Abrí los
ojos muy lentamente, sonriendo al notar en la plantas de mis pies aquella
sensación familiar. La brisa despeinaba nuestros cabellos mientras ambos nos
sujetábamos las manos con fuerza. Solté una de sus blancas y delicadas manos
para acariciar aquel rostro perfecto, solo digno de lo que él era, un ángel.
- Sehun... -
Aquel muchacho menudo y rubio no hablaba, yo sabía lo que me quería decir con
solo mirarle a los ojos, pero jamás había sido bendecido con escuchar su voz.
Sonreí sin
responderle, mirándole directamente a sus grandes y negros ojos brillantes.
Tampoco sabía su nombre, solamente sabía que cada noche, tras cerrar los ojos
en mi dormitorio, era transportado a aquel lugar mágico de mi imaginación. El
lugar donde habitaba mi ángel.
Era un claro
rodeado de árboles tan altos que no eras capaz de verles la copa. El cielo no
era azul, era pura luz, blanco como nieve virgen, pero sin embargo podías notar
los rayos sobre la piel de algún sol ilocalizable en aquel cielo blanco.
El suelo era
de una hierba tan verde que parecía artificial, sin embargo, al sentirla bajo
tus pies, te producía esas suaves cosquillas y esa sensación de tierra húmeda
que solamente te causa la natural.
No se podía
ver con demasiada claridad, era como si tuviese los ojos empañados o que una
levísima neblina inundase el claro ante nuestras llegadas.
Mi ángel
imitó mi movimiento alcanzando mi rostro con su impoluta mano, acariciándome
con la punta de los dedos.
No sabía su
nombre, porque jamás había sido capaz de comunicarme con él de una forma que no
fuese a través de caricias y besos en aquel claro imaginario. Yo escuchaba los
pensamientos que él quería que yo escuchase, pero por mucho que yo le hablaba,
por mucho que intentaba que él también escuchase los míos, jamás lo había
logrado. Me miraba con ojos confusos y a continuación me mostraba su perfecta e
infantil sonrisa para a continuación darme el más suave de los besos.
- ¡Sehun!
¡Arriba! ¡Qué llegas tarde a clase!
Me desperté
empapado en sudor y a la velocidad del rayo cuando mi madre irrumpió en mi
habitación cual elefante en una cacharrería recogiendo toda la ropa sucia en su
paso.
Fruncí el
ceño protestando en mi mente por no haberme podido despedir de nuevo de aquel
ser perfecto del que yo, sin saber cómo ni por qué, me había enamorado.
Me puse el
uniforme tras echar a mi madre de mi cuarto y bajé aún con los ojos medio
abiertos a desayunar. Hundía la cuchara en el bol de leche con cereales y me la
llevaba a la boca mientras intentaba por todos los medios no olvidarme de su
tacto, de su olor, de su mirada brillante y su sonrisa angelical.
Hacía ya
unos meses que había empezado con aquellos sueños extraños. Creo que fue más o
menos después de conseguir parar la prueba para entrar como rookie en la SM Entertaiment.
Desde que
había conocido a mi Ángel, todo lo que yo sabía de mí hasta el momento había
cambiado. Descubrí que sentía cosas por
él que no había sentido nunca. Las primeras semanas creía que me había vuelto
completamente loco, pero después, poco a poco, mi corazón se empezó a
impacientar por querer volver a sentir su tacto sobre mi rostro. De que llegase
la hora de terminar los ensayos en la agencia y volver a casa a dormir y a
verle.
¿Cuándo me
había enamorado de él? Se lo había comentado a varios amigos de clase, solo a
los más íntimos, y todos me habían mirado como si hubiese perdido la cabeza o
simplemente me decían con falsa comprensión que me buscase un psiquiatra.
- Mamá, me
voy. - Me cargué la mochila en la espalda y cogí dinero del mueble de la
entrada para el almuerzo del mediodía.
- Ten un
buen día, cielo. - Se acercó y me dio un beso en la mejilla, manchándomela de
pintalabios e ignorando mis protestas. - ¡Ah! Han llamado de la agencia, que
por la tarde te pases porque tienen que hablar contigo.
Tomé el
papel que mi madre me sostenía con la hora y el lugar donde me tenía que citar.
El despacho del presidente. Tragué saliva, no hacía ni 5 meses que había
entrado en la agencia, era imposible que me fuesen a hacer debutar... No me
echarían, ¿no? No había hecho nada malo que yo supiese...
Guardé el
papel en el bolsillo y salí de casa en dirección a clase.
- ¡Sehun!
Hola. - Junshin, mi mejor amigo, se acercó corriendo con una sonrisa y
saludando. - Llegas tarde, ¿lo sabes? Vergüenza debería de darte...
- ¿¡A mí!?
Mira, calla... - reímos y tomamos el metro para por fin, llegar a clase.
- ¿Hoy
volviste a soñar con ese tipo? - Le miré sorprendido y asentí a continuación. -
Me tienes preocupado Sehun... Me da miedo que te involucres demasiado
sentimentalmente con... bueno... con algo que no es más que un sueño...
Trabajas mucho para que no te echen de la agencia, y además tienes que mantener
las notas altas... ¿No crees que esos sueños pueden deberse a, quizás, estrés o
falta de sueño?
