Tras salir del trabajo, tomé el mismo camino de todos los días para volver a casa, y en un
cruce...
- Hey! Me estás vacilando? Diez minutos!? No, ya han pasado
diez minutos y veinte segundos! - Cuáles
son las posibilidades de encontrarse con semejante estrella? - Tú! Cabrón!
Qué estás haciendo? Estás durmiendo? - No
estoy soñando... verdad? - Quieres que te ingrese en la UCI a puñetazos? - El hombre al que tengo delante... ahora
mismo... es real?
Ante mí, tenía
gritando por teléfono al hombre más increíble sobre la faz de la tierra. La
estrella entre todas las estrellas.
- Aish! Suficiente! Voy a colgar! - Este hombre... es a quien vi masturbándose en el nuevo vídeo que compré
ayer...
Me presento, me llamo Kim Kibum. No os creáis que soy un
degenerado ni nada por el estilo... Soy un becario que acaba de terminar la
universidad y trabajo en unas oficinas en el centro de Seúl. Y sí, soy gay. Mi
único y verdadero amor es un hombre al que "conocí" en secundaria,
cuando compré mi primer "vídeo doméstico". A ver, sí, me refiero a
porno, pero si no puedo decirlo suave pues al grano. Musculoso, rubio, ojos
brillantes oscuros... su piel morena bañada en sudor reflejaba la cámara
mientras desvirgaba mis hasta entonces inocentes ojos con sus masajes
onanistas. Él, desde entonces, se
convirtió en mi mundo. Puede sonar patético, pero cuando nuestros ojos se
encontraron a través de la cámara cuando solo tenía 16 años... algo nació en mi
interior. Su nombre? No lo sé... pero se hace llamar Blinger.
Hoy, pasé el día como otro cualquiera, un monótono y
aburrido día en la oficina...
Escuchar cotillear a mis compañeras, aprovechando que el
jefe se ausentaba, era mi único pasatiempo (si es que se le puede llamar así)
cuando me dedicaba a correr de un lado a otro del edificio cargando montañas de
papeles o bandejas con tropecientos cafés que no podían llegar fríos.
Escuchaba atentamente una conversación sobre que habían
visto a la hija del jefe con un muchacho que tenía pinta de camorrista cuando,
para variar, la lié.
- Hey! Kim Kibum! Has tropezado conmigo a propósito? -
Reconocí la voz de la secretaria Lee, una mujer con muy malas pulgas que
siempre anda buscando las cosquillas a todo el mundo.
- No, señora Lee! Lo siento muchísimo! - me disculpé
automáticamente detrás de la pila de papeles que estaba cargando. No veía nada,
era imposible que hubiese visto que ella estaba en mi camino, la pila de
carpetas y archivos me llagaba hasta las cejas y menos mal que me sabía los
caminos de memoria... - De verdad que lo siento! - Demonios... los papeles
pesaban muchísimo! Maldecía mi vida de becario. Ser becario es sinónimo de
esclavo; no tienes derechos ni libertades. Simplemente obedeces y punto. No
tiene ninguna ciencia.
- De verdad... Siempre eres igual! Los jóvenes ya no sabéis
trabajar como antes, ahora os quejáis por todo y...- La escuchaba ladrar cosas
al otro lado de mi muro de documentos. Por qué todo el mundo en aquella oficina
parecía odiarme? Me disculpé de nuevo y
avancé de nuevo, lentamente, por el pasillo mientras rogaba que, por favor,
nadie me detuviese de nuevo.
- Aish... - me masajeé los dedos que ya alcanzaban un tono
morado muy poco saludable debido al peso que habían soportado. Apreté los
labios con fuerza y salí discretamente a uno de las terrazas del edificio,
donde salían el 80% del personal a fumar el cigarrito en el descanso. Me
derrumbé en una esquina y saqué el móvil del bolsillo, surgiendo una sonrisa en
mi rostro automáticamente al ver a mi Dios iluminar el fondo de pantalla con su
sonrisa. Blinger sonreía a la cámara con las manos en las caderas como si fuese
un exhibicionista mostrando con orgullo lo que la madre naturaleza de había
brindado.
A mi edad de 23 años, era virgen como el que más. Había
intentado muchas veces librarme del peso que mi virginidad suponía, pero nunca
había logrado llegar hasta el final. Final? A quién engaño? En cuanto alguien
intentaba quitarme la ropa, huía del lugar como alma que lleva el diablo. Era
deprimente.
