Hacía frío, pero Kyungsoo no lo sentía. Iba en mangas de camisa, escuchando la hierba frotarse contra sus zapatos de piel, el viento azotando las hojas de los árboles y el silencio de los pájaros. La noche era clara gracias a la inmensa luna que ocupaba el cielo, observando a Kyungsoo con expresión triste, trayendo consigo un aroma a dolor que inundaba al chico.
Llegó
finalmente a una fuente que había en el centro del jardín trasero, y se acercó
lentamente, sin pensar nada, sin sentir nada, simplemente caminando.
Cuando ya
estaba al borde, se sentó en el borde de ésta y sacó de su bolsillo trasero el
paquete de tabaco azul del mismo día, arrugado y desgastado, y lo miró
atentamente, sin poder pensar en nada más que en el rostro de Jongin pidiéndole
que devolviese la cajetilla a su padre. ¿En el fondo quizás todo aquello había
sido exclusivamente culpa suya?
Abrió la
caja ante ese pensamiento y colocó un cigarro entre sus labios, que se
tensaron, decepcionados al ver que el
tacto que recibían no era de Jongin, sino de un vicio al que ni siquiera tenían
adicción. Encendió el cigarro y miró al cielo, con la vista nublada. Se sentía
cansado, muy cansado, y profundamente débil, probablemente causa de la tristeza
que aún no había aceptado.
“Digámonos adiós. Para siempre.”
La voz de
Jongin resonaba en su cabeza, en un eco eterno, unas veces más fuerte y otras
más débil, pero siempre torturando la mente de Kyungsoo.
- Para
siempre. - Musitó, exhalando lentamente el humo de su boca y observándolo
ascender hacia el cielo, haciendo contraste su blanco color con el blanco de la
luna.
¿Por qué el
mundo era tan injusto? ¿Por qué su vida era tan horrible? Siempre criado entre
sedas y billetes, ¿y al final todo eso para qué servía si tenía que vivir de
esa forma tan miserable? Lo único que él consideraba valioso en su vida le
había sido arrebatado de la forma más cruel posible. ¿Acaso había mayor tortura
que saber que su único y verdadero amor vivía a unas paredes de él? Sí, la
había. Lo único más tortuoso que aquello era saber que su amor también sufría,
pero las manos invisibles de la realidad lo mantenían sujeto, prisionero de
libertad y sentimientos, impidiéndole acudir a su consuelo, a saciar el mono de
la única verdadera adicción que sufría.
Kyungsoo quiso
gritar, quiso rugir y ahogarse en un aullido de dolor, pero no pudo. Su cuerpo
no obedeció la orden de su corazón, y simplemente su mano se movió hacia su
boca para que sus pulmones se envenenasen un poco más en aquel beso de humo.
“Sáciate con
esto, que es lo único que conservas.”, escuchó decir a su cerebro, a medida que
el humo abrasaba su garganta e inundaba su interior.
- Desearía
estar muerto. - Susurró Kyungsoo, bajando lentamente la mirada de la luna, cuya
presencia le incomodaba y calmaba al mismo tiempo.
“No puedes.”,
respondió su mente.
- Quiero
morir. - Repitió, en un suspiro, elevando sus rodillas hasta el borde de piedra
en el que se encontraba sentado y abrazándolas, buscando consuelo en sí mismo.
“¿Quién no
quiere? La muerte, esa bella tentación. Pero no puedes, porque es lo único de
este mundo que no tiene solución.”
- ¿Y si no
quiero que se solucione? ¿Y si simplemente quiero que todo esto acabe?
“Lástima que
ni eso sea tu decisión.”
- No soy
dueño ni de mi propio destino.
“Por
supuesto que no lo eres. Solamente eres una marioneta del mundo, una broma de
la vida, un juguete del destino.”
- Entiendo…
- Kyungsoo abrió la mano, dejando caer el cigarro a medias, que se apagó con un
siseo al tocar el suelo empapado.
Se giró
lentamente sobre sí mismo, hasta encontrarse con su reflejo en el agua, negra
por el reflejo del cielo. Kyungsoo le observaba desde ahí, con los ojos sin
vida y los labios entreabiertos. El verse a sí mismo, a ese reflejo
despreciable que era su propio ser, hizo que algo en su interior estallase. Un
corazón del más frágil vidrio se agrietó, se encontró a tanta presión que no
pudo soportarlo más y se hizo añicos.
- No
entiendo por qué el mundo es así. Por qué la vida es dolor, por qué siempre que
ocurre algo bueno, cinco acontecimientos oscuros lo siguen. - Susurró, viendo
cómo su reflejo temblaba momentáneamente cuando una de sus lágrimas aterrizó
sobre él. - Ahora mismo no me siento ni vivo… ¿Por qué mantenerme en un mundo
que no me pertenece? ¿Por qué si algo está hecho para ser roto ha de continuar
de una pieza? ¿A qué viene ser el protagonista de este capricho?
Kyungsoo
lloraba en susurros, incansable, sintiendo cómo poco a poco el frío empezaba a
tensarle los músculos y a entumecerlos. Dolía, pero no tanto como deseaba que
lo hiciese.