Sonreí para
mis adentros. ¿Falta de sueño? Al revés, desde que había conocido a mi Ángel
dormía de más. Y, quizás estuviese loco, pero realmente creía que mi Ángel era
real. Tenía que serlo.
Sin embargo,
opté por la opción más sencilla para la conversación, me encogí de hombros y
aceleré el paso al escuchar la campana de la que ya era la segunda clase.
El día pasó
sin novedad, salvo que a la hora del almuerzo Junshin compartió el suyo conmigo
porque no era capaz de encontrar mi cartera. "¿Dónde la habré dejado...? Espero que no se me haya caído por la
calle..."
La campana
que anunciaba la última hora de clase siempre era una estampida de adolescentes
hormonados buscando la ilusión de libertad que les propinaba sabes que tenían
toda la tarde libre. O eso sería si no existiesen los exámenes y la terrible
presión que nos ejercía la sociedad por el mero hecho de ser estudiantes. Así
que el noventa por ciento de los alumnos se iban con la cabeza baja a casa
sabiendo que les esperaba estudio hasta la media noche. Yo estaba en el diez
por ciento de los que no, yo caminaba hasta la SM mientras pensaba en el papel
de mi bolsillo. "¿No es posible que
me echen, cierto?"
Llamé
tímidamente a la puerta del despacho que me habían ordenado, justo cuando la
aguja segundera del reloj del pasillo me lo indicó: ya era la hora.
- Adelante.
- Escuché esa grave voz al otro lado de la puerta y tras coger una gran
bocanada de aire entré en la sala. Nada más entrar, sin mirar antes siquiera a
quién tenía delante hice una reverencia de noventa grados.
- Hola
señor. Soy Sehun. - Me temblaba la voz y tenía un nudo en el estómago. Decidí
esperar unos segundos más y me incorporé de mi incómoda posición. Para mi
sorpresa, allí no estaba solo el presidente, si no cinco chicos más en una larguísima
mesa, de la cual la mitad estaba vacía.
Notaba las
miradas curiosas de los cinco muchachos sobre mí. Algunos me sonaban de
haberlos visto por las salas de baile o en el gimnasio, pero a otros no los
había visto jamás.
- Sé quién
eres, muchacho, te mandé llamar, ¿sabes? - El presidente lo dijo con tono
alegre, pero sin borrar esa expresión seria de su rostro. - Toma asiento, por
favor. - Sonó más como una orden que como un gesto de cortesía, así que me
senté inmediatamente al lado de un muchacho de ojos enormes que no sabía si me
miraba con curiosidad o simplemente me miraba.
Enfrente de
mí tenía a uno de piel morena y sonrisa brillante. También me observaba, pero
más bien con un toque burlón en sus miradas. A él sí que lo había visto en numerosas
ocasiones, pero siempre en la sala de baile. Incluso Yunho sunbae había hablado
con él alguna que otra vez. Aquello, era el sueño de cualquier rookie.
- Bueno, ya
estamos casi todos. - Suspiró el presidente haciéndole un gesto a una chica
joven que estaba quieta y callada en una esquina. Yo ni siquiera la había visto
hasta ese momento. - Trae los papeles.
- ¿Casi? -
Un chico bajito de voz suave y piel blanca se atrevió a hablar, causando
nuestra admiración. El presidente sonrió por primera vez ante la osadía de
aquel muchacho y asintió.
- Chicos,
tengo una buena noticia para vosotros. - Se nos escuchó a los seis tragar
saliva al mismo tiempo, todos a la vez a un compás perfecto, como si hubiese
sido ensayado. Todos esperábamos la más ansiada de las palabras, nuestra única
y verdadera ambición. - Vais a debutar.
Automáticamente,
nuestras sonrisas se ampliaron y si el jefe no hubiese estado delante, habríamos
chillado y gritado como locos.
Llegó la
mujer con las carpetas y nos las repartió a cada uno. Ninguno osamos abrirla
antes de la señal.
- Permitidme que os explique, ¿sí? - No esperó
nuestra confirmación y se incorporó de su sillón para dirigirse al lado vacío
de la mesa. - EXO, así se llamará vuestro grupo, será un nuevo grupo, innovador
y de un estilo completamente diferente al que se escucha hoy en día, y tendrá
doce miembros. Seis de ellos estáis hoy aquí. Los otros seis, son muchachos de
China. Han pasado las audiciones hace meses y llegarán a Seúl la semana que
viene, entonces os reuniréis.
Hizo un
chasquido de dedos a la secretaria, quien apagó las luces y encendió un
proyector de imágenes. Comenzó la explicación.
- EXO, será
un grupo contemporáneo, innovador, que destaque, cada miembro tendrá una función imprescindible sin la cual el
grupo no podrá funcionar. - Otra señal de dedo y vimos una primera imagen, la
del moreno que estaba delante de mí, quien miraba la presentación con ojos
ambiciosos pero también algo confusos.
- JongIn,
serás Kai, bailarín principal. - Una sonrisa se formó en su rostro.
- JunMyeon,
serás Suho, el guardián. Líder y vocalista. - El muchacho de tez pálida que
había osado levantar la voz al mismísimo presidente, también sonrió.
- Baekhyun,
vocalista. - Busqué con mi mirada al tal Baekhyun, y encontré a un muchacho
minúsculo, menudo y bajito con mirada brillante y llena de ilusiones. Aquel
pequeño me hizo sonreír.