Acaricié el fondo de pantalla con el pulgar y sonreí como un
idiota. "Incluso tu nombre es hermoso..."
Blinger existe en el mundo de la pornografía, donde es un
muy bien conocido y popular actor. Yo soy su fan número uno, más que eso,
estamos destinados. Poseo todos y cada uno de sus vídeos y merchandising que ha lanzado desde su debut. (Sí, las estrellas
porno también tienen merchandising).
Él es lo único que me hace querer llegar corriendo a casa, sabiendo que él
estará allí y podré observarle una y otra vez.
- Rápido, rápido, rápido, rápido! Tengo que darme prisa y
llegar a casa. - murmuraba mientras fotocopiaba una carpeta llena de firmas.
"Hoy llegaba a casa el nuevo vídeo
ya debe de estar en el buzón! Queridos Dioses, Buda, Alá, Jesucristo! Aunque
solo fuese por una vez... Si solo pudiese verle una vez... Aunque tenga que usar
todas las reservas de suerte de toda mi vida... "
Y pensar que estaba
pensando así...
Ahí estaba yo, en aquel cruce, observando a aquella
maravilla de la naturaleza encender un cigarrillo y dejar salir el humo de sus
gruesos labios. "Quiero ser ese humo..."
- Maldito sea... Voy a cargarme a ese hombre... - Blinger,
justo delante de mí, murmuraba insultos mientras se ajustaba el cuello de la
gabardina gris oscura y esperaba a que el semáforo le permitiese el cruce.
No podía cerrar la boca, seguramente hasta estaba babeando.
Era muchísimo más hermoso en persona. Los rayos del sol se reflejaban en su
pelo rubio y le daban distintas tonalidades, todas igualmente hermosas. "Cómo olerá su pelo? ... Kibum, eres un puto
enfermo."
Desperté de mi ensoñación cuando escuché el irritante pitido
y el muñequito verde parpadeando en la pantalla superior del semáforo. Blinger
tiraba el cigarro al suelo, pisándolo al pasar por encima y cruzaba la
carretera con pasos apresurados. Me di cuenta de que solamente pisaba las rayas
blancas del paso de peatones.
- Espera! - Cuando quise darme cuenta, ya estaba corriendo
detrás de él, gritando por un poco de atención. - Por favor, espera!
El rubio de tez dorada se giró y me miró con impaciencia. Tragué
saliva.
- Eres... Eres Blinger?
Sus ojos se dilataron un poco y lo único que salió de sus
labios fue un "Ah?". Por un momento creí que me había equivocado,
pero no, se rascó la nuca con nerviosismo como hacía en los making off de sus
películas cuando le presentaban al que sería su compañero de rodaje. Sonreí e hice mi mejor reverencia.
- Soy un gran fan! Realmente me encantas! Desde... desde tu vídeo debut he comprado todos y cada uno de tus otros vídeos! Aquel que grabaste
en Hawaii es simplemente maravilloso...
Me miraba con confusión, pero enseguida relajó su mirada, y
sin sonreír siquiera, respondió.
- Es genial que se convirtiera en un vídeo tan famoso en
este inmenso mundo de pornografía homosexual... - Sus últimas dos palabras
fueron dichas en un tono casi imperceptible, era una calle transitada y no era
plan.
Notaba como el sudor resbalaba por mis manos y los
escalofríos torturaban mi espalda incansables. Gracias a todas las divinidades
celestiales habidas y por haber... Ahora sabía que al menos una era real. Ahora... Solo tengo mi último deseo... Mi
última petición...
- Esto... - Volvió a dirigir a mí su mirada, de nuevo con
impaciencia.
- Sí?
- Tengo una última petición, un último deseo, y me
preguntaba si no sería mucha molestia... - La saliva se me atragantaba al
querer tragarla y me picaban los ojos por no pestañear, se me había olvidado
hacerlo. Estaba tan nervioso que sentía que me moriría allí mismo por un
infarto. - Podrás encontrarme molesto pero... en caso de que no te lo
parezca... Tú... - enarcó una ceja, expectante. Yo tragué saliva.- Por favor,
aceptarías mi cuerpo virgen...!?
Soy un idiota... ante
todo, no debería haber dicho eso!
