí, sintiendo cómo mi tono de piel adquiría el rojo que envidiaría
cualquier tomate en cuanto la camiseta de Jinyoung aterrizó en el suelo. “Dios
mío… Le tengo desnudo justo detrás de mí… YO ASÍ NO PUEDO VIVIR EN PAZ!” –
Vale… Ahora voy a ir al baño, vale? Cuando esté dentro, ya podrás empezar a
desvestirte tú.
Sus pasos
ligeros desaparecieron tras el sonido de la puerta del baño y yo caí sobre mis
rodillas, normalizando mi respiración como podía. No era una tarea fácil al
estar rodeado de ropa suya empapada.
“Madre
mía…”, pensaba mientras yo me quitaba la mía y, tomando las prendas de ambos,
me dirigí a la cocina para meterlas en la secadora. Escuchaba la ducha de
fondo, en un dueto con la lluvia, y extrañaba la voz de Jinyoung para acabar la
obra final.
Voy a mi
cuarto y localizo una muda seca de ropa interior, un pantalón de chándal y una
camiseta de manga corta. Poco estiloso, pero a comodidad no le ganaba nada.
Me dirigía a
la cocina cuando, justo cuando yo pasaba por delante de la puerta del baño, me
quedo helado al escuchar cómo se cierra la ducha pero se abre la puerta,
dejándome a la vista a Jinyoung empapado con una toalla alrededor de su cadera.
“YO.ASÍ.NO.PUEDO.VIVIR”
- Ah, Gongchan!
Me dejas algo para ponerme hasta que acabe la secadora?
- Qué
secadora?
- La de la
ropa…
- Qué ropa?
- … Chan? –
Algo hizo “clic” en mi cerebro entonces.
- Ah! Muda!
Ropa! Secadora! - … Esto es hacer el ridículo y lo demás son tonterías. – Sí,
claro. Perdona, ahora te la doy.
Me doy media
vuelta, notando un nudo que me cierra toda la garganta y no mariposas, sino
avestruces, en el estómago. Abro mi armario con movimientos de robot y localizo
otro pantalón de chándal y una camiseta para él.
- Gracias. –
Dijo con total naturalidad. – Me puedes prestar también ropa interior?
Ahí mi
cerebro colapsó totalmente y al agacharme para buscarla, decidió que sería un
momento fantástico para perder el equilibrio y darme un cabezazo histórico
contra la puerta del armario.
- Estás
bien!? – Jinyoung se acercó corriendo a socorrerme, pero hizo mal, porque ante
mis ojos apareció su pecho desnudo, su toalla ajustada a su cadera ligeramente
marcada y… Jinyoung debió de darse cuenta de mi mirada porque tomó mi mano y
tiró de mí para incorporarme, pero en lugar de dejarme de pie, me empujó contra
la puerta cerrada del armario y me aprisionó como en el metro. Sus ojos estaban
serios y de su pelo caían gotas que resbalaban por su cuello, cayendo por su
clavícula, paseando por su pecho y perdiéndose en su línea abdominal. Madre
mía, esas gotas… Yo quería ser una de esas estúpidas gotas!
- Gongchan…
- Puso sus brazos alrededor de mi cintura y se acercó a mis labios
peligrosamente, pero entonces de nuevo mi cerebro obró por voluntad propia, y
no hizo otra cosa que agacharse a la velocidad de la luz y salir corriendo en
dirección al baño.
- Lo siento!
– Chillé antes de cerrar la puerta de un portazo ante la atónita mirada de
Jinyoung.
Entonces, me
miré en el espejo y me odié con toda mi alma. Qué demonios acababa de pasar ahí
fuera!?
- Vamos a
ver… - Mi yo del espejo esperaba por su regañina de turno. – Eres tonto?
Resbalaste de pequeño o algo? Porque que yo sepa, no. Vale. Entonces me vas a
explicar ahora mismo qué demonios ha ocurrido ahí fuera! Llevas semanas
lloriqueando por una sola de sus caricias, y ahora que lo tenías ahí fuera, Y
CÓMO LO TENÍAS AHÍ FUERA, vas y decides que es el momento ideal para correr?
TENÍA QUE SER EN ESE MOMENTO!? No antes? No después? Gongchan, siento decírtelo
así, pero eres imbécil. No hay otra explicación.
Resoplé y
puse mi espalda contra la puerta, escurriéndome hasta acabar sentado en el
suelo.
- Por qué me
sentí tan nervioso? – Murmuré. Tenía ganas de llorar, de gritar, de romper algo
y, sobre todo, de Jinyoung. Tenía ganas de Jinyoung.
- Gongchan?
