10 de diciembre de 2014

[KaiSoo] Staring at the Moon: Capítulo IV.


Hacía frío, pero Kyungsoo no lo sentía. Iba en mangas de camisa, escuchando la hierba frotarse contra sus zapatos de piel, el viento azotando las hojas de los árboles y el silencio de los pájaros. La noche era clara gracias a la inmensa luna que ocupaba el cielo, observando a Kyungsoo con expresión triste, trayendo consigo un aroma a dolor que inundaba al chico.
Llegó finalmente a una fuente que había en el centro del jardín trasero, y se acercó lentamente, sin pensar nada, sin sentir nada, simplemente caminando.
Cuando ya estaba al borde, se sentó en el borde de ésta y sacó de su bolsillo trasero el paquete de tabaco azul del mismo día, arrugado y desgastado, y lo miró atentamente, sin poder pensar en nada más que en el rostro de Jongin pidiéndole que devolviese la cajetilla a su padre. ¿En el fondo quizás todo aquello había sido exclusivamente culpa suya?
Abrió la caja ante ese pensamiento y colocó un cigarro entre sus labios, que se tensaron,  decepcionados al ver que el tacto que recibían no era de Jongin, sino de un vicio al que ni siquiera tenían adicción. Encendió el cigarro y miró al cielo, con la vista nublada. Se sentía cansado, muy cansado, y profundamente débil, probablemente causa de la tristeza que aún no había aceptado.
Digámonos adiós. Para siempre.”
La voz de Jongin resonaba en su cabeza, en un eco eterno, unas veces más fuerte y otras más débil, pero siempre torturando la mente de Kyungsoo.
- Para siempre. - Musitó, exhalando lentamente el humo de su boca y observándolo ascender hacia el cielo, haciendo contraste su blanco color con el blanco de la luna.
¿Por qué el mundo era tan injusto? ¿Por qué su vida era tan horrible? Siempre criado entre sedas y billetes, ¿y al final todo eso para qué servía si tenía que vivir de esa forma tan miserable? Lo único que él consideraba valioso en su vida le había sido arrebatado de la forma más cruel posible. ¿Acaso había mayor tortura que saber que su único y verdadero amor vivía a unas paredes de él? Sí, la había. Lo único más tortuoso que aquello era saber que su amor también sufría, pero las manos invisibles de la realidad lo mantenían sujeto, prisionero de libertad y sentimientos, impidiéndole acudir a su consuelo, a saciar el mono de la única verdadera adicción que sufría.
Kyungsoo quiso gritar, quiso rugir y ahogarse en un aullido de dolor, pero no pudo. Su cuerpo no obedeció la orden de su corazón, y simplemente su mano se movió hacia su boca para que sus pulmones se envenenasen un poco más en aquel beso de humo.
“Sáciate con esto, que es lo único que conservas.”, escuchó decir a su cerebro, a medida que el humo abrasaba su garganta e inundaba su interior.
- Desearía estar muerto. - Susurró Kyungsoo, bajando lentamente la mirada de la luna, cuya presencia le incomodaba y calmaba al mismo tiempo.
“No puedes.”, respondió su mente.
- Quiero morir. - Repitió, en un suspiro, elevando sus rodillas hasta el borde de piedra en el que se encontraba sentado y abrazándolas, buscando consuelo en sí mismo.
“¿Quién no quiere? La muerte, esa bella tentación. Pero no puedes, porque es lo único de este mundo que no tiene solución.”
- ¿Y si no quiero que se solucione? ¿Y si simplemente quiero que todo esto acabe?
“Lástima que ni eso sea tu decisión.”
- No soy dueño ni de mi propio destino.
“Por supuesto que no lo eres. Solamente eres una marioneta del mundo, una broma de la vida, un juguete del destino.”
- Entiendo… - Kyungsoo abrió la mano, dejando caer el cigarro a medias, que se apagó con un siseo al tocar el suelo empapado.
Se giró lentamente sobre sí mismo, hasta encontrarse con su reflejo en el agua, negra por el reflejo del cielo. Kyungsoo le observaba desde ahí, con los ojos sin vida y los labios entreabiertos. El verse a sí mismo, a ese reflejo despreciable que era su propio ser, hizo que algo en su interior estallase. Un corazón del más frágil vidrio se agrietó, se encontró a tanta presión que no pudo soportarlo más y se hizo añicos.
- No entiendo por qué el mundo es así. Por qué la vida es dolor, por qué siempre que ocurre algo bueno, cinco acontecimientos oscuros lo siguen. - Susurró, viendo cómo su reflejo temblaba momentáneamente cuando una de sus lágrimas aterrizó sobre él. - Ahora mismo no me siento ni vivo… ¿Por qué mantenerme en un mundo que no me pertenece? ¿Por qué si algo está hecho para ser roto ha de continuar de una pieza? ¿A qué viene ser el protagonista de este capricho?
Kyungsoo lloraba en susurros, incansable, sintiendo cómo poco a poco el frío empezaba a tensarle los músculos y a entumecerlos. Dolía, pero no tanto como deseaba que lo hiciese.

