24 de abril de 2013

EXO Collection: Episode 2 [HunHan]


Abrí los ojos muy lentamente, sonriendo al notar en la plantas de mis pies aquella sensación familiar. La brisa despeinaba nuestros cabellos mientras ambos nos sujetábamos las manos con fuerza. Solté una de sus blancas y delicadas manos para acariciar aquel rostro perfecto, solo digno de lo que él era, un ángel.


- Sehun... - Aquel muchacho menudo y rubio no hablaba, yo sabía lo que me quería decir con solo mirarle a los ojos, pero jamás había sido bendecido con escuchar su voz.
Sonreí sin responderle, mirándole directamente a sus grandes y negros ojos brillantes. Tampoco sabía su nombre, solamente sabía que cada noche, tras cerrar los ojos en mi dormitorio, era transportado a aquel lugar mágico de mi imaginación. El lugar donde habitaba mi ángel.

Era un claro rodeado de árboles tan altos que no eras capaz de verles la copa. El cielo no era azul, era pura luz, blanco como nieve virgen, pero sin embargo podías notar los rayos sobre la piel de algún sol ilocalizable en aquel cielo blanco.
El suelo era de una hierba tan verde que parecía artificial, sin embargo, al sentirla bajo tus pies, te producía esas suaves cosquillas y esa sensación de tierra húmeda que solamente te causa la natural.

No se podía ver con demasiada claridad, era como si tuviese los ojos empañados o que una levísima neblina inundase el claro ante nuestras llegadas.
Mi ángel imitó mi movimiento alcanzando mi rostro con su impoluta mano, acariciándome con la punta de los dedos.

No sabía su nombre, porque jamás había sido capaz de comunicarme con él de una forma que no fuese a través de caricias y besos en aquel claro imaginario. Yo escuchaba los pensamientos que él quería que yo escuchase, pero por mucho que yo le hablaba, por mucho que intentaba que él también escuchase los míos, jamás lo había logrado. Me miraba con ojos confusos y a continuación me mostraba su perfecta e infantil sonrisa para a continuación darme el más suave de los besos.

- ¡Sehun! ¡Arriba! ¡Qué llegas tarde a clase!
Me desperté empapado en sudor y a la velocidad del rayo cuando mi madre irrumpió en mi habitación cual elefante en una cacharrería recogiendo toda la ropa sucia en su paso.
Fruncí el ceño protestando en mi mente por no haberme podido despedir de nuevo de aquel ser perfecto del que yo, sin saber cómo ni por qué, me había enamorado.
Me puse el uniforme tras echar a mi madre de mi cuarto y bajé aún con los ojos medio abiertos a desayunar. Hundía la cuchara en el bol de leche con cereales y me la llevaba a la boca mientras intentaba por todos los medios no olvidarme de su tacto, de su olor, de su mirada brillante y su sonrisa angelical.

Hacía ya unos meses que había empezado con aquellos sueños extraños. Creo que fue más o menos después de conseguir parar la prueba para entrar como rookie en la SM Entertaiment.
Desde que había conocido a mi Ángel, todo lo que yo sabía de mí hasta el momento había cambiado. Descubrí  que sentía cosas por él que no había sentido nunca. Las primeras semanas creía que me había vuelto completamente loco, pero después, poco a poco, mi corazón se empezó a impacientar por querer volver a sentir su tacto sobre mi rostro. De que llegase la hora de terminar los ensayos en la agencia y volver a casa a dormir y a verle.

¿Cuándo me había enamorado de él? Se lo había comentado a varios amigos de clase, solo a los más íntimos, y todos me habían mirado como si hubiese perdido la cabeza o simplemente me decían con falsa comprensión que me buscase un psiquiatra.

- Mamá, me voy. - Me cargué la mochila en la espalda y cogí dinero del mueble de la entrada para el almuerzo del mediodía.
- Ten un buen día, cielo. - Se acercó y me dio un beso en la mejilla, manchándomela de pintalabios e ignorando mis protestas. - ¡Ah! Han llamado de la agencia, que por la tarde te pases porque tienen que hablar contigo.
Tomé el papel que mi madre me sostenía con la hora y el lugar donde me tenía que citar. El despacho del presidente. Tragué saliva, no hacía ni 5 meses que había entrado en la agencia, era imposible que me fuesen a hacer debutar... No me echarían, ¿no? No había hecho nada malo que yo supiese...
Guardé el papel en el bolsillo y salí de casa en dirección a clase.

- ¡Sehun! Hola. - Junshin, mi mejor amigo, se acercó corriendo con una sonrisa y saludando. - Llegas tarde, ¿lo sabes? Vergüenza debería de darte...
- ¿¡A mí!? Mira, calla... - reímos y tomamos el metro para por fin, llegar a clase.
- ¿Hoy volviste a soñar con ese tipo? - Le miré sorprendido y asentí a continuación. - Me tienes preocupado Sehun... Me da miedo que te involucres demasiado sentimentalmente con... bueno... con algo que no es más que un sueño... Trabajas mucho para que no te echen de la agencia, y además tienes que mantener las notas altas... ¿No crees que esos sueños pueden deberse a, quizás, estrés o falta de sueño?