- No me
puedo creer que no me dijeses que ya tenías todo hablado con la madre de esa
chica.- Sooman encendió un puro mientras su mujer se desvestía tras el biombo,
preparándose para irse a la cama.
- Ha sido
una idea brillante. El niño no tiene tiempo para que se le pase la tontería,
necesitamos casarlos ya si queremos que cesen las habladurías. Ya hicimos
bastante mal en no mandarle al internado como yo te sugerí.
Sooman tensó
su mandíbula y frunció el ceño.
- No sé si
te das cuenta, Sora, de que el que manda en esta familia soy yo. - La aludida
salió, con una bata japonesa como prenda de abrigo antes de meterse debajo del
edredón, y sonrió con picardía a su marido. Éste la ignoró.
- Cielo, un
matrimonio es cosa de dos.
- No este.
Le estás haciendo a nuestro hijo lo que nos hicieron a nosotros.
- Exacto, y
saldrá igual de bien. A nosotros no nos ha ido tan mal.
Sooman
resopló y se quitó las gafas, mirándola con rabia. Ésta no se dio por aludida.
- No creo
que sea una buena idea que Kyungsoo se case tan pronto.
- Ya tiene
edad suficiente. La mayoría de los hijos de mis amigas ya están casados, y
ellas con nietos en camino.
- Kyungsoo
no tiene por qué ser como los demás.
Sora cerró
los ojos, armándose de paciencia y tomó un bote de su tocador, comenzando a
aplicarse la crema que éste contenía por las piernas. Su marido no le dedicó ni
una mirada a la provocativa imagen.
- Entonces, ¿qué
propones, Sooman? ¿Que le dejemos seguir su experimento con el sirviente?
Cedámosles un dormitorio también, para que hagan todas las perversiones que
quieran. Paguémosles una casa en la costa para que se vayan allí a jugar a ese
juego de enfermos que han creado.
-SORA. - Le
reprendió su marido, incorporándose de la cama y mirándole con furia. - Te
aconsejo que no te mofes de mí.
- ¿No es lo
que aconsejabas, mi amor? - Respondió la señora, con inocencia, tapando el bote
y devolviéndolo a su sitio.
- A
diferencia de ti, amo a mi hijo, y aunque su comportamiento me resulte repugnante
y quiera corregirlo, casarlo con la primera buscona que cruza nuestra puerta no
es la forma. ¿No puedes ver acaso que esa familia solamente busca nuestra
fortuna?
- Ellos
tienen casi la misma que nosotros.
- En bienes
económicos, pero no terrenales e influencias a nivel internacional. Si es que
no piensas, mujer, no piensas. Esa cosa que tienes sobre los hombros sirve para
mucho más que para hacerte la permanente.
Ella tensó
la mandíbula y se incorporó también de la cama.
- No te
consiento que me hables de esa manera. Te guste o no, soy tu esposa.
- ¿Y qué vas
a hacer? ¿Coger la puerta y largarte? ¿A dónde? ¿Debajo de un puente? ¿O con
tus amigas? Ah, no, claro, que no tienes.
- Tengo
muchas amigas que estarían encantadas de acogerme.
- ¿Tras
saber que estás con los bolsillos vacíos? Permíteme que lo dudo, Sora. En este
mundo la amistad se ha extinguido, y solamente existe el interés.
- Me das
pena, Sooman.
- Me puedo
permitir el honor. - Ironizó el señor, poniéndose su bata y recogiendo sus
gafas de la mesilla de noche.
- Sooman. -
La mujer le llamó, cuando este se encaminaba a la puerta.
- ¿Qué?
- Kyungsoo
va a casarse con la hija de los Seo, te guste o no. - Sooman tensó la mandíbula
y apretó los puños.
- ¿De verdad
vas a ser tan puta, Sora? ¿No te importa que tu hijo vaya a odiarte el resto de
su vida? ¿No te importa que a tu funeral no vaya a asistir nadie? ¿Que nadie
vaya a llorarte?
La mujer
parpadeó, impactada por las palabras de su marido.
- Kyungsoo
algún día me lo agradecerá.
- Sí. Tan
agradecido como yo estoy a mis padres, que el cielo los tenga en su podredumbre.
- Te estás
pasando, Sooman.
El señor de
la casa se giró, caminó lentamente hacia su mujer, mirada luchando contra
mirada, y se paró a dos pasos escasos de ella.
- Pasado
mañana vuelvo a América.
- Volverás
para la boda de Kyungsoo?
Sooman
sonrió, cansado, y suspiró.
- No voy a
ver cómo destrozas la vida de nuestro hijo. Tú lo pariste, así que es más tuyo
que mío, pero no me hagas cómplice de este crimen que vas a cometer.
La mujer
tensó la mandíbula, frustrada por la situación. No estaba acostumbrada a que le
llevasen la contraria.
- ¿Cuándo
volverás entonces?
- ¿Volveré?
Pregúntate eso.
- Tú…
- No te
preocupes, las tarjetas seguirán funcionando. Al fin y al cabo, es lo único que
te importa.
- Estoy
segura de que Kyungsoo algún día me agradecerá que le haya curado su
enfermedad.