- No me puedo creer que no me dijeses que ya tenías todo hablado con la madre de esa chica.- Sooman encendió un puro mientras su mujer se desvestía tras el biombo, preparándose para irse a la cama.
- Ha sido una idea brillante. El niño no tiene tiempo para que se le pase la tontería, necesitamos casarlos ya si queremos que cesen las habladurías. Ya hicimos bastante mal en no mandarle al internado como yo te sugerí.
Sooman tensó su mandíbula y frunció el ceño.
- No sé si te das cuenta, Sora, de que el que manda en esta familia soy yo. - La aludida salió, con una bata japonesa como prenda de abrigo antes de meterse debajo del edredón, y sonrió con picardía a su marido. Éste la ignoró.
- Cielo, un matrimonio es cosa de dos.
- No este. Le estás haciendo a nuestro hijo lo que nos hicieron a nosotros.
- Exacto, y saldrá igual de bien. A nosotros no nos ha ido tan mal.
Sooman resopló y se quitó las gafas, mirándola con rabia. Ésta no se dio por aludida.
- No creo que sea una buena idea que Kyungsoo se case tan pronto.
- Ya tiene edad suficiente. La mayoría de los hijos de mis amigas ya están casados, y ellas con nietos en camino.
- Kyungsoo no tiene por qué ser como los demás.
Sora cerró los ojos, armándose de paciencia y tomó un bote de su tocador, comenzando a aplicarse la crema que éste contenía por las piernas. Su marido no le dedicó ni una mirada a la provocativa imagen.
- Entonces, ¿qué propones, Sooman? ¿Que le dejemos seguir su experimento con el sirviente? Cedámosles un dormitorio también, para que hagan todas las perversiones que quieran. Paguémosles una casa en la costa para que se vayan allí a jugar a ese juego de enfermos que han creado.
-SORA. - Le reprendió su marido, incorporándose de la cama y mirándole con furia. - Te aconsejo que no te mofes de mí.
- ¿No es lo que aconsejabas, mi amor? - Respondió la señora, con inocencia, tapando el bote y devolviéndolo a su sitio.
- A diferencia de ti, amo a mi hijo, y aunque su comportamiento me resulte repugnante y quiera corregirlo, casarlo con la primera buscona que cruza nuestra puerta no es la forma. ¿No puedes ver acaso que esa familia solamente busca nuestra fortuna?
- Ellos tienen casi la misma que nosotros.
- En bienes económicos, pero no terrenales e influencias a nivel internacional. Si es que no piensas, mujer, no piensas. Esa cosa que tienes sobre los hombros sirve para mucho más que para hacerte la permanente.
Ella tensó la mandíbula y se incorporó también de la cama.
- No te consiento que me hables de esa manera. Te guste o no, soy tu esposa.
- ¿Y qué vas a hacer? ¿Coger la puerta y largarte? ¿A dónde? ¿Debajo de un puente? ¿O con tus amigas? Ah, no, claro, que no tienes.
- Tengo muchas amigas que estarían encantadas de acogerme.
- ¿Tras saber que estás con los bolsillos vacíos? Permíteme que lo dudo, Sora. En este mundo la amistad se ha extinguido, y solamente existe el interés.
- Me das pena, Sooman.
- Me puedo permitir el honor. - Ironizó el señor, poniéndose su bata y recogiendo sus gafas de la mesilla de noche.
- Sooman. - La mujer le llamó, cuando este se encaminaba a la puerta.
- ¿Qué?
- Kyungsoo va a casarse con la hija de los Seo, te guste o no. - Sooman tensó la mandíbula y apretó los puños.
- ¿De verdad vas a ser tan puta, Sora? ¿No te importa que tu hijo vaya a odiarte el resto de su vida? ¿No te importa que a tu funeral no vaya a asistir nadie? ¿Que nadie vaya a llorarte?
La mujer parpadeó, impactada por las palabras de su marido.
- Kyungsoo algún día me lo agradecerá.
- Sí. Tan agradecido como yo estoy a mis padres, que el cielo los tenga en su podredumbre.
- Te estás pasando, Sooman.
El señor de la casa se giró, caminó lentamente hacia su mujer, mirada luchando contra mirada, y se paró a dos pasos escasos de ella.
- Pasado mañana vuelvo a América.
- Volverás para la boda de Kyungsoo?
Sooman sonrió, cansado, y suspiró.
- No voy a ver cómo destrozas la vida de nuestro hijo. Tú lo pariste, así que es más tuyo que mío, pero no me hagas cómplice de este crimen que vas a cometer.
La mujer tensó la mandíbula, frustrada por la situación. No estaba acostumbrada a que le llevasen la contraria.
- ¿Cuándo volverás entonces?
- ¿Volveré? Pregúntate eso.
- Tú…
- No te preocupes, las tarjetas seguirán funcionando. Al fin y al cabo, es lo único que te importa.
- Estoy segura de que Kyungsoo algún día me agradecerá que le haya curado su enfermedad.
- SORA. - Rugió el hombre, haciendo que la inmensa lámpara de cristal se balancease ligeramente. - Suficiente.
- ¿Y qué demonios insinúas con que a mi funeral no asistirá nadie?
- Bueno, dudo mucho que nuestro primogénito vaya a asistir. - Los ojos de la señora se agrandaron, dejándose llevar por la rabia, y abofeteó sin reprimirse ni lo más mínimo la mejilla de su esposo. Sooman la miró, sin furia, simplemente indiferencia. - Y por supuesto, yo tampoco lo haré. Tu cadáver estará solo, descomponiéndose lentamente en el velatorio vacío, y luego te reducirán a unas cenizas que no encontrarán su espacio en el panteón de los Do.
