Hacía calor… mucho calor. En el aeropuerto
no se supone que debería de haber aire acondicionado? O eso era solo para los
tripulantes? No lo sabía, pero el bochorno no ayudaba en nada a mi despedida.
- Te voy a echar de menos… - Sollocé,
abrazándole con todas mis fuerzas, aferrándome a él como si se me fuese la vida
en ello. Por los altavoces, una voz femenina recordaba por tercera vez que la
última llamada para los pasajeros del vuelo rumbo a Washington se estaba
efectuando, y que deberían dirigirse a la puerta de embarque.
- Tengo que irme… - Susurró. Observe su
rostro, borroso. La luz me cegaba a través de uno de los ventanales del
aeropuerto. Asentí. No necesitaba verle, sabía que era él.
- Lo sé… Pero no te veré durante cuatro
años. – Sollocé sobre su pecho, dejando unas feas y oscuras manchas de lágrimas
en su camiseta gris.
- Cuatro? Sólo? Eso no es nada…- Levanté la
mirada, pero de nuevo no era capaz de verle con nitidez. Por qué sería? – Acaso
no han pasado ya más de siete años? No… De hecho… No van a hacer ocho años
desde que no nos vemos? Tan insoportable ha sido?
Mis ojos se inundaron, mirándole,
esforzándome por poder adivinar alguna expresión de aquel conjunto borroso que
era su cara.
- Exagerado. Venga ya… De verdad creíste que
volvería a por ti? Quién eres tú, acaso? – Sus labios se volvieron nítidos y vi
una sonrisa amplia y brillante, pero terriblemente dolorosa. – Quién eres?
- Yo… Soy…
- Nadie. Para mí? Nadie.
- Pero… La promesa…
- Promesas? Las promesas son más frágiles
que el cristal. Acaso creíste que un anillo cambiaría algo? Quién eres?
Cenicienta?
- Kyuhyun…
- Me voy. – Tomó mis hombros, alejándome de
su cuerpo, se puso una americana y se sacudió la camiseta. – Espero que todo te
vaya muy bien en la vida, Sungmin.
- Pero… Yo… No! – Intenté correr hacia él,
juro que lo intenté, pero mis pies estaban pegados a los azulejos grises del
suelo. – Kyuhyun! No! No te vayas! Espérame! Llévame contigo!
- Eh? Que te
lleve a dónde? – Abrí los ojos, encontrándome frente a frente a Henry, que me
miraba con confusión. – Llegas tarde a alguna parte?
Parpadeé
varias veces antes de suspirar y frotarme los ojos, sintiendo un inmenso
alivio. “Era un sueño… “
- Sungmin?
- Una
pesadilla. – Resumí, levantándome de mi cama y alcanzando la botella de agua
que descansaba sobre mi mesa de noche,
acabándola rápidamente. Notaba la garganta sequísima.
- Sé que te
obsesiona la puntualidad, pero de ahí a soñar con llegar tarde y llamarlo
“pesadilla”, es un poco raro. – Rió, dándole un sorbo a un humeante café que
olía como el cielo. – Café?
Asentí,
sonriéndole.
- Con
azúcar.
- Lo sé.
- Un
momento… Qué demonios haces tú en mi cuarto? – Le dije cuando ya tomaba el pomo
para salir.
- Si mi
compañero de cuarto chilla como un desquiciado que le espere y que le lleve
conmigo, pues hombre, entro. – Resoplé y me puse una sudadera. – Cómo puedes
tener frío? Estamos en Junio!
- Estoy
destemplado…
- No estarás
incubando algo? Ni se te ocurra! Os prohíbo a ti y a tus virus que os
reproduzcáis hoy! Tenemos que ir a la graduación y no puedes morirte ahí en
medio! Quedaría muy feo en el anuario.
- Mis virus
y yo estaremos encantados de complacerte, por supuesto. – Ironicé, mirándole
con una ceja enarcada a la que respondió con una sonrisa dulce y una despedida
con excusa de preparar mi café.
