*Sungyeol
POV*
Mientras
recordaba el rostro de Myungsoo pidiéndome por favor su oportunidad número
doscientos noventa y tres, no podía evitar recordar también el momento en el
cuarto de Sungjong. Por qué seguía perdonando a Myungsoo, día sí y día también?
Realmente merecía la pena todo esto? Esta inseguridad, el no saber si podía
confiar en la persona con la que compartía colchón… Bueno, miento, sí que lo
sabía. No podía confiar en él, pero a pesar de saberlo, seguía aceptando sus
caricias y sus besos.
Myungsoo me
había dicho que me quería, pero hasta dónde era eso verdad? Sungjong era mi
amigo, uno de los mejores, pero nuestra amistad se había ido al traste por
culpa de que ambos estábamos enamorados de la misma persona, y aunque ahora
parecía que Sungjong había abandonado la competición por el corazón de
Myungsoo, yo no era feliz. Había perdido a un amigo de camino al pódium, y aun
así, había ganado? Podía asegurar que Myungsoo ahora solo me veía a mí? Suspiré
y negué con la cabeza. Ni hablar. Myungsoo y la monogamia no era algo
compatible. Son incontables las veces en las que le había pillado intentando
desnudar al maknae, o ya simplemente desnudándose él, pero seguía perdonándole.
Porque venía minutos después con lágrimas en los ojos y las palabras mágicas
que yo me creía siempre: Te quiero. Me había hartado de escuchar que todos
cometen errores, y que perdonar es lo más justo. Lo es? Para quién? Sungjong
sufría porque le decía en la cara que él mismo era un error, yo sufría porque
no quería ver llorar y gritar de dolor a mi amigo, y Myungsoo… Él sabe lo que
es el sufrimiento, para empezar? Lo dudaba tanto…
Tragué
saliva para que mis lágrimas no empapasen mi rostro, como ya era rutina, y
suspiré. Era mi día libre, y me sentía agotado mentalmente. Había ido a la
farmacia a por suplementos vitamínicos que me ayudasen un poco a mantenerme en
pie, pero a pesar de haberme chutado cantidades inviables, no parecía haber
mejoría.
- Quizás el
problema no sean las vitaminas… - Murmuré, tirado en el sofá, observando los
halógenos, que en ese momento de carencia energética, me parecían sumamente
interesantes a falta de algo más en lo que centrar mi atención.
- Oh,
volviste? – Myungsoo me sonreía desde el pasillo, sosteniendo una taza de café
vacía. Le miré, con cansancio. Jamás me había parecido tan poco atractivo como
ahora. – Compraste eso en la farmacia?
- Sí… - Me
incorporé, abrazando un cojín y mirando al suelo.
- Los demás
han salido… Así que tenemos la casa para nosotros… - Deducía por su tono de voz
que no quería que le ayudase a doblar calcetines, precisamente.
- Genial.
Ignoró mi
tono completamente carente de emoción alguna, y se sentó a mi lado, retirándome
el pelo del cuello y depositando un beso en este, provocándome un escalofrío
que me recorrió todo el cuerpo.
- Myungsoo…
- Suspiré, intentando conseguir las fuerzas que me faltaban para rechazarle. No
podía con mi alma… No soportaría una de sus sesiones de sexo desenfrenado.
- Qué bien
hueles, Yeollie… - Acariciaba mi cuello con sus labios, empapándolo con su
lengua y dejando suaves mordiscos. Le encantaba marcarme… Mi cuerpo entero no
tenía nada que envidiarle al de un dálmata.
- Para… -
Susurré. No lo hizo. Lamió mi oreja, mordiendo mi lóbulo y haciendo que
escapase de mis labios un gemido traicionero. – Y si vuelven los demás?
- No
volverán… - Susurró, con voz grave.
- Dónde está
Sungjong? – Mencioné a propósito su nombre para observar su reacción. Le miré
de reojo y él sonrió de lado.
- A quién le
importa? – Tensé la mandíbula y le empujé con fuerza, lejos de mí.
- Qué has
hecho? – Me miró con inocencia. Esa inocencia fingida que tanto había
practicado desde hacía demasiado tiempo, y que siempre había colado. No esta
vez.
- Yo?
- Qué has
hecho mientras yo no estaba aquí? – Mascullé, esforzándome por no empezar a llorar
y romper mi imagen seria que tanto me había esforzado en labrar.
- No confías
en mí, Yeollie? Qué iba a hacer?
- Cuando yo
salí de casa, Jong aún estaba aquí. – Myungsoo se incorporó y se acercó a mí,
rodeándome la cintura con sus brazos y pegándome a él.
- No hice
nada… Yo te quiero a ti. – Esa había sido una confesión de culpa en toda regla.
Por todos mis años de decepciones, había calado perfectamente el perfil de
Myungsoo, y aunque no quisiera creerlo, podía saber, sin margen de error
alguno, cuándo mentía y cuándo no. Desgraciadamente, lo segundo lo veía
bastante poco.