Tras estas duras palabras, que apuñalaron a la señora en todo su ego, Do Sooman se giró sobre sus zapatillas y caminó fuera de la sala, atravesando pasillos, subiendo escaleras y llegando por fin a su despacho, forrado en madera, cuadros de paisajes y libros en inglés de economía y finanzas. En el centro, le recibía su inmenso escritorio de secuoya tintada.
Sooman cerró la puerta, sin olvidarse del seguro, y caminó lentamente hacia una esquina del despacho, donde encima de la chimenea descansaba una bandeja de plata con una botella de vidrio europeo de Whiskey y un vaso a su lado. No dudó en llenarlo hasta el borde, y agradeció que el servicio hubiese rellenado de alcohol el recipiente, ya que ayer por la noche también había necesitado del consejo de su más fiel amigo. Lo único que tenía en el mundo, su bourbon de cuarenta años.
- Qué asco de vida, joder. - Masculló, dándole un trago largo a su vaso y arrastrando los pies hasta su butaca de piel importado. Se giró, observando el cielo desde su despacho. - La luna está preciosa…
- Desearía estar muerto. - Sooman parpadeó varias veces ante la lejana pero familiar voz de su hijo, proveniente del jardín. Se incorporó, observándole sentado en la fuente, solo y sin abrigo en medio de la oscuridad. Sintió pena por él.
- Lo siento, hijo. - Respondió, a pesar de que sabía que Kyungsoo no podría escucharle. - Siento haberte traído a este mundo putrefacto, a un hogar sin amor. Lo siento.
Decidió no seguir escuchando lo que su hijo decía. Era un momento de privacidad y duelo en el que él no tenía un papel. Podría haberlo hecho mejor, podría haberle protegido, pero nunca escogió el camino adecuado, sino la huida y la ceguera de los acontecimientos. Podría haberle parado los pies a su mujer desde el principio, pero escapar de los problemas siempre había sido más fácil.
- Jinyoung… - Musitó el señor, de vuelta en su asiento, retomando su bebida y sacando una llave del bolsillo. - No sabes cuánto me acuerdo de ti cada día…
Sooman abrió el cajón del medio de la mesa, el único que protegía con cerradura, y apartando papeles financieros, sacó una bolsa de terciopelo azul, que contenía una caja alargada y ancha. Sonrió con tristeza y la acarició.
- Todos los días me imagino qué habría pasado si hubiese decidido hacerte caso. Si hubiese decidido seguir mi corazón, y no sentir lo que los demás querían que sintiese. - Abrió la caja con una delicadeza jamás vista en su persona, y observó una fotografía del servicio militar, en la que posaba sonriente al lado de un soldado alto y apuesto. - Jinyoung…
Los recuerdos de hacía años, demasiados, se amontonaban en su mente. Aquella amistad casi fraternal, pero que al mismo tiempo no tenía nada que ver con un amor de hermanos. Aquella amistad que era lo único que recordaba de felicidad en su vida.
- Y ahora, Jinyoung, estoy haciendo que mi hijo pase por lo mismo que un día pasamos tú y yo. Por aquello que hizo que tú desaparecieses tras un uniforme de capitán, al mismo tiempo que hizo que mi verdadero yo desapareciese en una ceremonia matrimonial no deseada. El día que esa mujer me puso un anillo en el dedo, que bloqueó el resto de mis sonrisas para siempre. Ya no me acuerdo ni de cómo se sonreía, Jinyoung, porque tu recuerdo no me lo permite. Porque ese día en el que me dijiste que para no ser libre, preferías morir, yo te di la espalda y escogí ser prisionero para siempre.
Sooman, por primera vez desde hacía años, derramó una lágrima. Una única lágrima de remordimiento y arrepentimiento. Por aquel amor que un día había dejado escapar.
- Y nos llamaron enfermos, locos, escoria, basura, degenerados, despojos humanos, monstruos, pecadores… - Susurró, ocultando un sollozo con un trago de whiskey. - ¿Pero quiénes eran ellos para juzgarnos? ¿Y quién soy yo para estar haciéndole a mi hijo lo que un día nos hicieron a nosotros? Llamándole degenerado y enfermo cuando solamente intenta vivir, al igual que un día lo intenté yo. La diferencia es que él es fuerte, Jinyoung. Te encantaría Kyungsoo. Es como tú, no tiene miedo, tiene agallas, y ojalá pudiese ayudarle a seguir adelante. Ojalá pudiese yo ser la mitad de valiente que es él.
El señor Do miró la fotografía atentamente, analizando los rasgos borrosos del que había sido su cómplice de pecado y enfermedad hacía treinta años. Los años no perdonaban, ni siquiera a las fotografías, fragmentos de recuerdos que se enmarcan por miedo a ser olvidados.
- Jinyoung… Ojalá algún día pueda perdonarme. - Musitó, acercando con delicadeza la imagen a sus labios y besando el vidrio suavemente. - Ese día, podré volver a mirarme al espejo.

