16 de marzo de 2014

[JinChan] Beautiful Words. Capítulo 7: Lluvia.

- Entonces cuánto tiempo lleváis juntos? – Anna le dio un sorbo a su té helado y me dedicó una sonrisa, en mi opinión siniestra de más.
- Pues… Desde que empezamos a salir oficialmente… - Hice cuentas innecesarias con los dedos. – Este mes haremos seis meses juntos.
- Ya!? Qué rápido pasa el tiempo! Aunque cuando yo llegué a Seúl ya te gustaba, algún día tendrás que admitirlo y lo sabes. – Ignoré sus palabras para darle yo también un sorbo a mi té. – Tenéis planeado algo para estas vacaciones?
- Pues la verdad es que no lo hemos hablado… Pero no creo que vayamos a irnos de vacaciones, si es a eso a lo que te refieres. Ambos tenemos que trabajar y yo no tengo dinero para irme por ahí. – Anna no pudo ocultar una mueca de decepción.  – Por cierto, tu coreano es cada vez mejor! Jinyoung me ha comentado que no hay punto de comparación de cuando te conoció a ahora… Enhorabuena!
- Gracias! Me estoy esforzando mucho, aunque la verdad es que vuestra endemoniada pronunciación no ayuda mucho, sabes? – Reímos.
- El Francés tampoco parece fácil, sabes? – Le reproché. Ella me sacó la lengua y volvimos a reír. Mi relación con Anna había mejorado bastante en esos meses, y se había convertido en una amiga cercana, no solo mía, también de Jinyoung.


- No mires, pero adivina quién se acerca a la puerta más guapo que nunca? – Enarqué una ceja y negué con la cabeza, esforzándome por ocultar la sonrisa que luchaba por manifestarse en mi rostro con sólo pensar en esa persona.
- Qué tonta eres. – Finalmente sonreí y me giré para recibirle con una sonrisa. Él me la devolvió mientras se quitaba la cazadora y se acercó a nosotros.
- Buenas tardes. – Saludó a Anna con una sonrisa cordial y a mí me dio un beso en la mejilla que la hizo sonrojar más a ella que a mí. – Buenas tardes a ti también. – Me susurró. Mi sonrisa dobló su tamaño.
- Buenos días. – Susurré tímidamente. Su presencia seguía impactándome después de medio año de relación. Era el aura que le rodeaba, que brillaba tanto que su presencia obligaba a bajar la mirada de forma sumisa.
- Por qué tenéis tan poca gente últimamente? – Nos preguntó, cogiendo un taburete y uniéndose a la conversación.
- Las universidades han acabado ya el curso. La mayoría de la clientela era alumnado, por eso lo que para el resto de la ciudad es “temporada alta”, para nosotros es un… Mmmm… Cómo lo diría?
- Un tostón. – Rematé la frase de Anna, sacándole una sonrisa a Jinyoung.
- Tostón no viene en el diccionario, es un término muy poco apropiado para un estudiante de literatura.
- Ya, pero es que ese eres tú, para los de ciencias sociales está más que aceptado. – Le sonreí con sorna y rió suavemente.
- Siempre tienes respuesta para todo?
- Aún lo preguntas? – Se encogió de hombros y miró a Anna.
- Pronto tu coreano será mejor que el nuestro, pequeña.
- Aún me queda mucho por aprender! – Sonrió, claramente emocionada por los cumplidos a su progreso.
- Entonces, si esto es tan “tostón”, saldrás antes? – Me preguntó sin poder ocultar el brillo de emoción en los ojos.
- Estas loco? El jefe dijo que un día de estos vendría a hacer inspección! Y si viene diez minutos antes de la hora de cierre y yo estoy por ahí haciendo el tonto contigo? Ni hablar. Debo cumplir mi jornada laboral. – Tampoco se molestó en ocultar su expresión de decepción.
- No hacemos el tonto… - Puso morros y bajó la mirada. – En fin… Al menos ponme un café, anda. – Suspiró y se acomodó sobre la barra.
- En seguida, señor. – Me miró sorprendido y le sonreí con sorna de nuevo. – Qué? No extrañas nuestra relación de camarero-cliente?
- En absoluto. Estaba deseando librarme de ella.
Anna nos observaba en su nube rosa mientras seguía bebiendo del vaso que ya estaba más que vacío. La miré, jamás entendería a las de su especie. Daban miedo.

- Al final qué? Vas a preparar el doctorado o empezarás a trabajar? – Le pregunté a Jinyoung mientras metía tres hielos en su vaso.
- La verdad es que no lo sé… - Suspiró y apoyó la cabeza en su mano, mirándome fijamente. – Si preparo el doctorado me ocupará muchísimo tiempo… Pero si no lo hago, tampoco sé todavía a qué quiero dedicarme en concreto.
- Puedes ser escritor! – Anna interrumpió la que iba a ser mi respuesta. – Channie me comentó que estás escribiendo un libro!
- Que no me llames así!
- Sí, pero no quiero vivir de eso… Y a estas alturas y viendo el vuelco que ha pegado mi vida, no sé ni si quiero publicarlo, la verdad.
- El vuelco que ha pegado tu vida? – Le puse el café y el sándwich delante. – A qué te refieres?
- A ti. – Noté como mis mejillas ardían, y él está claro que también porque puso su sonrisa de “puedo hacerte balbucear con solo abrir la boca”.
- QUÉ BONITO, POR FAVOOOOOOR! – Anna chillaba mientras se agarraba la cara e hiperventilaba. Sí, ella demostró que hacer ambas cosas al mismo tiempo es posible.
- Esas cosas tienes que aprender a callártelas. – Farfullé, bajando la mirada.
- Ni hablar. Me encanta verte así.
- Te encanta hacerme parecer idiota.
- Y a ti cambiarle el sentido a las cosas para mal. – Le fulminé con la mirada y él me sonrió con dulzura. – Con lo guapo que estás cuando te ruborizas para mí…
- Que te calles! – Me giré y me puse a limpiar la ya limpia máquina de café. Podía escucharle reír entre dientes a mi espalda, y eso que los chillidos histéricos de la otra rompían por completo la calma del local.