- SORA. -
Rugió el hombre, haciendo que la inmensa lámpara de cristal se balancease
ligeramente. - Suficiente.
- ¿Y qué
demonios insinúas con que a mi funeral no asistirá nadie?
- Bueno,
dudo mucho que nuestro primogénito vaya a asistir. - Los ojos de la señora se
agrandaron, dejándose llevar por la rabia, y abofeteó sin reprimirse ni lo más
mínimo la mejilla de su esposo. Sooman la miró, sin furia, simplemente
indiferencia. - Y por supuesto, yo tampoco lo haré. Tu cadáver estará solo,
descomponiéndose lentamente en el velatorio vacío, y luego te reducirán a unas
cenizas que no encontrarán su espacio en el panteón de los Do.
Tras estas
duras palabras, que apuñalaron a la señora en todo su ego, Do Sooman se giró
sobre sus zapatillas y caminó fuera de la sala, atravesando pasillos, subiendo
escaleras y llegando por fin a su despacho, forrado en madera, cuadros de
paisajes y libros en inglés de economía y finanzas. En el centro, le recibía su
inmenso escritorio de secuoya tintada.
Sooman cerró
la puerta, sin olvidarse del seguro, y caminó lentamente hacia una esquina del
despacho, donde encima de la chimenea descansaba una bandeja de plata con una
botella de vidrio europeo de Whiskey y un vaso a su lado. No dudó en llenarlo
hasta el borde, y agradeció que el servicio hubiese rellenado de alcohol el
recipiente, ya que ayer por la noche también había necesitado del consejo de su
más fiel amigo. Lo único que tenía en el mundo, su bourbon de cuarenta años.
- Qué asco
de vida, joder. - Masculló, dándole un trago largo a su vaso y arrastrando los
pies hasta su butaca de piel importado. Se giró, observando el cielo desde su
despacho. - La luna está preciosa…
- Desearía
estar muerto. - Sooman parpadeó varias veces ante la lejana pero familiar voz
de su hijo, proveniente del jardín. Se incorporó, observándole sentado en la
fuente, solo y sin abrigo en medio de la oscuridad. Sintió pena por él.
- Lo siento,
hijo. - Respondió, a pesar de que sabía que Kyungsoo no podría escucharle. -
Siento haberte traído a este mundo putrefacto, a un hogar sin amor. Lo siento.
Decidió no
seguir escuchando lo que su hijo decía. Era un momento de privacidad y duelo en
el que él no tenía un papel. Podría haberlo hecho mejor, podría haberle protegido,
pero nunca escogió el camino adecuado, sino la huida y la ceguera de los
acontecimientos. Podría haberle parado los pies a su mujer desde el principio,
pero escapar de los problemas siempre había sido más fácil.
- Jinyoung…
- Musitó el señor, de vuelta en su asiento, retomando su bebida y sacando una
llave del bolsillo. - No sabes cuánto me acuerdo de ti cada día…
Sooman abrió
el cajón del medio de la mesa, el único que protegía con cerradura, y apartando
papeles financieros, sacó una bolsa de terciopelo azul, que contenía una caja
alargada y ancha. Sonrió con tristeza y la acarició.
- Todos los
días me imagino qué habría pasado si hubiese decidido hacerte caso. Si hubiese
decidido seguir mi corazón, y no sentir lo que los demás querían que sintiese.
- Abrió la caja con una delicadeza jamás vista en su persona, y observó una
fotografía del servicio militar, en la que posaba sonriente al lado de un
soldado alto y apuesto. - Jinyoung…
Los
recuerdos de hacía años, demasiados, se amontonaban en su mente. Aquella
amistad casi fraternal, pero que al mismo tiempo no tenía nada que ver con un
amor de hermanos. Aquella amistad que era lo único que recordaba de felicidad
en su vida.
- Y ahora,
Jinyoung, estoy haciendo que mi hijo pase por lo mismo que un día pasamos tú y
yo. Por aquello que hizo que tú desaparecieses tras un uniforme de capitán, al
mismo tiempo que hizo que mi verdadero yo desapareciese en una ceremonia
matrimonial no deseada. El día que esa mujer me puso un anillo en el dedo, que
bloqueó el resto de mis sonrisas para siempre. Ya no me acuerdo ni de cómo se
sonreía, Jinyoung, porque tu recuerdo no me lo permite. Porque ese día en el
que me dijiste que para no ser libre, preferías morir, yo te di la espalda y
escogí ser prisionero para siempre.
Sooman, por
primera vez desde hacía años, derramó una lágrima. Una única lágrima de
remordimiento y arrepentimiento. Por aquel amor que un día había dejado
escapar.
- Y nos
llamaron enfermos, locos, escoria, basura, degenerados, despojos humanos,
monstruos, pecadores… - Susurró, ocultando un sollozo con un trago de whiskey.
- ¿Pero quiénes eran ellos para juzgarnos? ¿Y quién soy yo para estar
haciéndole a mi hijo lo que un día nos hicieron a nosotros? Llamándole
degenerado y enfermo cuando solamente intenta vivir, al igual que un día lo
intenté yo. La diferencia es que él es fuerte, Jinyoung. Te encantaría
Kyungsoo. Es como tú, no tiene miedo, tiene agallas, y ojalá pudiese ayudarle a
seguir adelante. Ojalá pudiese yo ser la mitad de valiente que es él.