Dos semanas volaron a través de las agujas del reloj. Dos semanas en las que Kyungsoo no había descansado ni una noche, dos semanas desde que su padre había hecho las maletas de nuevo y desaparecido por el gran continente americano. Dos semanas de preparativos nupciales que solo hacían que sus ganas de vivir se redujesen poco a poco. Kyungsoo sentía como si su vida fuese un gotero, en el que su alegría y corazón caían lentamente, una gota por cada cinco segundos exactos.
En esas dos semanas, su madre había obligado a Jongin a ayudar con los preparativos de la boda, y siempre que el joven moreno salía al patio a ayudar a cargar y descargar regalos o mobiliario para la ceremonia, Do Sora se encargaba de que su hijo pudiese apreciarlo bajo llave desde su cuarto.
- Después de la boda podrás volver a verle. Hasta entonces es mejor que te controles, entiéndelo. - Le decía con dulzura, peinándole con los dedos. Kyungsoo observaba atentamente con la mirada vacía. - Lo dijo el Doctor Cho, es por tu bien. Tu enfermedad tiene cura, pero requiere de fuerza de voluntad.
- Sí, madre. - Respondió automáticamente Kyungsoo. Se había convertido en un ser autómata, un robot sin sangre en las venas ni un corazón al que recurrir para sentir algo que no fuese vacío.
En esas dos semanas, Kyungsoo solamente había recibido visitas furtivas de Kim Jieun, que se acercaba a darle besos de buenas noches y abrazos comprensivos. Eso era lo único que hacía que el corazón de hojalata de Kyungsoo latiese por un segundo y descargarse toda la carga de lágrimas que almacenaba bajo una peligrosa presión.