- Quieres que te acompañemos, Anna? – Le preguntó Jinyoung cuando acabé de cerrar la puerta.
- No es necesario, gracias. – Sonrió educadamente. – Para ir a casa tomo el autobús.
- Bueno, entonces nos vemos el lunes. – La despedimos con la mano y esperamos a verla desaparecer por la esquina de la calle.
- Qué tal el día? – Me preguntó cuando nos pusimos en marcha.
- Ahora que he acabado las clases… Un tostón. No tengo nada que hacer por las mañanas! Podría hacer jornada completa en el bar, pero tampoco quiero eso…
- Eres un indeciso. – Rió suavemente mientras me tomaba la mano. Le miré, sorprendido. Me dedicó una sonrisa de las suyas y me obligó a bajar la mirada y ocultar mi sonrisa de él. Sus manos eran muy suaves, me encantaban.
- Qué hay de ti? Qué has hecho hoy? – Se encogió de hombros y se puso las gafas de sol. Ahora parecía un modelo de esos de pasarela, o un idol.
- Todo el día en el estudio. Hay aire acondicionado, así que no me quejo. – Rió y reí con él.
- Compusiste mucho?
- Estoy trabajando en una canción nueva… Pero no logro encontrar ese “algo” que le falta…
- Pídele ayuda a Pachebel. – Me miró, desconcertado y yo reí. – Para ti Pachebel parece ser siempre la solución, no? Yo siempre que tengo un problema me pides que escuche su Canon… Creo que no queda versión en el mundo que no me hayas hecho escuchar aún.
- Qué bobo eres… - Sonrió. – Pero ayuda o no ayuda?
- Siempre. Pero a veces cansa un poquito, sabes?
- Pachebel no cansa nunca! – Puso expresión de haber presenciado un sacrilegio y a continuación se echó a reír. – Está bien, está bien… La próxima vez te recomendaré a otro genio…
- La próxima vez componme tú algo. – Me miró de nuevo. Le sonreí. – Sí, la próxima vez hazme tú una canción.
Sonrió y tiró de mi mano para acercarme más a él. Sonreí y él sonrió.
- Está bien. Lo haré.
- Mentiroso…
- Es cierto! Te compondré algo… Serás mi musa.
- Tu qué!? – Me eché a reír. – A veces parece que olvidas que soy un chico…
- Créeme, me olvido de todo menos de eso. – Me miró y sonrió de nuevo. Su sonrisa me hizo sonrojar por algún motivo. Iba con segundas?
- Ya que te aburres tanto… - Reanudamos la conversación después de unos minutos de silencio. – Por qué no te vienes mañana por la mañana al estudio conmigo?
Le miré, sorprendido.  – En serio?
- Claro. No veo por qué no. – Rió ante mi expresión de maravilla. Jamás había estado en un estudio de música y me hacía un montón de ilusión ver dónde trabajaba Jinyoung. Había escuchado varias canciones suyas que había vendido a grupos bastante famosos y era muy bueno. A mí me gustaba más que Pachebel, pero eso no se lo diría jamás o me ahogaría en el río Han.