Observé su expresión. Tenía los ojos muy abiertos y los
labios separados, como si fuese a decir algo pero no lograse arrancar.
Tengo que arreglar
este lío...
- No! Esto... Yo quería decir que... Ser poseído por ti es
mi mayor deseo en esta vida y... - Por
qué coño nunca sé callarme cuando debo!?
- Qué es esto...? - dijo por fin. - Hay algo mal en tu
cabeza? Es esto una cámara oculta o algo? - Creía que lo había dicho con
ironía, pero al ver como miraba de reojo a su alrededor y a sus espaldas, me di
cuenta de que no era así.
- No! No es así! Yo... Lo siento! - Me disponía a salir
corriendo, cuando una mano firme me agarró por el cuello del jersey y me empujó
hacia atrás.
- Espera ahí un momento. - Me giró bruscamente girándome por
los hombros y acercó su rostro al mío con aire desafiante. - Hace un segundo,
me estabas vacilando?
- Eh!? No, no! Alguien como yo jamás osaría burlarse de
alguien como tú! - Mi sumisión era tan obvia que me sentía patético. Más
incluso que antes, y ya es decir.
Me miraba fijamente, no muy convencido y con un brillo de
duda en su negra mirada. Cerré los ojos con fuerza, asustado, cuando vi que una
de sus manos se acercaba rápidamente a mi cara. Me va a pegar... lo sé... Pero noté un levísimo tirón de pelo y
abrí los ojos sorprendido, encontrándome a Blinger mirándome pensativo. Me
llevé instintivamente una mano a la frente, que donde antes había un flequillo
ahora estaba desnuda, y seguí subiendo con la mano hasta toparme con algo que
antes no estaba así. Me... Me ha hecho
una coleta? Como a las niñas pequeñas? Alargó de nuevo una mano y jugueteó
con mis mechones que ahora estaban de punta y firmemente sujetos por una goma
elástica de pelo. Creía que esto solo
pasaba en los animes...
- Bueno... - retiró su mano. - Puesto que mis antiguos
planes han sido cancelados, y que estoy aburrido y tampoco tengo nada mejor que
hacer ahora mismo... - suspiró y sacó otro cigarro, encendiéndolo entre sus
labios ante mi atónita mirada. - Hay un hotel aquí al lado, quieres ir?
Mis ojos se abrieron de una forma sobrehumana, pero me
aguanté las ganas de chillar como una fangirl
de Super Junior y mientras intentaba
parecer lo más calmado posible, respondí.
- Estaría... bien.
Todos los himnos mundiales de victoria sonaban en mi
interior cuando le contemplé salir del baño de la habitación con solo una
toalla puesta. Admiré su cuerpo como quien admira la más bella obra de arte del
más prestigioso de los museos. Él era arte, y lo demás tonterías. Desde su
cuello masculino, con sus venas y su nuez perfectamente marcados, su clavícula,
la cual parecía dibujada por el mejor artista, sus anchos hombros que le hacían
parecer un dios y su torso perfectamente trabajado, cada músculo perfectamente
marcado en su sitio y esculpido con suma delicadeza.
- Qué miras? - Me preguntó fríamente secándose el pelo con
una toalla, haciéndome babear el ver esas gotas de agua bajar por su mandíbula.
"Quiero ser esas gotas..."
- Ah! No... Lo siento... - agaché la cabeza enseguida. -
Solamente estaba pensando que en la vida real, estás muchísimo mejor de lo que
jamás me habría imaginado... Los vídeos no te hacen justicia... - Tragué saliva
y clavé las uñas en la moqueta roja. No sabía cómo, pero en algún momento me
había arrodillado y estaba sentado en ella.
- Ah! - Sonrió. Me embobé de nuevo. Era la primera vez que
me sonreía. Me sentía... querido? Era idiota por pensar así, pero de ilusiones
también se vive. - Si es eso entonces te dejo. - Rió de nuevo y dejó la toalla
húmeda sobre una silla. - Bueno... ya nos hemos duchado... qué quieres hacer
ahora? - el doble sentido de la frase era tan obvio que apenas es imaginable el
primero. Obviamente, no estaba en un hotel con mi ídolo del porno gay para
echar una partidita al parchís...
Me encogí de hombros. Me sentía muy pequeño.
- Quieres intentar chuparla? - Me quedé de piedra al
escucharle. Lo había soñado muchas veces, pero de ahí a la práctica... Me armé
de valor.