Sonreí para mis adentros. ¿Falta de sueño? Al revés, desde que había conocido a mi Ángel dormía de más. Y, quizás estuviese loco, pero realmente creía que mi Ángel era real. Tenía que serlo.
Sin embargo, opté por la opción más sencilla para la conversación, me encogí de hombros y aceleré el paso al escuchar la campana de la que ya era la segunda clase.

El día pasó sin novedad, salvo que a la hora del almuerzo Junshin compartió el suyo conmigo porque no era capaz de encontrar mi cartera. "¿Dónde la habré dejado...? Espero que no se me haya caído por la calle..."

La campana que anunciaba la última hora de clase siempre era una estampida de adolescentes hormonados buscando la ilusión de libertad que les propinaba sabes que tenían toda la tarde libre. O eso sería si no existiesen los exámenes y la terrible presión que nos ejercía la sociedad por el mero hecho de ser estudiantes. Así que el noventa por ciento de los alumnos se iban con la cabeza baja a casa sabiendo que les esperaba estudio hasta la media noche. Yo estaba en el diez por ciento de los que no, yo caminaba hasta la SM mientras pensaba en el papel de mi bolsillo. "¿No es posible que me echen, cierto?"

Llamé tímidamente a la puerta del despacho que me habían ordenado, justo cuando la aguja segundera del reloj del pasillo me lo indicó: ya era la hora.

- Adelante. - Escuché esa grave voz al otro lado de la puerta y tras coger una gran bocanada de aire entré en la sala. Nada más entrar, sin mirar antes siquiera a quién tenía delante hice una reverencia de noventa grados.
- Hola señor. Soy Sehun. - Me temblaba la voz y tenía un nudo en el estómago. Decidí esperar unos segundos más y me incorporé de mi incómoda posición. Para mi sorpresa, allí no estaba solo el presidente, si no cinco chicos más en una larguísima mesa, de la cual la mitad estaba vacía.
Notaba las miradas curiosas de los cinco muchachos sobre mí. Algunos me sonaban de haberlos visto por las salas de baile o en el gimnasio, pero a otros no los había visto jamás.
- Sé quién eres, muchacho, te mandé llamar, ¿sabes? - El presidente lo dijo con tono alegre, pero sin borrar esa expresión seria de su rostro. - Toma asiento, por favor. - Sonó más como una orden que como un gesto de cortesía, así que me senté inmediatamente al lado de un muchacho de ojos enormes que no sabía si me miraba con curiosidad o simplemente me miraba.
Enfrente de mí tenía a uno de piel morena y sonrisa brillante. También me observaba, pero más bien con un toque burlón en sus miradas.  A él sí que lo había visto en numerosas ocasiones, pero siempre en la sala de baile. Incluso Yunho sunbae había hablado con él alguna que otra vez. Aquello, era el sueño de cualquier rookie.

- Bueno, ya estamos casi todos. - Suspiró el presidente haciéndole un gesto a una chica joven que estaba quieta y callada en una esquina. Yo ni siquiera la había visto hasta ese momento. - Trae los papeles.
- ¿Casi? - Un chico bajito de voz suave y piel blanca se atrevió a hablar, causando nuestra admiración. El presidente sonrió por primera vez ante la osadía de aquel muchacho y asintió.
- Chicos, tengo una buena noticia para vosotros. - Se nos escuchó a los seis tragar saliva al mismo tiempo, todos a la vez a un compás perfecto, como si hubiese sido ensayado. Todos esperábamos la más ansiada de las palabras, nuestra única y verdadera ambición. - Vais a debutar.
Automáticamente, nuestras sonrisas se ampliaron y si el jefe no hubiese estado delante, habríamos chillado y gritado como locos.

Llegó la mujer con las carpetas y nos las repartió a cada uno. Ninguno osamos abrirla antes de la señal.

 - Permitidme que os explique, ¿sí? - No esperó nuestra confirmación y se incorporó de su sillón para dirigirse al lado vacío de la mesa. - EXO, así se llamará vuestro grupo, será un nuevo grupo, innovador y de un estilo completamente diferente al que se escucha hoy en día, y tendrá doce miembros. Seis de ellos estáis hoy aquí. Los otros seis, son muchachos de China. Han pasado las audiciones hace meses y llegarán a Seúl la semana que viene, entonces os reuniréis.
Hizo un chasquido de dedos a la secretaria, quien apagó las luces y encendió un proyector de imágenes. Comenzó la explicación.