El señor Do
miró la fotografía atentamente, analizando los rasgos borrosos del que había
sido su cómplice de pecado y enfermedad hacía treinta años. Los años no
perdonaban, ni siquiera a las fotografías, fragmentos de recuerdos que se
enmarcan por miedo a ser olvidados.
- Jinyoung…
Ojalá algún día pueda perdonarme. - Musitó, acercando con delicadeza la imagen
a sus labios y besando el vidrio suavemente. - Ese día, podré volver a mirarme
al espejo.
Dos semanas
volaron a través de las agujas del reloj. Dos semanas en las que Kyungsoo no
había descansado ni una noche, dos semanas desde que su padre había hecho las
maletas de nuevo y desaparecido por el gran continente americano. Dos semanas
de preparativos nupciales que solo hacían que sus ganas de vivir se redujesen
poco a poco. Kyungsoo sentía como si su vida fuese un gotero, en el que su
alegría y corazón caían lentamente, una gota por cada cinco segundos exactos.
En esas dos
semanas, su madre había obligado a Jongin a ayudar con los preparativos de la
boda, y siempre que el joven moreno salía al patio a ayudar a cargar y
descargar regalos o mobiliario para la ceremonia, Do Sora se encargaba de que
su hijo pudiese apreciarlo bajo llave desde su cuarto.
- Después de
la boda podrás volver a verle. Hasta entonces es mejor que te controles,
entiéndelo. - Le decía con dulzura, peinándole con los dedos. Kyungsoo
observaba atentamente con la mirada vacía. - Lo dijo el Doctor Cho, es por tu
bien. Tu enfermedad tiene cura, pero requiere de fuerza de voluntad.
- Sí, madre.
- Respondió automáticamente Kyungsoo. Se había convertido en un ser autómata,
un robot sin sangre en las venas ni un corazón al que recurrir para sentir algo
que no fuese vacío.
En esas dos
semanas, Kyungsoo solamente había recibido visitas furtivas de Kim Jieun, que
se acercaba a darle besos de buenas noches y abrazos comprensivos. Eso era lo
único que hacía que el corazón de hojalata de Kyungsoo latiese por un segundo y
descargarse toda la carga de lágrimas que almacenaba bajo una peligrosa
presión.
- Mi pobre niño… - Susurraba la sirvienta,
acunándole en su regazo mientras Kyungsoo lloraba incansable sobre sus faldas.
- Jieun… - Sollozó el chico, bajo las
caricias de las ásperas manos de la mujer. - ¿Me harías un favor?
- Lo que quieras, mi cielo.
- Mátame. - La mujer le miró, completamente
sorprendida. Pero Kyungsoo le devolvía la mirada serio, con lágrimas
imparables, pero el rostro serio.
- Cielo, lo haría si pudiese, pero créeme
que no soy capaz. Te quiero como a un hijo, y una madre jamás le haría eso al
fruto de su vientre.
- Mi madre me está matando en vida, ¿no es
eso peor?
La sirvienta le acarició la mejilla y le abrazó con
ternura.
- Mi pequeño Kyungsoo… Ojalá puedas
encontrar un barrote defectuoso en esta jaula y puedas salir volando sin mirar
atrás.
- No quiero salir volando si no es con
Jongin, Jieun.
La mujer sonrió con dolor, esa sonrisa
hermosa que era clavada a la de su hijo, blanca y bella como la luna, pero que
ocultaba una tristeza tan oscura como el cielo que la rodea.
- Te ruego que lo hagas si puedes, pero
tanto Jongin como yo necesitamos algo más que un barrote defectuoso, mi vida, y
es una lima para romper los grilletes que nos apresan los tobillos y las alas.
- Yo los romperé por vosotros, Jieun.
Solamente vayámonos juntos. - De nuevo esa sonrisa de luna se dibujó en el
rostro moreno de la hermosa mujer.
- Cielo… Primero vuela tú. De los grilletes
de Jongin me encargaré yo cuando llegue el momento.- Susurró con lágrimas en
los ojos. - Es mi responsabilidad como madre asegurarme de que mi hijo también
aprenda a volar.
- El sastre
está aquí, Kyungsoo. - Kyungsoo estaba tendido en su cama, mirando al techo con
los ojos hinchados de un llanto contenido con esfuerzo. Giró lentamente la
mirada hasta la puerta, donde Jieun le sonreía con ternura y, cómo no,
tristeza.
- Dile que
se vaya. - Musitó el chico. - No me encuentro bien.
- Cielo… -
La mujer se acercó a la cama y se sentó en el borde. - Tu madre se pondrá
furiosa. Por favor, solamente será un momento.
Kyungsoo
cerró los ojos. Cada vez que su madre era mencionada, le entraban ganas de
vomitar.
- ¿Cómo está
Jongin? - Musitó, abriendo lentamente los ojos y dirigiéndolos hacia la mujer,
que tras una expresión triste, sonrió como de costumbre.