- Si me das la oportunidad... - este es mi momento... no puedo fallar.- Daré lo mejor de mí!
Rió entre dientes y se quitó la toalla, dejándola caer al
suelo y a continuación sentándose al borde de la cama, separando las piernas y
apoyándose sobre sus brazos. Observé durante unos segundos lo que él me estaba
ofreciendo, parecía idiota por apenas dudarlo. Gateé hasta donde él estaba y me
arrodillé de nuevo entre sus piernas, nervioso como el que más. Lo tomé entre
mis manos, temblando como un flan.
Dios mío... esto que
tengo entre mis manos... es su tesoro! Es... increíble... Es... enorme.
Observé entonces un dibujo tribal en su ingle. Eso era un tatuaje? No sabía que
tenía uno! Me sentí el peor fan del mundo.
- Hey! Qué estás haciendo! Si vas a hacerlo, date prisa! -
su voz apremiándome me despertó de mi sueño.
- Ah! lo siento! - Me acerqué, de nuevo tragando saliva
debido a mis nervios, y abrí la boca dispuesto a hacer mi tarea. Qué uke me siento... Incluso me da la
impresión de que empezaré a llorar de
un momento a otro...
Introduje por completo su miembro en mi boca, presionando
con mis labios la base y lamiendo cuidadosamente la punta. Estaba poniendo en
práctica todo lo que sus películas me habían enseñado. Mi cabeza se movía, no
sabía qué ritmo quería, así que simplemente fui variando, a la espera de alguna
señal por su parte.
- Hey. - Sonreí para mis adentros. La señal había llegado:
Querría más? Más rápido? Más lento? - Suficiente. - Qué?
Me empujó la cabeza suavemente, alejando mi juguete favorito
de mis labios. Le miré confuso.
- Tu técnica es pésima, muchacho.
- Lo siento muchísimo! - mi mundo se volvió ruinas en
segundos ante sus palabras, y la disculpa salió automáticamente de mis labios,
como siempre. - Por favor! Déjame intentarlo de nuevo! - Viva el patetismo... Pero si algo no era propio de mí, era el
rendirse.
- No hace falta. - Agaché la cabeza. Su voz sonaba tranquila
mientras me hablaba como si fuese lo más normal del mundo. - Ya está erecto,
así que es suficiente por ahora. Dado a que es tu primera vez, supongo que la
penetración no está en las posibilidades, no? - Levanté la mirada, dirigiéndola
a su rostro; no había ningún cambio aparente de antes, cuando hablábamos en la
calle, a la situación actual. Salvo que no llevaba ropa, claro.
- Puedo hacerlo! - Hablé sin pensar. Estaba completamente
metido en mi papel de uke, debía satisfacerle pasase lo que pasase. Y eso iba a
hacer. - Mientras haya lubricante... no habrá problema. - Esto último lo
susurré, muerto de la vergüenza ante la idea de parecer un estúpido y cobarde
chico virgen. - Confío en ti!
Me miró con incredulidad y de nuevo esa sonrisa de
superioridad en su rostro. - De acuerdo, de acuerdo... Qué fanatismo! - Se echó
el pelo hacia atrás con un gesto que a mí me pareció lo más sexy del mundo. -
Pero yo no me hago cargo de la preparación, así que estate listo.
- Sí! - Asentí con convicción mientras me quitaba el
albornoz y enterraba uno a uno mis dedos en mi propio trasero. Dolía, pero
tenía que hacerlo por él. No podía volver a fallarle.
- Hey... Qué es esto? - Su voz sonaba decepcionada. - Qué forma
de exponerte a ti mismo es esta?- Me empujó de mi posición a cuatro patas
dejándome caer sobre la cama, avergonzado. - Problemático chico virgen...
Simplemente túmbate, yo me encargo de todo lo demás.
Obedecí automáticamente. Me recosté sobre la cama, mirando
al techo cuando en mi cambo visual apareció su rostro, con una leve sonrisa en
los labios que hicieron que me ruborizase. Se colocó entre mis piernas,
causándome escalofríos al sentir su piel en contacto con la mía, y haciendo que
mi corazón casi explotase al sentir sus manos sostener las mías.