- Mi pobre niño… - Susurraba la sirvienta, acunándole en su regazo mientras Kyungsoo lloraba incansable sobre sus faldas.
- Jieun… - Sollozó el chico, bajo las caricias de las ásperas manos de la mujer. - ¿Me harías un favor?
- Lo que quieras, mi cielo.
- Mátame. - La mujer le miró, completamente sorprendida. Pero Kyungsoo le devolvía la mirada serio, con lágrimas imparables, pero el rostro serio.
- Cielo, lo haría si pudiese, pero créeme que no soy capaz. Te quiero como a un hijo, y una madre jamás le haría eso al fruto de su vientre.
- Mi madre me está matando en vida, ¿no es eso peor?
La sirvienta  le acarició la mejilla y le abrazó con ternura.
- Mi pequeño Kyungsoo… Ojalá puedas encontrar un barrote defectuoso en esta jaula y puedas salir volando sin mirar atrás.
- No quiero salir volando si no es con Jongin, Jieun.
La mujer sonrió con dolor, esa sonrisa hermosa que era clavada a la de su hijo, blanca y bella como la luna, pero que ocultaba una tristeza tan oscura como el cielo que la rodea.
- Te ruego que lo hagas si puedes, pero tanto Jongin como yo necesitamos algo más que un barrote defectuoso, mi vida, y es una lima para romper los grilletes que nos apresan los tobillos y las alas.
- Yo los romperé por vosotros, Jieun. Solamente vayámonos juntos. - De nuevo esa sonrisa de luna se dibujó en el rostro moreno de la hermosa mujer.
- Cielo… Primero vuela tú. De los grilletes de Jongin me encargaré yo cuando llegue el momento.- Susurró con lágrimas en los ojos. - Es mi responsabilidad como madre asegurarme de que mi hijo también aprenda a volar.