- Está…
Bien.
Su expresión
decía todo lo contrario, así que Kyungsoo suspiró y se incorporó con la mirada
perdida. ¿Jongin también lloraría? ¿También se sentiría así? ¿Cómo podía seguir
levantándose con cada amanecer de todas formas?
- Dile que
pase. - Susurró Kyungsoo, tras echar un vistazo por la ventana y aborrecer aquel
precioso día de otoño.
Jieun no
dijo nada más y desapareció por la puerta, por donde poco después entró un
señor mayor acompañado, por supuesto, de su madre.
- Quiero
algo clásico, que aunque pasen los años siga viéndose elegante en las
fotografías. - Comentaba, emocionada. El señor mayor llevaba consigo un maletín
y asentía a todo lo que decía la Señora Do. Por supuesto que lo hacía, ya que
el precio que le habían ofrecido por uno de sus trajes era desorbitado y
absolutamente tentador para el buen hombre.
- ¿Qué le
parece este boceto? - Preguntó el hombre, sacando un papel de un portafolios
que hizo que la mirada de su madre se iluminase.
- Es usted
un artista, Señor Kim. - El Señor Kim sonrió cordialmente.
- Entonces,
tomaré hoy las medidas al señorito Do, y en una semana lo tendré listo.
- ¿Tanto
tardará?
El señor la
miró, sorprendido.
- Bueno…
Creo que podría hacerlo en cuatro días si me apresuro y aplazo unas cuantas
citas…
-
Maravilloso. - La caprichosa Sora se acercó a besar a su hijo, que la esquivó
rápidamente y saludó al Señor Kim, uno de los sastres de más renombre en Corea,
con un gesto de cabeza.- Bueno, podéis empezar. Cuando acabe, permítame
invitarle a un té, mi buen señor. - Le sonrió coquetamente la dama. El señor
asintió con cordialidad y dejó que la mujer le diese la espalda en dirección a
la puerta.
- Madre, - La
llamó Kyungsoo, sin mirarla siquiera. Mantenía la mirada fija en la alfombre
turca del suelo. - ¿sabes algo de papá?
La mujer
detuvo sus tacones unos segundos, y tragó saliva, borrando su sonrisa por un
instante.
- Está… De
viaje de negocios.
- ¿Vendrá a
la ceremonia?
- Por
supuesto, cielo. Ni lo dudes. - Kyungsoo frunció el ceño. Su madre era muy mala
mentirosa.
- Bien.
El taconeo
se reanudó y la puerta se cerró, quedándose Kyungsoo en manos del sastre.
- ¿Emocionado,
Señorito Do? - Preguntó el hombre, mientras el joven se desnudaba y él cogía el
metro y un bloc de notas.
- No lo
definiría así, Señor Kim. - Respondió, estirando los brazos y flexionándolos
según las órdenes del sastre.
- ¿Nervioso,
entonces?
Kyungsoo
frunció el ceño.
-
Destrozado, más bien. - Musitó. El sastre le miró, sin alcanzar a escucharle.
- ¿Perdone?
- Da igual.
Me duele la cabeza, así que si no le importa…
- Claro,
claro. Discúlpeme. Trabajaré lo más rápido posible.
Dicho y
hecho, el sastre Kim acabó su trabajo rápidamente y se retiró, pero la calma
duró poco, porque en seguida apareció de nuevo Sora por la puerta.
- Cielo,
pruébate esto, ¿quieres? - Traía un traje de etiqueta en una funda. Kyungsoo lo
miró con mínimo interés.
- No quiero.
- Venga, por
favor.
- Madre, me
duele la cabeza. ¿Te importaría irte?
- Bueno, yo
te lo dejo aquí. - Dijo, depositando con cuidado la funda sobre el sofá de la habitación.
- Era de tu padre cuando tenía tu edad…
Kyungsoo
fijó la vista en el plástico transparente.
- Descansa,
hijo. Duerme un rato a ver si así se te pasa un poco. Si no, llamaremos al
Doctor. - “Genial”, pensó Kyungsoo, pero su madre terminó de hablar y salió de
su cuarto.
Kyungsoo
observaba el traje desde lejos. Su padre no respondía a sus llamadas
telefónicas, y nadie de su empresa sabía de él… Quizás esta vez su padre había
logrado volar de verdad. Pero no se había llevado a su hijo consigo.
Se incorporó
lentamente, acercándose con cautela al conjunto de pantalón y chaqueta, de
corte exquisito y un color negro que se mantenía intacto pese a que habían
pasado cuarenta años desde su último uso.
No supo por
qué, pero Kyungsoo cuando se miró al espejo con el traje de su padre puesto,
necesitó romper a llorar. Ese reflejo de su persona era un spoiler de su
futuro. El resto de su vida en un traje que no era suyo, en una piel en la que
no se sentía cómodo, mirándose con unos ojos que albergaban únicamente
oscuridad y dolor. Ese del espejo no era la persona que él quería ser… No era
una persona feliz. ¿Tal lujo era la felicidad? ¿Por qué estaba al alcance de
los que menos tenían, y los privilegiados como él la veían algo tan lejano?