- Myungsoo…
- Tomé sus brazos y los alejé de mí. Me miró a los ojos, confuso. Le retiré la
mirada. – Ojalá pudiese confiar en ti… - Susurré. – Ojalá pudiese volver a ser
el mismo idiota de hace cinco años… Y pudiese creerme todas tus mentiras a
ciegas.
- No
miento.- Reí.
- Sí lo
haces, continuamente, de forma compulsiva. Y es una lástima que por esos labios
tan bonitos no salgan más que palabras hirientes para todos los que te rodean.
– Mis palabras parecieron sorprenderles.
- De qué
demonios me estás hablando, Sungyeol? – Su verdadero él estaba saliendo poquito
a poco. Su paciencia se estaba mermando.
- Estoy
hablando de que ya no puedo creerme de ti ni la hora, Myungsoo… Y que ya no soy
capaz de salir de casa tranquilo si Sungjong y tú os quedáis bajo el mismo
techo.
- No confías
en Sungjong?
- No confío
en ti. – Tensó su mandíbula. “Aquí está…”
- Dijiste
que ibas a confiar en mí, maldita sea! – Rugió, dándole un zarpazo a un cojín,
estrellándolo contra la pared. Me miró, agresivo, pero no tenía miedo… No era
la primera vez que le veía así. Era como esos perros, que cuando se veían
acorralados, les entraba el pánico y su defensa era enseñar los dientes, y en
un último caso, morder. No tenía miedo de los dientes de Myungsoo ni de las
heridas que pudiesen hacerme, porque ya sabía cómo se sentían… Por todo mi
cuerpo había marcas de su mandíbula, de sus afilados colmillos.
- Ojalá
pudiese… - Susurré.
- Entonces
para qué demonios dijiste que me darías la oportunidad!? – Su respiración se
aceleró todavía más.
- De verdad
que lo intenté… Pero no soy capaz.
Hablaba en
voz bajita, muy bajita, que contrastaba con sus rugidos que hacían resentirse a
mis tímpanos.
Resopló,
dándome la espalda en un giro rápido. Podía sentir su rabia y frustración
emanar de sus poros como el humo, elevándose hasta el techo y dejando un
ambiente incómodo y peligroso en la sala.
- Me estás
dejando, no? – Tras unos minutos, Myungsoo por fin abrió la boca y volvió a
girarse, mirándome fijamente. No podía leer su expresión, pero sus ojos
parecían preparados para cualquier respuesta que pudiese darle. La cuestión
era, cuál era mi respuesta? Quería realmente alejarme de él después de todo lo
que me había costado acercarme?
- Yo… No lo
sé. – Musité. Myungsoo se acercó a mí y tomó mis manos, haciendo que le mirase a
la cara.
- No lo
hagas. No te alejes de mi lado. – De los gritos desgarradores había pasado a
susurros más dulces que la miel, y eso hizo que el daño se multiplicase. Sabía
que de nuevo estaba exhibiendo sus talentos como actor, porque Myungsoo era
así, sabía cuál de sus papeles interpretar a cada momento. Le conocía mejor que
él mismo, probablemente.
Tragué
saliva y cerré los ojos con fuerza, haciendo de tripas corazón para deshacerme
de su suave agarre y dejarle con una expresión de absoluta confusión.
- Yeollie… -
Abrí los ojos y le miré con la expresión rota. Me sentía como si me estuviesen
clavando un hierro al rojo vivo en el pecho.
- Myungsoo…
Por favor, por una vez, por primera vez en tu vida, quítate la máscara y
escúchame. – Le dije, tragando saliva e intentando controlar mis sentimientos. –
Te quiero. Te quiero tanto que abrasa, pero no soy capaz de llegar a tu corazón…
Porque no me lo permites. He intentado que lo nuestro funcionase tantas veces
que he perdido la cuenta, solo Dios sabe el dolor por el que he pasado y
cuántas mentiras llevo clavadas con puñales en mi espalda. – Myungsoo me
observaba de nuevo sin expresión, en silencio, escuchando atentamente mis
palabras, probablemente escogiendo cuidadosamente su próximo movimiento.
Pedirle que se quitase la máscara era una tontería… Jamás me haría caso. Jamás
permitiría que fuese su propio orgullo el que saliese herido de aquello, fuese
como fuese. Myungsoo jamás perdía, jamás lloraba, jamás sufría. – Aún ahora
cuando te miro, no sé qué pensar, ni qué decir, ni qué hacer. Porque tengo siempre
presente la idea de que en realidad no te conozco, y al mismo tiempo lo hago
mejor que nadie. Siempre tengo que estar alerta para saber si tu ropa huele al perfume
de otra persona, o si tus labios no saben como tus labios. Y si la marca del
cuello no te la hice yo? Y si tus arañazos en la espalda no son de mis uñas?
Son demasiados “si”, Myungsoo… Y creo que no me merezco esto. Creo que me
merezco ser feliz y que se me quiera como yo quiero.
Silencio.
Myungsoo me observaba en silencio, sin moverse ni un centímetro. Únicamente
parpadeaba, y a veces su respiración se entrecortaba, pero nada más.
- Entonces…
- Musitó. – Sí que me estás dejando.
Suspiré. Esa
era su única conclusión, y no parecía haber ni una pizca de culpabilidad en su
tono. Le daba igual que acabase de exponer mi corazón abierto ante sus ojos.