- Quieres subir? – Le pregunté una vez llegamos a la puerta del edificio. Jinyoung negó con la cabeza y sonrió con dulzura.
- Tengo que volver al estudio… Ya llego tarde. – Soltó mi mano y se acercó a mi rostro para depositar un suave beso sobre mi frente. Noté mi rostro arder de nuevo y él rió con suavidad al verlo. – Mañana te paso a buscar, sí?
Se dio media vuelta para marchar, pero cuando estaba bajando las escaleras de la entrada, le interrumpí.
- Espera! – Se giró hacia mí y yo tragué saliva. Armándome de valor, me acerqué a él, bajando los escalones. – No te esfuerces mucho. – Le susurré antes de acercarme a su rostro y besarle con cuidado en los labios. Un beso corto e inocente. No quería más.
Me separé de sus labios y analicé su expresión de sorpresa. – Ánimo. – Murmuré antes de girarme y salir prácticamente corriendo de a vergüenza en dirección a la enorme puerta de cristal.
- Gracias! – Me giré y le vi sonriéndome alegremente. Era una expresión nueva, parecía más animado, y me alegraba haber podido darle esa energía. Le devolví la sonrisa y entré en la que era mi casa.
- Aigoo… - Me miré en el espejo del ascensor. – Cómo he podido hacer eso!? Qué vergüenza…
Llegué a mi piso y tiré sin delicadeza alguna la mochila en la entrada. Me quité los zapatos y encendí el aire acondicionado. Había escuchado en las noticias que este verano iba a ser uno de los más calurosos, y para una persona que odiaba el calor, como yo, era una auténtica molestia.
Me dirigí a mi dormitorio, quitándome el uniforme por el camino y, únicamente en ropa interior, me dejé caer sobre mi cama, disfrutando del fresquito que empezaba a hacerse presente en la casa.
- Odio sudar… - Suspiré, retirándome el húmedo flequillo de la frente y cerrando los ojos. – Ojalá Jinyoung estuviese aquí…
Abrí los ojos ante mi propio pensamiento. “Qué demonios…?”, me reprimí a mí mismo de nuevo, como llevaba haciendo en las últimas semanas. La verdad es que cada vez me estaba haciendo más dependiente de Jinyoung, y aunque me avergonzaba admitirlo más que nada en el mundo, últimamente pensaba un montón en él, pero no en la manera habitual… Podría decirse que deseaba a Jinyoung de una forma más física de lo habitual.
Yo culpaba al odioso clima casi tropical que estábamos sufriendo, pero la verdad es que desde aquella noche en la que lo hicimos por primera vez, él no había vuelto a ponerme una mano encima más allá de caricias, en zonas completamente inocentes, y abrazos.
Una vez él había sacado el tema en uno de nuestros paseos de regreso a casa, y me había dicho que iba a esperar a que yo estuviese preparado, porque no estaba orgulloso de lo que había ocurrido en el pasado y quería hacerlo bien esta vez. Me pareció estupendo entonces, pero pasaron seis meses desde aquella y yo seguía igual.
“Si Jinyoung estuviese aquí… Le invitaría a estar a mi lado en la cama… Con lo mismo que llevo puesto yo en estos momentos… Y… NO! GONGCHAN! NO! PARA!” Abrí los ojos y borré de mi mente esa imagen catalogada para mayores de edad. Dirigí mi mirada hacia la parte inferior de mi cuerpo y suspiré al ver que mi mente no era la única emocionada.
- Lo siento… Pero hoy tampoco toca. Vamos a por una duchita de agua fría, que nos va a venir bien a ambos. – Y ahí estaba yo, hablándole a mi parte íntima mientras nos hundíamos ambos en el vapor de la ducha.

- Hola! – Le saludé animadamente, poniéndome mis gafas de sol y dedicándole una sonrisa.
- Buenos días. – Él me la devolvió y pasó sus manos por mi pelo, ordenándomelo. Nunca se me había dado bien peinarme. – Listo?
- Listísimo! – Comenzamos a caminar en dirección a la parada de metro. – Al final qué tal la canción esa en la que estabas atascado?
- Terminada y vendida. – Le miré sorprendido y me sonrió con satisfacción.
- En una sola tarde? Te dio tiempo? Si ya era tarde!
- Digamos que “alguien” me dio la fuerza que necesitaba para acabarla, y acabarla bien. – Sonreí con ternura, sonrojado.
- Me alegro haberte servido de ayuda.
- Oh! Quién te ha dicho que hayas sido tú? Engreído… - Rió ruidosamente al ver mi expresión de “vas a morir y lo sabes” y me dio un beso en la mejilla. – Que bobo eres…
- No me hables.
- Channie… - Aceleré el paso y él me seguía riendo. No teníamos un día sin numeritos de estos.
- No te escucho.
- Aigoo, mi pequeño caprichoso… - Corrió y se puso delante de mí para cortarme el paso. Frené para no chocarme con su rostro y le miré con una ceja enarcada.
- Qué? – Jinyoung sonrió y, para mi sorpresa, me dio un beso en los labios. Muy corto. Menos de un segundo. Pero que me descolocó completamente. Miré a mí alrededor, preocupado por la hora punta de la calle, pero nadie parecía haberse percatado en absoluto. – Qué estás haciendo!?
Sonrió alegremente y continuó caminando como si nada. – Es mi dosis de inspiración de hoy. Seguro que compongo un montón de canciones.
Sonreí y negué con la cabeza. Era un imbécil, pero era mi imbécil, y supongo que le quería así. Corrí hasta ponerme a su lado de nuevo y tomó mi mano sin mirarme siquiera. Sonreí y miré para otro lado, al igual que estaba haciendo él.