- Jongin… -
Musitó, mirando al espejo con su expresión rota. - Sé que necesito dejarte ir,
puedo reconocerlo, pero no podré escapar de esto a no ser que me enseñes cómo…
En ese
momento, como si de una señal del Dios en el que Kyungsoo hacía mucho que había
dejado de creer, la puerta se abrió cuidadosamente. Kyungsoo observó a través
del reflejo del espejo, boquiabierto, cómo la estilosa figura de Jongin se
colaba lentamente y cerraba la puerta tras de sí.
- Hola… -
Susurró, sonriendo con suavidad. Kyungsoo no respondió, simplemente dejó que
sus ojos continuasen desperdiciando lágrimas que dejaban un sabor ligeramente
salado sobre sus labios, abiertos completamente por la sorpresa.
- ¿Ya me he
muerto? - Murmuró para sí mismo. Jongin no le escuchó, y le miró de los pies a
la cabeza.
- Desde
luego, el Señor Do tiene un gusto exquisito. Ese porte único que solamente
podría heredar un hijo de su propia sangre. - Dijo, escaneando repetidamente la
figura de Kyungsoo, favorecida por el esmoquin.
Kyungsoo por
fin reaccionó, y se giró lentamente hacia Jongin.
- Jongin… -
Logró decir. Quería decir su nombre, llamarle, y que él contestase para que sus
oídos pudiesen escuchar su propio nombre de esos labios, los más hermosos del
planeta.
- Kyungsoo…
- Cerró los ojos y suspiró ante el armonioso sonido. Mejor que el cantar de los
pájaros y que la más bella música, la voz de Jongin en su tímpano. - Estás muy
guapo.
Kyungsoo
abrió los ojos, que por algún motivo no querían dejar de llorar. No era capaz
de parar.
- Gracias. -
Respondió suavemente. Jongin sonrió y se dirigió a la cama, seguido por la
mirada atónita de Kyungsoo.
- Solamente
cambiaré las sábanas y me iré. La sirvienta responsable de la limpieza de esta
planta está enferma, y no queremos que tu madr… la Señora Sora se entere,
podría despedirla.
Kyungsoo no
respondió, se conformó con disfrutar de la cercanía de Jongin. Esas dos semanas
habían sido un infierno sin su presencia, y ahora que le tenía delante, no
sabía qué hacer.
- ¿Ha sido
difícil para ti también? - Susurró Kyungsoo. Jongin entonces se quedó helado,
inclinado sobre el colchón para estirar la sábana. - ¿Has podido dormir?
¿Comer?
Jongin se
incorporó lentamente, tragó saliva, y se giró para mirar a Kyungsoo.
- La persona
más importante de mi vida no fue solo un amigo, - Dijo, mirando a los ojos al
más bajo, cuyo corazón parecía que iba a colapsar de un momento a otro. - fue
un mentor, un ejemplo a seguir a veces, y un auténtico problema otra, pero fue
también alguien que vivía en mi pecho. De repente desapareció, porque le
obligué a salir de ahí, y quedó un vacío que no hay forma de llenar. Ese vacío
me impide vivir, pero tengo que acostumbrarme a que está ahí, porque no tengo
opción.
Kyungsoo
tragó saliva.
- ¿Has
llorado? - Susurró de nuevo. Jongin bajó la mirada y se giró hacia la cama de
nuevo.
- Mi mentor
me enseñó una cosa que siempre estará en mi mente: - Dijo, con voz temblorosa.-
Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que
tienes.
- Y cuando
esto sucede, - Continuó Kyungsoo, haciendo que Jongin se helase de nuevo. -
eres intocable.
- Chuck
Palahniuk.
- Te
acuerdas. - Sollozó Kyungsoo, emocionado.
- Cómo
olvidarlo. - Jongin sonrió, con los ojos humedecidos, mirando a Kyungsoo.
- No llores.
- Ordenó al moreno, que en seguida bajó la cabeza y comenzó a temblar. Kyungsoo
no pudo aguantarlo y se acercó a él casi corriendo. - Jongin, no, no llores…
- ¿Cómo no
hacerlo? - Sollozó el más joven, levantando la mirada rota hasta conectar sus
ojos con los de Kyungsoo. - ¿Cómo?
Kyungsoo
alargó una mano hasta el rostro del más alto y secó esas lágrimas que
mancillaban la obra de arte que era el rostro de Jongin.
- Ven
conmigo. - Susurró Kyungsoo. Jongin parpadeó, confuso.
- ¿A dónde?
- A donde
sea. - Jongin cerró los ojos, con dolor, al empezar a entender a qué se refería
Kyungsoo. - Tengo dinero, podemos ir a donde queramos. Juntos. No tenemos por
qué separarnos aquí.
- Kyungsoo…
No… - Sujetó las manos que Kyungsoo mantenía en su rostro y las apartó con
suavidad en un gesto que le dolió a ambos más que cualquier bala.