- Chanyeol,
rapero. - Un muchacho alto de pelo largo ondulado asintió con una sonrisa. Pude
observar la devoción con la que Baekhyun le miraba, me sorprendió al ver que
cuando nadie parecía prestarles atención, se mandaban sonrisas tímidas el uno
al otro.
- KyungSoo,
serás D.O, vocalista. - Mi compañero de ojos gigantescos los abrió aún más para
mi sorpresa y sonrió. Tenía una bonita sonrisa, pero yo no podía dejar de mirar
sus ojos. ¡Eran increíblemente redondos!
- Por
último... - carraspeó y me señaló, dando paso a la última presentación de los
presentes. - Sehun. - Sonreí orgulloso mientras me secaba las manos sudorosas
con disimulo en el pantalón del uniforme. - Vocalista, bailarín, rapero y
maknae.
Me sorprendí
al escuchar que iba a estar a cargo un poquito de todo. Me hacía ilusión. Sobre
todo me sorprendió saber que yo era el maknae, hubiera jurado que el tal
Baekhyun, que no paraba de flirtear con el alto Chanyeol, sería el maknae.
- EXO, -
continuó la explicación sorprendiéndonos a todos. Creíamos que había
finalizado.- será un grupo de doce miembros, como ya os he dicho. Quiero
presentaros también a vuestra otra mitad. Tendréis que trabajar con ellos como
si fueseis uno, no hay excusas. Tendréis la barrera del idioma y del choque
cultural, pero recordad. Sois EXO, sois uno. - Nos sorprendimos ante las
palabras llenas de motivación y valor que nos dedicaba nuestro presidente. Asentimos
todos y empezó una nueva presentación con caras completamente desconocidas para
nosotros.
- Kris.
Líder y rapero. - En la foto apreciamos a un muchacho altísimo, diría que más
que Chanyeol, rubio con cejas muy pobladas. Chanyeol le observó con
detenimiento y curiosidad.
- XiuMin.
Vocalista. - Los seis sonreímos al ver la foto de éste último. Era realmente
adorable. Parecía un bebé.
- Lay.
Bailarín principal. - Kai le observó serio, sin mostrar aquella blanca sonrisa
que parecía tener permanentemente.
- Chen.
Vocalista principal. - D.O abrió aún más sus ojos. Parecía tener algún tipo de
resorte que conseguía desencajárselos de las cuencas. Asintió como dándole su
visto bueno y sonrió.
- Tao.
Maknae y bailarín. - Todos observamos con curiosidad al muchacho. Parecía ser
que era bueno en artes marciales, varias de las imágenes le mostraban
literalmente volando por los aires espada en mano. Tragamos saliva y juramos no
hacer enfadar a aquel maknae de ojos fríos.
- Y por
último... Luhan. Vocalista y bailarín. - Mi boca se desencajó completamente.
Juraría que mi mandíbula andaba rodando por alguna parte del inmenso despacho,
pero me daba igual, no podía apartar la vista de la pantalla. Allí, con sus
cabellos rubios y rizados, sus ojos negros y sus manos perfectas... Mi Ángel
existía, se llamaba Luhan.
- ¿Sehun? - Kai
me miró algo preocupado. - ¿Estás bien? Estás pálido.
Asentí
tragando saliva mientras notaba como todo mi cuerpo temblaba. Sabía que mi
Ángel existía, lo que no sabía es que estaba a tan solo un roce de mano de mí.
Iba a tenerle en el mismo grupo, trabajando juntos, incluso pronto nos
mudaríamos juntos a un dormitorio... Mi mente intentaba encontrarle algún
sentido a todo lo que estaba ocurriendo, pero no lo lograba. Había soñado con
alguien a quien jamás había visto hasta este momento. Estaba enamorado de esa
persona sin saber siquiera su nombre, ¿era eso posible? ¿En qué cabeza cabía
eso?
- Bueno
chicos, eso es todo por hoy. Espero que os vayáis conociendo poco a poco, o
rápido, a mí me da igual, pero dentro de una semana a la misma hora os quiero
aquí con mentalidad de grupo. - Todos nos levantamos ante la inminente
despedida. - Y recordad. - Le miramos cuando dio un golpe con el puño en la
mesa, sobresaltándonos. - Esto no es un juego, es vuestro trabajo. Si trabajáis
duro seréis recompensados, si no, fuera.
Aquello sonó
tan real que tragamos saliva y nos dirigimos a la salida tras la cortés
despedida.
Una vez
fuera, nos mirábamos unos a otros llenos de preguntas y curiosidad.
- Bueno... -
Finalmente Suho se lanzó, sonriéndonos a todos. - ¿Qué os parece chicos? ¡Finalmente
debutamos! A algunos ya os conozco... - señaló a Kai y a Chanyeol. -, otros me
sonáis de veros por ahí... - sonrió al resto y luego me miró a mí con sonrisa
paternal. - ¿Y tú?
Todos
rieron. Kai, vino a mi lado y me rodeó con un brazo, sorprendiéndome la
cercanía que mostraba. - Líder, ¡por favor! No intimides al maknae! - todos
rieron de nuevo y el moreno me despeinó con una mano sin borrar la sonrisa. -
Gracias por librarme del papelón, por poco, eh?
Le miré
confuso y D.O, por primera vez me habló, mirándome con sus enormes y divertidos
ojos.