- Estudio setenta y ocho, por favor. – Le dijo Jinyoung, quitándose las gafas de sol, a la secretaria de la entrada, que le tendió una tarjeta. – Muchas gracias.
Le miré y miré a la mujer, que le observaba como si acabase de aparecérsele delante Dios en persona. – Muchas gracias. – Le dije en el tono más tirante que pude. Me dedicó una mueca y se la devolví antes de acelerar el paso para ponerme a su lado y marcar mi territorio. Por qué había tantas mujeres en ese sitio? Había visto únicamente dos hombres desde que había entrado, y uno venía a repartir el correo!
Subimos en el ascensor con otras ocho mujeres que miraban fijamente a Jinyoung sin pestañear siquiera. Yo las observaba, alucinando por la falta de disimulo que ponían. Me entraron ganas de plantarle un beso allí mismo, pero ni yo tenía el valor, ni ellas se merecían semejante espectáculo. Para mí, todas las mujeres eran como Anna hasta que me demostrasen lo contrario.
- Jamás me había dado cuenta de que llamabas tanto la atención… - Murmuré una vez que entramos dentro de la sala. Era pequeña, más de lo que esperaba, y tenía únicamente un teclado pegado a la pared, a su lado dos guitarras, un sofá grande, una butaca y una mesa repleta de cosas con botones de colores que no sabía para qué servían. Las paredes estaban forradas de madera, para insonorizar mejor, y estaba bien iluminada. A lado de la mesa con cosas de colores, había una puerta que llevaba a una sala que se podía ver a través de una pared enorme de cristal, donde se veía otra guitarra y un micrófono colgando del techo, además de un trípode y un taburete.
- De qué me hablas? – Dejó la mochila al lado del teclado y me invitó a sentarme en el sofá grande. Era muy cómodo.
- Da igual… - Susurré, analizando el espacio con la mirada. – Es… acogedor.
- Es… un zulo. – Rió. – Pero no soy un profesional, así que ya tengo bastante con que me diesen esto. Tomó una de las guitarras, de color negro, y tocó una tecla del piano, escuchando con atención, para a continuación tocar la misma nota con la guitarra y empezar a afinarla.
Yo le observaba en silencio hacer eso con todas y cada una de las cuerdas hasta, finalmente, tocar un acorde que sonaba en armonía.
- Quieres escuchar la canción de la que te hablaba? – Me dijo después de un rato ensimismado mirándole tocar. Cómo podía sentarle tan bien la guitarra a alguien? – Gongchan?
- Eh? – Parpadeé varias veces y él rió.
- La canción. Quieres escucharla?
- Claro! – Cambié mi postura en el sofá de cuero negro y fijé mi mirada en una de las pantallas sobre la mesa. Jinyoung clicó sobre uno de los símbolos de audio y la canción empezó a sonar, mezclando los diferentes instrumentos y la voz suave de Jinyoung. – Cómo se titula?
- Only One. – Sonreí con ternura y me devolvió la sonrisa. Ambos nos mirábamos mientras su voz atravesaba los altavoces, envolviéndonos e inundando la sala entera. – I pray no tears in your dreams… I hope you fly high in your life- Jinyoung cantaba en voz bajita el estribillo mientras yo sentía cómo mi corazón se encogía y mis ganas de llorar aumentaban por momentos. Era una canción preciosa, y que la hubiese terminado pensando en mí solo la hacía mejor.
- No la vendas… - Le dije cuando acabó. – Regálamela a mí.
- No puedo hacer eso, ya la he vendido… - No me molesté en ocultar mi expresión de decepción y él sonrió antes de venir a sentarse a mi lado. – Para ti haré una aún más bonita, sí? Te lo prometo.
Levanté la mirada para encontrarme con sus ojos color chocolate y su sonrisa impecable. Estaba cerca, muy cerca, tanto que casi podía sentir su aliento contra mi piel. Una tensión empezó a formarse entre nosotros, una tensión ya familiar. Su sonrisa empezó a desaparecer, pero sus ojos no abandonaron los míos en ningún momento. Notaba mi garganta seca, y el corazón me iba a mil por hora, hasta el punto de sentir que me iba a desmayar cuando Jinyoung empezó a acercar su rostro muy lentamente a mí. Entreabrí los labios para recibirle cuando…
- JINYOUNG! – Un chico de pelo largo y gafas redondas entró como una tromba en el estudio. Jinyoung se incorporó a la velocidad de la luz y yo simplemente me giré para fulminar con la mirada al susodicho.
- Hola, Shinwoo. – Jinyoung le sonrió, pero la decepción en su voz era palpable. El tal Shinwoo nos escaneó a los dos y sonrió de lado. – Huy, interrumpo algo?
- Acabamos de terminar de escuchar “Only One”, le ha gustado mucho. – Respondió como si nada, tomando los papeles que el chico le sostenía. – Qué es esto?
- El contrato de compra de la canción nueva… - El chaval de gafas de Harry Potter no me quitaba los ojos de encima, y empezaba a fastidiarme su mirada de superioridad.
- Vale, le echaré un ojo y cuando me vaya te lo dejo en recepción. – Dejó los papeles encima de la mesa en una invitación para que se fuese y nos dejase en paz.
- Quién es tu amiga? Dime, guapa, te gustó la canción? – Jinyoung enarcó una ceja mientras mi “nuevo amigo” se sentaba a mi lado y me rodeaba con un brazo. Agarré ese brazo y me lo quité de encima con brusquedad, incorporándome del sofá a continuación.
- Soy un hombre, Einstein. – Abrió los ojos, sorprendido. Definitivamente, esa tarde me iría a cortar el pelo.
- Ah, lo siento! – Rió y se incorporó también. Me escaneó de nuevo. – Creía que solo serías una chica plana… Ya decía yo que era raro que Jinyoung trajese a una mujer tan guapa con él…
Mis nervios empezaban a ponerse muy a flor de piel, tanto que estaban a punto de darle una caricia fuerte en la cara… Con una silla.
- Shinwoo, te estás pasando. Puedes irte? A diferencia de otros, algunos tenemos que trabajar. – Jinyoung se colocó delante de mí, de forma protectora, y cruzó los brazos, hablándole de forma cortante. Jamás le había visto actuar de una forma que no fuese amable y suave.
- No puede ser… - Musitó el chico. – Este es tu yogurín? El niño ese que te gusta? Yo que creía que ya te habrías rendido…
“Yogurín!?” Iba a responderle algo pero Jinyoung tomó mi mano, calmándome.
- No le llames así. Él es mi pareja, así que te pido o bien que la trates con el respeto que se merece, o que te largues de aquí ahora mismo y no vuelvas a dirigirme la palabra hasta que te disculpes con él como se merece. – Le miré. Su rostro serio con expresión fría estaba creando en mí unas ganas increíbles de lanzarme a sus brazos y arrancarle la ropa a girones. “Eh!? Eso lo he pensado yo!?”
- Vale, lo siento! Solo me he sorprendido! Qué arisco estás hoy… - Rió y me miró, sin borrar esa sonrisa insoportable de su rostro. – Lo siento, jovencito, es solo que no me esperaba que al final fueseis a acabar juntos… No eres demasiado joven?
- Y tú no eres demasiado imbécil? – Le respondí, tajante.
- Sí, sois tal para cual… - Rió, ignorando mi respuesta y se dirigió a la puerta. – Acuérdate de dejarme eso en recepción, vale? Nos vemos.
- Qué bien hiciste en no presentarnos… Si me hubieses soltado la mano seguramente hubiese acabado incrustada en su cara. – Dije. Jinyoung rió y me abrazó con fuerza.
- Escúchame atentamente. – Rodeó mi cintura y me miró a los ojos. – A partir de ahora va a haber muchos comentarios como esos… Muchos más. Y mucho más crueles también… Pero vamos a estar bien. Te tiene que dar igual lo que diga el mundo siempre y cuando tú seas feliz, me oyes?
Jinyoung me hablaba con una mirada comprensiva en el rostro y una sonrisa suave. Sin poder evitarlo, escuchaba atentamente a todas y cada una de sus palabras, como un niño que escucha un consejo de su padre; la única diferencia es que Jinyoung no era mi padre, era mi pareja, y me había hecho muy feliz escuchar cómo se lo decía a ese imbécil con tanta seguridad en su voz.
- Soy muy feliz, Jinyoung. Mientras tú estés a mi lado, lo seré. – Sonrió y le devolví la sonrisa. – El mundo no tiene nada que reprocharme, y menos a estas alturas.
Tiró de mi cintura hacia él y juntó su frente con la mía. – Te quiero, lo sabes, verdad?
Sonreí y cerré los ojos, disfrutando del momento. – Lo sé.
Sentí sus labios sobre los míos y una ola de nerviosismo y calidez me inundó, recorriéndome de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies una y otra vez, en un ritmo incansable.
- Me ayudas a trabajar? – Susurró aún sobre mi boca. Quería decirle que me importaba una mierda su trabajo, que solo quería seguir besándole hasta que se me cayesen los labios al suelo, pero Jinyoung vivía de esto, así que dejé mi deseo a un lado y asentí en silencio. Jinyoung me empujó suavemente hasta una de las sillas que estaban delante de la mesa gigante, y una vez se hubo sentado en ella, tiró de mí para que me sentase en su regazo. Me sentía tan estúpidamente feliz que olvidé por completo el asunto del idiota de las gafas.
- Escucha esto, tengo que ponerle letra. – Presionó un botón y comenzó a sonar una melodía que me era perfectamente familiar.
- Kiss the rain… - Murmuré.
- Conoces a Yiruma? – Asentí.
- Me encanta.
- Me alegro.
Nos sonreímos y Jinyoung me quitó de su regazo para entrar en la sala de grabación.
- A ver qué te parece esto… Cuando te de la señal apaga el botón rojo, es el que corta la grabación, vale? – Asentí con una sonrisa y lo encendí para empezar a escuchar la preciosa voz de Jinyoung, que acompañaba a un piano igual de precioso. Cómo no podría enamorarme de alguien así?