- Las manos... - las tomó con gentileza. - ... van aquí. -
Colocó mis manos sobre sus hombros, abandonándolas bajando por mis antebrazos
en una caricia eterna hasta llegar a mi rostro. - Relájate... - mi cuerpo le
obedecía como si hubiese lanzado un hechizo sobre mí. Ni un segundo después,
ningún músculo de mi cuerpo estaba en tensión. Él y su voz grave y suave tenían
un efecto analgésico que hacía que nada en mí me doliese o quedase sin relajar.
- Es bastante grande... Así que esto será algo agotador para ti, sí?
Sus ojos mostraban una dulzura que no tenían antes. Un
brillo especial y un terciopelo en su voz que iba creciendo a medida que
hablaba. Me sentía completamente a salvo a pesar de la que me esperaba...
- Sí... - Hazme todo
lo que quieras... Mientras sea Blinger quien lo haga, no me importa.
- Allá voy... - Susurró esto a mi oído justo antes de sentir
una leve presión sobre mi entrada.
[10 segundos después...]
-AH AH AH AAAAAAAAAAAAH!
- Aish... Qué ruidoso eres! Estás muy tenso!
- AAAAAAAAAAAAAH! BLINGER! ESPERAAAAAA! - Creía que me
estaba muriendo, era lo más doloroso que me había ocurrido jamás. Sentía que me
estaba rompiendo en dos. Era humanamente imposible que el monstruo que Blinger
tenía entre las piernas pudiese entrar dentro de mí!
- Relájate! Aún no voy ni por la mitad!
De verdad las personas
hacen esto? Cómo pueden soportarlo!?
- BLINGER! BLINGEEEEEER! POR FAVOR! PARA UN SEGUNDO! POR
FAVOR, PARA!! DUELE! DUELEEEEEE! - Estaba gritando tanto que parecía que me
estaban destripando sin anestesia ni nada... Mataría por un poco de anestesia
en esos momentos.
- Para de resistirte! Te dolerá más! - No paraba de intentar
empujar y yo cada vez chillaba más y más alto. No es que no estuviese excitado,
estaba tan excitado que con solo una caricia más me hubiera corrido allí
mismo... Bueno, si el dolor no estuviese, claro. Era simplemente inhumano. -
Ay! No arañes! - Aparté mis uñas de su espalda y volví a colocar las manos
donde él me había indicado, sobre sus hombros.
Apreté los dientes y dejé de chillar. No quería que pensase
que era un bebé quejica (aunque lo fuese).
- Además... - Se acercó a mi rostro, de forma que podía
sentir su aliento en mis labios, y su voz se aterciopeló tanto que apenas era
audible. - Sigues llamándome "Blinger, Blinger". Es tan frustante... -
posó sus labios en mi cuello. En ese momento sentí que me corría, pero habría
sido muy triste. - Llámame por mi nombre...
- Tu... nombre? - Me mordí el labio, a punto de hacerme sangre,
no sabía su nombre. Jamás había sido capaz de averiguarlo.
- Kim... Jong... Hyun... - Tras pronunciar la última sílaba,
dio una estocada monstruosa con sus caderas, atravesándome por completo mientras
que de mi garganta salía un grito ahogado que inundó la habitación.
Kim Jonghyun... -
Es ese tu verdadero nombre? - aproveché que él no se estaba moviendo, esperando
a que mis músculos cediesen ante la presión, y que solo recorría mi cuerpo con
sus manos. Digo "solo" pero a mí cada caricia, me mataba.
- Claro... No es que tenga un nombre artístico ni nada...
Ese tal Blinger... Realmente se parece tanto a mi? - susurró sobre mis labios
mientras alzaba mis piernas acariciándome los muslos.
Wait!!!??? Qué acaba
de decir!!!???
- Tú... - No reaccioné como lo hizo mi mente. Mi cuerpo no
se movió, ni gritó, ni intentó huir de aquel desconocido que empezaba a
sentirse más cómodo en mi interior... - Quién eres tú...?
Ahogué mis gemidos cuando noté sus suaves movimientos, a la
vez que sus caricias sobre mi sobreexcitado miembro. No quería que me oyese gemir. Luchando contra
el 60% de excitación que salía por mis poros, el 20% restante se sentía sucio y
asqueroso por entregar su primera vez a un pervertido suplantador de
personalidades y el otro 20% tenía ganas de llorar y hacerse el violado en una
esquina.
