5 de junio de 2014

[TEENFINITE] Forbidden. Capítulo 5.1: Love is You.

*Woohyun POV*

Cuando me levanté de la cama el primero y vi a Sunggyu retirarme la mirada nada más sentarme en la encimera de la cocina, supe que el día no iba a ser precisamente maravilloso. Le di tiempo, y lo mantenía, pero estaba siendo realmente doloroso el irme dando cuenta poco a poco de que la respuesta soñada jamás sería la que yo recibiría, en el caso de recibir alguna.
- Buenos días. – Le sonreí, haciendo de tripas corazón. Su cuerpo se tensó y la taza de café casi se le cae de las manos. Asintió.
- Buenos días… - Fue más un suspiro que una conversación.
- Descansaste?
- Sí…

- … - Qué se suponía que debía de decir!? No estaba poniendo nada de su parte… - Y los demás?
- Eh? – Levantó la mirada de la puerta de la nevera, que parecía ser sumamente interesante a sus ojos, y me miró durante unos nanosegundos antes de volver a centrar su atención en los imanes de colores.
- Los chicos. Han salido?
- Sí…
Suspiré. – Sabes a dónde? – En serio, me merecía un trofeo por mis esfuerzos sobrehumanos.
- Hoya y Dongwoo están en una cita… Sungjong de compras… Myungsoo y Sungyeol no lo sé. – Hablaba tan bajito que parecía que no tenía cuerdas vocales.
- Se fueron hace mucho?
Se encogió de hombros y la conversación terminó ahí. Sunggyu cogió un croissant de una bolsa y, mojándolo en el café, le dio un mordisco. Observé atentamente cómo una gota del líquido resbalaba por la comisura de sus labios, patinando por la línea de su mandíbula y recorriendo su cuello a un ritmo desesperadamente lento. Lo peor era que él no parecía darse ni cuenta. Estiré la mano, cortando un trozo de papel de cocina del rollo que descansaba a mi lado y me incorporé hacia él, que se giró hacia mí al verme aproximarme.
- Qué haces!? – Su tono alarmado me dolió. No iba a violarle sobre la encimera de la cocina…
- Te mancharás el pijama… Hoy es miércoles, y siempre lo cambias los lunes, así que no sería bueno tener que cambiarlo hoy. – Susurré, posando por mí mismo el trozo de papel sobre su cuello y haciendo desaparecer la gota. Sunggyu me observaba con los ojos como platos, conteniendo la respiración y con todos los músculos tensos. Le miré a los ojos y le sonreí con dulzura mientras recorría el camino del café hasta sus labios, asegurándome de que su precioso cuello estaba como una patena.
- Gracias. – Carraspeó y tomó él mismo el papel, quitándomelo y tirándolo a la papelera. De esta forma, Sunggyu se colocó en la silla que yo antes ocupaba y se giró hacia el televisor, prestándole toda su atención, olvidándome a mí.
Si estuviésemos bajo cualquier otra circunstancia, Sunggyu me habría pegado por tocarle el cuello, y ahora estaría preguntándome qué haríamos hoy, ya que siempre pasábamos nuestros días libres juntos… Por eso nos llamaban “el matrimonio del Infinite”, pero hoy no sería así. No me había ni servido el café, como solía, ni me había dado la mitad de su croissant, como siempre, desde el predebut, había hecho.
Me dirigí al microondas para meter una taza de leche dentro y esperé pacientemente dos minutos, sin atreverme a mirar atrás y ver a Sunggyu. Su sola imagen dolía demasiado… Aunque la culpa era mía. Yo ya sabía que las cosas no serían como si nada hubiese pasado, pero aun así cometí la estupidez de confesarle mis sentimientos… Incluso le había besado.
- El beso… - Susurré, cerrando los ojos y llevándome instintivamente los dedos a los labios, acariciándolos con cuidado, por si lo poco que quedaba de Sunggyu sobre ellos era borrado.
Recordaba su sabor, su tacto, esa electricidad que me transmitían con solo acercarme… Pero la campanita del microondas me sacó de mi ensimismamiento y al sacar la taza y girarme a la encimera, no vi a Sunggyu, no vi a nadie, solamente medio croissant encima del mármol, colocado sobre una servilleta, al lado de una taza de café vacía.
Me acerqué y sonreí, tomando el bollo y mirándolo como si fuese su anterior dueño. “Probablemente no ha sido capaz de comérselo entero… No está acostumbrado.”