- Creo que al final te he interrumpido un montón, lo siento… No volveré más. – Comenté mientras Jinyoung apagaba el ordenador. La canción había quedado muy bonita, y aunque no había progresado tanto como lo habría hecho en mi ausencia, él me había asegurado que estaba muy bien para una mañana de trabajo.
- No digas tonterías… Ha sido una de las mejores letras que he hecho en mucho tiempo.
Sonrió y yo le devolví la sonrisa. Tomó los papeles que había traído el chico de antes y me invitó a salir antes, siguiéndome para cerrar la puerta.
- Por cuánto la has vendido? – Pregunté, señalando los papeles.
- Por menos de lo que vale… Pero bueno, luego depende también de las ventas que tenga cuando salga y demás. – Asentí en silencio. – No te preocupes, la tuya será mucho más bonita. Te lo prometo.
Le sonreí y fulminé con la mirada a la secretaria cuando salimos del edificio. Me devolvió la mirada, por supuesto.
- Tengo que volver en dos horas… - Suspiró con expresión cansada. – Tú qué vas a hacer? Vamos a comer juntos?
- Me encantaría… Pero yo también tengo que trabajar por la tarde… - Sonreí. Y entro antes que tú, así que comeré algo en casa y saldré corriendo o llegaré tarde.
- Está bien, nos vemos esta tarde entonces.
- Vendrás?
- Lo dudas?
Nos sonreímos y me dio un casto beso de despedida. Estaba en una nube. Hoy había aprendido mucho sobre Jinyoung… Había visto muchas facetas suyas que no conocía y eso me hacía feliz.
Llegué a casa y preparé la bolsa con el uniforme y demás cosas. Iba muy pillado de tiempo, como siempre, así que cogí un rollo de kimbab que tenía preparado desde hace a saber cuánto tiempo y salí disparado de casa, tal y como le había prometido a Jinyoung.
- Buenas! – Saludé a Anna cuando llegué corriendo, notando el sabor metálico de la sangre en la boca. Definitivamente, mi condición física no era la mejor…
- Te veo bien… - Rió y la fulminé con la mirada. – No te tenías que haber dado tanta prisa, esto está tan muerto como de costumbre.
Miré a mí alrededor, ella tenía razón. Ni un alma. Suspiré y fui a cambiarme sin decir nada. Menos mal que teníamos sueldo fijo…