- Sois del
mismo año, ¿no? ¡Qué suerte tienes Kai! - El moreno asintió al comentario de
D.O mientras yo sonreía. Eran chicos realmente agradables, me alegraba que me
hubiesen tocado ellos en el grupo para debutar. ¡Qué iba a debutar! Era
simplemente increíble... No hacía ni un año que estaba en la SM y ya estaba en
dirección a un escenario... Pero aunque parezca increíble, toda mi alegría y la
de mis ahora compañeros, era colapsada por otra alegría muy distinta. Luhan, mi
Ángel, el chico de mis sueños (literalmente). El primer hombre del que me había
enamorado jamás, y de hecho, de la primera persona, existía, y le iba a conocer
en tan solo una semana. Solo pensarlo y todo mi cuerpo se erizaba y empezaba a
sudar.
Me despedí
de mis nuevos compañeros. Habíamos quedado en vernos a diario aunque solo
fuesen unos minutos para acostumbrarnos a las presencias de los otros y perder
la escasa incomodidad que ya había para que cuando llegasen los chinos, no se
sintiesen aún más fuera de lugar.
- ¡Mamá! -
Entré gritando en casa, haciendo que mi madre saliese de la cocina a cien por
hora con cara de asustada. - ¡Mamá! - Me lancé encima de ella hundiendo mi cara
en su hombro y empecé a llorar de felicidad.
- Aigoo, ¿pero
qué ha pasado? - Mi madre me chequeaba discretamente para ver si me había hecho
daño en alguna parte mientras secaba mis lágrimas con los pulgares. - ¡Sehun,
deja de llorar, que no te entiendo!
-¡Mamá! ¡Qué
debuto! ¡Voy a debutar!
Su cara se
puso blanca como la tiza antes de empezar a llorar conmigo. Ambos nos reíamos
del otro y nos abrazábamos cada dos segundos. Amaba a mi madre, siempre
compartía todo conmigo. Alegrías y penas. No hay nada como una madre.
Después de
la emocional bienvenida, me fui a mi cuarto, estaba exhausto después de un día
tan intenso. Me duché rápido y me metí en la cama impaciente por ver a mi... a
mi Luhan.
Pero esa
noche estuve solo en aquel claro nebuloso. Él no apareció, la primera vez que
me sentía solo mientras dormía. Quería ver su rostro de nuevo y asegurarme de
que sí, era él, mi Ángel.
La semana
pasó volando. Veía a mis compañeros de EXO todos los días, y nos volvimos
cercanos enseguida. Bromeábamos y nos reíamos de los otros sin maldad. Nos
divertíamos imitando los ojos de D.O y como él insistía en que no los tenía
así. A veces también imitábamos los cariños mal disimulados que se daban
Baekhyun y Chanyeol aparentemente a escondidas, aunque siempre los veíamos pero
los ignorábamos para que no se sintiesen incómodos.
- ¿Pero
están juntos? - Le pregunté un día a
Suho en el metro. Compartíamos línea.
- Parece
ser... aunque no lo confirman, pero no lo desmienten... son gente rara. -
reímos los dos. Yo no dejaba de pensar que parecía importarles muy poco a los
demás que esos dos estuviesen o no juntos... ¿Sería igual si hubiese dos
parejas en el grupo?
- Yah,
pequeñajo... - Me dio un codazo y levanté la mirada mirándole con rabia
fingida. - ¿Tienes novia? ¿Te gusta alguna chica?
Mi rostro se
tuvo que poner rojo como un tomate porque Suho se empezó a reír como un histérico
y asintió mientras murmuraba un "Una
vez yo también fui joven..." con
demasiado dramatismo, más del que requería la situación.
- ¿Quién es?
- insistió.
- No es una
chica, Hyung...
Abrió mucho
los ojos, incrédulo. Pero su respuesta no me la esperaba.
- No... ¿¡Tú
también!? Aish... ¿Voy a tener el grupo lleno de tortolitos gays o qué? - Le
miré con miedo por si estaba enfadado, pero él me miraba con comprensión y
cariño. - ¿Quién es el afortunado?
Dudé unos
segundos sin contárselo, pero finalmente, le conté mi historia.
Los sueños,
el claro, los árboles, la hierba y mi Ángel, Luhan. Se lo conté todo y él, para
mi sorpresa, escuchaba atento a todo lo que le contaba, asintiendo y
sorprendiéndose cada poco.
- Vaya... - murmuró
una vez terminé de narrar. - Pero eso es de dorama, ¿no?
Reí
avergonzado y me encogí de hombros. Tenía razón. Era surrealista.
- ¿Y estás
seguro de que es Luhan? Quizás solo sea un desafortunado parecido, ¿no?
Negué con la
cabeza y me señalé el pecho.
- Siento que
es él. Solo necesité un rápido vistazo a su foto y lo supe Hyung.
Sonrió y
volvió a reírse.
- De
acuerdo, de acuerdo... A ver qué tal van las cosas entonces.
Sonreí y nos
despedimos cuando unos minutes escasos después, llegamos a su parada.
- Hasta
mañana Hyung.
- Descansa, ¡mañana
es un día importante para ti!
Tenía razón.
Mañana era el día en el que iba a conocer finalmente a Luhan. No cabía en mí de
los nervios.