Engullí el bollo de un bocado y me duché. No sabía qué hacer sin Sunggyu a mi lado… Normalmente iríamos de compras, o simplemente dormitaríamos en el sofá viendo alguna película de calidad y argumento cuestionables, pero sin él… Ninguna de esas cosas me apetecía ni lo más mínimo.
Al final, tras haber estado vagando por la casa como alma en pena, haber visto a Sunggyu irse a alguna parte despidiéndose en un susurro, ya vestido y sentado en la alfombra del salón, observando una tela de araña del techo, opté por coger un taxi e ir hasta el estudio.
- Tendría que sacarme el carnet de conducir… - Murmuré, poniéndome una cazadora y saliendo del piso.

- Woohyun? – Me giré al escuchar cómo Daeryong me llamaba desde un estudio. Le saludé con una sonrisa. – Qué haces aquí?
- Trabajo aquí. – Le tendí una mano. – Y tú hermano?
- Está enfermo en casa.
- Vaya, es grave?
- Sí, es exageración aguda. – Rió y suspiró, frustrado. – Dónde están los demás?
- Dispersos… Hoy tenemos día libre.
- Y vienes a Woollim en tu día libre? Madre mía… - Reí y negué con la cabeza.
- No tenía a dónde ir… Ni nada que hacer, así que opté por seguir la rutina de siempre. – Cuando sonreía, notaba cómo mi tristeza creía un poquito más en mi interior… No era agradable.
- Justo eso me dijo Sunggyu! Tenéis telepatía o algo? – Rió.
- Sunggyu? Cuándo le viste?
- Hace unas horas… También vino, saludó y luego no le he vuelto a ver. Probablemente ya se haya ido…
- Oh…
- Puedo preguntarte algo? – Asentí con la cabeza. – Os habéis peleado o algo? Parecía algo… distraído. Hay problemas con algún miembro o algo?
Un escalofrío me recorrió la espalda y negué con la cabeza, intentando disimular lo máximo posible. – No… El maknae, que anda exaltado, nada del otro mundo.
“Lo siento, Sungjong Ah…”
- Oh, comprendo… Bueno, vuelvo al trabajo! – Nos despedimos con una sonrisa y me dirigí al estudio que solía usar. Me gustaba porque era pequeño y acogedor… Tenía un piano que ocupaba tres cuartos de la habitación, y el cuarto restante era lo justo para un ordenador, un micrófono y un par de sillas. Me senté en una de ellas y me acerqué al piano, negro como la noche, pero que recibía mis caricias siempre con un sonido dulce y conmovedor.
- Cuánto tiempo… - Musité, tocando un acordé que hizo las delicias de mis tímpanos. Amaba el sonido del piano… Siempre dulce, siempre tan transparente, tan mágico…
A medida que mis dedos bailaban sobre las teclas, blancas y negras, yo derramaba lágrimas.
“Blancas como su sonrisa… Negras como sus ojos…”
Awake de Josh Groban resonaba en las paredes insonorizadas de la habitación, mientras mi voz acompañaba la melodía, sin hacerle justicia al autor original.
- So keep me awake to memorize you, give me more time to feel this way… We can't stay like this forever, but I can have you next to me today…- Las letras parecían escritas para mí, para nosotros, para este momento preciso de nuestras vidas, aunque eso siempre pasaba cuando estás triste y escuchas una canción… No?



And I know that only time will tell me how
We'll carry on without each other
So keep me awake for every moment
Give us more time to be this way
We can't stay like this forever
But I can have you next to me today”

Y sé que solo el tiempo me dirá cómo
Seguiremos adelante sin el otro
Así que mantenme despierto para cada momento
Danos más tiempo para estar así
No podremos estar así para siempre
Pero hoy puedo tenerte a mi lado.”


- Qué bonita. – Me sobresalté, cometiendo el pecado de hacer al piano emitir un acorde horrible por el susto. Miré a la puerta, donde estaba Sunggyu, sonriendo suavemente, sosteniendo un croissant en la mano y un café en la otra.
- Gracias… - Musité. Se acercó, tomando la silla que estaba abandonada en una esquina y se sentó a mi lado, manteniendo la mirada baja.
- No sé por qué no tocas más a menudo… Lo haces muy bien. – Sonreí y asentí.