- El sastre está aquí, Kyungsoo. - Kyungsoo estaba tendido en su cama, mirando al techo con los ojos hinchados de un llanto contenido con esfuerzo. Giró lentamente la mirada hasta la puerta, donde Jieun le sonreía con ternura y, cómo no, tristeza.
- Dile que se vaya. - Musitó el chico. - No me encuentro bien.
- Cielo… - La mujer se acercó a la cama y se sentó en el borde. - Tu madre se pondrá furiosa. Por favor, solamente será un momento.
Kyungsoo cerró los ojos. Cada vez que su madre era mencionada, le entraban ganas de vomitar.
- ¿Cómo está Jongin? - Musitó, abriendo lentamente los ojos y dirigiéndolos hacia la mujer, que tras una expresión triste, sonrió como de costumbre.
- Está… Bien.
Su expresión decía todo lo contrario, así que Kyungsoo suspiró y se incorporó con la mirada perdida. ¿Jongin también lloraría? ¿También se sentiría así? ¿Cómo podía seguir levantándose con cada amanecer de todas formas?
- Dile que pase. - Susurró Kyungsoo, tras echar un vistazo por la ventana y aborrecer aquel precioso día de otoño.
Jieun no dijo nada más y desapareció por la puerta, por donde poco después entró un señor mayor acompañado, por supuesto, de su madre.
- Quiero algo clásico, que aunque pasen los años siga viéndose elegante en las fotografías. - Comentaba, emocionada. El señor mayor llevaba consigo un maletín y asentía a todo lo que decía la Señora Do. Por supuesto que lo hacía, ya que el precio que le habían ofrecido por uno de sus trajes era desorbitado y absolutamente tentador para el buen hombre.
- ¿Qué le parece este boceto? - Preguntó el hombre, sacando un papel de un portafolios que hizo que la mirada de su madre se iluminase.
- Es usted un artista, Señor Kim. - El Señor Kim sonrió cordialmente.
- Entonces, tomaré hoy las medidas al señorito Do, y en una semana lo tendré listo.
- ¿Tanto tardará?
El señor la miró, sorprendido.
- Bueno… Creo que podría hacerlo en cuatro días si me apresuro y aplazo unas cuantas citas…
- Maravilloso. - La caprichosa Sora se acercó a besar a su hijo, que la esquivó rápidamente y saludó al Señor Kim, uno de los sastres de más renombre en Corea, con un gesto de cabeza.- Bueno, podéis empezar. Cuando acabe, permítame invitarle a un té, mi buen señor. - Le sonrió coquetamente la dama. El señor asintió con cordialidad y dejó que la mujer le diese la espalda en dirección a la puerta.
- Madre, - La llamó Kyungsoo, sin mirarla siquiera. Mantenía la mirada fija en la alfombre turca del suelo. - ¿sabes algo de papá?
La mujer detuvo sus tacones unos segundos, y tragó saliva, borrando su sonrisa por un instante.
- Está… De viaje de negocios.
- ¿Vendrá a la ceremonia?
- Por supuesto, cielo. Ni lo dudes. - Kyungsoo frunció el ceño. Su madre era muy mala mentirosa.
- Bien.
El taconeo se reanudó y la puerta se cerró, quedándose Kyungsoo en manos del sastre.
- ¿Emocionado, Señorito Do? - Preguntó el hombre, mientras el joven se desnudaba y él cogía el metro y un bloc de notas.
- No lo definiría así, Señor Kim. - Respondió, estirando los brazos y flexionándolos según las órdenes del sastre.
- ¿Nervioso, entonces?
Kyungsoo frunció el ceño.
- Destrozado, más bien. - Musitó. El sastre le miró, sin alcanzar a escucharle.
- ¿Perdone?
- Da igual. Me duele la cabeza, así que si no le importa…
- Claro, claro. Discúlpeme. Trabajaré lo más rápido posible.
Dicho y hecho, el sastre Kim acabó su trabajo rápidamente y se retiró, pero la calma duró poco, porque en seguida apareció de nuevo Sora por la puerta.
- Cielo, pruébate esto, ¿quieres? - Traía un traje de etiqueta en una funda. Kyungsoo lo miró con mínimo interés.
- No quiero.
- Venga, por favor.
- Madre, me duele la cabeza. ¿Te importaría irte?
- Bueno, yo te lo dejo aquí. - Dijo, depositando con cuidado la funda sobre el sofá de la habitación. - Era de tu padre cuando tenía tu edad…
Kyungsoo fijó la vista en el plástico transparente.
- Descansa, hijo. Duerme un rato a ver si así se te pasa un poco. Si no, llamaremos al Doctor. - “Genial”, pensó Kyungsoo, pero su madre terminó de hablar y salió de su cuarto.
Kyungsoo observaba el traje desde lejos. Su padre no respondía a sus llamadas telefónicas, y nadie de su empresa sabía de él… Quizás esta vez su padre había logrado volar de verdad. Pero no se había llevado a su hijo consigo.
Se incorporó lentamente, acercándose con cautela al conjunto de pantalón y chaqueta, de corte exquisito y un color negro que se mantenía intacto pese a que habían pasado cuarenta años desde su último uso.
No supo por qué, pero Kyungsoo cuando se miró al espejo con el traje de su padre puesto, necesitó romper a llorar. Ese reflejo de su persona era un spoiler de su futuro. El resto de su vida en un traje que no era suyo, en una piel en la que no se sentía cómodo, mirándose con unos ojos que albergaban únicamente oscuridad y dolor. Ese del espejo no era la persona que él quería ser… No era una persona feliz. ¿Tal lujo era la felicidad? ¿Por qué estaba al alcance de los que menos tenían, y los privilegiados como él la veían algo tan lejano?
- Jongin… - Musitó, mirando al espejo con su expresión rota. - Sé que necesito dejarte ir, puedo reconocerlo, pero no podré escapar de esto a no ser que me enseñes cómo…
En ese momento, como si de una señal del Dios en el que Kyungsoo hacía mucho que había dejado de creer, la puerta se abrió cuidadosamente. Kyungsoo observó a través del reflejo del espejo, boquiabierto, cómo la estilosa figura de Jongin se colaba lentamente y cerraba la puerta tras de sí.
- Hola… - Susurró, sonriendo con suavidad. Kyungsoo no respondió, simplemente dejó que sus ojos continuasen desperdiciando lágrimas que dejaban un sabor ligeramente salado sobre sus labios, abiertos completamente por la sorpresa.
- ¿Ya me he muerto? - Murmuró para sí mismo. Jongin no le escuchó, y le miró de los pies a la cabeza.
- Desde luego, el Señor Do tiene un gusto exquisito. Ese porte único que solamente podría heredar un hijo de su propia sangre. - Dijo, escaneando repetidamente la figura de Kyungsoo, favorecida por el esmoquin.
Kyungsoo por fin reaccionó, y se giró lentamente hacia Jongin.
- Jongin… - Logró decir. Quería decir su nombre, llamarle, y que él contestase para que sus oídos pudiesen escuchar su propio nombre de esos labios, los más hermosos del planeta.
- Kyungsoo… - Cerró los ojos y suspiró ante el armonioso sonido. Mejor que el cantar de los pájaros y que la más bella música, la voz de Jongin en su tímpano. - Estás muy guapo.