Llegué a
casa y me metí en la cama. Por supuesto, el claro estaba vacío, Luhan, o mi
Ángel, o quien fuese, no había nadie allí. Suspiré y me senté en la hierba a la
espera de algo, de que apareciese en algún momento. Pero no, la noche pasó en
aquel claro con cielo de luz y me desperté de un salto y salí corriendo hacia
el colegio. Tenía que distraerme hasta que llegase la hora para no comerme
tanto la cabeza. Miré el móvil a la hora del almuerzo, tenía un mensaje, de
Suho. "Fighting!". Sonreí y
le respondí de la misma manera. "Fighting!
¡Líder!"
Unas horas
después ya estaba delante de las oficinas de la SM. Pero estaba en la puerta,
helado, no me decidía a entrar o a salir huyendo a Noruega y no volver jamás.
El guardia de seguridad me miraba con desconfianza hasta que unos brazos me
rodearon, dándome el susto de mi vida.
- ¡Enano!
- ¡...! -
suspiré - Kai...
- ¡Qué
desilusionado suenas! Venga, ¡ánimo! ¡Vamos a intentar comunicarnos con los
chinos! - me mostró la pantalla de su móvil con orgullo en la cual podía ver un
acceso directo al traductor de google. Me eché a reír.
- ¡Hyung!
Con eso vamos mal, ¿eh?
- ¡A callar!
- puso morros y tiró de mí hacia el interior del edificio. - ¡Por lo menos yo
me he molestado en hacer algo!
Reí de nuevo
y llegamos al despacho del presidente. Kai iba a llamar pero le agarré la
muñeca mirando a la puerta. Tenía muchísimo miedo de entrar ahí. No me
importaba conocer a gente nueva, y menos si sabía que nos tendríamos que llevar
bien sí o sí, pero me importaba, y mucho, conocerle a él.
- ¿Ocurre
algo? - Kai me miró confuso. Negué y le solté. Llamó a la puerta y se escuchó
de nuevo...
- Adelante.
Cruzamos el
umbral de la puerta. Podía escuchar los latidos de mi corazón con una claridad
que estaba seguro de que Kai también los estaba escuchando.
-
Bienvenidos muchachos. - El presidente nos saludo y yo levanté la mirada. En la
mitad de la mesa que había estado vacía la vez anterior, estaban ahora nuestros
nuevos compañeros. Y, de espaldas a mí, con un jersey de punto azul cielo y sus
suaves rizos rubios, Luhan. Se giró lentamente cuando sintió cerrarse la puerta
y me miró a los ojos. Algo me atravesó el corazón. Era él, estaba seguro de que
era él. Me miraba fijamente, con sus ojos negros brillantes, tal y como los
soñé.
- Luhan, ¿te
acuerdas de él? - dirigí mi mirada a la persona de la que provenía aquella voz
familiar pero casi desconocida. Se
dirigió a Luhan hablando muy despacio en coreano, con vocabulario simple. Debía
de estar estudiando mi idioma.
Miré a esa
mujer y después de unos segundos de hacer memoria, la reconocí. Ella me había
dado el visto bueno para entrar como trainee a la SM. La saludé cortésmente y
volví a dirigir mi mirada, esta vez de reojo, a Luhan, quien seguía con sus
ojos fijados en mí. Analizándome. Podría ser que... ¿realmente nos hubiésemos
conocido en un sueño?
Negó con la
cabeza y la giró un poco, como los cachorros que no entienden. Era simplemente
precioso.
- Es Sehun.
- Sus ojos se abrieron un poco al escuchar mi nombre, o al menos eso me pareció
a mí. - Cuando pasaste la audición en Corea, él se sentó a tu lado en la sala
de los que esperabais la confirmación. ¿Lo recuerdas ahora?
Mis ojos se
abrieron muchísimo, casi como los de D.O. El podría no recordarlo, pero yo sí.
Aunque había cambiado mucho en tan pocos meses... Su piel era más clara, su
cabello rubio y su cuerpo más esbelto. Abrí la boca para decir algo pero no
sabía el qué. Recordaba la tensión de aquella sala de espera y también
recordaba que había escuchado una voz angelical cantar, no le había visto a él
directamente emitiéndola, pero sí que habían llamado a su número de dorsal y
tras escuchar aquella voz, el muchacho, entonces moreno de piel y cabello,
volvió a mi lado. Yo le miré solo unos segundos, después le olvidé
completamente. O eso creía. El siguiente en entrar al ser llamado por mi código
de dorsal fui yo. Al salir, él ya no estaba.
Así, sin
darme cuenta, me enamoré a primera vista de aquel desconocido. Mi corazón se
había enamorado, pero mi mente aún no lo había procesado.
Me mandaron
sentarme después de un silencio incómodo. Podía notar no sólo su mirada, si no
la de todos los recién llegados más las de mis compañeros coreanos.
La reunión
fue más o menos como la anterior. Nos explicaron de nuevo en qué consistiría
EXO, nuestra sala de ensayo asignada y la dirección de nuestros dormitorios.
Aquella misma noche nos mudábamos.
Salimos del
despacho. Kai no dejaba de decir imbecilidades en chino que el móvil le
traducía y nuestros compañeros extranjeros le miraban confusos.
- Kai... -
Todos dirigimos nuestra mirada a XiuMin. - Yo y Chen somos coreanos, háblanos
normal por favor.
La expresión
de Kai se desmontó completamente y todos empezamos a reírnos, tanto chinos como
coreanos.