- ¡Sé que es
egoísta! - Rogó Kyungsoo, entre lágrimas, intentando que Jongin le mirase por
todos los medios, pero el más alto mantenía la mirada baja mientras se mordía
el labio, reteniendo el llanto cuanto podía.- Lo sé perfectamente, pero entiende
que no soy capaz de vivir así. No puedo vivir en una mentira, no puedo vivir al
lado de una persona a la que no amo, no puedo levantarme todas las mañanas y
ver otro rostro que no sea el tuyo a mi lado. No puedo, no podría soportarlo,
Jongin. Sé perfectamente que lo que te pido es una locura, que no puede ser,
pero por favor, huye conmigo. Permite que viva.
Jongin le
miraba con la expresión rota.
- Kyungsoo…
No me hagas esto, por favor…
- Podemos
irnos, tú, tu madre y yo, muy lejos. A donde jamás nos encuentren.
Jongin cerró
los ojos de nuevo, cada palabra de Kyungsoo le alentaba a un sueño perfecto y
hermoso que quemaba por lo diferente que era a la cruda realidad en la que
vivía.
- Yo… Voy a
irme ahora. - Anunció Jongin en un sollozo. Kyungsoo le miró, desesperado. -
Cuelga bien el traje, si no se arrugará.
Jongin se
dirigió a la puerta, pero Kyungsoo en un impulso corrió hacia él, le sujetó las
muñecas y se abalanzó sobre sus labios. Una última voluntad antes de un final
que se avecinaba oscuro.
Jongin no se
resistió en absoluto, en cuanto Kyungsoo posó sus labios sobre los suyos se
zafó de su agarre y se aferró a sus ropas con posesividad. Kyungsoo abrazó su cintura,
mientras ambos se fundían en la boca del otro en un beso violento y necesitado.
Kyungsoo y
Jongin no podían soportarlo más, y comenzaron a arrancarse las ropas el uno al
otro con necesidad, piel que asomaba, piel que era lamida, besada y mordida sin
reparo. Esa necesidad animal contenida de ambos, casi primitiva, básica, pero
tan necesaria como respirar.
Jongin gemía
cada vez que Kyungsoo clavaba sus dientes en su cuello, calmando el escozor con
una caricia de su lengua, y lo mismo hacía él con el otro, ambos saboreándose
como jamás se les había cruzado por la mente que podrían llegar a hacerlo.
Completamente
desnudos, rodando por la alfombra en un trance de excitación y locura. Una
despedida a lo grande, sin reparos, sin vergüenza, sin segundas intenciones más
allá de la de fundirse el uno con el otro, como llevaban ansiado desde que se
habían conocido siendo solamente niños inocentes y puros, solamente ansiando
amor.
Pero el
mundo es un lugar frío, la vida es dolor, el amor es sufrimiento, y los finales
felices solamente existen en la fantasía. La fantasía es únicamente para
aquellos que no poseen cadenas a la realidad, algo imposible para los dos
muchachos, por eso cuando la puerta se abrió y un grito inundó la estancia,
Sora pateó el rostro de Jongin sin delicadeza, la sangre salpicó la alfombra,
llegando incluso a ensuciar el espejo de ébano, y arrastró a Kyungsoo de los
pelos hasta separarle de Jongin, que lloraba, dolorido en todos los sentidos.
- ¡JONGIN! ¡NO!
¡NO! ¡NOOOOOO! - Rugía Kyungsoo, retorciéndose de dolor y desesperación. - ¡MADRE!
¡NO! ¡POR FAVOR! ¡NO!
- ¡KYUNGSOO!
- Gritó Jongin, para sorpresa del heredero. - ¡KYUNGSOO!
- Has cavado
tu propia tumba, escoria. - Siseó Do Sora, arrastrando a su hijo lentamente
fuera de la estancia. La alfombra quemaba la espalda de Kyungsoo por la
fricción, pero a éste eso era lo que menos le dolía.
- ¡JONGIN! ¡JONGIN!
- Lloraba y gritaba, desesperado.
Jongin no
lograba moverse a causa del golpe de la señora, pero si pudo ver entre la
sangre el rostro de su amado, y armándose de un valor que jamás supo tener,
gritó de nuevo.
- ¡KYUNGSOO!
¡ACEPTO! ¡ACEPTO!
Kyungsoo
abrió mucho los ojos y antes de que la puerta se cerrase en sus narices y
quedase inconsciente por la patada que recibió en el cráneo por el tacón de su
madre, logró que su corazón latiese de felicidad.
“Sí…
Huyamos, Jongin.”
:'( :'( que triste unnie en estos capítulos me la he pasado llorando como es posible que esto les pase. Lo de su papa si me saco de onda como es posible que solo huya en ves de ayudar a su hijo. Solo esta repitiendo la misma historia y medoloio mas cuando entro jongin me moto de tristeza cuando entro su mama de kyungsoo y lo golpeo y llore mas cuando cuando acepto irse con el, tubo que llegar hasta este punto para que aceptara.
ResponderEliminarQue bonita historia unnie sigue escribiendo así :D. Espero que estés bien. Cuídate mucho la verdad no se que te paso pero que no actualizaras se me hizo extraño
Sí, la verdad es que el capítulo ha sido algo trágico... Pero veremos qué ocurre en el siguiente! <3
EliminarNo te preocupes, anduve con Gripe, pero ya estoy bien :3
Gracias por leer, por comentar y por preocuparte <3 <3 <3
Ok unnie cuídate mucho
Eliminar<3
EliminarTiiiiiiioooo que intenso! La parte final, digamos, cuando entra al cuarto de do... Oh Dios xD
ResponderEliminarmuy intenso, me ha gustado mucho!