- No... - suspiré por culpa de una de sus caricias
perfectas. - No eres Blinger? - Finalmente abrí los ojos y me encontré con su
sonrisa perfecta, mirándome con sus ojos negros ilegibles y su cabello rubio
pegado a su rostro, empapado por el sudor.
- No, idiota, no soy él.
Lo que recuerdo
después de eso...
- Aléjate de mí! - Pellizqué su espalda sintiéndome sucio de
repente, pataleando para que saliese de mi interior. Por supuesto, ni una cosa
ni otra causó más efecto que gemidos desgraciadamente placenteros por parte de
ambos ante mis bruscos movimientos.
- Hemos llegado hasta tan lejos y ahora quieres echarte
atrás!? Es culpa tuya por reconocer a la persona errónea! - De nuevo otra
estocada bestial. Todo mi cuerpo se estremeció ante ella y no pude callar el
gemido que salió de mis labios. Jamás me imaginé que tras tanto dolor pudiese
venir algo tan sumamente placentero. Es increíble. Me retorcía debajo de su
cuerpo, una mezcla de intento de huída y de curiosidad por saber si moviéndome
yo también, podría obtener aún más placer.
... es todo una larga
pesadilla.
- Por favor! Perdóname la vida!
- Quién dijo que iba a matarte!? Para de moverte!
No sé cuántas veces lo hicimos antes de
sentirme completamente muerto. Pero cuando finalmente me desperté, ese hombre
que me había robado mi virginidad dijo...
- No sabía que hacerlo por detrás también era increíble... -
Sostenía un cigarro entre sus dedos y me miraba fijamente con, de nuevo, su
sonrisa de superioridad. - La próxima vez, déjame hacértelo de nuevo, chico
pervertido virginal...
Y después de eso...
Caí muerto de nuevo.
- Qué ocurre, Kibum? - Me preguntó el director, mirándome
con una ceja enarcada a través de sus minúsculas gafas.
- Eh? Oh, nada Señor Kang, estoy bien.
- Cómo vas a estar bien? Tienes una pinta espantosa...
Después de hacerlo
tantísimas veces con Blin... No, con Jonghyun, la noche anterior, estaba
completamente destrozado. Había logrado escapar del hotel aprovechando que se
había ido a duchar.
- Duele tanto que siento que me ha atravesado por dentro un
camión... Debí de haberme tomado el día libre. - Murmuré mientras fotocopiaba
unos nuevos informes.
Ese tío... Ha sido
demasiado cruel... Jugando con mis sentimientos de semejante forma...
Cerré la tapa de la máquina y con mi montaña de papeles, me
dirigí a repartirlos por los distintos departamentos.
- En serio!? - La señora Lee se chocó contra mí sin ninguna
consideración, y sin pedir disculpas "oh,
qué sorpresa..." siguió caminando tras lanzarme una mirada asesina
mientras yo recogía todos los papeles que habían salido volando a mi alrededor.
Un punzante dolor me atravesaba cada vez que me agachaba y me incorporaba para
coger todos los malditos folios. - Ya ha llegado ese muchacho?
- Sí! escuché que le vieron antes por la cafetería!
- Dios mío... Qué ilusión! Va a ser un gran cambio en la
empresa...
Sí, estoy bien, no os
preocupéis por mí, estúpidas marujas mal teñidas...
Resoplé por quincuagésima vez y continué mi odioso trabajo.
Escuché las voces de las dos mujeres de nuevo.
- Es guapísimo!
- Es absolutamente diferente del Vicepresidente Yang!
Suspiré y me compadecí de aquellas señoras pre-menopáusicas.
No sabía a quién estaban observando con tanta devoción, ni tampoco me molesté
en averiguarlo. Yo continué mi repartición de carpetitas de colores, ya bastantes
problemas tenía yo como para aún encima tener que estar al día de los chismes
de la empresa.
Seamos realistas...
Por qué estás tan deprimido? Al fin y al cabo, aunque hubiese sido Blinger de
verdad, algo hubiese cambiado? Simplemente habría sido una noche y punto. No
hay más. Alguien como yo con alguien como Blinger? Venga ya... Es porque soñé
con algo que era tan difícil de alcanzar que he acabado cayendo en las garras
de ese hombre raro.
Pero...
Deposité una carpeta verde sobre un escritorio, sosteniendo
ante mis ojos las dos restantes que me quedaban por repartir.
Por un momento me
sentí... feliz? Aunque solo fuese un terrible error...