- Vaya… Has visto eso!? – Anna señaló la televisión con expresión preocupada. – Se aproxima una borrasca y de las grandes a la ciudad… Recomiendan a la gente que no salga de sus casas debido al fuerte viento y lluvia.
Levanté la mirada a donde ella señalaba y efectivamente, daban alerta naranja en Seúl y alrededores. Enarqué una ceja; no podían haberlo avisado antes? Una alerta así se anuncia con antelación, hombre!
- Qué hacemos? – Me preguntó con expresión de pánico.
- Nada, seguramente al final no sea nada y se debilite antes de llegar aquí.
- Yo creo que deberíamos de ser precavidos y cerrar…
- Puedes irte si quieres, si viene el jefe le diré que estás enferma o lo que sea. – Parecía realmente nerviosa.
- Es que si va a haber ese temporal y yo tengo que tomar el metro… Si lo cierran me quedo en tierra! – Reí por su expresión mal utilizada, pero tenía razón. Ella vivía bastante más lejos que yo.
- Está bien, en serio. Vete. – Anna me lo agradeció y en breves ya se había ido por la puerta. Observé por la ventana, hacía un sol radiante. – Iré a leer el periódico entonces…

Eran las cinco y media de la tarde cuando un trueno me hizo levantar la mirada de las distintas tragedias mundiales. Me sorprendí al mirar por la ventana y ver una oscuridad casi absoluta en pleno verano y a esas horas.
Las luces del bar parpadeaban cada vez que un trueno caía, trayendo consigo un rayo que iluminaba de blanco mi visión.
- Qué hago? – Murmuré.- Tampoco creo que vaya a ponerse peor… No?
Un trueno fuerte como ninguno se encargó de rechistarme. Miré el reloj. – Y Jinyoung…? No vendrá aun así, no?
Saqué el teléfono móvil de mi mochila y lo ojeé. No había cobertura? Sería culpa de la tormenta… 
Mi preocupación e incertidumbre iba en aumento. No podía ponerme en contacto con Jinyoung para decirle que no viniese, pero por ese motivo tampoco era capaz de irme a casa. Qué pasaba si venía y esto estaba cerrado? Se quedaría a la intemperie con este tiempo! No podía permitirlo…
Un ruido atronador me hizo salir corriendo de los vestuarios para observar lo más parecido al diluvio universal que veré jamás. Cómo era posible que la lluvia hiciese tanto ruido? Apenas podía ver nada a través de ella por la fuerza con la que caía, menos mal que en ese momento, Escuché la puerta del local abrirse.
- Jinyoung! – Le observé. Estaba empapado de los pies a la cabeza. Su pelo caoba goteaba y se le pegaba al rostro. – Dios mío… estás bien?
Me acerqué corriendo a él, sin saber qué hacer.
- Tenemos que irnos… - Dijo entrecortadamente a causa de la carrera que se acababa de pegar. – Esto aún no ha sido lo peor, si queremos llegar a casa tenemos que irnos ahora mismo.
- Estás loco? Mira la que está cayendo!
- Escúchame! – Jinyoung me miró, serio. – Si no nos vamos ahora, tendremos que pasar aquí la noche. Apresúrate y coge tus cosas, que vamos a tener que correr.
Lo exhortativo de su voz hizo que mi cuerpo se moviese por si solo para obedecer su orden, y en un santiamén ya estaba cargado con mi mochila y cerrando la puerta del local. Jinyoung sacó de su mochila una chaqueta milagrosamente seca y me la puso por encima. Le miré y me sonrió.
- No hará mucho… Pero menos es nada. – Sonreí tímidamente y tomé su mano para, cuando él dio la señal, salir corriendo a toda velocidad.
Conseguimos llegar a la estación de metro, llena de gente, y coger el último tren que iba a estar activo en la tarde a causa del agua. 
- Menos mal… - Susurré una vez dentro. Me encontraba entre el cuerpo de Jinyoung y la puerta del metro, puesto que estaba tan lleno que Jinyoung se había colocado así para hacerme de escudo. La verdad es que mi situación no era nada fácil… Una camiseta blanca completamente empapada no es la mejor prenda para llevar frente a tu novio necesitado…
- Menos mal?
- Que dimos cogido el tren. – Aparté la mirada de su maldita camiseta, aunque la de su rostro tampoco era de gran ayuda. “Maldita sea…”
- Ya! Te imaginas haber tenido que dormir en el café?
- Qué horror… - Lo mejor iba a ser que me centrase en esa idea y dejase de fantasear en medio de un lugar público en el que cualquiera podría ver las reacciones involuntarias de mi cuerpo. No quería eso.