Estás bien? - Levanté la mirada de los azulejos. – No he escuchado la ducha y
me he preocupado…
Me incorporé
y abrí la puerta muy lentamente, muerto de la vergüenza. Él me recibió con una
sonrisa, cosa que me hizo sentirme aún peor por haberle tratado así.
- Lo siento…
- Levanté la mirada, incrédulo. – No debería haber hecho eso, me disculpo. En
cuanto acabe la secadora me iré a casa.
Miré por la
ventana. Ni siquiera veía el edificio de enfrente por la lluvia. Enarqué una
ceja y volví a mirarle a él.
- Eres
tonto. – Le dije. – No te vas a ir… Hay alerta naranja.
Sonrió.
- Entonces
dormiré en el sofá, no te preocupes.
- Jinyoung…
- Prometí
que esperaría, no cumplí mi promesa. Lo siento, de verdad. – Bajó la mirada y
se toqueteó el pelo, nervioso. – No volverá a pasar.
- Cómo que…
NO! – Levantó la mirada, sorprendido.
- Chan?
- Jinyoung…
Yo… Verás, no es fácil decir esto, pero… Yo de verdad que quiero! Lo que pasa
es que me pongo muy nervioso y… No sé! No me hago dueño de mí mismo! Antes no quería
huir, de verdad que no, lo que pasó fue que… Bueno, no sé qué pasó, pero no
quería huir.
Jinyoung
parpadeó varias veces, sorprendido, hasta que su mirada se suavizó y una
sonrisa nació en su rostro.
- No tienes
que dormir en el sofá… - Murmuré, avergonzado. Rió con suavidad y me abrazó con
fuerza.
- Te quiero.
– Susurró en mi oído. Mi rubor no tardó en aparecer y Jinyoung se separó unos
centímetros de mí para mirarme a la cara. Tenía una expresión sumamente dulce,
y tras sonreír, me beso con suavidad en los labios. Correspondí al beso sin
dudarlo, rodeando su cuello y él mi cintura para atraernos más el uno al otro.
Se separó
unos segundos de mis labios y me miró fijamente a los ojos. Yo me sentía
mareado, pero sumamente feliz.
- Vamos a tu
dormitorio? – Susurró de una forma tan condenadamente sexy que sentí que me iba
a espatarrar contra el suelo. Por suerte, él me tenía bien sujeto.
- Sí… -
Murmuré.
Jinyoung
sonrió y se agachó un poco para levantar mis piernas con uno de sus brazos,
mientras con el otro mantenía sujeta mi cintura. Y así, cual película
romántica, Jinyoung me cargó hasta el dormitorio entre besos y suspiros.
Me depositó
con cuidado en el colchón y, antes de colocarse encima de mí, se quitó la
camiseta que recién se acababa de poner, dejando a la vista su pecho perfecto,
blanco y terso como el mármol más exclusivo.
“Yo… Así… NO
PUEDO VIVIR!”
-Fin-
KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA-inserte grito fangiling de Anna aqui- Mujer!! O DIOS MIO!! FUE TAN SEXY TODO Y UNA NO NECESITA EL LEMMON PARA SABER QUE VA A PASAR POR QUE ES MAS QUE CLARO QUE ELLOS DESDE ESTE MOMENTO TENDRÁ UNA VIDA MUY ACTIVA -intimamente- LOL LO AME! me alegro de que ya estés mejor y ya puedas publicar!! fuerzas para ti!! espero escribas mas♥
ResponderEliminarJajajajaja Tardaba ya tu comentario! ^0^ El lemon me lo guardo para el siguiente e.e
EliminarMuchas gracias por el apoyo! ♥ Pronto el episodio 8~
OMFG!! OMFG!! QUE BUENO QUE VOLVISTEEE!!! TT.TT extrañaba mucho este fic enserio y wow este capitulo fue HERMOSOOOO.
ResponderEliminar"Para mí, todas las mujeres eran como Anna hasta que me demostrasen lo contrario." XD mori resucite y volvi a morir con esa parte me hizo reir mucho XD.
Pero a ti que te ha hecho Shinwoo TT.TT yo a el lo amo lo saranjeo y lo pones como un maloso molesto aunque bueno no importa es tu fic y esta increible asi.
Y por ultimo amo este fiiiic!! LO AMO! LO AMO! LO AMOOOO! te lo he dicho muchas veces aunque no lo sabes ya que siempre estoy en anonimo -demasiado floja para crear una cuenta XD- pero no importa aun asi lo amoo y esperare la conti!
QUE BUENO QUE VOLVISTE!!!
Es que no tenía a otro para poner de malo en el fic! Jajaja, yo también le quiero, pero es que a Baro y Sandeul no les pegaba nada de nada el papel de malo puntual! xD
EliminarMe alegro de que te guste tantísimo! ^^ Gracias por la bienvenida y pronto publicaré el siguiente :3