- Gracias…
- La canción… Es realmente hermosa. – Asentí de nuevo. – Sé que no la compusiste tú porque está en inglés, y eres un negado, además de que tu pronunciación es horrorosa… - Rió suavemente y le miré, sorprendido. Habían pasado menos de veinticuatro horas, pero jamás creí extrañar tanto su risa, musical, suave, perfecta.
- Mira quién fue a hablar… - Me lanzó una mirada de odio fingido, y le sonreí. Por lo menos ahora me miraba. – Quién del grupo sabe inglés? Tendríamos que hacer un cursillo o algo…
Rió y suspiró, asintiendo.
- Qué tristeza… - Asentí. Él apoyó la espalda en el asiento, recostándose. – Por cierto…- Cortó el croissant a la mitad, ofreciéndome una de ellas mientras le daba un mordisco a la suya. – Tienes hambre?
Lo miré, sorprendido, y él sonrió.
- Cógela! – Dijo, con la boca tan llena que apenas le entendí. Reí y la tomé con cuidado. Tenía que comérmela? Prefería guardar el trozo de bollo en un congelador para siempre… Mi corazón latía tan rápido que me iba a dar una taquicardia. Una parte de mí estaba ilusionada porque Sunggyu se estaba comportando casi como siempre… O incluso mejor, y eso era lo que hacía que mi otra mitad se alarmase. – Café? – Me tendió su vaso y negué con la cabeza, observando mi adorado croissant. Era el croissant más bonito del mundo.
- Gracias… Tenía hambre. – Mentí, pero él sonrió y asintió, acabándose su trozo.
- Llevas aquí mucho rato? – Preguntó, limpiándose la boca con un pañuelo. Negué. – Me dijo Daeryong que te había visto y me puse a buscarte… Jamás creí que vendrías aquí en tu día libre…
- Ni yo que lo harías tú.
Nos miramos unos segundos a los ojos, pero él bajó la mirada antes. Mi mitad asustada se asustó aún más. Estaba más tenso que la cuerda de un arco.
- Parece que coincidimos hasta en eso… - Rió con suavidad y toqueteó el vaso con nerviosismo. Asentí, volviendo a mirar fijamente el dulce. – Yo vine porque no sabía qué hacer… Como siempre solemos ir juntos a todas partes…
- Igual que yo… - Susurré. No sabía cómo tomarme todo esto… Significaba que Sunggyu ya había pensado? Quizás estaba intentando decirme que se sentía como yo? O tal vez que para nada compartía mis sentimientos?
- Woohyun… - Levanté la mirada y la fijé en él, que miraba las teclas del piano, acariciándolas sin emitir sonido alguno. – Yo… Siento haber reaccionado como reaccioné a tus palabras… - Tragué saliva. – Supongo que te debió de doler y me disculpo sinceramente por ello… Pero es que realmente me cogió por sorpresa.
- No pasa nada. Yo habría hecho lo mismo. – Sonreí y él suspiró, negando suavemente con la cabeza.
- Yo… He venido a algo, no solo a traerte un bollo… - Volví a mirar a mi bollo, más nervioso que nunca y haciendo auténticos esfuerzos por no aplastarlo entre mis manos sudorosas e inquietas. – Quería hablar contigo… Verás, - carraspeó y tras soltar un largo suspiro, se giró sobre la silla, mirándome directamente. Mi estómago se hizo un guisante en ese momento. – quiero que sepas que te aprecio de veras, eres una de las personas más importantes de mi vida, pero…- “Lo sabía…” – Eres mi mejor amigo. Siempre lo has sido, y te quiero como tal… Lo siento, pero solo como amigos…
Sus ojos derrochaban culpabilidad, y yo sentí como absolutamente todos y cada uno de mis sentimientos se rompían en cientos de miles de trocitos de cristal, que al caer iban desgarrando todo a su paso.
- Oh…
- Woohyun, de verdad espero que todo pueda volver a ser como antes… Que sigamos siendo amigos, los mejores amigos… Lo siento de veras, pero es como me siento, y no quiero que pienses que no te aprecio…
- Está bien. – Pareció sorprenderle mi respuesta. Lógico, me había sorprendido hasta a mí. Una de mis características más destacables y admirables es que tengo una especie de “otro yo” que me ayuda cuando el Woohyun normal está en shock, entonces dice cosas de forma automática y sonríe al tiempo que hace tonterías. – Mejor que me digas esto, porque yo estaba arrepentidísimo de haberte dicho todas esas tonterías… - Reí nervioso y me incorporé de la silla, tropezándome con ella y levantándome como si nada hubiese pasado, sonriéndole de oreja a oreja. – Un arrebato lo tiene cualquiera, no? Espero que no te lo creyeses… Era una broma! Eres muy fácil de engañar. En serio, cómo pudiste tomártelo tan enserio!? – Solté una risotada más falsa que la cara de Michael Jackson y cogí mi cazadora, poniéndomela.