- EXO, será un grupo contemporáneo, innovador, que destaque, cada miembro tendrá  una función imprescindible sin la cual el grupo no podrá funcionar. - Otra señal de dedo y vimos una primera imagen, la del moreno que estaba delante de mí, quien miraba la presentación con ojos ambiciosos pero también algo confusos.
- JongIn, serás Kai, bailarín principal. - Una sonrisa se formó en su rostro.
- JunMyeon, serás Suho, el guardián. Líder y vocalista. - El muchacho de tez pálida que había osado levantar la voz al mismísimo presidente, también sonrió.
- Baekhyun, vocalista. - Busqué con mi mirada al tal Baekhyun, y encontré a un muchacho minúsculo, menudo y bajito con mirada brillante y llena de ilusiones. Aquel pequeño me hizo sonreír.
- Chanyeol, rapero. - Un muchacho alto de pelo largo ondulado asintió con una sonrisa. Pude observar la devoción con la que Baekhyun le miraba, me sorprendió al ver que cuando nadie parecía prestarles atención, se mandaban sonrisas tímidas el uno al otro.
- KyungSoo, serás D.O, vocalista. - Mi compañero de ojos gigantescos los abrió aún más para mi sorpresa y sonrió. Tenía una bonita sonrisa, pero yo no podía dejar de mirar sus ojos. ¡Eran increíblemente redondos!
- Por último... - carraspeó y me señaló, dando paso a la última presentación de los presentes. - Sehun. - Sonreí orgulloso mientras me secaba las manos sudorosas con disimulo en el pantalón del uniforme. - Vocalista, bailarín, rapero y maknae.

Me sorprendí al escuchar que iba a estar a cargo un poquito de todo. Me hacía ilusión. Sobre todo me sorprendió saber que yo era el maknae, hubiera jurado que el tal Baekhyun, que no paraba de flirtear con el alto Chanyeol, sería el maknae.

- EXO, - continuó la explicación sorprendiéndonos a todos. Creíamos que había finalizado.- será un grupo de doce miembros, como ya os he dicho. Quiero presentaros también a vuestra otra mitad. Tendréis que trabajar con ellos como si fueseis uno, no hay excusas. Tendréis la barrera del idioma y del choque cultural, pero recordad. Sois EXO, sois uno. - Nos sorprendimos ante las palabras llenas de motivación y valor que nos dedicaba nuestro presidente. Asentimos todos y empezó una nueva presentación con caras completamente desconocidas para nosotros.
- Kris. Líder y rapero. - En la foto apreciamos a un muchacho altísimo, diría que más que Chanyeol, rubio con cejas muy pobladas. Chanyeol le observó con detenimiento y curiosidad.
- XiuMin. Vocalista. - Los seis sonreímos al ver la foto de éste último. Era realmente adorable. Parecía un bebé.
- Lay. Bailarín principal. - Kai le observó serio, sin mostrar aquella blanca sonrisa que parecía tener permanentemente.
- Chen. Vocalista principal. - D.O abrió aún más sus ojos. Parecía tener algún tipo de resorte que conseguía desencajárselos de las cuencas. Asintió como dándole su visto bueno y sonrió.
- Tao. Maknae y bailarín. - Todos observamos con curiosidad al muchacho. Parecía ser que era bueno en artes marciales, varias de las imágenes le mostraban literalmente volando por los aires espada en mano. Tragamos saliva y juramos no hacer enfadar a aquel maknae de ojos fríos.
- Y por último... Luhan. Vocalista y bailarín. - Mi boca se desencajó completamente. Juraría que mi mandíbula andaba rodando por alguna parte del inmenso despacho, pero me daba igual, no podía apartar la vista de la pantalla. Allí, con sus cabellos rubios y rizados, sus ojos negros y sus manos perfectas... Mi Ángel existía, se llamaba Luhan.
- ¿Sehun? - Kai me miró algo preocupado. - ¿Estás bien? Estás pálido.
Asentí tragando saliva mientras notaba como todo mi cuerpo temblaba. Sabía que mi Ángel existía, lo que no sabía es que estaba a tan solo un roce de mano de mí. Iba a tenerle en el mismo grupo, trabajando juntos, incluso pronto nos mudaríamos juntos a un dormitorio... Mi mente intentaba encontrarle algún sentido a todo lo que estaba ocurriendo, pero no lo lograba. Había soñado con alguien a quien jamás había visto hasta este momento. Estaba enamorado de esa persona sin saber siquiera su nombre, ¿era eso posible? ¿En qué cabeza cabía eso?

- Bueno chicos, eso es todo por hoy. Espero que os vayáis conociendo poco a poco, o rápido, a mí me da igual, pero dentro de una semana a la misma hora os quiero aquí con mentalidad de grupo. - Todos nos levantamos ante la inminente despedida. - Y recordad. - Le miramos cuando dio un golpe con el puño en la mesa, sobresaltándonos. - Esto no es un juego, es vuestro trabajo. Si trabajáis duro seréis recompensados, si no, fuera.
Aquello sonó tan real que tragamos saliva y nos dirigimos a la salida tras la cortés despedida.
Una vez fuera, nos mirábamos unos a otros llenos de preguntas y curiosidad.

- Bueno... - Finalmente Suho se lanzó, sonriéndonos a todos. - ¿Qué os parece chicos? ¡Finalmente debutamos! A algunos ya os conozco... - señaló a Kai y a Chanyeol. -, otros me sonáis de veros por ahí... - sonrió al resto y luego me miró a mí con sonrisa paternal. - ¿Y tú?
Todos rieron. Kai, vino a mi lado y me rodeó con un brazo, sorprendiéndome la cercanía que mostraba. - Líder, ¡por favor! No intimides al maknae! - todos rieron de nuevo y el moreno me despeinó con una mano sin borrar la sonrisa. - Gracias por librarme del papelón, por poco, eh?
Le miré confuso y D.O, por primera vez me habló, mirándome con sus enormes y divertidos ojos.