- Ahora toca correr de nuevo… - Suspiró Jinyoung, volviendo a tomar mi mano a la salida del metro. De nuevo, a su señal, nos encontramos esquivando a gente que también corría intentando guarecerse de la horrible lluvia, que caía con tanta fuerza que hacía daño en la piel.
Llegamos entonces al portal por fin.
- Supongo que hoy sí que querrás subir, no? – Le dije riendo ante nuestra patética imagen. Rió conmigo y asintió.
- Por favor.
En el ascensor, me despegué de la cabeza la chaqueta de Jinyoung.
- Al final no sirvió de nada… - Rió y la tomó de mis manos.
- Lo importante es la intención, tranquilo. – Me sonrió. – Y tengo secadora, así que no pasa nada.
- Menos mal… Cuando yo me mudé había una mujer que venía a hacer la colada una vez a la semana. Supongo que será más cómodo tener una lavadora en casa.
- Me dejó escoger la señora Kim entre lavadora o chica de la colada… Me lo planteé igual que tú y escogí lavadora y secadora. – Reí, abriendo la puerta de casa.
- Sé que es probable que suene violento, pero me voy a arriesgar… - Le miré, sin entenderle. – Nos desnudamos aquí?
- QUÉ?
- Escúchame… - Rió ante mi cara, que debía de ser un poema. – El suelo es de parqué… Lo que implica que no debería tener contacto con humedad, por eso digo que no más lógico sería que nos quitásemos la ropa aquí y luego ya ponernos una muda seca, no?
Yo ya no escuchaba nada más que la palabra “desnudo” por mi cabeza, rebotando contra las paredes de mi cráneo, trayendo imágenes con ella que no deberían salir de su baúl.
Al ver que yo no reaccionaba ante nada, Jinyoung suspiró.
- Está bien… A ver… Vamos a hacer otra cosa entonces. Tú te vas a girar, yo me voy a quitar la ropa y voy a ir a la ducha. Ya sé dónde están las toallas, no te preocupes. Después tú ya te podrás quitar la ropa con calma y hacer lo que quieras, vale?- “Quitarse la ropa… Jinyoung sin ropa…”- Gongchan!
- Eh!? – Jinyoung sonrió con frustración.
- Gírate, anda. – Obedecí, sintiendo cómo mi tono de piel adquiría el rojo que envidiaría cualquier tomate en cuanto la camiseta de Jinyoung aterrizó en el suelo. “Dios mío… Le tengo desnudo justo detrás de mí… YO ASÍ NO PUEDO VIVIR EN PAZ!” – Vale… Ahora voy a ir al baño, vale? Cuando esté dentro, ya podrás empezar a desvestirte tú.
Sus pasos ligeros desaparecieron tras el sonido de la puerta del baño y yo caí sobre mis rodillas, normalizando mi respiración como podía. No era una tarea fácil al estar rodeado de ropa suya empapada.
“Madre mía…”, pensaba mientras yo me quitaba la mía y, tomando las prendas de ambos, me dirigí a la cocina para meterlas en la secadora. Escuchaba la ducha de fondo, en un dueto con la lluvia, y extrañaba la voz de Jinyoung para acabar la obra final.
Voy a mi cuarto y localizo una muda seca de ropa interior, un pantalón de chándal y una camiseta de manga corta. Poco estiloso, pero a comodidad no le ganaba nada.
Me dirigía a la cocina cuando, justo cuando yo pasaba por delante de la puerta del baño, me quedo helado al escuchar cómo se cierra la ducha pero se abre la puerta, dejándome a la vista a Jinyoung empapado con una toalla alrededor de su cadera. “YO.ASÍ.NO.PUEDO.VIVIR”
- Ah, Gongchan! Me dejas algo para ponerme hasta que acabe la secadora?
- Qué secadora?
- La de la ropa…
- Qué ropa?
- … Chan? – Algo hizo “clic” en mi cerebro entonces.
- Ah! Muda! Ropa! Secadora! - … Esto es hacer el ridículo y lo demás son tonterías. – Sí, claro. Perdona, ahora te la doy.
Me doy media vuelta, notando un nudo que me cierra toda la garganta y no mariposas, sino avestruces, en el estómago. Abro mi armario con movimientos de robot y localizo otro pantalón de chándal y una camiseta para él.
- Gracias. – Dijo con total naturalidad. – Me puedes prestar también ropa interior?
Ahí mi cerebro colapsó totalmente y al agacharme para buscarla, decidió que sería un momento fantástico para perder el equilibrio y darme un cabezazo histórico contra la puerta del armario.
- Estás bien!? – Jinyoung se acercó corriendo a socorrerme, pero hizo mal, porque ante mis ojos apareció su pecho desnudo, su toalla ajustada a su cadera ligeramente marcada y… Jinyoung debió de darse cuenta de mi mirada porque tomó mi mano y tiró de mí para incorporarme, pero en lugar de dejarme de pie, me empujó contra la puerta cerrada del armario y me aprisionó como en el metro. Sus ojos estaban serios y de su pelo caían gotas que resbalaban por su cuello, cayendo por su clavícula, paseando por su pecho y perdiéndose en su línea abdominal. Madre mía, esas gotas… Yo quería ser una de esas estúpidas gotas!
- Gongchan… - Puso sus brazos alrededor de mi cintura y se acercó a mis labios peligrosamente, pero entonces de nuevo mi cerebro obró por voluntad propia, y no hizo otra cosa que agacharse a la velocidad de la luz y salir corriendo en dirección al baño.
- Lo siento! – Chillé antes de cerrar la puerta de un portazo ante la atónita mirada de Jinyoung.
Entonces, me miré en el espejo y me odié con toda mi alma. Qué demonios acababa de pasar ahí fuera!?
- Vamos a ver… - Mi yo del espejo esperaba por su regañina de turno. – Eres tonto? Resbalaste de pequeño o algo? Porque que yo sepa, no. Vale. Entonces me vas a explicar ahora mismo qué demonios ha ocurrido ahí fuera! Llevas semanas lloriqueando por una sola de sus caricias, y ahora que lo tenías ahí fuera, Y CÓMO LO TENÍAS AHÍ FUERA, vas y decides que es el momento ideal para correr? TENÍA QUE SER EN ESE MOMENTO!? No antes? No después? Gongchan, siento decírtelo así, pero eres imbécil. No hay otra explicación.
Resoplé y puse mi espalda contra la puerta, escurriéndome hasta acabar sentado en el suelo.
- Por qué me sentí tan nervioso? – Murmuré. Tenía ganas de llorar, de gritar, de romper algo y, sobre todo, de Jinyoung. Tenía ganas de Jinyoung.