- … En serio?- No parecía convencido del todo.
- Claro! Qué fácil es engañarte, en serio… - Volví a reír, tomando mi mochila. – Tengo que irme, que he quedado, pero nos vemos luego, sí?
- Seguro…
- Hasta luego, Sunggyu! – Salí de la sala y comencé a correr, primero escaleras abajo, corriendo por los aparcamientos casi vacíos del edificio, intentando agotarme físicamente para que todo mi cuerpo doliese y así tener una verdadera razón por la que derramar esas estúpidas lágrimas que se llevaba el viento a mi carrera. Cuando hube recorrido toda la planta de cemento y hormigón armado, comencé a correr por la escalera de incendios, esta vez en dirección contraria, hacia arriba… Hasta que el cielo me parase.
Lancé mi mochila con furia contra el depósito de agua y me dejé caer de rodillas, sujetándome la cabeza con fuerza por el terrible dolor que sentía, palpitando en mi cerebro, repitiéndome las palabras tan cuidadosamente elegidas de Sunggyu… No podía soportarlo. El dolor era demasiado punzante… Me sentía a morir.
- Por qué? – Lloré, lloré hasta la saciedad, repitiendo las mismas dos palabras hasta que mi voz empezó a sonar ronca y finalmente, dejó de sonar. – Yo te quiero… - Exhalé.

No sé cuántas horas pasé tirado en el frío suelo gris, húmedo por el rocío de la mañana, pero mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Tenía la esperanza que fuese Sunggyu, pidiéndome que olvidase lo sucedido y declarándome su amor, pero no se le pueden pedir peras al olmo, y la voz de Howon resonó al otro lado de la línea.
- Woohyun? – Un sollozo decepcionado y dolido fue mi respuesta. – Dónde estás? – Otro sollozo, esta vez acompañado de un gemido lastimero. Suspiró. – Escucha… Me ha llamado Sunggyu preocupado… Estás solo?
- Sí… - Susurré, hipando patéticamente a continuación.
- Dónde?
- Woollim…
- Quieres que vaya a buscarte?
- No…
- Quieres hablar?
- …
- Woohyun?
De nuevo, rompí a llorar. Mis llantos eran tan ruidosos que apostaba a que podían escucharse aún desde las salas insonorizadas.
- Escucha… Me imagino qué te habrá dicho Sunggyu, así que déjame decirte que, dentro de lo malo y decepcionante, es lo mejor… - La voz de Howon sonaba pausada y comprensiva. Me tranquilizaba. – Cómo te sentirías si te hubiese tratado como a un bicho raro gay y te hubiese prohibido volver a dirigirle la palabra? Que se lo hubiese contado al manager y tuvieses que abandonar el dormitorio para irte a otro tú solo? No hizo eso… Te habló con tranquilidad, fue comprensivo, y te pidió si podíais ser amigos… No?
- Sí…
- Woohyun, eres un afortunado… Tienes la suerte de que Sunggyu aún te quiere y necesita a su lado… No has pasado de ser su amigo a nada. Has arriesgado y no has ganado, eso es cierto, pero tampoco has perdido.
- Duele…
- Claro que duele. Y más que dolerá… Dolerá durante mucho tiempo. Las heridas tardan en curar… Pero cicatrizan tarde o temprano, y cuando tú cicatrices, esto será un recuerdo más, triste, pero un recuerdo… Y de todo se aprende. Sunggyu aún te quiere a su lado… Dongwoo si le contase mis sentimientos, no querría volver a sentarse a menos de dos metros de mí. En serio, dentro de lo malo, te ha pasado lo mejor.
- Tienes razón…
- Siempre la tengo. – Sonreí, haciendo que varias lágrimas dejasen un gusto salado en mi boca.