Me senté en
la cama entonces, observando el calendario que colgaba de mi pared, en el que
estaba rodeado con un círculo rojo el día de hoy.
- Mi último
día en la universidad… - Suspiré, pensando en estos ocho años eternos, en los
que milagrosamente había logrado acabar mis estudios universitarios, y aún no
entendía cómo lo había logrado. – Y justo tenía que volver a soñar eso? – Mascullé,
frunciendo el ceño, molesto. A medida que se acercaba Julio, todos los años,
soñaba con una situación en el aeropuerto a diario, y siempre más o menos
parecida.
Lo que más
me molestaba era que a medida que estos años habían ido pasando, su cara había
ido desapareciendo poco a poco hasta convertirse en algo realmente siniestro.
Lo había comentado con amigos, y todos coincidían en que se debía a que al
igual que yo había cambiado, mi cerebro era consciente de que Kyuhyun también
debería de haber cambiado, y por eso, para no imaginárselo exactamente igual
que cuando teníamos diecisiete años, había optado por borrar su cara. La
explicación tenía sentido, pero me fastidiaba seguir teniendo que recordar ese
maldito Julio todos los años.
Ahora, con
veinticinco años, acabada mi carrera de marketing de empresas, varios cursos de
idiomas, publicidad y administración, creía tener la suficiente madurez como
para continuar con mi vida y lograr olvidar ese estúpido romance adolescente. O
eso creía…
- Minnie! – No,
no estaba orgulloso de mi mote. Tampoco lo había elegido yo, que quede claro. –
Quieres un marshmallow
en el café? – Henry asomó su cabeza castaña por el marco de mi puerta,
obedeciendo mi norma de “no se entra en mi cuarto salvo que sea una emergencia
de verdad”.
- Sí. – La
boca se me hacía agua de solo pensarlo. – Dos mejor.
- Te pondrás
gordo.
- A quien no
le guste que no mire!
Rió y
asintió, yendo a cumplir mis caprichos. Agradecía la forma en la que solía
interrumpir mis filosofías sobre el pasado… Me ayudaba a eliminar cualquier
pensamiento sobre “él” de mi cabeza.
- Henry, -
Dije, tomando un taburete de la encimera y sentándome, mientras él preparaba
una tarta. Ya ni preguntaba el motivo… Seguramente solo por comer chocolate,
era un auténtico adicto. – esta noche volví a soñar con Kyuhyun.
- Tu novio
del instituto? Aún le recuerdas? Caray, sí que te caló hondo. – Resoplé,
cogiendo con la cucharita el marshmallow
y devorándolo. – Otra vez el aeropuerto?
Asentí,
rebuscando entre el líquido mi otra golosina.
- Esta vez
ya no veía nada de su rostro… Era como hablar con un huevo con pelo, pero que
también me contestaba. – Por fin lo encontré y me lo metí rápidamente en la
boca, disfrutando de cómo se deshacía al hacer contacto con mi saliva, inundando
mi boca de maravilloso y calórico azúcar.
- Deberías
de superarlo ya… Por qué no sales con nadie más? Podrías llamar a Jungmo,
parecía muy interesado en ti.
- No me van
los rockeros bohemios que valoran su guitarra más que su propia vida.
- Y a Yoona?
O las chicas son un “no” absoluto?
- No me
cierro a nada siempre y cuando me enamoren.
- Hijo, es
que aspiras demasiado alto… Yo estaba hablando de, ejem, liberar tensiones, por
decirlo bonito. – Le miré, confuso. – Echar un polvo, Sungmin. Cuánto haces que
no ligas?
- Menos que
tú. – Reí, al ver su reacción de furia.
- Malditos gays promiscuos…
- Te
recuerdo tu accidente con Kris? O mejor me callo?
- Mejor te
callas. – Musitó. – Aún me duele el trasero solo de pensarlo. – Me eché a reír
y dejé la taza vacía en el fregadero.
- Pues eso.
Además, estoy muy bien así. No necesito más citas de momento… Salir con la
gente es un dolor de cabeza.
- Siempre
nos tendremos el uno al otro. – Le miré, divertido. – Te amo, Minnie.