Kyungsoo abrió los ojos, que por algún motivo no querían dejar de llorar. No era capaz de parar.
- Gracias. - Respondió suavemente. Jongin sonrió y se dirigió a la cama, seguido por la mirada atónita de Kyungsoo.
- Solamente cambiaré las sábanas y me iré. La sirvienta responsable de la limpieza de esta planta está enferma, y no queremos que tu madr… la Señora Sora se entere, podría despedirla.
Kyungsoo no respondió, se conformó con disfrutar de la cercanía de Jongin. Esas dos semanas habían sido un infierno sin su presencia, y ahora que le tenía delante, no sabía qué hacer.
- ¿Ha sido difícil para ti también? - Susurró Kyungsoo. Jongin entonces se quedó helado, inclinado sobre el colchón para estirar la sábana. - ¿Has podido dormir? ¿Comer?
Jongin se incorporó lentamente, tragó saliva, y se giró para mirar a Kyungsoo.
- La persona más importante de mi vida no fue solo un amigo, - Dijo, mirando a los ojos al más bajo, cuyo corazón parecía que iba a colapsar de un momento a otro. - fue un mentor, un ejemplo a seguir a veces, y un auténtico problema otra, pero fue también alguien que vivía en mi pecho. De repente desapareció, porque le obligué a salir de ahí, y quedó un vacío que no hay forma de llenar. Ese vacío me impide vivir, pero tengo que acostumbrarme a que está ahí, porque no tengo opción.
Kyungsoo tragó saliva.
- ¿Has llorado? - Susurró de nuevo. Jongin bajó la mirada y se giró hacia la cama de nuevo.
- Mi mentor me enseñó una cosa que siempre estará en mi mente: - Dijo, con voz temblorosa.- Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.
- Y cuando esto sucede, - Continuó Kyungsoo, haciendo que Jongin se helase de nuevo. - eres intocable.
- Chuck Palahniuk.
- Te acuerdas. - Sollozó Kyungsoo, emocionado.
- Cómo olvidarlo. - Jongin sonrió, con los ojos humedecidos, mirando a Kyungsoo.
- No llores. - Ordenó al moreno, que en seguida bajó la cabeza y comenzó a temblar. Kyungsoo no pudo aguantarlo y se acercó a él casi corriendo. - Jongin, no, no llores…
- ¿Cómo no hacerlo? - Sollozó el más joven, levantando la mirada rota hasta conectar sus ojos con los de Kyungsoo. - ¿Cómo?
Kyungsoo alargó una mano hasta el rostro del más alto y secó esas lágrimas que mancillaban la obra de arte que era el rostro de Jongin.
- Ven conmigo. - Susurró Kyungsoo. Jongin parpadeó, confuso.
- ¿A dónde?
- A donde sea. - Jongin cerró los ojos, con dolor, al empezar a entender a qué se refería Kyungsoo. - Tengo dinero, podemos ir a donde queramos. Juntos. No tenemos por qué separarnos aquí.
- Kyungsoo… No… - Sujetó las manos que Kyungsoo mantenía en su rostro y las apartó con suavidad en un gesto que le dolió a ambos más que cualquier bala.
- ¡Sé que es egoísta! - Rogó Kyungsoo, entre lágrimas, intentando que Jongin le mirase por todos los medios, pero el más alto mantenía la mirada baja mientras se mordía el labio, reteniendo el llanto cuanto podía.- Lo sé perfectamente, pero entiende que no soy capaz de vivir así. No puedo vivir en una mentira, no puedo vivir al lado de una persona a la que no amo, no puedo levantarme todas las mañanas y ver otro rostro que no sea el tuyo a mi lado. No puedo, no podría soportarlo, Jongin. Sé perfectamente que lo que te pido es una locura, que no puede ser, pero por favor, huye conmigo. Permite que viva.
Jongin le miraba con la expresión rota.
- Kyungsoo… No me hagas esto, por favor…
- Podemos irnos, tú, tu madre y yo, muy lejos. A donde jamás nos encuentren.
Jongin cerró los ojos de nuevo, cada palabra de Kyungsoo le alentaba a un sueño perfecto y hermoso que quemaba por lo diferente que era a la cruda realidad en la que vivía.
- Yo… Voy a irme ahora. - Anunció Jongin en un sollozo. Kyungsoo le miró, desesperado. - Cuelga bien el traje, si no se arrugará.
Jongin se dirigió a la puerta, pero Kyungsoo en un impulso corrió hacia él, le sujetó las muñecas y se abalanzó sobre sus labios. Una última voluntad antes de un final que se avecinaba oscuro.
Jongin no se resistió en absoluto, en cuanto Kyungsoo posó sus labios sobre los suyos se zafó de su agarre y se aferró a sus ropas con posesividad. Kyungsoo abrazó su cintura, mientras ambos se fundían en la boca del otro en un beso violento y necesitado.
Kyungsoo y Jongin no podían soportarlo más, y comenzaron a arrancarse las ropas el uno al otro con necesidad, piel que asomaba, piel que era lamida, besada y mordida sin reparo. Esa necesidad animal contenida de ambos, casi primitiva, básica, pero tan necesaria como respirar.
Jongin gemía cada vez que Kyungsoo clavaba sus dientes en su cuello, calmando el escozor con una caricia de su lengua, y lo mismo hacía él con el otro, ambos saboreándose como jamás se les había cruzado por la mente que podrían llegar a hacerlo.
Completamente desnudos, rodando por la alfombra en un trance de excitación y locura. Una despedida a lo grande, sin reparos, sin vergüenza, sin segundas intenciones más allá de la de fundirse el uno con el otro, como llevaban ansiado desde que se habían conocido siendo solamente niños inocentes y puros, solamente ansiando amor.
Pero el mundo es un lugar frío, la vida es dolor, el amor es sufrimiento, y los finales felices solamente existen en la fantasía. La fantasía es únicamente para aquellos que no poseen cadenas a la realidad, algo imposible para los dos muchachos, por eso cuando la puerta se abrió y un grito inundó la estancia, Sora pateó el rostro de Jongin sin delicadeza, la sangre salpicó la alfombra, llegando incluso a ensuciar el espejo de ébano, y arrastró a Kyungsoo de los pelos hasta separarle de Jongin, que lloraba, dolorido en todos los sentidos.
- ¡JONGIN! ¡NO! ¡NO! ¡NOOOOOO! - Rugía Kyungsoo, retorciéndose de dolor y desesperación. - ¡MADRE! ¡NO! ¡POR FAVOR! ¡NO!
- ¡KYUNGSOO! - Gritó Jongin, para sorpresa del heredero. - ¡KYUNGSOO!
- Has cavado tu propia tumba, escoria. - Siseó Do Sora, arrastrando a su hijo lentamente fuera de la estancia. La alfombra quemaba la espalda de Kyungsoo por la fricción, pero a éste eso era lo que menos le dolía.
- ¡JONGIN! ¡JONGIN! - Lloraba y gritaba, desesperado.
Jongin no lograba moverse a causa del golpe de la señora, pero si pudo ver entre la sangre el rostro de su amado, y armándose de un valor que jamás supo tener, gritó de nuevo.
- ¡KYUNGSOO! ¡ACEPTO! ¡ACEPTO!
Kyungsoo abrió mucho los ojos y antes de que la puerta se cerrase en sus narices y quedase inconsciente por la patada que recibió en el cráneo por el tacón de su madre, logró que su corazón latiese de felicidad.
“Sí… Huyamos, Jongin.”