Luhan no se
rió, seguía mirándome fijamente, como esperando algo por mi parte. Pero yo, no
sabía qué hacer. ¿Debería intentar hablarle?
Decidimos
que los chinos fuesen ya al dormitorio, pues era tarde, y los demás iríamos un
rato tras recoger un par de cosas de nuestras casas.
En el metro,
con Suho, reinó el silencio.
- ¿Estás
bien? - me preguntó por fin.
Asentí con
la cabeza sin cambiar ni un ápice mi expresión.
- Sehun... -
me colocó la mano en el hombro como gesto de comprensión y una lágrima cayó de
uno de mis ojos. Delatándome. - Sehun... no llores... - Me rodeó con el brazo y
me meció suavemente.
- ¿Qué voy a
hacer, Hyung? Tengo mucho miedo...
- ¿De qué
tienes miedo?
- ¡De todo! De
que seamos un grupo tan inmenso, de que sea todo tan rápido... De que Luhan no
me conozca...
- Pero solo
os habéis visto unos segundos en toda vuestra vida, es normal que le cueste un
poco reconocerte al principio. Cuando os hagáis amigos y compañeros de grupo,
verás como todo mejora.
Le miré
incrédulo, pero él me dedicó una de esas sonrisas de líder que había aprendido
a desarrollar en solo una semana, y me robó una a mí.
- Así me
gusta... ¡Los maknaes que lloran son feos! - Puso morros y cara de malo y me
reí más. Adoraba a mis compañeros de grupo.
Llegué a
casa e informé a mi madre de que a partir de esa noche, apenas dormiría en
casa. Al principio se enfadó con la agencia por no habernos dado tiempo para
reaccionar al cambio, pero después de llorar por mi marcha, me ayudó a preparar
la bolsa. Quería empaquetar todas mis cosas, pero yo solo le permití que me
dejase llevarme un par de vaqueros, camisetas, sudaderas, algún chándal para los
ensayos más la ropa interior y utensilios de higiene. Nada más. Finalmente, mi
madre también me metió la mitad del botiquín y medicamentos para cosas que
jamás podría llegar a tener.
Mi padre me
acercó con el coche a la dirección que me habían indicado. Un rascacielos
inmenso, de pisos incontables, que no se podía comparar al segundo piso en el
que vivía yo en mi barrio. Estaba muy cerca de la agencia, y creía reconocer el
camino de cuando intentaba encontrar atajos que nunca cumplían su función de
atajar, si no todo lo contrario.
Entré en el
edificio tras mostrarle mi identificación de la agencia al portero y subí al
piso 28. Se me hacía raro pasarme tanto tiempo en el ascensor. ¿Estaría ya Suho
en casa? ¿Y el resto de los chicos? Y... ¿Luhan?
Solo había
tres puertas en aquella planta, así que me dirigí a la derecha como mi indicaba
mi papel, y marqué el código de seguridad en la puerta, que en seguida hizo un
ruidito alegre y una pequeña bombilla de un lateral se iluminó en verde. Dudé
unos segundos, pero entré.
- ¡Bienvenido!
- Tao, el maknae de los nuevos, me saludó alegremente con un acento gracioso.
Le devolví el saludo con una sonrisa y comencé a intentar charlar con él. De
maknae a maknae. No era fácil, la mayoría de las palabras no parecía
entenderlas, y los sinónimos que yo le ofrecía como alternativas tampoco.
Reíamos cuando uno intentaba enseñarle al otro palabras de nuestro propio
idioma y acababa diciendo algo completamente distinto.
Después de
un rato de juegos de vocabulario, me llevó hasta lo que era una sala bastante
grande. Normal, íbamos a ser 12 viviendo bajo un mismo techo, necesitaríamos un
piso el doble que este, pero bueno, algo era algo. Había 4 habitaciones, dos
baños pequeños pero aceptables, una cocina en condiciones, un pequeño
frigorífico y una televisión. Me asomé a las habitaciones para saludar. En la
primera encontré al BaekYeol (como
habíamos acostumbrado a llamarlos) hablando con Kris y Lay que también parecían
muy "cercanos". En la habitación de al lado, Chen y D.O competían
haciendo notas altas y haciendo castigos vergonzosos si desafinaban. Kai
intentaba que XiuMin le enseñase chino. Tao se unió para intentar aprender
también algo de Coreano y señaló una habitación que hacía esquina. Después de
mucho esfuerzo por parte de ambos, logré entender que había habido sorteo y me
había tocado esa con alguien, pero no estaba seguro de quién era. Le agradecí
la información y cargué mi pesada bolsa hasta allí. Abrí la puerta y me
encontré con dos camas, una vacía y en la otra, estaba Luhan.
La bolsa se
me escurrió hasta el suelo, haciendo que Luhan levantase la vista sobresaltado
del libro que estaba leyendo. Ambos nos quedamos mirándonos un rato, que no sé
cuánto tiempo exacto fue, pero a mí me pareció eterno. Finalmente, me decidí a
no hacer más el ridículo con mis amoríos imaginarios y recogí la bolsa de
suelo. Sonriéndole y dedicándole un "Hola".
Siguió
mirándome fijamente, justo como unas horas antes en la reunión. Dejé mi bolsa
sobre la cama y dudé qué hacer a continuación. Miré a mi alrededor, dándome
cuenta de que él ya se había instalado, así que opté por imitarle y empecé a
sacar mis cosas.