Henry puso
morros y le sacudí con el trapo de la cocina en el trasero.
- Lo nuestro
es imposible, Henry, somos de mundos diferentes. – Me miró de la misma forma.
- A qué te
refieres?
- Algunos
vivimos en el de la cordura y, otros como tú, en la locura absoluta. – Sus
protestas me hicieron reír mientras me dejaba caer en el sofá y encendía el
televisor.
- Porque
tengo que vigilar el bizcocho, que si no te ibas a enterar! – Asentí, dándole
la razón como a los locos, cosa que le sacó aún más de quicio y a mí me hizo
reír de nuevo.
Había conocido
a Henry el primer año de universidad, nos caímos bien y acabamos compartiendo
piso juntos. En ese entonces, yo dormía con un pijama de Mickey Mouse y aún
adoraba el rosa, así que es fácil imaginar de dónde salió mi mote.
Desde que
nos mudamos juntos, habían pasado otros ocho años. No nos llevábamos mal más
allá de rocecillos tontos de compañeros de piso, propios de una convivencia
cualquiera. Además, Henry era un obseso del orden y de esa forma, había acabado
ocupándose él te todas las tareas de la casa porque según él, yo las hacía mal
y, cito textualmente: para hacerlas mal, mejor no hacerlas. Sí, Henry era mi
asistenta y un muy buen amigo.
- Yah, -
Levantó la mirada de la manga pastelera y me miró. La imagen era francamente
divertida. – para quién es la tarta?
- Para
nosotros, obviamente, hay que celebrar nuestra libertad. – Reí.
- Ahora
vamos a tener menos libertad que nunca, que tendremos que empezar a trabajar. –
Su mirada me dio a entender que jamás se había planteado las cosas así y
asentí, sonriendo. – No lo habías pensado así, no?
- No…
- En fin… -
Suspiré, incorporándome y cogiendo de la nevera una botella de agua. –
Empezaste ya al menos a buscar?
- Buscar
qué?
- Trabajo!
Baja de tu nube de cacao y aterriza! – Le di en la cabeza con la botella vacía
e hizo un puchero.
- Me
maltratas. – Le miré, incrédulo, y resoplé. Tenía uno de esos días de regla
masculina y no me iba a meter ahí.
- Qué
llevarás a la ceremonia de graduación? – Pregunté, buscando entre la montaña de
calcetines sin doblar, dos que fuesen visualmente similares.
- Traje
clásico con pajarita. Tú?
- Lo mismo,
pero con corbata. – Por fin dos eran parecidos y de pies diferentes. No eran
exactamente los mismos, pero servirían.
- Tú
comenzaste a buscar trabajo? – Me preguntó, echando el mandil de cocina a lavar
y acercándose a mí, también en busca de calcetines. Asentí.
- Sí… Pero
de momento no me ha contactado nadie. Todo el mundo quiere a gente con
experiencia, cosa que no entiendo… Somos estudiantes, bueno, hoy ya no, pero
ayer lo éramos! Qué clase de experiencia vamos a tener?
- Ya… Tienes
razón.
- Malditos
estereotipos…
- Sungmin…
- Sí?
- Quieres
hablar de tu sueño? – Le miré.
- A qué
viene eso?
- Te noto
raro.
- No estoy
raro!
- Un poquito
sí…
Me incorporé
del cesto y sonreí. – Estoy bien. Es solo un sueño… Supongo que arrastro el
trauma de Kyuhyun desde hace años, pero créeme que lo tengo más que superado.-
Alcé un pulgar y sonreí aún más ampliamente, dirigiéndome después a mi cuarto,
dejándome caer en la cama boca arriba, observando la lámpara del techo y
soltando un largo suspiro.