Nadie le importaba a Kim Myungsoo más que Kim Myungsoo.
- Llamémoslo
mejor hiatus. – Me fijé
en cómo tensaba todo su cuerpo. – Dudo mucho que pueda enamorarme de alguien
como lo estoy de ti, pero no voy a volver contigo hasta que vea por mí mismo
que has cambiado. Porque no voy a sufrir más.
Prolongó su
silencio unos segundos más hasta que finalmente soltó una risita histérica y sonrió
de lado, mirándome con suficiencia.
- Hiatus? En
serio? – Rió de nuevo, bajando la mirada unos segundos mientras negaba con la
cabeza. – Yeol, - la elevó de nuevo y me apuñaló una última vez con sus ojos. –
de verdad te crees que solamente porque te has metido en tu papel de dama
traicionada me voy a replantear mi vida? Quién te crees que soy? El
protagonista de alguno de tus estúpidos doramas de después de comer?
No dije
nada. Simplemente dejé que descargase toda su indiferencia conmigo. Dolía, mucho,
pero yo lo había elegido y me mantendría en pie hasta el final. No volvería a
derrumbarme ante sus pies.
- De verdad
te crees que vas a despertar algo en mi conciencia? Un Pepito Grillo? –
Continuó. – Te has perdido un tren que no volverá a pasar, que lo sepas. No voy
a llorar por esto, de hecho, ahora no tengo ni que molestarme en disimular… Ya
puedo traerme a quien quiera a casa, no? Ahora no tengo ni que mentir… Me
gusta. No sé por qué no lo has hecho antes. Cuánto más pensabas aguantar? Estás
de psiquiátrico. – Rió de nuevo y se giró, cogiendo las llaves que descansaban
en un bol al lado del sofá. – Me voy a tomar algo con alguna bella señorita…
Solamente con pararme en una parada de autobús vendrán ellas solas. – Me sonrió
y me guiñó un ojo, mientras yo me alentaba a mí mismo. “Un poco más, Sungyeol.
Solamente sopórtalo unos segundos más.” Incluso mi respiración se había
detenido, y solo se reanudó cuando la puerta del dormitorio se cerró con un
violento golpe tras un “Buenas noches, Yeollie.” completamente sarcástico e
hiriente, procedente de los labios de Myungsoo.
- Está bien…
- Sollocé, por fin, arrancándome el hierro incandescente del pecho y dejándome
caer sobre mis rodillas. Mis piernas sentían un alivio espantoso ante la ausencia
de tensión muscular extrema, empezando a dormirse en cuanto el suelo hizo
contacto con ellas. – Es lo mejor para ambos.
Me estiré
sobre el parqué, cerrando los ojos al sentir la madera cálida, contagiada de mi
propia temperatura, confortarme.
- Yeol? –
Abrí los ojos al sentir una mano zarandearme suavemente el hombro. Sungjong me
miraba con expresión preocupada y le sonreí con ternura.
- Qué hora
es? – Susurré. Me dolía horrores la espalda; mi cálido suelo me había
traicionado también.
- Falta poco
para la cena. – Musitó, tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme. – Qué te
pasa? Tienes un aspecto horrible…
Me miré en
la pantalla apagada del móvil y, efectivamente, parecía un refugiado de la
guerra. Tenía los ojos y labios hinchados, la cara sucia por las lágrimas, la
nariz colorada y el pelo en un estado perfecto para adoptar a una familia de
golondrinas. Me peiné con la mano, guardando el móvil en el bolsillo y
sonriendo con cansancio. Sungjong me observaba, preocupado, analizando la
situación.
- Ha pasado
algo con Myungsoo? – Preguntó, en voz baja.
- Salgo! – Interrumpió
Hoya, cogiendo la cazadora vaquera y mirándonos con prisa. – Buenos días, Yeol!
Se duerme bien en el suelo?
- Cuándo
llegaste? – Pregunté.
- Antes que
Sungjong. – Resumió, calzándose. – Ahora voy a rescatar a Woohyun, que está
deprimido en la azotea de la agencia, llorando a moco tendido. – Le miramos,
confusos. – Olvidadlo. Ya nos lo contará él, lo sabéis.
Asentimos y
nos despedimos con un gesto de cabeza. Sonreí, Woohyun era incapaz de callarse
nada, así que nunca era un motivo de verdadera preocupación.
- En este
grupo están pasando cosas muy raras. – Susurré, desplomándome en el sofá,
haciendo fuerza contra el respaldo para que me tragase y me convirtiese en un
mueble para siempre.
- Menuda
novedad. – Ironizó Sungjong. – A ver, ahora cuéntame qué ha pasado, anda.
Le miré y
sonreí de nuevo, agotado física y mentalmente.
- Creo que
he cortado con Myungsoo. – Abrió los ojos, sorprendido.
- En serio? –
Asentí. Los recuerdos de hace unas horas pasaban ante mis ojos a gran
velocidad, sin dar tiempo apenas de apreciar lo sucedido. – Y eso?