- Gracias, Howon…
- Piénsalo así; la ventaja de ser el amigo es que siempre puedes estar al lado del ser querido… La desventaja es que siempre estarás al lado del ser querido. Duele, pero sería peor no tener nada. – Asentí y solté un sollozo y un suspiro. Hoya rió con suavidad al otro lado de la línea. – Por cierto… Quieres ir a tomar algo? Acabo de tener la peor cita de mi vida, estoy en la cama y aún no he merendado.
- Claro… Pasas a buscarme?
- Claro, Woonderella, siempre a su servicio.

*Niel POV*

Abrí los ojos y suspiré al ver el otro lado de mi cama vacío y frío… Minsoo no dormía conmigo desde hacía noches, y yo sentía un vacío que no hacía más que confundir más mis ya confusos sentimientos.
En estos días de reflexión que había tenido, no había hecho más que sentirme triste y solo… Minsoo no me miraba siquiera, evitaba hablar en todo lo posible conmigo y cuando yo iba a sentarme a su lado, él se escabullía a hacer alguna otra cosa que no fuese compartir el oxígeno conmigo. Entendía de sobra que era culpa mía, pero de verdad que no acababa de comprender lo que me pasaba… Tenía miedo de que Minsoo me gustase y que al final todo saliese mal y acabase en desastre. Vivía formando parte de un equipo, y tenía que pensar antes en el equipo que en mí mismo, era mi trabajo, pero al mismo tiempo cada vez era más difícil silencias mis sentimiento por Minsoo.
Antes de darme cuenta siquiera, había alcanzado su almohada y la abrazaba con fuerza, recordando todas esas noches en las que él me abrazaba y dormía en absoluta calma, disfrutando de su calidez y su aroma… Minsoo era muy grande y con uno solo de sus brazos me envolvía y no necesitaba ni siquiera mantas… Pero ahora, todas las noches, no conseguía dormir bien. Me levantaba agotado y tenía que conformarme con verle de refilón cuando se dejaba.
- Te echo de menos… - Susurré, hundiendo el rostro en la almohada y aspirando su aroma, esa fragancia tan característica tuya, para la cual no necesitaba perfume siquiera. – Mucho…
Extrañaba sus palmaditas en la espalda, sus abrazos, sus susurros, sus sonrisas tímidas, o sus risotadas escandalosas… Jamás me había dado cuenta de todo eso hasta que él ya se había alejado de mí.
Tampoco entendía qué era lo que sentía él por mí… Sólo amor fraternal por su dongsaeng? A los demás no les trataba así… Pero Minsoo había tenido novias anteriormente, novias mujeres, con maquillaje, falda y esas cosas… Así que dudaba mucho que sintiese algún tipo de atracción por mí. Por qué esa idea me hacía sentir triste? Me ponía triste pensar que Minsoo podría llegar un día a salir con alguien… “Con alguien que no sea… Yo?” Me asusté de mi propio pensamiento.
- Vale. – Me incorporé de golpe, sentándome en el colchón y colocando su almohada delante de mí. – Almohada de Minsoo, imaginemos por un momento que realmente haya cometido la estupidez de enamorarme de tu dueño… Qué tendría que hacer? Declararme? Eso no es ni una opción siquiera porque, o me dice que pasa de mí (cosa probable) o me acepta, y si me aceptase, hay de nuevo otras dos opciones… O todo sale bien y estamos juntos hasta la muerte, o sale mal y el grupo se va a tomar por saco… - Miré a la almohada, parpadeando varias veces y pensando en que tenía que ser un auténtico idiota si le estaba explicando mi esquema mental a un objeto inanimado. – Aish… - Me despeiné, con frustración. – Qué demonios se supone que debo hacer!?
- Preparar el desayuno es una buena idea. – Chilló Changjo desde la habitación de enfrente. – Ya que hablas solo, al menos haz algo productivo para compensar tu locura.
- Cállate! – Respondí con un grito, pegándole patadas a la almohada a la que antes había abrazado con todo mi cariño. – En serio… Minsoo es idiota. Fin.
Sí, esa iba a ser mi conclusión, lo decidí mientras hacía tostadas y café para todos. Era idiota por no darse cuenta de lo que me pasaba y no ayudarme. Aunque… Cómo podría ayudarme? De nuevo, aquí estaba la frustración.
Minsoo salió del cuarto que compartía con el mánager desde hacía unos días y al verme solo en la cocina, con muy poco disimulo, se dio la vuelta y se encerró en el baño. Suspiré, apuñalando una tostada y mordiéndola con odio. Nunca había sido demasiado bueno expresando lo que realmente sentía… Pero es que si el receptor no cooperaba, la comunicación podía ser la misma que entre una farola y un ladrillo.