Kyuhyun y yo
en realidad nunca llegamos a romper… Simplemente él estaba demasiado ocupado
para responder a mis llamadas y mails, hasta que un día al marcar su número, la
máquina operadora me dijo que ese número no existía, que no pertenecía a nadie,
y todo se esfumó. Es triste que una relación dependa de un teléfono, pero así
fue la cosa, y aunque tratase de hacerme el fuerte… Ocho años después, el
recuerdo de aquella primera de muchas llamadas a aquel número inexistente, aún
hacía que mi corazón se incomodase. Nuestros amigos del colegio tampoco
supieron nada más de él, así que ahí quedó el rastro de Kyuhyun, que fue
disipándose con los años, pero no había llegado a desaparecer.
- Cómo será
tu cara ahora? – Murmuré, sin despegar la mirada del techo. – Serás más alto?
Más fuerte? Ocho años cambian mucho a la gente…
Cerré los
ojos y cuando fui consciente, volvía a encontrarme en el aeropuerto.
- Kyuhyun…
- Estoy
bien? Seguro? – Henry se repeinaba por quincuagésima vez en el espejo del baño.
- Perfecto.
– Me sonrió con ternura. – Como te sigas echando tanta laca, que el agujero de
la capa de ozono aumente en un doscientos por ciento será culpa tuya y recaerá
sobre tu conciencia. – La sonrisa desapareció y dejó el spray sobre la mesa.
- Estás muy
guapo. – Me guiñó un ojo y reí.
-
Igualmente. – Nos sonreímos y nos echamos a reír. Siempre habíamos sido así… La
broma de nuestro romance inexistente había empezado cuando yo estaba deprimido
por Kyuhyun, pero ahora ya era rutina.
- Esta noche
a desfasar! – Gritó antes de cerrar la puerta de casa. Reí.
- Henry, no
quiero hundirte, pero sabes que la mayoría de las chicas del campus piensan que
eres… Bueno… Ya sabes.
- Guapo? Con
talento? Sexy? – Enarqué una ceja y sonreí, agotado.
- Gay,
Henry, gay. – Se quedó estático y pude ver, mientras las puertas del ascensor
se cerraban, como su aura se hundía en la miseria. Le di palmaditas en el
hombro a modo de consuelo.
- Por qué? –
Sollozó. Reí.
- Puede que
tenga algo que ver con que me abraces en los pasillos y me llames Minnie a
todas horas. – Hizo un puchero.
- Pero eso
es porque te quiero!
- Y puede
que también tenga que ver con que vayas diciendo eso por ahí tan a la ligera…
Sé que eres extranjero, pero ya deberías saber que los coreanos no demostramos
nuestro amor a los cuatro vientos.
- Sois unos
sosos.
- Y vosotros
unos exagerados.
- Conduces
tú?
- Piensas
beber?
- Sí.
- Yo
también.
Nos miramos
con rencor y acabamos decidiendo el chófer por la forma más justa desde que el
mundo es mundo:
- Piedra,
papel o tijera! – Gritamos los dos a la vez. Ganó. – Maldita sea…
- Oh, yeah! – Henry comenzó a
saltar y yo tomé las llaves que me tendía entre tarareos de La Macarena.
- Tienes más
suerte que un tonto… - Mascullé, encendiendo el coche y poniéndome el cinturón,
nos dirigimos a nuestra graduación.
- Crees que
estará allí Donghae? – Me encogí de hombros. – No le veo desde hace una semana…
Y no me coge el teléfono!
- Vino
Eunhyuk a verle, seguramente lo que menos le importe en estos momentos sea el
teléfono. – Reí. Donghae había venido a la misma universidad que yo, pero
Eunhyuk se había quedado en Seúl, y ninguno de los dos lo llevaba nada bien…
Pero al final ya había acabado la distancia y Donghae se iría con él a la
capital.
- Vendrá a
la graduación?
- Si puede
caminar, supongo que sí.
- Sungmin! –
Eunhyuk me abrazó con efusividad y yo le correspondí. – Cuánto tiempo, tío! Qué
tal te va?
- No puedo
quejarme. – Sonreí al ver cómo Donghae le tomaba la mano y le miraba con
dulzura. Desde que había roto con Siwon, Eunhyuk no había perdido el tiempo a
pesar de la distancia y en pocos meses ya estaban prácticamente casados. La
verdad es que me había sorprendido la noticia de esos dos, pero me alegraba por
ellos, parecían muy felices.