- ¿Este es
mi lado del armario? - Le pregunté señalando el armario y después a mí mismo en
repetidas veces por si acaso no entendía mi idioma.
- Así es. -
Me sorprendió la precisión de la respuesta, después me fijé en que el libro que
estaba leyendo también estaba en coreano, así que debía de tener más
comprensión del idioma del que nos quería hacer creer. Sonreí sin saber muy
bien por qué, quizás porque eran las primeras palabras que me dedicaba, no lo
sabía...
Abrí las
puertas y colgué y coloqué toda mi ropa. Ocupaba bastante menos de lo que había
creído.
Me giré al
terminar y le miré. Me observaba todavía así que me senté en mi cama e intenté
empezar una conversación.
- Eres
Luhan, ¿verdad? ¿Lo pronuncio correctamente? - Asintió levemente con la cabeza
y yo suspiré levemente para que no se notase mucho mi frustración. Me observó unos segundos más y volvió la vista
al libro.
- ¿Sabes? -
No me iba a rendir tan fácilmente. - Es curioso... Pero te pareces muchísimo a
una persona que conozco... - Sabía que no estaba leyendo porque aunque fijaba
la vista en el libro, hacía veinte minutos que no cambiaba de página, lo que
significaba que, aunque no lo pareciese, su atención era mía. - No estoy seguro
de cómo conocí a esa persona pero... Yo creo que le conocí... en un sueño.
Luhan cerró el
libro de golpe y me miró. No sabría describir lo que expresaba su mirada. ¿Qué
significaba aquello? ¿Él también había tenido alguna clase de sueño conmigo?
- Mientes...
- Susurró en un coreano perfecto. Me sorprendí muchísimo y negué con la cabeza.
- No
miento...
- Es
imposible. - De nuevo aquel acento perfecto. Parecía más extranjero XiuMin que
él.
¿Por qué era
tan frío conmigo? No lo entendía. Miró la hora de su reloj de muñeca, y yo le
imité por instinto. Era muy tarde. Con razón había tanto silencio en la casa.
Los demás debían de estar durmiendo ya hace rato.
Me miró
fijamente y se metió debajo de sus mantas sin desvestirse siquiera. Aquella
mirada fueron mis "buenas noches" de mi primer día de independencia
relativa.
Unos minutos
después, me cambié intentando hacer el menos ruido posible para no molestarle y
empeorar lo que ya había empezado mal.
"¿Qué habrá querido decir con lo de que estoy
mintiendo?" "¿Debería
preguntárselo?" Esta clase de pensamientos bombardearon mi cabeza
hasta que, por puro agotamiento, caí rendido en mi nueva cama.
Aterricé en
el claro de cielo de luz segundos después de haber caído dormido. No esperaba
encontrarme a nadie, pero esperaba mal. Ahí estaba, sentado con la espalda
apoyada en uno de esos árboles infinitos.
Dirigió su
mirada a mí en cuanto mis pies desnudos sintieron la hierba. Le devolví la
sonrisa. Estaba increíblemente feliz de volver a ver a la imagen de la que
estaba enamorado. Aunque por lo visto no era más que eso, una imagen...
Corrió hacia
mí con los brazos extendidos, como un niño pequeño que ve a su padre después de
mucho tiempo. Le rodeé la cintura y le apreté con fuerza contra mí. Escuchaba
su risa musical en mi mente y sentí sus labios sobre los míos, tan suaves, tan
perfectos, tan únicos...
Sus manos
sujetaron mi nuca, buscando profundizar nuestro ansiado beso, y yo se lo
permití, cargándole en brazos y tumbándole con delicadeza sobre la hierba
fresca y aún con rastros de rocío, que empapaba nuestras ropas de lino blanco.
Me recosté encima de él, sin dejar de besarle en ningún momento. Le necesitaba.
Hacía una semana que no había sentido ni una sola de sus caricias con sus manos
divinas.
Escuchaba
como decía mi nombre entre suspiros directamente en mi mente, pero de repente,
me separó con brusquedad y me señaló mientras escuché en mi mente "despierta". Negué con la cabeza y
tomé sus manos con ansias. No quería dejarle, no quería arriesgarme a pasar
otra noche sin tenerle entre mis brazos. Busqué sus labios, pero él esquivó mi
rostro y volví a escuchar "Sehun...
Si eres tú, por favor, despierta..."
¿Si era yo? ¿Qué
era eso? Sin embargo, no hizo falta mucho más, sus manos se desvanecieron ante
mis ojos, y, a continuación, me desperté en mi cama con Luhan tumbado a mi lado
sonriéndome con dulzura. Le miré incrédulo y aún confuso por lo que acababa de
pasar.
-¿Luhan? ¿Qué...?
- No me dio tiempo a continuar. Me calló con un beso idéntico al que había
soñado hace unos minutos. Sus manos sujetaron mi nuca de la misma manera y mis
brazos instintivamente fueron a rodear su delgadísima cintura. Nos separamos
unos segundos para coger aire y mirarnos, ambos esperando algo del otro.
-
Entonces... ¿eres tú? Te has despertado... - Mis ojos y mi boca se abrieron
como si fuesen por control remoto y le señalé aún sin creérmelo. ¿Era él? ¿Mi
Ángel era él? ¿Existía? ¿No era un enfermo?
- Tú eres...
En el claro...