Jajajajaja Me alegra que te haya emocionado
EliminarGracias por leer y comentar <3
Oh por dios…. Permíteme decirte una vez que me encanta como escribes, no me quedaría tranquila si no te lo repitiera otra vez.
ResponderEliminar¡Fue hermoso! Trágico, sí, pero hermoso de todas formas, pude sentir el dolor de Kyungsoo casi del todo, si… me puse a lloriquear otra vez, ¡Pero quién no llore con esto, es un ser insensible sin alma! (?) XD
Mis aplausos para el señor Sooman, así es como se le tenía que hablar a… esa cosa, ¡se merece eso y mucho más! (Aunque yo si iría a su funeral, de rojo y bailando con toda la felicidad del mundo XDD)
Dejando de lado la impecable actitud hacia su mujer, (Me compadezco de él por eso) Me entristeció saber por lo que ha pasado, también ha sufrido lo suyo en el amor, ahh que horrible es vivir en un mundo tan cerrado de mente, reconozco que no la ha pasado muy bien que digamos, ¡pero eso debería haberle servido para no hacerle lo mismo a su hijo! ¡Ya sabe lo horrible que es debería evitarlo! ¡Es el hombre de la casa! ¡Que eche a patadas a esa bruja o se plante, no debería haber huido! (Aun así ha salido de la lista de personas que odio definitivamente, aunque no se note XDD)
Jongin y Kyungsoo… Un reencuentro aún mejor (si eso es posible) que el anterior. Sus palabras y pensamientos tan cariñosos, dulces y protectores el uno con el otro, el amor que se tienen es enorme y casi abrumador… me encantan.
Pasando a cosas menos… amorosas y rosas…
Sora… no pensé que podría odiarla más, pero créeme, quería entrar allí con todo mi arsenal de armas imaginarias y dejarla como un colador, (Demasiado Call of Duty xD) O mejor aún, la dejaría a trocitos que metería en una nave que fuera directa al sol, ¡esa mujer no tiene sentimientos! ¿¡Y se hace llamar madre!?
Jongin ;^; no debería haberlo tocado, pero lo único bueno que salió de aquello es que Jongin aceptó <3 algo es algo, no quiero emocionarme y pensar que escaparan y serán felices, aún no XD
Bueno hasta aquí llegó mi cerebro (?) perdón por no comentar antes pero estaba en el mundo de los exámenes y... bodas XD
¡Un capitulo realmente emocionante! Me gustó todo, desde el principio a fin, como ya dije al principio, me encantó. Ahora soy tu fan, te pediría un autógrafo y me tomaría una foto contigo si pudiera XD ¡Gracias por el capítulo, la espera valió la pena! <3
Kath is back! ^^
EliminarEspero que los exámenes y todo te estén yendo genial <3
Al comentario, que me sale la vena de autora cariñosa y me pierdo xD
Te quiero por decirme todas esas cosas bunitas :3
Últimamente me va mucho la tragedia...
La gente no escarmienta... Nos hacemos llamar la especie inteligente, pero dejamos mucho que desear.
Call of Duty xDDDDD Te meteré de espontánea en el próximo capítulo xDDDD
BODAS!? TE ME HAS CASADO!? xD
Gracias a ti por leer y comentar! Y si quieres algo de mí además de mi cariño incondicional, espera a Abril, que es el aniversario del blog y siempre organizo sorteos y cosas chachis para la gente que me lee :3
Oh por dios yo no me he casado DDD: Solo que a la gente de mi alrededor le encanta los climas fríos para casarse, fue como un virus, todos se casaron XD
EliminarY gracias a los dioses todos los exámenes me fueron estupendamente, gracias <333
Por cierto, esperaré a Abril con muchas ansias *-* me has emocionado XD
PD: ¡Feliz año nuevo! <3 (apuesto a que soy la última persona en decírtelo! XD)
Bye~
Los climas fríos es lo mejor, te lo dice la que se está achicharrando en Shanghai xD
EliminarMe alegro por tus exámenes, espero que los de este semestre te hayan ido igual de bien ^^
Y a ver qué organizo en Abril desde aquí... xDDDDDD Pero algo haré ^^
Feliz año nuevo chino! (?)
Esta historia está definitivamente abandonada? Una pena, la verdad :(
ResponderEliminarNo está abandonada, estábamos en un hiatus indefinido, pero nos vamos a poner de nuevo en marcha muy pronto.
EliminarEsperamos que te gusten nuestros futuros proyectos. Gracias!
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ResponderEliminarRead 의왕 출장안마 the 안산 출장안마 Casino Review and get your bonus! ⭐ Claim 의정부 출장마사지 your bonus today! ☝️ 상주 출장샵 Welcome Bonuses ⭐ Free Spins ⚡️ Fast Payouts.Deposit Methods: Skrill 영천 출장마사지 + more