- Donghae! –
Henry le abrazó con fuerza y Eunhyuk le asesinó con los ojos.
- Quién
eres? – Preguntó con la ceja enarcada. Henry le sonrió con alegría, cosa que
enfureció aún más a Eunhyuk.
- Me llamo
Henry, soy un amigo de Donghae, y tú?
- Su novio.
- Oh, pues
encantado! Tranquilo, no os juzgo! No soy homófobo, vengo de Canadá. – Eunhyuk
ya no le miraba con odio, sino como si fuese un bicho raro. Le entendía, la
primera vez que conocí a Henry pensé que estaba completamente loco.- Allí no
juzgamos a nadie, así que estoy completamente bien con lo vuestro.
- Qué dices?
– Eunhyuk estaba alucinando mientras Donghae, acostumbrado al igual que yo a la
personalidad confusa de Henry, luchaba por aguantarse la risa a toda costa.
- Henry,
cielo, mejor cállate. – Le dije, dándole palmaditas en el hombro, cuándo me
miró como si acabase de hacer una acción buenísima.
- Me
expliqué bien?
-
Maravillosamente. – Donghae se echó a reír y yo con él. Eunhyuk suspiraba,
frustrado por la mirada brillante de Henry, que le observaba en silencio,
esperando a que le diese algún cumplido por algún motivo. Siempre esperaba por
cumplidos, como un cachorro; el día que tuviese uno, le llamaría Little Henry.
- Sabíais
que Heechul se mudó a China? – Tras la ceremonia, nos fuimos a tomar algo por
ahí todos los alumnos junto a los profesores.
- Qué dices?
– Todos nos sorprendimos ante la noticia de Eunhyuk.
- Qué
fuerte, no? – Miramos a Henry, que nos miraba de nuevo con ojitos brillantes. –
Sí, no sé quién es, pero intento integrarme, vale?
- Un
excompañero del instituto. – Aclaré. Asintió, satisfecho.
- Se fue por
Hangeng? – Preguntó Donghae. Eunhyuk asintió.
- Estaba en
la misma universidad que yo, pero no esperó ni a que acabase el curso. Pidió
hacer los exámenes por adelantado y pilló un vuelo a Shanghái.
- Bueno, no
me sorprende. – Reí, dándole un sorbo a mi copa e ignorando las protestas de
Henry. – Esos dos siempre estuvieron muy unidos… Recuerdo que cuando Hangeng
llegó al colegio, en preparatoria, Heechul se pasaba el día hablándole muy
despacito en coreano para que lo aprendiese. – Todos sonreímos, incluso Henry,
al recordar (o imaginar) aquellos momentos en los que Heechul aún era inocente
y no una máquina de las perversiones.
- Esos dos
se querían desde que se vieron por primera vez… Antes de que Hangeng aprendiese
a hablar siquiera, Heechul ya no dejaba a nadie que se acercase. – Comentó
Donghae.
- Una duda,
- Henry nos interrumpió. – es cosa mía o todos en vuestra clase erais gays? – Nos miramos los unos
a los otros, razonando su pregunta, que por una vez no era una estupidez.
- Pues… -
Donghae parpadeaba, sorprendido al darnos cuenta por primera vez de la inmensa
casualidad.
- No, todos
no. – Repliqué. – Kibum? Él jamás pareció interesado en los hombres… Ni en las
mujeres… Ni en nada en particular.
- No te
creas. – Replicó de nuevo Donghae. – Cuando corté con Siwon, me enteré que
habían empezado a salir. Me lo contó Ryeowook.
- En serio?
Qué fuerte. – Henry se moría de risa. El alcohol empezaba a pasar factura.
- Ryeowook y
Leeteuk también lo dejaron, no? – Preguntó Eunhyuk. Donghae asintió.
- Sí, Wookie
le puso los cuernos a Teuk con Yesung en la residencia. – Abrí los ojos como
platos al escucharlo.