- Creo que
la realidad me ha pegado una paliza. – Reí sin ganas y él sonrió con ternura,
apoyando su cabeza en mi hombro. Mejor que nadie, Sungjong podía entender lo
que era estar preso en el hechizo de Myungsoo. Le envidiaba, porque él estaba superándolo
con una fortaleza asombrosa.
- Por fin te
has dado cuenta de lo que implica estar a su lado? – Asentí, apoyando la cabeza
en la suya.
- El simple
hecho de amarle ya es un sacrificio…
- Nunca
mejor descrito.
- Es que…
Hoy estaba pensando en nosotros, y en ti, y en todo… Y me di cuenta de que no
es más que una mentira. Vivía en una ilusión que ni siquiera me hacía feliz.
Sus gestos de cariño eran tan falsos que dolían, y pensé que vivir así no era
vivir. Además, por su culpa he perdido lo que era yo, lo que quería ser, mi
personalidad, y he perdido a mi mejor amigo. – Le miré e hizo un puchero,
enternecido. Reí.
- Qué idiota…
No me has perdido. – Susurró, separándose y despeinándome. Le sonreí y le agradecí
de corazón que estuviese ahí, hablando conmigo. – Tenía la esperanza de que tú
te dieses cuenta de lo que yo, aunque a mí me lo tuviesen que decir desde
fuera. – Asentí, suavemente. – Vales más de lo que piensas… - Murmuró. Parecía
estar recordando algo, pero no le di importancia.
- Gracias
por todo, Jonggie… Al final siempre acabamos los dos solos. – Reímos y asentimos
con tristeza.
- Cierto…
Nos quedamos
en silencio, mirando a la nada durante unos minutos, hasta que Sungjong lo
rompió.
- Yeol… -
Alcé la mirada hacia él. – Te irá bien. Escucha, sé que amas a Myungsoo, lo
entiendo perfectamente, pero no creo que no seas del todo correspondido. Yo
siempre estuve esperando a que me dijese una palabra de cariño, un “te quiero”
que nunca llegó, pero tú sí lo tuviste… Y creo que has hecho bien en dejarle.
Creo que lo que ocurre es que ni él mismo sabe lo que siente porque jamás ha
sentido ningún tipo de aprecio hacia nadie que no fuese él mismo y no entiende
lo que es. No le defiendo, solo quiero que sepas que quizás esto sea lo más
inteligente que hayas hecho nunca. Es un golpe de atención para él. Y estoy seguro
de que volverá a ti con el rabo entre las piernas.
-Tú crees? –
Susurré, analizando sus palabras. Asintió.
- Pero
entonces, no le aceptes. No seas tan idiota como hasta ahora lo has sido, no
solo tú, también yo. – Observé la expresión de Sungjong. Estaba serio, muy
serio, mirando a la nada. Como si estuviese viendo claramente lo que iba a
suceder. – Haz que sufra un poco, que llegue a experimentar aunque sea una
mínima parte de lo que nosotros pasamos… Y así sabrá lo que es y le costará más
volver a hacerlo.
- Parece que
hablas desde la experiencia.
- Me
encantaría que así fuese. – Sonrió y me miró. Le devolví la sonrisa.
- De verdad
crees que volverá? – Musité. Asintió y suspiró.
- Me
gustaría que no, pero estoy demasiado seguro. Ahora mismo estará entre las
piernas de alguien, desahogándose y preguntándose por qué demonios no es lo
mismo.
Esa imagen
dan plástica dolió, pero era un dolor soportable… Porque en el fondo sabía que
era un proceso por el que él tenía que pasar.
- No te
agobies. – Me abrazó y me sonrió con ternura. – Hyung, te irá bien. Estoy seguro.
- … Hyung!? –
Reí histérico. Sungjong no me llamaba así desde el debut.
- Sé que en
el fondo te ha hecho hasta ilusión. – Rió y puso morros. – Al fin y al cabo,
soy tu maknae favorito.
Enarqué una
ceja y le hice cosquillas para que me soltase.
- No te
creas… me estoy encariñando con el de Teen Top.
- Con
Changjo?
- Ah, se
llama así?
Me miró,
frustrado y sonreí.
- Bromeo.
- Seguro que
sí.
- Va en
serio!
- Ya… Fijo.
Eres un desastre, Hyung!
* L.Joe POV*
En cuanto
entré por la puerta, lo primero que vi fue a Niel durmiendo en el sofá. No me
acostumbraba todavía a que esos dos no estuviesen todo el día pegados el uno al
otro… Se veían como a la mitad, como si les hubiesen robado un trozo, pero
bueno, era cosa suya y yo había decidido no volver a meterme en los asuntos de
los demás.
Continué con
cuidado de no hacer ruido y entré en mi cuarto, cerrando con pestillo y dejando
las bolsas frente el cabecero de la cama. Únicamente mantuve conmigo una
mientras me tiraba en la cama, la única que realmente quería mantener conmigo
fuese como fuese; la bolsa amarilla y negra que llevaba dentro el regalo que me
había dado Sungjong.