- Sois del mismo año, ¿no? ¡Qué suerte tienes Kai! - El moreno asintió al comentario de D.O mientras yo sonreía. Eran chicos realmente agradables, me alegraba que me hubiesen tocado ellos en el grupo para debutar. ¡Qué iba a debutar! Era simplemente increíble... No hacía ni un año que estaba en la SM y ya estaba en dirección a un escenario... Pero aunque parezca increíble, toda mi alegría y la de mis ahora compañeros, era colapsada por otra alegría muy distinta. Luhan, mi Ángel, el chico de mis sueños (literalmente). El primer hombre del que me había enamorado jamás, y de hecho, de la primera persona, existía, y le iba a conocer en tan solo una semana. Solo pensarlo y todo mi cuerpo se erizaba y empezaba a sudar.

Me despedí de mis nuevos compañeros. Habíamos quedado en vernos a diario aunque solo fuesen unos minutos para acostumbrarnos a las presencias de los otros y perder la escasa incomodidad que ya había para que cuando llegasen los chinos, no se sintiesen aún más fuera de lugar.

- ¡Mamá! - Entré gritando en casa, haciendo que mi madre saliese de la cocina a cien por hora con cara de asustada. - ¡Mamá! - Me lancé encima de ella hundiendo mi cara en su hombro y empecé a llorar de felicidad.

- Aigoo, ¿pero qué ha pasado? - Mi madre me chequeaba discretamente para ver si me había hecho daño en alguna parte mientras secaba mis lágrimas con los pulgares. - ¡Sehun, deja de llorar, que no te entiendo!

-¡Mamá! ¡Qué debuto! ¡Voy a debutar!

Su cara se puso blanca como la tiza antes de empezar a llorar conmigo. Ambos nos reíamos del otro y nos abrazábamos cada dos segundos. Amaba a mi madre, siempre compartía todo conmigo. Alegrías y penas. No hay nada como una madre.

Después de la emocional bienvenida, me fui a mi cuarto, estaba exhausto después de un día tan intenso. Me duché rápido y me metí en la cama impaciente por ver a mi... a mi Luhan.

Pero esa noche estuve solo en aquel claro nebuloso. Él no apareció, la primera vez que me sentía solo mientras dormía. Quería ver su rostro de nuevo y asegurarme de que sí, era él, mi Ángel.

La semana pasó volando. Veía a mis compañeros de EXO todos los días, y nos volvimos cercanos enseguida. Bromeábamos y nos reíamos de los otros sin maldad. Nos divertíamos imitando los ojos de D.O y como él insistía en que no los tenía así. A veces también imitábamos los cariños mal disimulados que se daban Baekhyun y Chanyeol aparentemente a escondidas, aunque siempre los veíamos pero los ignorábamos para que no se sintiesen incómodos.

- ¿Pero están juntos?  - Le pregunté un día a Suho en el metro. Compartíamos línea.
- Parece ser... aunque no lo confirman, pero no lo desmienten... son gente rara. - reímos los dos. Yo no dejaba de pensar que parecía importarles muy poco a los demás que esos dos estuviesen o no juntos... ¿Sería igual si hubiese dos parejas en el grupo?
- Yah, pequeñajo... - Me dio un codazo y levanté la mirada mirándole con rabia fingida. - ¿Tienes novia? ¿Te gusta alguna chica?
Mi rostro se tuvo que poner rojo como un tomate porque Suho se empezó a reír como un histérico y asintió mientras murmuraba un "Una vez yo también fui joven..." con demasiado dramatismo, más del que requería la situación.
- ¿Quién es? - insistió.
- No es una chica, Hyung...
Abrió mucho los ojos, incrédulo. Pero su respuesta no me la esperaba.
- No... ¿¡Tú también!? Aish... ¿Voy a tener el grupo lleno de tortolitos gays o qué? - Le miré con miedo por si estaba enfadado, pero él me miraba con comprensión y cariño. - ¿Quién es el afortunado?
Dudé unos segundos sin contárselo, pero finalmente, le conté mi historia.
Los sueños, el claro, los árboles, la hierba y mi Ángel, Luhan. Se lo conté todo y él, para mi sorpresa, escuchaba atento a todo lo que le contaba, asintiendo y sorprendiéndose cada poco.

- Vaya... - murmuró una vez terminé de narrar. - Pero eso es de dorama, ¿no?
Reí avergonzado y me encogí de hombros. Tenía razón. Era surrealista.
- ¿Y estás seguro de que es Luhan? Quizás solo sea un desafortunado parecido, ¿no?
Negué con la cabeza y me señalé el pecho.
- Siento que es él. Solo necesité un rápido vistazo a su foto y lo supe Hyung.
Sonrió y volvió a reírse.
- De acuerdo, de acuerdo... A ver qué tal van las cosas entonces.
Sonreí y nos despedimos cuando unos minutes escasos después, llegamos a su parada.
- Hasta mañana Hyung.
- Descansa, ¡mañana es un día importante para ti!
Tenía razón. Mañana era el día en el que iba a conocer finalmente a Luhan. No cabía en mí de los nervios.