- Míralo…
tan inocente que parecía…
- Ahora
están saliendo juntos. Ya llevan tiempo… Desde que acabaron la carrera hace
cuatro años. Según Facebook, continúan juntos.
- Iba a
proponer una reunión de la antigua pandilla, pero me lo estoy replanteando al
escuchar todo esto… - Reí. Los demás rieron conmigo.
- Y
Shindong?
- Se casó,
no? Es con el que menos he hablado… Fue a estudiar a China también, no? – Me
encogí de hombros.
- Yo tampoco
hablé con él. – Respondí a la parejita, que acababan de sacar los móviles y
cotilleaban los perfiles de los demás.
- Pues a mí
me gustaría una reunión de compañeros… Aunque tienes razón, quizás sería
demasiado tensa. – Musitó Donghae.
- Pues yo
creo que no… Si lo dices por Siwon, está feliz junto a Kibum, tienen una
empresa en común. – Respondió Eunhyuk.
- Y Leeteuk?
- Esperad,
que le tengo agregado yo. – Saqué el móvil y aluciné al ver el corazón de su
perfil. – Con Kangin!? What!?
– Una risa histérica sobresaltó a Henry, que dormitaba a mi lado, inflado a
champán. – Oye… Que éste tiene razón. – Señalé a Henry. – Por qué todos hemos
acabado con chicos? Bueno, o solteros.
- Shindong
no.
- Ya, ya sé
que Shindong no! – Resoplé. – Pero el resto sí… No es curioso?
Los otros
asintieron cuando Henry se despertó, sobresaltado por el cambio de música.
- Minnie,
bailamos? – Me dio un beso en la mejilla y suspiré, apartándole de un empujón.
- Mejor ve a
buscarte una chica, anda. – Asintió y se levantó en dirección a la pista de
baile.
- Luego no
te celes! – Chilló.
- No te
preocupes. – Dije, dándole otro trago a mi ya casi vacía copa.
- Estáis
saliendo? – Preguntó Eunhyuk.
- Qué? Ni
hablar. Somos amigos, lo que pasa es que cuando bebe se le va la pinza. – Reí y
él asintió, serio. Le miré, y a Donghae, que se miraban entre ellos y luego a
mí, con rostros preocupados.
- A ver,
qué? Qué ocurre?
- Nada. –
Dijo automáticamente Donghae. Enarqué una ceja y volvieron a mirarse,
suspirando y encogiéndose de hombros.
- Sabes algo
de Kyuhyun? – Preguntó finalmente Eunhyuk.
- Qué
idiotas… Soy un adulto! No me importa que me digáis las cosas a la cara! Su
nombre no es el de Voldemort, sabéis? Puede ser nombrado perfectamente.
- Ya, pero…
- Y no, no
sé nada de él desde hace ocho años.
- Yo escuché
que había heredado la empresa de su padre? O algo así… - Comentó Eunhyuk.
- Hyukkie… -
Le reprendió Donghae, mirándome a continuación con lástima.
- Nadie me
escucha? Acabo de decir que no me importa ni lo más mínimo! – Reí y acabé la
copa. – Heredó, dices?
- Eso
escuché… Creo que me lo comentó Siwon, que colaboró con su empresa.
- Qué
suerte… Yo si heredo, será una carnicería. – Reí, jugueteando con la pajita y
los hielos.
- Pero está
en Corea o en América? – Preguntó Donghae.
- Ni idea…
Pero me imagino que en América, no? Sería lo más lógico… Qué se le ha perdido
aquí?
En ese
momento la música se paró, yo dejé la pajita quieta y Donghae le pegó un codazo
a Eunhyuk por su comentario, quien en seguida se percató de lo que había dicho.
- No, me
refiero a que…
- Tienes
razón. – Resumí, sin levantar la mirada de los hielos del vaso, observando como
poco a poco se convertían en agua. – Qué se le ha perdido aquí?
- Sugmin…
- Estoy
bien, - hice de tripas corazón para levantar la mirada y sonreírles
ampliamente. – no os preocupéis por mí. Hace mucho que he superado eso.
- Seguro?