- Desayuno! – Chanhee apareció con una sonrisa en el rostro que le correspondí muy sosamente. No preguntó tampoco.
- Cómo está Changhyun? – Pregunté, dándole dos tostadas de la torre que había hecho. Se encogió de hombros.
- Está con Jonghyun. – Asentí, viendo aparecer al recién nombrado por el salón entonces.
- Hey, cómo está el pequeño? – Pregunté, viendo cómo se empezaba a preparar una bandeja. – No desayunas con nosotros?
- No durmió muy allá… Le dolía el tobillo, pero bueno, los sedantes al final hicieron su trabajo. – Respondió, llenando dos vasos con zumo. – Y no, voy a desayunar con él, que no es bueno que se mueva de la cama.
- El médico no dijo eso. – Saltó Chanhee, mirándole con expresión divertida. – Dijo que podía andar, pero que se sirviese de ayuda de la muleta que le dio para no cargar peso de más en el tobillo.
- … Yo no entendí eso. – Jonghyun frunció el ceño y le miró con resentimiento. Había algo entre esos dos que yo no pillaba.
- Pues fue lo que dijo… Otra cosa es que quieras llevarle el desayuno a la cama como buen enamorado.
- Hyung! Te callas!? – Miré a Jonghyun con sorpresa, pero él simplemente robó seis tostadas y salió prácticamente corriendo. Miré a Chanhee con los ojos como platos y él asintió.
- Ellos… Eh!?- Asintió de nuevo.
- No digas nada. Déjales… están muy confusos los dos… - Sonrió de forma maternal y asentí, dándole un sorbo a mi cacao. Jonghyun también? Había un virus o algo en el aire? Quizás fuese por beber agua del grifo…
- Buenos días. – Minsoo se ajustaba la gorra a medida que se acercaba, con voz cansada.
- Hola.- Saludó Chanhee.
- Buenos días.. – Musité. No me respondió, simplemente se sentó al lado de Chanhee y cogió una manzana del frutero, dándole un enorme mordisco.
- Tostadas? – Dije, colocándole una taza de café delante. Asintió y le serví dos. – Mermelada? – Negó, comiéndoselas tal cual. Suspiré y miré a Chanhee, que nos miraba, extrañado.
- Qué pasa? – Me preguntó, moviendo los labios sin emitir sonido alguno. Negué con la cabeza y volví a suspirar. No iba a practicar mi mínima habilidad para la mímica ahora… Era demasiado temprano.
- Hoy hay ensayo con Infinite por la tarde, acordaos. Chanhee, tú y Byung tenéis agenda en un rato, así que ve a despertarle, y los dos pequeños también tienen. – Dijo Minsoo, señalando el cuarto de los maknaes.
- Yo tengo algo? – Pregunté.
- Nada hasta mañana. – Contestó secamente. Suspiré y asentí.
- Vale.- Apuré lo que quedaba en mi taza y la dejé en el fregadero. Hoy me tocaban a mí las tareas, así que ya limpiaría la cocina cuando todos se hubiesen ido. – Dejad las cosas en el fregadero, o ahí, donde queráis… Me da lo mismo. – Musité, abandonando la cocina en silencio y escuchando un “Qué acaba de pasar aquí?” de Chanhee para Minsoo, que solamente resopló al tiempo que yo me encerraba en nuestro… mi cuarto.

Me desperté cuando escuché jaleo, a Changhyun lloriquear que le dolía y a Jonghyun gritarle a todos que no le tocasen, que él le cargaría hasta el coche. Sonreí con ternura… Ahora que Chanhee me lo había confirmado, parecía muy obvio que nuestro maknae se había enamorado…
- Aunque tu primer beso siempre será mío… - Reí al recordar el desafortunado accidente con los papeles en aquel juego. Me desperecé y suspiré, observando el desorden de mi cuarto. Si el mío estaba así, no quería imaginar los demás…
Salí de la habitación. Silencio. Añorado silencio. Suspiré, observando con amargura que Minsoo había sido el único que había dejado los restos de su desayuno relativamente recogidos… La taza y plato en el fregadero, y en la papelera descansaban los restos de su manzana. Sonreí dulcemente y se lo agradecí. La soledad de la casa a veces se agradecía…
Comencé a recoger la cocina, lavando los platos y barriendo el suelo. Luego pasé el polvo en la sala de la televisión. Salió tanto que llegaba para rodar toda la saga de Indiana Jones .