Llegué a casa y me metí en la cama. Por supuesto, el claro estaba vacío, Luhan, o mi Ángel, o quien fuese, no había nadie allí. Suspiré y me senté en la hierba a la espera de algo, de que apareciese en algún momento. Pero no, la noche pasó en aquel claro con cielo de luz y me desperté de un salto y salí corriendo hacia el colegio. Tenía que distraerme hasta que llegase la hora para no comerme tanto la cabeza. Miré el móvil a la hora del almuerzo, tenía un mensaje, de Suho. "Fighting!". Sonreí y le respondí de la misma manera. "Fighting! ¡Líder!"

Unas horas después ya estaba delante de las oficinas de la SM. Pero estaba en la puerta, helado, no me decidía a entrar o a salir huyendo a Noruega y no volver jamás. El guardia de seguridad me miraba con desconfianza hasta que unos brazos me rodearon, dándome el susto de mi vida.
- ¡Enano!
- ¡...! - suspiré - Kai...
- ¡Qué desilusionado suenas! Venga, ¡ánimo! ¡Vamos a intentar comunicarnos con los chinos! - me mostró la pantalla de su móvil con orgullo en la cual podía ver un acceso directo al traductor de google. Me eché a reír.
- ¡Hyung! Con eso vamos mal, ¿eh?
- ¡A callar! - puso morros y tiró de mí hacia el interior del edificio. - ¡Por lo menos yo me he molestado en hacer algo!
Reí de nuevo y llegamos al despacho del presidente. Kai iba a llamar pero le agarré la muñeca mirando a la puerta. Tenía muchísimo miedo de entrar ahí. No me importaba conocer a gente nueva, y menos si sabía que nos tendríamos que llevar bien sí o sí, pero me importaba, y mucho, conocerle a él.
- ¿Ocurre algo? - Kai me miró confuso. Negué y le solté. Llamó a la puerta y se escuchó de nuevo...
- Adelante.

Cruzamos el umbral de la puerta. Podía escuchar los latidos de mi corazón con una claridad que estaba seguro de que Kai también los estaba escuchando.
- Bienvenidos muchachos. - El presidente nos saludo y yo levanté la mirada. En la mitad de la mesa que había estado vacía la vez anterior, estaban ahora nuestros nuevos compañeros. Y, de espaldas a mí, con un jersey de punto azul cielo y sus suaves rizos rubios, Luhan. Se giró lentamente cuando sintió cerrarse la puerta y me miró a los ojos. Algo me atravesó el corazón. Era él, estaba seguro de que era él. Me miraba fijamente, con sus ojos negros brillantes, tal y como los soñé.
- Luhan, ¿te acuerdas de él? - dirigí mi mirada a la persona de la que provenía aquella voz familiar pero casi desconocida.  Se dirigió a Luhan hablando muy despacio en coreano, con vocabulario simple. Debía de estar estudiando mi idioma.
Miré a esa mujer y después de unos segundos de hacer memoria, la reconocí. Ella me había dado el visto bueno para entrar como trainee a la SM. La saludé cortésmente y volví a dirigir mi mirada, esta vez de reojo, a Luhan, quien seguía con sus ojos fijados en mí. Analizándome. Podría ser que... ¿realmente nos hubiésemos conocido en un sueño?
Negó con la cabeza y la giró un poco, como los cachorros que no entienden. Era simplemente precioso.
- Es Sehun. - Sus ojos se abrieron un poco al escuchar mi nombre, o al menos eso me pareció a mí. - Cuando pasaste la audición en Corea, él se sentó a tu lado en la sala de los que esperabais la confirmación. ¿Lo recuerdas ahora?
Mis ojos se abrieron muchísimo, casi como los de D.O. El podría no recordarlo, pero yo sí. Aunque había cambiado mucho en tan pocos meses... Su piel era más clara, su cabello rubio y su cuerpo más esbelto. Abrí la boca para decir algo pero no sabía el qué. Recordaba la tensión de aquella sala de espera y también recordaba que había escuchado una voz angelical cantar, no le había visto a él directamente emitiéndola, pero sí que habían llamado a su número de dorsal y tras escuchar aquella voz, el muchacho, entonces moreno de piel y cabello, volvió a mi lado. Yo le miré solo unos segundos, después le olvidé completamente. O eso creía. El siguiente en entrar al ser llamado por mi código de dorsal fui yo. Al salir, él ya no estaba.
Así, sin darme cuenta, me enamoré a primera vista de aquel desconocido. Mi corazón se había enamorado, pero mi mente aún no lo había procesado.

Me mandaron sentarme después de un silencio incómodo. Podía notar no sólo su mirada, si no la de todos los recién llegados más las de mis compañeros coreanos.

La reunión fue más o menos como la anterior. Nos explicaron de nuevo en qué consistiría EXO, nuestra sala de ensayo asignada y la dirección de nuestros dormitorios. Aquella misma noche nos mudábamos.