-
Segurísimo.
En absoluto,
y cada vez lo veía más claro. Una parte de mí estaba completamente segura de
que Kyuhyun no era más que pasado, pero por otro lado, ese comentario de
Eunhyuk me había sentado como una patada. Sé que no había sido con mala
intención, era solo que… Quizás escuchar su nombre sí que doliese un poco.
- Buenas! –
Me giré para ver a una chica, muy mona por cierto, saludarme con una sonrisa. –
Oppa, te apetece bailar?
- Perdona,
pero… Te conozco? – Le sonreí educadamente y ella se colocó coquetamente un
mechón de su larga y lisa melena detrás de la oreja, negando con la cabeza
suavemente.
- No me
conoces, pero yo te he visto por los pasillos de la universidad. – Sonrió con
dulzura y me tendió una mano. – Minah, encantada.
Le saludé
con la cabeza.
- Entonces…
Bailas conmigo? – Por sus pantalones, tan cortos que dejaban más bien poco a la
imaginación, y su camiseta con transparencias, me imaginé que lo último que
aquella señorita buscaba en mi compañía era un baile.
- Lo siento,
Minah, estoy con unos amigos. Otra vez será. – Sonreí, intentando no ser
brusco, pero su expresión dulce se transformó completamente en una de asco.
- Maldito
marica… Atreverse a rechazarme… -
Masculló, dándose la vuelta y esquivando a Henry, que se ofrecía a sustituir mi
puesto encantado.
- Yah! Sabes
quién era esa? – Se acercó. Parecía que la borrachera se le había ido un poco.
Me encogí de hombros.
- Ni idea…
Minah, dijo, no? – Miré al EunHae, buscando apoyo a mi teoría.
- Sí, algo
así. – Asintieron al unísono. Miré a Henry, asintiendo también.
- Es la
líder de las animadoras! Te crees que ese cuerpo sale de la nada?
- Límpiate
la baba, anda. – Reí, negando con la cabeza. – No es mi estilo en absoluto.
- Es guapa,
lista, deportista… Cómo no puede ser tu estilo? Es el estilo de cualquiera!- Se
sentó a mi lado. Parecía realmente frustrado.
- Bueno, no
el mío. Qué te pasa?
- Que me
frustro! – Se hundió en su asiento mientras liquidaba un chupito. – Por qué yo
no ligo ni haciendo malabares y tú, sentado, te la llevas de calle? – Asentí,
pensativo.
- Es mi
encanto natural. – Reí.
- Apuesto a
que si llega a ser el líder de los animadores, te lo pensabas dos veces. – Dijo
Donghae, señalando a un tipo musculado que bailaba en la esquina de la pista de
baile. – Yunho. Primero de su promoción, máster en económicas y unos
abdominales que…
- Que qué? –
Preguntó Eunhyuk, mirándole de reojo con la mandíbula tensa. Donghae le sonrió
con dulzura.
- Que no
tienen nada que envidiar al maravilloso cuerpo de mi novio. – Le abrazó la
cintura y Eunhyuk sonrió, satisfecho.
- Ah, bueno.
Observé al
tal Yunho, y tampoco me parecía particularmente atractivo. Sí, era guapo, y
tenía cuerpo de modelo de ropa interior, pero… No me atraía. No tenía nada
especial.
- Es lo que
más me fastidia! – Protestó de nuevo Henry. – Que eres gay pero aun así ligas
más con chicas que yo, sin embargo a mí se me acercan todos los tíos con
intenciones poco sanas!
- Poco
sanas? – Donghae frunció el ceño.
- Para mi
trasero no es sano. – Masculló Henry, liquidando otro chupito.
- Kris… -
Susurré en su oído.
- Dónde!?
Escóndeme! – En dos segundos, Henry yacía debajo de la mesa, inmóvil. Me eché a
reír.
- Era broma,
idiota. – Salió y me asesinó con la mirada.
- Sabes?
Algún día el karma te devolverá la maldad multiplicada por cien, y ese día, yo
estaré grabando con mi nueva réflex, deseando que YouTube sepa de tus
desgracias! – Reí de nuevo y el EunHae conmigo.