- Apuesto a que soy el único que hace las tareas cuando le mandan… - Mascullé, observando el montón de suciedad que había salido solo de esa sala, y aspirándolo a continuación.
Conecté el iPod al altavoz y la voz de los miembros de Infinite recorría todo el dormitorio.
- ‘Cause you’re my destiny… -  Canturreaba mientras iba haciendo camas varias y llenando el cesto con ropa para hacer la colada. Puse dos lavadoras solo con la ropa de la habitación de los maknaes, y la tendí para a continuación, entrar en mi cuarto a por la mía. Comencé a echar camisetas y calcetines al cesto verde cuando, bajo la cama, encontré una camiseta de manga corta negra con una cruz blanca en el costado que claramente, por el tamaño a simple vista, no era mía. “Es de Minsoo…”, pensé, mientras la tomaba con un cuidado innecesario y la observaba como si fuese la cosa más interesante y curiosa del mundo.
- Creo que esta es la que había estado buscando… - Musité, estirándola sobre mi cama ya hecha y sacudiéndola, quitándole las pelusas de haber estado ahí debajo demasiado tiempo.- Tu dueño se pondrá muy contento al encontrarte…
Sonreí con dulzura al imaginarme una reacción muy poco realista de Minsoo a la noticia de su camiseta; dudaba mucho que fuese a darme las gracias exaltadamente, un abrazo y un beso en la mejilla. Probablemente soltaría algún monosílabo carente de emoción y sentido gramatical alguno y la guardaría de cualquier forma en el armario.
- Minsoo… - De repente, al recordar su imagen, la que tenía de él, idealizada, con una sonrisa dulce en el rostro, esa que solía dedicarme junto a un “buenos días”, sentí unas ganas tremendas de llorar. Por qué narices tomé esa estúpida decisión de alejarle de mí? Por qué en ese momento? Por qué sin más? De repente? Solo había una respuesta; era rematadamente idiota. Los lugares donde Minsoo me acariciaba quemaban al recuerdo, y antes de darme cuenta, estaba abrazando esa estúpida camiseta, ahogando mis lágrimas en su aroma impregnado en la oscura tela.
- Minsoo… - Sollocé, librándome de mi camiseta y sintiendo el algodón de la suya contra mi piel, imaginando que eran sus manos… Suspiré, cerrando los ojos para intensificar mi imaginación, y me deslicé dentro de la prenda. Me quedaba exageradamente grande, pero el tacto de la tela por todo mi torso y espalda, esa tela que en mi imaginación era Minsoo, era hielo para mis quemaduras. Un calmante que dolía, pero que hacía más ameno el dolor anterior. – Minsoo… - Suspiré su nombre, aún con lágrimas bañándome el rostro. Deseaba tanto que volviese a sonreírme, a abrazarme, a besarme… Aunque jamás lo había hecho en los labios, mis mejillas recordaban con tristeza cuando recibían aquellos pequeños regalos de cariño. Me dejé caer en la cama que ambos solíamos compartir, envolviéndome en el aroma de su almohada y de su ropa, imaginando que estábamos los dos solos, hablando en susurros bajo las mantas, riéndonos de cosas sin sentido y dedicándonos miradas cómplices de un delito que en realidad jamás llegó a producirse.- Te quiero…
Caí dormido entre recuerdos, lágrimas y palabras de arrepentimiento. En mi sueño, soñaba que Minsoo y yo paseábamos por el parque, y él tomaba mi mano. Yo era feliz, pero no lo demostraba… Entonces, él tomaba mi mentón y me besaba con suavidad en los labios, empujándome con suavidad contra un árbol, por el cual nos deslizábamos hasta caer en la hierba, y recostados, juntos, nos mirábamos y nos sonreíamos. Las palabras eran innecesarias… Él podía saber cómo me sentía sin necesidad de que yo abriese mi enorme bocaza y lo fastidiase todo. Me acariciaba el pelo, peinándome cuando el viento hacía que el flequillo me cubriese los ojos y me impidiese ver su maravillosa sonrisa. Esa que tantas noches me había acunado y había hecho de mí un manojo de sentimientos confusos y claros al mismo tiempo.