Salimos del despacho. Kai no dejaba de decir imbecilidades en chino que el móvil le traducía y nuestros compañeros extranjeros le miraban confusos.
- Kai... - Todos dirigimos nuestra mirada a XiuMin. - Yo y Chen somos coreanos, háblanos normal por favor.
La expresión de Kai se desmontó completamente y todos empezamos a reírnos, tanto chinos como coreanos.
Luhan no se rió, seguía mirándome fijamente, como esperando algo por mi parte. Pero yo, no sabía qué hacer. ¿Debería intentar hablarle?
Decidimos que los chinos fuesen ya al dormitorio, pues era tarde, y los demás iríamos un rato tras recoger un par de cosas de nuestras casas.
En el metro, con Suho, reinó el silencio.
- ¿Estás bien? - me preguntó por fin.
Asentí con la cabeza sin cambiar ni un ápice mi expresión.
- Sehun... - me colocó la mano en el hombro como gesto de comprensión y una lágrima cayó de uno de mis ojos. Delatándome. - Sehun... no llores... - Me rodeó con el brazo y me meció suavemente.
- ¿Qué voy a hacer, Hyung? Tengo mucho miedo...
- ¿De qué tienes miedo?
- ¡De todo! De que seamos un grupo tan inmenso, de que sea todo tan rápido... De que Luhan no me conozca...
- Pero solo os habéis visto unos segundos en toda vuestra vida, es normal que le cueste un poco reconocerte al principio. Cuando os hagáis amigos y compañeros de grupo, verás como todo mejora.
Le miré incrédulo, pero él me dedicó una de esas sonrisas de líder que había aprendido a desarrollar en solo una semana, y me robó una a mí.
- Así me gusta... ¡Los maknaes que lloran son feos! - Puso morros y cara de malo y me reí más. Adoraba a mis compañeros de grupo.

Llegué a casa e informé a mi madre de que a partir de esa noche, apenas dormiría en casa. Al principio se enfadó con la agencia por no habernos dado tiempo para reaccionar al cambio, pero después de llorar por mi marcha, me ayudó a preparar la bolsa. Quería empaquetar todas mis cosas, pero yo solo le permití que me dejase llevarme un par de vaqueros, camisetas, sudaderas, algún chándal para los ensayos más la ropa interior y utensilios de higiene. Nada más. Finalmente, mi madre también me metió la mitad del botiquín y medicamentos para cosas que jamás podría llegar a tener.

Mi padre me acercó con el coche a la dirección que me habían indicado. Un rascacielos inmenso, de pisos incontables, que no se podía comparar al segundo piso en el que vivía yo en mi barrio. Estaba muy cerca de la agencia, y creía reconocer el camino de cuando intentaba encontrar atajos que nunca cumplían su función de atajar, si no todo lo contrario.

Entré en el edificio tras mostrarle mi identificación de la agencia al portero y subí al piso 28. Se me hacía raro pasarme tanto tiempo en el ascensor. ¿Estaría ya Suho en casa? ¿Y el resto de los chicos? Y... ¿Luhan?

Solo había tres puertas en aquella planta, así que me dirigí a la derecha como mi indicaba mi papel, y marqué el código de seguridad en la puerta, que en seguida hizo un ruidito alegre y una pequeña bombilla de un lateral se iluminó en verde. Dudé unos segundos, pero entré.

- ¡Bienvenido! - Tao, el maknae de los nuevos, me saludó alegremente con un acento gracioso. Le devolví el saludo con una sonrisa y comencé a intentar charlar con él. De maknae a maknae. No era fácil, la mayoría de las palabras no parecía entenderlas, y los sinónimos que yo le ofrecía como alternativas tampoco. Reíamos cuando uno intentaba enseñarle al otro palabras de nuestro propio idioma y acababa diciendo algo completamente distinto.

Después de un rato de juegos de vocabulario, me llevó hasta lo que era una sala bastante grande. Normal, íbamos a ser 12 viviendo bajo un mismo techo, necesitaríamos un piso el doble que este, pero bueno, algo era algo. Había 4 habitaciones, dos baños pequeños pero aceptables, una cocina en condiciones, un pequeño frigorífico y una televisión. Me asomé a las habitaciones para saludar. En la primera encontré al BaekYeol (como habíamos acostumbrado a llamarlos) hablando con Kris y Lay que también parecían muy "cercanos". En la habitación de al lado, Chen y D.O competían haciendo notas altas y haciendo castigos vergonzosos si desafinaban. Kai intentaba que XiuMin le enseñase chino. Tao se unió para intentar aprender también algo de Coreano y señaló una habitación que hacía esquina. Después de mucho esfuerzo por parte de ambos, logré entender que había habido sorteo y me había tocado esa con alguien, pero no estaba seguro de quién era. Le agradecí la información y cargué mi pesada bolsa hasta allí. Abrí la puerta y me encontré con dos camas, una vacía y en la otra, estaba Luhan.