Saqué la
gorra con cuidado y la miré, sin poder ocultar la sonrisa que se hizo lugar en
mi cara. Echaba mucho de menos esa sensación de calidez y nervios permanentes
en mi pecho y estómago, aunque todavía me sentía algo culpable por lo de
Chanhee, la felicidad era superior. Estaba muy confuso también con todos mis
sentimientos… Todo iba demasiado rápido, pero que me gustaba Sungjong era un
hecho, y por lo que me había dicho, podía pensar que yo a él también?
El recuerdo
de Sungjong llamándome, con el pelo ligeramente desordenado por el viento, su
sonrisa tímida y sus mejillas rosadas, no me abandonaba la mente.
“Byunghyun Ah! Oye… Cómo de malo crees que
sería que me gustases?” Otra sonrisa, aún más amplia todavía, se formó en
mi rostro al recordar sus palabras. Ojalá hubiese podido responderle antes de
que el mánager me empujase a la furgoneta con prisa. Aunque, pensándolo bien,
qué le habría dicho? Probablemente me habría entrado la risa tonta o me habría
quedado mudo. En el programa de radio que tuve que atender, estaba tan nervioso
que no hice más que fastidiarla, pero me daba igual, me sentía tan feliz que
podía morir.
Dejé la
gorra sobre mi cara, observando su oscuro interior y sonreí de nuevo. Era lo
que se denominaba “un tonto feliz”.
- Qué debo
hacer? – Susurré, aún con el rostro hundido en el accesorio. – Le llamo? Espero
a que me llame? O quizás no debería de hacer nada y dejar que las cosas sigan
su curso de forma natural?
- Hyung!
Hablas solo? – Niel habló desde el otro lado de la puerta y rió. Me incorporé y
miré a la puerta con rabia.
- Calla y
pide la cena! – Chillé.
- Qué pido?
- Y yo qué
sé? Ten iniciativa!
- Es que no
sé cuántos seremos! Changhyun, Chanhee y Jonghyun están en el hospital, Minsoo
acaba de ir para allí y si solo somos dos va a sobrar mucho pollo.
- En el
hospital? – Pregunté, observando la gorra, sin preocuparme en exceso.
- Changhyun
se torció un tobillo. – Resoplé.
- Estupendo.
Pide fideos entonces.
- Vale! – Y se
marchó sin más, dejándome con mi adorada tranquilidad.
- Y si es
mala idea que empecemos algo? – Susurré, mirando el sombrero, que descansaba
sobre mi almohada y yo sentado frente a ella, observándole fijamente, esperando
algún tipo de respuesta que jamás llegaría. Las gorras no hablan. – Acabo de terminar
con Chanhee, y él acaba de salir de algo muy oscuro con el Men in Black
ese… Quizás sería mejor espera algo más? O simplemente que no pase nada? Porque
en la intimidad de un grupo aún es disimulable, pero cómo tendríamos citas? Y
cómo haríamos una vida de pareja normal?
Podría
preguntarle a algún amigo, así no habría problema, pero a quién?
Saqué el
móvil y marqué de forma inconsciente hasta que una voz grave y divertida me
habló al otro lado del teléfono.
- Hyung! –
Saludé a Chanyeol con alegría y él me devolvió el saludo.
- A qué se
debe esta llamada? Estoy grabando y no tengo mucho tiempo, así que date vida.
- Qué
mentira… Fijo que estás tirado en casa dormitando!
- Fallo! En
la furgoneta! – Reímos y suspiré.
- Te llamaba
porque te tenía que hacer una pregunta…
- Si es por
lo de Baekhyun, olvídalo, estoy bien.
- Lo sé, lo
sé. Solo quería saber cómo hacíais para salir juntos por ahí… Es decir, sé que
no dormís en el mismo dormitorio… Cómo era?- Pareció sorprendido por mi
pregunta.
- Pues… No
sé. Con naturalidad. La gente no suele sospechar de dos chicos, es lo bueno. –
Asentí. Tenía razón… Quizás veía complicaciones donde no las había.
- Cierto…
- Por? Te
gusta alguien?
- Más o
menos…
- Cómo puede
gustarte alguien más o menos? – Rió.
- Es
complicado.
- No sabes
lo que es complicado… - Suspiró, con tristeza. – Que tu novio te deje por una
chica. Eso es triste.
- Lo siento,
Chanyeol… - Hice una mueca. No le había sido fácil, pero bueno, no lo llevaba
tan mal como pensé.
- Estoy
bien. Solo necesito tiempo.
- Me imagino…
- Tengo que
colgar, que entro a grabar.
- Estabas
trabajando de verdad!?
- Claro!
Algunos lo hacemos!
- Cállate.
Reímos y nos
despedimos a toda prisa. La llamada no había durado más de treinta segundos,
pero bueno. Ni siquiera sabía para qué le había llamado, la respuesta que él me
dio la podría haber alcanzado yo solo, pero bueno.