- Gongchan? Estás bien? - Levanté la mirada de los azulejos. – No he escuchado la ducha y me he preocupado…
Me incorporé y abrí la puerta muy lentamente, muerto de la vergüenza. Él me recibió con una sonrisa, cosa que me hizo sentirme aún peor por haberle tratado así.
- Lo siento… - Levanté la mirada, incrédulo. – No debería haber hecho eso, me disculpo. En cuanto acabe la secadora me iré a casa.
Miré por la ventana. Ni siquiera veía el edificio de enfrente por la lluvia. Enarqué una ceja y volví a mirarle a él.
- Eres tonto. – Le dije. – No te vas a ir… Hay alerta naranja.
Sonrió.
- Entonces dormiré en el sofá, no te preocupes.
- Jinyoung…
- Prometí que esperaría, no cumplí mi promesa. Lo siento, de verdad. – Bajó la mirada y se toqueteó el pelo, nervioso. – No volverá a pasar.
- Cómo que… NO! – Levantó la mirada, sorprendido.
- Chan?
- Jinyoung… Yo… Verás, no es fácil decir esto, pero… Yo de verdad que quiero! Lo que pasa es que me pongo muy nervioso y… No sé! No me hago dueño de mí mismo! Antes no quería huir, de verdad que no, lo que pasó fue que… Bueno, no sé qué pasó, pero no quería huir.
Jinyoung parpadeó varias veces, sorprendido, hasta que su mirada se suavizó y una sonrisa nació en su rostro.
- No tienes que dormir en el sofá… - Murmuré, avergonzado. Rió con suavidad y me abrazó con fuerza.
- Te quiero. – Susurró en mi oído. Mi rubor no tardó en aparecer y Jinyoung se separó unos centímetros de mí para mirarme a la cara. Tenía una expresión sumamente dulce, y tras sonreír, me beso con suavidad en los labios. Correspondí al beso sin dudarlo, rodeando su cuello y él mi cintura para atraernos más el uno al otro.
Se separó unos segundos de mis labios y me miró fijamente a los ojos. Yo me sentía mareado, pero sumamente feliz.
- Vamos a tu dormitorio? – Susurró de una forma tan condenadamente sexy que sentí que me iba a espatarrar contra el suelo. Por suerte, él me tenía bien sujeto.
- Sí… - Murmuré.
Jinyoung sonrió y se agachó un poco para levantar mis piernas con uno de sus brazos, mientras con el otro mantenía sujeta mi cintura. Y así, cual película romántica, Jinyoung me cargó hasta el dormitorio entre besos y suspiros.
Me depositó con cuidado en el colchón y, antes de colocarse encima de mí, se quitó la camiseta que recién se acababa de poner, dejando a la vista su pecho perfecto, blanco y terso como el mármol más exclusivo.
“Yo… Así… NO PUEDO VIVIR!”


-Fin-


4 comentarios:

  1. KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA-inserte grito fangiling de Anna aqui- Mujer!! O DIOS MIO!! FUE TAN SEXY TODO Y UNA NO NECESITA EL LEMMON PARA SABER QUE VA A PASAR POR QUE ES MAS QUE CLARO QUE ELLOS DESDE ESTE MOMENTO TENDRÁ UNA VIDA MUY ACTIVA -intimamente- LOL LO AME! me alegro de que ya estés mejor y ya puedas publicar!! fuerzas para ti!! espero escribas mas♥

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    1. Jajajajaja Tardaba ya tu comentario! ^0^ El lemon me lo guardo para el siguiente e.e
      Muchas gracias por el apoyo! ♥ Pronto el episodio 8~

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  2. OMFG!! OMFG!! QUE BUENO QUE VOLVISTEEE!!! TT.TT extrañaba mucho este fic enserio y wow este capitulo fue HERMOSOOOO.
    "Para mí, todas las mujeres eran como Anna hasta que me demostrasen lo contrario." XD mori resucite y volvi a morir con esa parte me hizo reir mucho XD.
    Pero a ti que te ha hecho Shinwoo TT.TT yo a el lo amo lo saranjeo y lo pones como un maloso molesto aunque bueno no importa es tu fic y esta increible asi.
    Y por ultimo amo este fiiiic!! LO AMO! LO AMO! LO AMOOOO! te lo he dicho muchas veces aunque no lo sabes ya que siempre estoy en anonimo -demasiado floja para crear una cuenta XD- pero no importa aun asi lo amoo y esperare la conti!
    QUE BUENO QUE VOLVISTE!!!

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    1. Es que no tenía a otro para poner de malo en el fic! Jajaja, yo también le quiero, pero es que a Baro y Sandeul no les pegaba nada de nada el papel de malo puntual! xD
      Me alegro de que te guste tantísimo! ^^ Gracias por la bienvenida y pronto publicaré el siguiente :3

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