La bolsa se me escurrió hasta el suelo, haciendo que Luhan levantase la vista sobresaltado del libro que estaba leyendo. Ambos nos quedamos mirándonos un rato, que no sé cuánto tiempo exacto fue, pero a mí me pareció eterno. Finalmente, me decidí a no hacer más el ridículo con mis amoríos imaginarios y recogí la bolsa de suelo. Sonriéndole y dedicándole un "Hola".
Siguió mirándome fijamente, justo como unas horas antes en la reunión. Dejé mi bolsa sobre la cama y dudé qué hacer a continuación. Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que él ya se había instalado, así que opté por imitarle y empecé a sacar mis cosas.
- ¿Este es mi lado del armario? - Le pregunté señalando el armario y después a mí mismo en repetidas veces por si acaso no entendía mi idioma.
- Así es. - Me sorprendió la precisión de la respuesta, después me fijé en que el libro que estaba leyendo también estaba en coreano, así que debía de tener más comprensión del idioma del que nos quería hacer creer. Sonreí sin saber muy bien por qué, quizás porque eran las primeras palabras que me dedicaba, no lo sabía...
Abrí las puertas y colgué y coloqué toda mi ropa. Ocupaba bastante menos de lo que había creído.
Me giré al terminar y le miré. Me observaba todavía así que me senté en mi cama e intenté empezar una conversación.
- Eres Luhan, ¿verdad? ¿Lo pronuncio correctamente? - Asintió levemente con la cabeza y yo suspiré levemente para que no se notase mucho mi frustración.  Me observó unos segundos más y volvió la vista al libro.
- ¿Sabes? - No me iba a rendir tan fácilmente. - Es curioso... Pero te pareces muchísimo a una persona que conozco... - Sabía que no estaba leyendo porque aunque fijaba la vista en el libro, hacía veinte minutos que no cambiaba de página, lo que significaba que, aunque no lo pareciese, su atención era mía. - No estoy seguro de cómo conocí a esa persona pero... Yo creo que le conocí... en un sueño.
Luhan cerró el libro de golpe y me miró. No sabría describir lo que expresaba su mirada. ¿Qué significaba aquello? ¿Él también había tenido alguna clase de sueño conmigo?
- Mientes... - Susurró en un coreano perfecto. Me sorprendí muchísimo y negué con la cabeza.
- No miento...
- Es imposible. - De nuevo aquel acento perfecto. Parecía más extranjero XiuMin que él.
¿Por qué era tan frío conmigo? No lo entendía. Miró la hora de su reloj de muñeca, y yo le imité por instinto. Era muy tarde. Con razón había tanto silencio en la casa. Los demás debían de estar durmiendo ya hace rato.
Me miró fijamente y se metió debajo de sus mantas sin desvestirse siquiera. Aquella mirada fueron mis "buenas noches" de mi primer día de independencia relativa.
Unos minutos después, me cambié intentando hacer el menos ruido posible para no molestarle y empeorar lo que ya había empezado mal.
"¿Qué habrá querido decir con lo de que estoy mintiendo?" "¿Debería preguntárselo?" Esta clase de pensamientos bombardearon mi cabeza hasta que, por puro agotamiento, caí rendido en mi nueva cama.

Aterricé en el claro de cielo de luz segundos después de haber caído dormido. No esperaba encontrarme a nadie, pero esperaba mal. Ahí estaba, sentado con la espalda apoyada en uno de esos árboles infinitos.
Dirigió su mirada a mí en cuanto mis pies desnudos sintieron la hierba. Le devolví la sonrisa. Estaba increíblemente feliz de volver a ver a la imagen de la que estaba enamorado. Aunque por lo visto no era más que eso, una imagen...
Corrió hacia mí con los brazos extendidos, como un niño pequeño que ve a su padre después de mucho tiempo. Le rodeé la cintura y le apreté con fuerza contra mí. Escuchaba su risa musical en mi mente y sentí sus labios sobre los míos, tan suaves, tan perfectos, tan únicos...
Sus manos sujetaron mi nuca, buscando profundizar nuestro ansiado beso, y yo se lo permití, cargándole en brazos y tumbándole con delicadeza sobre la hierba fresca y aún con rastros de rocío, que empapaba nuestras ropas de lino blanco. Me recosté encima de él, sin dejar de besarle en ningún momento. Le necesitaba. Hacía una semana que no había sentido ni una sola de sus caricias con sus manos divinas.
Escuchaba como decía mi nombre entre suspiros directamente en mi mente, pero de repente, me separó con brusquedad y me señaló mientras escuché en mi mente "despierta". Negué con la cabeza y tomé sus manos con ansias. No quería dejarle, no quería arriesgarme a pasar otra noche sin tenerle entre mis brazos. Busqué sus labios, pero él esquivó mi rostro y volví a escuchar "Sehun... Si eres tú, por favor, despierta..."