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  1. :'( :'( que triste unnie en estos capítulos me la he pasado llorando como es posible que esto les pase. Lo de su papa si me saco de onda como es posible que solo huya en ves de ayudar a su hijo. Solo esta repitiendo la misma historia y medoloio mas cuando entro jongin me moto de tristeza cuando entro su mama de kyungsoo y lo golpeo y llore mas cuando cuando acepto irse con el, tubo que llegar hasta este punto para que aceptara.
    Que bonita historia unnie sigue escribiendo así :D. Espero que estés bien. Cuídate mucho la verdad no se que te paso pero que no actualizaras se me hizo extraño

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    1. Sí, la verdad es que el capítulo ha sido algo trágico... Pero veremos qué ocurre en el siguiente! <3
      No te preocupes, anduve con Gripe, pero ya estoy bien :3
      Gracias por leer, por comentar y por preocuparte <3 <3 <3

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  2. Tiiiiiiioooo que intenso! La parte final, digamos, cuando entra al cuarto de do... Oh Dios xD

    muy intenso, me ha gustado mucho!

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    1. Jajajajaja Me alegra que te haya emocionado
      Gracias por leer y comentar <3

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  3. Oh por dios…. Permíteme decirte una vez que me encanta como escribes, no me quedaría tranquila si no te lo repitiera otra vez.

    ¡Fue hermoso! Trágico, sí, pero hermoso de todas formas, pude sentir el dolor de Kyungsoo casi del todo, si… me puse a lloriquear otra vez, ¡Pero quién no llore con esto, es un ser insensible sin alma! (?) XD

    Mis aplausos para el señor Sooman, así es como se le tenía que hablar a… esa cosa, ¡se merece eso y mucho más! (Aunque yo si iría a su funeral, de rojo y bailando con toda la felicidad del mundo XDD)
    Dejando de lado la impecable actitud hacia su mujer, (Me compadezco de él por eso) Me entristeció saber por lo que ha pasado, también ha sufrido lo suyo en el amor, ahh que horrible es vivir en un mundo tan cerrado de mente, reconozco que no la ha pasado muy bien que digamos, ¡pero eso debería haberle servido para no hacerle lo mismo a su hijo! ¡Ya sabe lo horrible que es debería evitarlo! ¡Es el hombre de la casa! ¡Que eche a patadas a esa bruja o se plante, no debería haber huido! (Aun así ha salido de la lista de personas que odio definitivamente, aunque no se note XDD)

    Jongin y Kyungsoo… Un reencuentro aún mejor (si eso es posible) que el anterior. Sus palabras y pensamientos tan cariñosos, dulces y protectores el uno con el otro, el amor que se tienen es enorme y casi abrumador… me encantan.
    Pasando a cosas menos… amorosas y rosas…

    Sora… no pensé que podría odiarla más, pero créeme, quería entrar allí con todo mi arsenal de armas imaginarias y dejarla como un colador, (Demasiado Call of Duty xD) O mejor aún, la dejaría a trocitos que metería en una nave que fuera directa al sol, ¡esa mujer no tiene sentimientos! ¿¡Y se hace llamar madre!?

    Jongin ;^; no debería haberlo tocado, pero lo único bueno que salió de aquello es que Jongin aceptó <3 algo es algo, no quiero emocionarme y pensar que escaparan y serán felices, aún no XD

    Bueno hasta aquí llegó mi cerebro (?) perdón por no comentar antes pero estaba en el mundo de los exámenes y... bodas XD
    ¡Un capitulo realmente emocionante! Me gustó todo, desde el principio a fin, como ya dije al principio, me encantó. Ahora soy tu fan, te pediría un autógrafo y me tomaría una foto contigo si pudiera XD ¡Gracias por el capítulo, la espera valió la pena! <3

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    1. Kath is back! ^^
      Espero que los exámenes y todo te estén yendo genial <3
      Al comentario, que me sale la vena de autora cariñosa y me pierdo xD
      Te quiero por decirme todas esas cosas bunitas :3
      Últimamente me va mucho la tragedia...
      La gente no escarmienta... Nos hacemos llamar la especie inteligente, pero dejamos mucho que desear.
      Call of Duty xDDDDD Te meteré de espontánea en el próximo capítulo xDDDD
      BODAS!? TE ME HAS CASADO!? xD
      Gracias a ti por leer y comentar! Y si quieres algo de mí además de mi cariño incondicional, espera a Abril, que es el aniversario del blog y siempre organizo sorteos y cosas chachis para la gente que me lee :3

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    2. Oh por dios yo no me he casado DDD: Solo que a la gente de mi alrededor le encanta los climas fríos para casarse, fue como un virus, todos se casaron XD
      Y gracias a los dioses todos los exámenes me fueron estupendamente, gracias <333
      Por cierto, esperaré a Abril con muchas ansias *-* me has emocionado XD

      PD: ¡Feliz año nuevo! <3 (apuesto a que soy la última persona en decírtelo! XD)

      Bye~

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    3. Los climas fríos es lo mejor, te lo dice la que se está achicharrando en Shanghai xD
      Me alegro por tus exámenes, espero que los de este semestre te hayan ido igual de bien ^^
      Y a ver qué organizo en Abril desde aquí... xDDDDDD Pero algo haré ^^
      Feliz año nuevo chino! (?)

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  4. Esta historia está definitivamente abandonada? Una pena, la verdad :(

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    1. No está abandonada, estábamos en un hiatus indefinido, pero nos vamos a poner de nuevo en marcha muy pronto.
      Esperamos que te gusten nuestros futuros proyectos. Gracias!

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