Escuché unos pasos delante de mí pero no me molesté ni en
mirar quién venía. Si quería chocar contra mí, lo haría de todas formas.
Si solamente conservo
ese único momento de felicidad en mi memoria, entonces yo...
Los pasos se pararon justo delante mía. Esperé unos segundos
eternos a sentir el impacto que me hiciese caer al suelo de nuevo, pero nada
ocurrió. Fruncí el ceño incrédulo y bajé las carpetas que bloqueaban mi espacio
visual.
Eh?
Cerré los ojos y los abrí de nuevo repetidas veces para
asegurarme de que no estaba teniendo alucinaciones.
Eeeeeeeeeeehhhhhhhhh?
Qué coño...!?
- Atención todo el mundo! Por favor, escuchad atentamente! -
El presidente Kang gritaba a toda la planta de charlatanes para que le
escuchase unos segundos. Yo simplemente iba empalideciendo a cada segundo sin
poder apartar mi vista de él. - Este muchacho ha sido transferido a este
departamento para substituir al Vicepresidente Yang. Por favor, dadle una
calurosa bienvenida al recién nombrado Vicepresidente Kim Jong Hyun! - Empezó a
aplaudir y enseguida el resto de la plantilla le imitó, todos menos yo, que
dejé caer las puñeteras carpetas al suelo y seguía sin apartar mi mirada de él.
Entonces, me di cuenta, que él tampoco la apartaba de mí. Su sonrisa de
superioridad estaba ahí, como siempre, y su estúpido y perfecto cabello rubio
perfectamente peinado a juego con un traje negro y una corbata rojo intenso.
Esto... No puede estar
pasándome a mí...
- Por favor, cuidad de mí. - Por qué cojones lo decía
mirándome a mí? Qué estaba ocurriendo?
Buda, Alá,
Jesucristo... Por qué me odiáis?
Toda la plantilla se acercaba a saludar son una sonrisa, y,
obviamente, a hacerle la pelota al nuevo Vicepresidente.
- Becario! - alcé la mirada cuando me llamaron. - Qué haces
ahí quieto como un idiota? Ven aquí a saludar como es debido! - El director me
apremió así que avancé con pasos de hierro hasta que me tomó por los hombros y
me puso justo enfrente de él. Tragué saliva mirando fijamente a las baldosas
del suelo. - La verdad es que este muchacho no sabe muy bien cómo socializar
con los demás, pero trabaja muy duro!
Eso se supone que es
un cumplido? Pffff... Antisocial dice... Víctima de acoso laboral, diría yo.
- Ah, en serio? - Su voz pareció sonar normal, no tan
aterciopelada, pero normal, a pesar de que yo noté un toque irónico en ella que
hizo que me entrasen ganas de pegarle un puñetazo.
- Vamos, vamos! Daos la mano y saludaos como es debido! - El
director nos animó y Kim Jonghyun estiró su mano hacia mí. Levanté la mirada
con las cejas enarcadas mirándole a la cara con desconfianza y sorprendiéndome
al encontrarme con un Kim Jonghyun sonriendo cortésmente.
- Llevémonos bien. Trabajaremos bien juntos. - Abrió los
ojos y sonrió de lado sin soltar mi mano, a la cual seguía agitando levemente,
haciendo que mi traicionera mente lasciva me recordase movimientos que su mano
hizo también a ese ritmo sobre mi cuerpo la noche anterior. Noté como el rubor
invadía mis mejillas y simplemente le retiré la mirada y aparté la mano
bruscamente para simplemente hacer una reverencia de noventa grados. Me
disponía a retirarme cuando agarró mi mano bruscamente de nuevo.
Cuándo me he
equivocado...? Qué he hecho que sea tan malo como para merecer esto?
- Estás huyendo? Osas huir como huiste ayer? - susurró en mi
oído tras cerciorarse de que nadie a nuestro alrededor nos escuchaba ni
observaba.
Este castigo venido de
los dioses... este impostor divino...
- Será mejor que estés preparado para mí... - susurró tan
sensualmente a mi oído que sentí que las piernas me fallaban y... eso es lo
último que recuerdo.
- Hey! Kim Kibum se ha desmayado! Llamad a una ambulancia!
- No os preocupéis... está bien.
Cuánto tiempo voy a tener que soportar esto? Hasta que él
esté satisfecho? ... Siento que tengo para rato entonces...
-Fin-
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