¿Si era yo? ¿Qué era eso? Sin embargo, no hizo falta mucho más, sus manos se desvanecieron ante mis ojos, y, a continuación, me desperté en mi cama con Luhan tumbado a mi lado sonriéndome con dulzura. Le miré incrédulo y aún confuso por lo que acababa de pasar.
-¿Luhan? ¿Qué...? - No me dio tiempo a continuar. Me calló con un beso idéntico al que había soñado hace unos minutos. Sus manos sujetaron mi nuca de la misma manera y mis brazos instintivamente fueron a rodear su delgadísima cintura. Nos separamos unos segundos para coger aire y mirarnos, ambos esperando algo del otro.
- Entonces... ¿eres tú? Te has despertado... - Mis ojos y mi boca se abrieron como si fuesen por control remoto y le señalé aún sin creérmelo. ¿Era él? ¿Mi Ángel era él? ¿Existía? ¿No era un enfermo?
- Tú eres... En el claro...
Asintió sonriendo con dulzura y yo, sin saber muy bien por qué, empecé a llorar. Me miró con preocupación y algo confuso por no saber muy bien qué hacer.
- Sehun... No llores... ¿Por qué lloras? - Le miré a los ojos, a esos preciosos ojos negros brillantes y le abracé, mojando su ropa con mis lágrimas.
- Creía... Creía que solo eras un sueño... Tenía tanto miedo de amarte y solo poder soñarlo... - Noté sus manos en mi espalda y busqué sus labios. Esta vez no los esquivó, noté cómo él también lloraba y ambos separamos nuestros labios para dedicarnos una sonrisa.
- ¿Por qué lloras? - Le pregunté entre hipidos mal disimulados.
- Porque yo creía lo mismo que tú... Cuando te vi entrar por la puerta del despacho... creía que estaba soñando. Pero eras tú, incluso tu nombre, tu aspecto... Luego recordé que ya nos conocíamos, y entendí que, de alguna manera, creamos un vínculo en esos segundos que nos miramos.
Le miré sorprendido. Ambos habíamos pasado por lo mismo. Y era increíble, nos habíamos conocido en un sueño... Era... ¿cómo decirlo? ¿Mágico?

Nos miramos unos segundos sin dejar de sonreír. En cierto modo, creo que ninguno de los dos nos lo creíamos del todo, pero eso no importó. Éramos como imanes, nos atraíamos de una manera inevitable. En cuestión de escasos segundos, ya volvíamos a estar compartiendo el mismo oxígenos, labios con labios, buscando con ansias lo que nuestros sueños jamás nos dejaron terminar. Ahora sabíamos por qué. Me deshice de la camiseta de mi pijama poco rato después, él me imitó y con manos impacientes, acariciamos el cuerpo del otro, ansiando más, queriendo más, muriendo por un trozo más de piel por explorar. Notaba como la temperatura de nuestros cuerpos subía a una velocidad increíble. Ambos sudábamos y cada vez iba despareciendo más ropa. Finalmente, respirando sobre sus perfectos labios, le acaricié por primera vez, causándole un gemido que tuve que callar con uno de mis besos para no despertar a los demás. Pareció entenderme y continuamos nuestras caricias, el uno del otro, aquello era completamente nuevo para mí, y no hacía falta ser muy lista para saber que para él también. Le miré inseguro cuando tiraba de la goma de su ropa interior para despojarle de ésta, pero él, con un beso profundo y rápido, me indicó que siguiese pasase lo que pasase. Obedecí. Aquella no fue nuestra primera noche juntos, desde hacía meses dormíamos juntos todas las noches, pero esta vez... Se sentía tan real...

Me movía dentro de él con facilidad, no sabía cuánto tiempo llevábamos amándonos en el más absoluto silencio, solo roto por suspiros y gemidos inevitables, pero aún no era suficiente. Había sido demasiado tiempo, demasiadas ganas, demasiadas dudas y ahora, demasiada felicidad y, sí, amor. Agarró mi cara bruscamente ahogando un gemido en un beso tan fuerte que note el sabor metálico de la sangre en mi lengua al notar que me estaba mordiendo el labio al terminar entre los dos. Unos segundos después, yo terminé dentro de él. Dejándome caer encima de él, le abracé. Estábamos pegajosos y sudados, pero me negaba a soltarle, jamás. Nuestras respiraciones no lograban volver a la normalidad, y yo aprovechaba para observar su cuerpo perfecto. Pálido y delgado, una obra de arte sin error ni ninguna marga del tiempo. Un ser creado directamente por una mano bendita. Era la única explicación que había para aquel ser de infinita belleza que brillaba para mí aún en la más negra oscuridad de nuestro cuarto.
Acaricié su pecho, causando que abriese los ojos y relajase finalmente su respiración ante mis caricias. Sonrió con dulzura y hundió su cara sonrojada en mi pecho. Le besé la cabeza y nos tapé con la sábana.
- Los demás van a creer que somos raros... - Susurró Luhan aún con la cara hundida en mi pecho. Reí levemente y le apreté aún más contra mí.
- No te creas... No seríamos los primeros en estar juntos...
- ¿En serio? - Sonaba emocionado y aliviado al mismo tiempo. Reí de nuevo.
- Ya tenemos al BaekYeol y al KrisLay... - Reí, me sentía como mis compañeras de clase, que apostaban sobre el EunHae y el KankTeuk de Super Junior sunbaes. Escuché como se reía, de nuevo aquella risa musical... La adoraba.
- Pues si ellos no se cortan, nosotros tampoco. - Sonó tan decidido que me sorprendió. - Te amo.
Le miré a la cara como pude, pues parecía querer ahogarse de la presión que hacía contra mí, intentando probablemente ocultar su vergüenza y rubor.
Sonreí y le susurré un "yo también" al oído antes de caer dormidos de nuevo.

Aquella noche, también fuimos al claro, pero esta vez juntos, escuchando nuestras voces en perfecta sintonía, una melodía perfecta para aquel lugar de árboles infinitos y cielo de luz.

-Fin-

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