- Quizás…
Estoy solamente buscando escusas? Tengo miedo? – Murmuré, pasando de mirar la
pantalla del móvil a la gorra de nuevo. – Quizás debería hablar primero con los
chicos…
Volví a
mirar el fondo de pantalla, donde me miraban mis miembros con una sonrisa en
una foto de nuestro primer premio hace años. Observé a Chanhee, a mi lado,
sonriendo con nuestros brazos entrelazados. Éramos muy jóvenes…
Acaricié
inconscientemente la pantalla, a todos ellos. No quería hacerles daño, a
ninguno, no quería que sufriesen por mi culpa como ya lo habían hecho… Me
gustaba Sungjong, pero nada siendo un idol es gratis; todo requiere un
sacrificio. Con Chunji había tenido que sacrificar menos porque cara al público
disimulábamos, pero todo quedaba dentro del dormitorio. Pero… Con Sungjong
sería diferente. Era el doble de gente implicada. Y si se descubría? No
caeríamos solo nosotros, sino que arrastraríamos a nuestros grupos con
nosotros. Y a nuestras agencias, y no eran de las poderosas de Corea… Había mucho
en lo que pensar esta vez. No podíamos ir improvisando, sino ir pisando sobre lo
construido previamente.
Suspiré y
tragué saliva. Ya no me sentía tan feliz… Sino con miedo. Mucho miedo.
- Hyung, han
llegado los fideos! – Niel me llamó desde algún punto de la casa y suspiré,
incorporándome y guardando la gorra en su bolsa.
- Mañana
pensaré de nuevo cuando le vea… - Murmuré, guardándola en el armario y saliendo
a comer.
La noche
había sido de todo menos tranquila. A las una de la mañana llegó el Trío
Calavera, uno de ellos cojo y sin parar de quejarse, el otro obsesionado porque
nadie le tocase, como si fuese contagioso, y Chanhee muriéndose de risa al ver
el comportamiento de Jonghyun.
Ni pregunté
qué había pasado, simplemente les apresuré para que cada uno se fuese a su
cuarto y listo.
Cuando llegó
la hora de ir al ensayo a la tarde siguiente, la casa era completamente
distinta… Niel y Minsoo parecían felices no, lo siguiente. Volvían a abrazarse
y a hacer tonterías juntos pero separándose cuando nosotros cuatro, los que no
teníamos un aura rosa a nuestro alrededor, nos quedábamos observándoles con una
ceja enarcada.
- No ha
pasado nada, por qué lo preguntáis? – Decían. Los maknaes, junto a mí y Chanhee,
no nos tragábamos nada, pero, de nuevo, el trato era no preguntar, simplemente
esperar a que quisiesen contarlo.
También
notaba algo raro entre los dos pequeños… Jonghyun parece preocupado en un
exceso exagerado por Changhyun, y Changhyun confuso porque no entiende a qué
viene tanta atención por un esguince que ya ha tenido antes, pero Jonghyun no
atiende a preguntas, saca los dientes a la mínima y no deja que nadie se
acerque al peliazul, sea cual sea el motivo.
De hecho, en
la furgoneta, me senté al lado de Changhyun y tuve que irme porque los gritos
amenazantes que me estaba lanzando Jonghyun iban a hacer que mi tímpano
estallase.
- Oye! Que
soy tu Hyung! – Le recriminé cuando me arrastraba fuera del vehículo.
- Me da
igual. – Masculló, tomando mi posición al lado de Changhyun, que le miraba con
expresión no confusa, sino lo siguiente.
Miré a
Chanhee, que sonrió con ternura y eso me confundió más aún. Algo estaba pasando
y no se me informaba.
- Hyung, no
sabías que a Changjo le gusta Ricky? – Dijo Niel, recibiendo a continuación un
cojinazo de Jonghyun, lleno de rabia. Abrí los ojos como platos y miré al
maknae, que me miraba con odio injustificado y la cara roja como un tomate.
- No digáis
mentiras! – Salió Changhyun a defenderle, cosa que solo hizo que se ruborizase
más.
- Marujeos
otro día! Llegamos tarde para variar! – Bramó el mánager. Suspiré y me subí al
asiento del copiloto, mientras miraba por el retrovisor a los dos maknaes, que
se sonreían con timidez. Enarqué una ceja. No eran demasiado pequeñitos para
eso?
- Dios… -
Murmuré al reaccionar a ese pensamiento. – Me empiezo a parecer a mi madre.
- Hablas
solo? – Me dijo el mánager. Resoplé. Últimamente escuchaba demasiado esa frase.
Al entrar a
la sala de ensayos, los miembros de Infinite ya estaban allí, recibiéndonos con
sonrisas y saludos informales. Sungjong me sonrió con timidez y le devolví la
sonrisa, acercándome a él.
- Hola… -
Murmuró, bajando la mirada sin borrar la sonrisa. Sentí que mi corazón se
derretía.
- Hola… -
Respondí, reaccionando de la misma manera.
- Hoy… Ya
toca la última parte de la coreografía, no? – No sabía por qué hablábamos tan
bajo… De hecho, casi ni nos escuchábamos porque los dos raperos de su grupo
estaban chillando histéricos al ver que su pupilo de pelo azul se había
lesionado.
- Mi pequeño!
– Chillaba Hoya. – Y ahora qué? Te duele? – Intentó abrazarle, pero Jonghyun se
interpuso, con el pelo erizado y enseñando los colmillos.
- Sí, claro.