Asintió
sonriendo con dulzura y yo, sin saber muy bien por qué, empecé a llorar. Me
miró con preocupación y algo confuso por no saber muy bien qué hacer.
- Sehun...
No llores... ¿Por qué lloras? - Le miré a los ojos, a esos preciosos ojos
negros brillantes y le abracé, mojando su ropa con mis lágrimas.
- Creía...
Creía que solo eras un sueño... Tenía tanto miedo de amarte y solo poder
soñarlo... - Noté sus manos en mi espalda y busqué sus labios. Esta vez no los
esquivó, noté cómo él también lloraba y ambos separamos nuestros labios para
dedicarnos una sonrisa.
- ¿Por qué
lloras? - Le pregunté entre hipidos mal disimulados.
- Porque yo
creía lo mismo que tú... Cuando te vi entrar por la puerta del despacho...
creía que estaba soñando. Pero eras tú, incluso tu nombre, tu aspecto... Luego
recordé que ya nos conocíamos, y entendí que, de alguna manera, creamos un
vínculo en esos segundos que nos miramos.
Le miré
sorprendido. Ambos habíamos pasado por lo mismo. Y era increíble, nos habíamos
conocido en un sueño... Era... ¿cómo decirlo? ¿Mágico?
Nos miramos
unos segundos sin dejar de sonreír. En cierto modo, creo que ninguno de los dos
nos lo creíamos del todo, pero eso no importó. Éramos como imanes, nos
atraíamos de una manera inevitable. En cuestión de escasos segundos, ya
volvíamos a estar compartiendo el mismo oxígenos, labios con labios, buscando con
ansias lo que nuestros sueños jamás nos dejaron terminar. Ahora sabíamos por
qué. Me deshice de la camiseta de mi pijama poco rato después, él me imitó y
con manos impacientes, acariciamos el cuerpo del otro, ansiando más, queriendo
más, muriendo por un trozo más de piel por explorar. Notaba como la temperatura
de nuestros cuerpos subía a una velocidad increíble. Ambos sudábamos y cada vez
iba despareciendo más ropa. Finalmente, respirando sobre sus perfectos labios,
le acaricié por primera vez, causándole un gemido que tuve que callar con uno
de mis besos para no despertar a los demás. Pareció entenderme y continuamos
nuestras caricias, el uno del otro, aquello era completamente nuevo para mí, y
no hacía falta ser muy lista para saber que para él también. Le miré inseguro
cuando tiraba de la goma de su ropa interior para despojarle de ésta, pero él,
con un beso profundo y rápido, me indicó que siguiese pasase lo que pasase.
Obedecí. Aquella no fue nuestra primera noche juntos, desde hacía meses
dormíamos juntos todas las noches, pero esta vez... Se sentía tan real...
Me movía
dentro de él con facilidad, no sabía cuánto tiempo llevábamos amándonos en el
más absoluto silencio, solo roto por suspiros y gemidos inevitables, pero aún
no era suficiente. Había sido demasiado tiempo, demasiadas ganas, demasiadas
dudas y ahora, demasiada felicidad y, sí, amor. Agarró mi cara bruscamente
ahogando un gemido en un beso tan fuerte que note el sabor metálico de la
sangre en mi lengua al notar que me estaba mordiendo el labio al terminar entre
los dos. Unos segundos después, yo terminé dentro de él. Dejándome caer encima de
él, le abracé. Estábamos pegajosos y sudados, pero me negaba a soltarle, jamás.
Nuestras respiraciones no lograban volver a la normalidad, y yo aprovechaba
para observar su cuerpo perfecto. Pálido y delgado, una obra de arte sin error
ni ninguna marga del tiempo. Un ser creado directamente por una mano bendita.
Era la única explicación que había para aquel ser de infinita belleza que
brillaba para mí aún en la más negra oscuridad de nuestro cuarto.
Acaricié su
pecho, causando que abriese los ojos y relajase finalmente su respiración ante
mis caricias. Sonrió con dulzura y hundió su cara sonrojada en mi pecho. Le
besé la cabeza y nos tapé con la sábana.
- Los demás
van a creer que somos raros... - Susurró Luhan aún con la cara hundida en mi
pecho. Reí levemente y le apreté aún más contra mí.
- No te
creas... No seríamos los primeros en estar juntos...
- ¿En serio?
- Sonaba emocionado y aliviado al mismo tiempo. Reí de nuevo.
- Ya tenemos
al BaekYeol y al KrisLay... - Reí, me sentía como mis compañeras de clase, que
apostaban sobre el EunHae y el KankTeuk de Super Junior sunbaes. Escuché como
se reía, de nuevo aquella risa musical... La adoraba.
- Pues si
ellos no se cortan, nosotros tampoco. - Sonó tan decidido que me sorprendió. -
Te amo.
Le miré a la
cara como pude, pues parecía querer ahogarse de la presión que hacía contra mí,
intentando probablemente ocultar su vergüenza y rubor.
Sonreí y le
susurré un "yo también" al oído antes de caer dormidos de nuevo.
Aquella
noche, también fuimos al claro, pero esta vez juntos, escuchando nuestras voces
en perfecta sintonía, una melodía perfecta para aquel lugar de árboles
infinitos y cielo de luz.
-Fin-
Que hermoso ;____; Es lo más bonitooooo! ay ;; <3
ResponderEliminarMe alegro de que te gustase tanto ^^
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