- Quién es
Kris?
- Un borrón
en mi vida. – Masculló Henry.
- Una
experiencia universitaria. – Resumí, enarcando una ceja y sonriendo de lado.
Ellos me entendieron perfectamente y rieron como nunca.
- Ahora
entiendo lo del trasero… - Lloraba de la risa Eunhyuk. Henry mantenía el ceño
fruncido mientras hacía un puchero. Estaba borracho y se notaba a la vista.
- Creo que
le voy a llevar a casa… Son las cuatro de la madrugada y ya tiene más alcohol
que sangre en el cuerpo. – Suspiré, intentando sostenerle en pie, tarea que no
era sencilla.
- Nosotros
también nos vamos. – Eunhyuk y Donghae se sostenían la cintura el uno al otro y
se lanzaban miraditas que dejaba ver claramente que aquella noche solamente
Henry y yo dormiríamos como bebés. – Quedamos mañana?
- Tengo que
ir a la oficina de la universidad a arreglar papeles… Pero os llamo, vale? –
Asintieron y nos despedimos.
Metí a Henry
como pude en el coche, cosa que no fue sencilla porque se empeñaba en que me
quería mucho y se colgaba de mi cuello cual koala. Finalmente, de un empujón
logré amordazarle al asiento del copiloto y arranqué, dándome toda la prisa del
mundo. Luego, el desafío fue despertarle y arrastrarle hasta su habitación.
- Minnie, te
amo!
- Sí, sí, lo
sé. Me lo has dicho veintisiete veces
ya… -Resoplé, desnudándole como podía. Normalmente le dejaría dormido con el
traje, pero al día siguiente estaría histérico porque se habría arrugado, así
que, por no aguantarle, hacía ese grandísimo esfuerzo.
- Minnie… No
te diré que no. – Le miré, y sus ojos apasionados de borracho me hicieron ver
que no estaba viendo la situación como era realmente; puramente inocente. –
Pero por favor, yo seré el activo. No quiero que me vuelva a doler…
- Sí, sí… Lo
que tú digas. – Le desabroché la camisa y se la quité como pude, empujándole
sobre la cama.
- Condones…
Tenemos? – Resoplé y le desabroché los pantalones. – Lubricante?
- Y este
anda por ahí convencido de su heterosexualidad… - Suspiré, ignorándole
completamente. Por fin, acabé de quitarle el traje, lo colgué en una percha y,
cuando me giré, Henry roncaba con la boca abierta y un preservativo en la mano
derecha.- Menos mal que no lo abriste… menudo desperdicio. – Reí, tapándole con
una manta y aprovechando para sacarle una foto. – Esto, por si algún día
necesito vengarme por algo. Buenas noches.
Salí del
cuarto y miré el teléfono: tenía un email.
- A estas
horas? – Pensé, quitándome la corbata mientras esperaba a que se abriese el
correo. – Oh! Una oferta de trabajo! – Leí atentamente el correo. Buscaban
nuevos empresarios, gente con ganas de aprender y de trabajar en una empresa
internacional. Tenían que tener idiomas, y preparación suficiente. – Besthow Corporation… Extranjera. – Musité, terminando de leer el
extenso email. – Mañana!? Aish…
Ya me había
agobiado. Tenía que hacer mi currículum en un solo día… Era una buena
oportunidad, y me imaginaba que habría mucha competencia, así que tenía que
hacerlo bien. Presioné el botón de “aplicar” y me llegó otro mail,
confirmándome mis datos y mi número de identificación para la entrevista.
Acabé de
desvestirme, emocionado por la buena noticia de la noche, y me metí en la cama.
- Besthow Corporation… Por qué demonios
me suena tanto ese nombre? – Antes de que pudiese levantarme a investigar, el
sueño me venció completamente.
- Te voy a echar de menos…
- Recuerda, esto no es un anillo, es una
promesa.
- Prométeme que volverás a por mí.
- Te lo juro.
- Te quiero, Kyuhyun.
-Fin-
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