– Asentí, ignorando lo que estaba pasando al otro lado de la estancia.
- Dormiste
bien? – Sungjong intentaba que no nos quedásemos en silencio, y era obvio. El
silencio sería demasiado incómodo.
- No
realmente… Estos llegaron tardísimo de urgencias, me despertaron, luego toda la
noche con los lloriqueos de ese – señalé a Ricky y puse cara de resentimiento.
Sungjong rió y yo me sentí feliz de haberle hecho reír. -, después, Chanhee
habló en sueños. Por la mañana, tuve agenda desde muy temprano y… Mira mis
ojeras.
Me señalé
los ojos y él volvió a reír. Sonreí con timidez y me quité la sudadera,
dejándola encima de una colchoneta. Me imitó y nos adelantamos a los demás,
empezando a repasar lo que ya había aprendido.
- Pues yo
ayer dormí genial. – Dijo. – Aunque estaba algo nervioso por verte hoy…
Un pinchazo
en el estómago en absoluto desagradable me hizo mirarle con sorpresa a través
del espejo.
- Oh…
- Perdona,
te he incomodado? – Sonrió, bajando la mirada mientras estiraba.
Negué con la
cabeza rápidamente.
- En
absoluto… Al contrario. – Reí suavemente y tragué saliva. Estaba tan nervioso
que me temblaban las piernas.
Mientras observaba
a Sungjong realizar la coreografía que se sabía hasta el momento, vi a través
del espejo como la oscura figura de L me apuñalaba con la mirada desde el grupo
de los vocalistas. Parecía que tenía una diana en la espalda y la intentaba
quemar de tanto mirarla.
- Ignórale. –
Susurró Sungjong, mirándome directamente.- Está de mal humor porque Sungyeol ha
cortado con él y busca descargar su ira con alguien.
Le miré,
sorprendido.
- Debería
preocuparme?
- No es
agresivo, es un perro que ladra mucho pero que no muerde. – Asentí y no pude
evitar sonreír ante la comparación. Acababa de comparar al que era el amor de
su vida con un perro?
- Sungyeol
cómo está? Me habías mencionado que le gustaba bastante…- Inicié los
movimientos nuevos, despacio, para que me siguiese con facilidad. Lo hizo sin
problema, como siempre.
- Está
enamorado hasta la médula, y por dentro está hecho una mierda. – Me sorprendió
de nuevo con su expresión. Rió. – Sí, sé decir palabrotas.
- Por
dentro?
- Por fuera
aparenta indiferencia. En mi grupo somos mucho de hacer eso… Por eso cuando
explotamos, nos afecta a todos. Deberíamos cambiarlo, pero no lo hacemos.
- A nosotros
nos obligarían a hacer terapia de grupo… - Reí, pensando en Andy diciendo que
teníamos que durar tanto o más que Shinhwa.
- La hicimos
una vez… Pero fue demasiado incómodo y decidimos intentarlo por nuestra cuenta.
Ahora hablamos de vez en cuando y está bien, pero seguimos siendo de esa forma
a pesar de ser cercanos.
- Oh… -
Hablar con esta naturalidad con Sungjong me encantaba. Ambos sabíamos de los
sentimientos del otro, pero lográbamos romper el hielo hablando de cosas
normales y corrientes, como si fuésemos compañeros de toda la vida. Le miré a
través del espejo y corregí su postura suavemente. Sonrió cuando coloqué mi
mano en su cintura y la otra en su muñeca. Le miré a través del espejo de nuevo
y me sonrojé, tragando saliva y soltándole de inmediato.
- Así está
bien… - Murmuré, volviendo a mi posición. Él rió con suavidad y asintió.
- No sabía
que fueses tan tímido, Byunghyun… - Le miré. No me acostumbraba aún a que me
llamase por mi nombre… Pero me gustaba. Sonreí y bajé la mirada.
- Lo soy…
- Está bien.
– Musitó. – Me gusta.
Nos miramos
y sonreímos, avergonzados por el momento.
- Descanso,
muchachos! – Gritó Sunggyu, apagando la música. – Veinte minutos, vale? Bebed
algo y, por favor, que alguien encienda el aire acondicionado!
Me despedí
de Sungjong por un momento para ir al lavabo a refrescarme. Había duchas y
todo, pero no me iba a duchar ahora… Aunque una ducha fría me vendría de
perlas. Sungjong era muy sexy y mi cuerpo no sabía lo que era el disimulo.
Me lavé la
cara y metí la cabeza bajo el grifo, empapándome el pelo y sintiendo mi
temperatura bajar de una forma agradable. El calor era insoportable en aquel
sótano.
Estaba
secándome el pelo cuando la puerta se abrió a mis espaldas y entró una figura
oscura con el ceño fruncido.
- Buenas,
L.Joe. – Saludó, cerrando la puerta a su espalda y sonriéndome de lado. Suspiré
y le sonreí ampliamente.
- Buenas, L.
Ambos nos
sabíamos el nombre del otro, pero llamarnos por el nombre artístico era más
ofensivo.
- No sé qué
demonios verá Sungjong en un tipo como tú… Pero está claro que solo busca un
sustituto para mí. – Rió sarcástico, encendiendo una ducha y metiendo la cabeza
debajo, empapándose él también el pelo.
Decidí
ignorarle y continuar con lo mío.
- Nuestro
nombre incluso es parecido… Ambos empezamos por L, y además ambos somos bien
parecidos… - Continuó con su delirio momentáneo. Sabía que se refería a mí,
pero por su tono de voz, se podría decir que no hablaba con nadie en concreto. –
La diferencia está en musculatura y medio metro de altura.
Tensé los
puños y suspiré profundamente.
- La
diferencia está en que yo no soy un capullo integral. – Resumí, dirigiéndome a
la puerta, pero él fue más rápido y me bloqueó el camino.
- No sé qué
es lo que buscas en Sungjong, pero te sugiero que te alejes de lo que es mío. –
Masculló, con la mandíbula tensa. – Además, alguien como él no puede tener a
alguien como tú a su lado.
Sonreí y le
miré a los ojos. – Me das pena, Myungsoo. Ahora que estás completamente solo te
dedicas a intentar que los demás también lo estén? Qué lástima. Podrías haber
llegado lejos y haber sido feliz… Eres guapo y con talento, pero eres una
mierda de persona. – Escupí estas últimas palabras. – Sungjong se merece a
alguien que le haga feliz, que le haga reír, sonreír, no llorar y desear morir.
Adivina quién lo hace ahora… - Me señalé con el pulgar, aumentando más aún mi
impertinente sonrisa y avanzando un paso, quedándome pegado a él, cara a cara.
- Sí, ese no
es el problema… - Sonrió también. – El problema es que yo tengo poder y
contactos suficientes como para hundirte completamente por tocar las cosas que
no son tuyas.
Me quitó la
toalla del grupo y la tendió ante mis narices. Era lila, y en ella se podía ver
nuestro logo y “Teen Top” en mayúsculas moradas. Tragué saliva al entender en
ese momento de qué iba su amenaza.
- Verás… -
Continuó, dejándola caer al suelo. – Sería una auténtica lástima que vuestro
grupo desapareciese así como así después de todo… Tan jóvenes y con tanto
talento… Además, me caéis bien! Sois majos y tal, – Hizo una mueca de asco. – pero
y las fans? Y si uno de vosotros resultase ser gay? Y si ese mismo estuviese
saliendo con un miembro de Infinite? Y si además ese miembro hubiese roto el
corazón a un miembro de su propio grupo?
“Chanhee…”
- Tú no
sabes nada! – Mascullé, mirándole con furia.
- No,
pequeño, el que no sabe nada eres tú. Nuestra agencia nos sacará del escándalo,
tenemos respaldándonos a la SM, una de las agencias más grandes y de renombre
mundial. La vuestra? Bueno… Creo que solo os tiene a vosotros, no? Y a los
rookies esos a los que nadie conoce. Duraríais menos en el ámbito musical que
un caramelo a la salida de un colegio.
Lo peor era
que tenía razón. Mi agencia era muy pequeña y humilde… Lo que pudiese pasar era
como poco, catastrófico.
- A Sungjong
le pondrían una novia al lado en menos que canta un gallo y lo negarían todo…
Pero quién os sacaría del embrollo a vosotros? – Rió suavemente y pisó la
toalla. – Quedas advertido. No toques mis cosas, o puede que todo tu mundo se
desmorone.
Me sonrió
con inocencia y salió del baño, secándose el pelo. Yo me quedé helado, en mi
sitio, observando la toalla con lágrimas en los ojos.
- Maldito
hijo de puta… - Mascullé, agachándome a cogerla y sacudiéndola. La miré, con
cariño y dolor. Los momentos de amontonaban en mi cabeza: Nuestro predebut en
la sala de prácticas, donde dormíamos muchas noches, el debut y lo duro que
había sido para los maknaes, de entonces sólo quince años. Las lágrimas de
nuestras familias al vernos sufrir, y el esfuerzo y dolor de llevar catorce
horas bailando sin parar. Las lágrimas derramadas por Minsoo a escondidas, que
de repente tenía todo nuestro peso sobre sus hombros con diecisiete años. La
inseguridad sobre su físico de Niel que tanto le había costado superar, mi
familia en Estados Unidos, trabajando el doble para mantenerme aquí… Cuánto
estaba dispuesto a sacrificar por mi egoísmo? Por mi propia felicidad?
Me
acuclillé, abrazando la toalla, que significaba más que una simple toalla; era
todo mi esfuerzo y años de sacrificio, no solo míos, sino de todos mis
compañeros, que ahora eran mis amigos y familia. De verdad que Myungsoo nos
hundiría de esa manera solo porque me gustaba un miembro de su grupo?
- Byunghyun?
– Se abrió la puerta y Minsoo me miró, sorprendido. – Estás bien? Qué ocurre?
Me incorporé
y, al verle, no pude evitar echarme a llorar, de rabia y frustración.
- Hyung… -
Sollocé, aferrado a la toalla, sintiendo cómo sus brazos me tomaban por los
hombros, con preocupación tatuada en la piel. – Creo… Creo que me voy a ir a
casa.
-Fin-
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