- Todo lo nuevo es confuso. – Me decía, hablando sobre mis labios, dejándome respirar su delicioso aliento. – Lo importante es saber de qué está uno seguro… - Sus susurros me envolvían, elevándome hacia el cielo con suavidad y cuidado.
- Minsoo… - Abrí los ojos y sonreí al verle a mi lado. Estaba soñando todavía? Sí… Debía de ser eso, o de otra forma, Minsoo no estaría a mi lado, acariciándome el pelo como en el parque… O sí? – MINSOO!?
Pegué un salto que casi hace que me caiga de la cama y me pegué a la pared, mirándole, completamente avergonzado. “Por favor… Dime que no he hablado en sueños o haz que el edificio se derrumbe ahora mismo.” Ni siquiera sabía a quién le dirigía mis pensamientos, pero Minsoo me miraba sin expresión, simplemente con su mirada clavada en mí.
- Niel, - Le miré, sin moverme ni un centímetro. Estaba deseando que mi rezo a cualquiera de los dioses disponibles se hiciese realidad, pero no daba ocurrido nada. – tenemos que hablar. Esto no puede seguir así… Tenemos que aclarar esto. Sé que no quieres que me acerque a ti, que no te gusta que te abrace y esas cosas… Está bien, lo acepto, pero no quiero tener que seguir de esta forma… - Se incorporó un poco hasta quedar sentado, apoyando la espalda en el cabecero y suspirando, bajando la mirada hasta sus pies. – Solo dime qué he de hacer para que volvamos a estar bien…
En ese momento, el nudo de mi garganta tenía las dimensiones de una sandía.
- Yo… - Murmuré, jugando con las costuras de la camiseta. – Yo… No es que no quiera que estés a mi lado… Solamente necesitaba pensar…
- Oh…
- Y… - No podía respirar. Ni pensar. Ni hablar. Tenía ganas de vomitar. Y de desmayarme. Tenía calor y frío al mismo tiempo… Esta debía de ser la sensación que se tiene cuando estás en una situación de vida o muerte, o al menos yo así me sentía. – Pensé y… Bueno… Te extrañé… Y…
- Niel. – Levanté la mirada, encontrándome con su mirada, sorprendida. Qué ocurría? – Qué llevas puesto?
“Mierda… Se va a enfadar por ponerme su camiseta favorita…”
- Ah… Esto… La encontré entre los pijamas y…- De nuevo, bajé la mirada, nervioso. Mentir también se me daba mal. Había algo que se me diese bien!?
- Mentira. Ahí no estaba.
- Ya… - Suspiré, frustrado.
- Niel… Mírame. – Negué con la cabeza, encogiéndome cada vez más contra la pared, con tanta fuerza que podría fundirme con ella. – Niel! – Tomó mi mentón y levantó mi rostro, encarándome directamente. Podría haberme muerto en ese mismo instante… Al menos, síntomas no me faltaban. Juraría que mi corazón había dejado hasta de latir. – Tan sólo respóndeme a una cosa… Puedo pensar que te la has puesto porque me echabas de menos? Porque es mía?
Mis ojos se empezaron a humedecer a causa del batiburrillo de sentimientos que se agolpaban en mi interior… La tristeza, la añoranza, la alegría de tenerle ahí junto al miedo por ese mismo motivo, la vergüenza, la confusión...
- Sí… - Susurré. Bajando la mirada en cuanto él retiró su mano de mi rostro a causa de la sorpresa a mi respuesta.
- Niel…
- Sí?
- Cuánto te enfadarías si te besase ahora mismo? – Levanté la mirada, completamente sorprendido, y le miré. No esperó a mi respuesta, juntó sus labios con los míos y, al contrario que antes, pensé que el corazón me rompería el esternón al ritmo que iba.
Se separó unos segundos después y le miré, incrédulo.
- Me odias? – Susurró, bajando la mirada. No respondí, no es que no quisiese chillar que no le odiaba, sino que no era capaz de moverme. – Súbete eso… - Musitó, colocándome la camiseta, que a causa de su tamaño, resbalaba por mi hombro, dejándolo al descubierto junto a parte del pecho. Eso no hizo otra cosa más que enternecerme aún más.
No soy bueno expresándome, ya lo he dicho, pero tampoco soy bueno reaccionando, así que fui tan inteligente de ponerme a llorar en ese momento, asustando a Minsoo.
- Niel? Qué ocurre? Lo siento mucho, de veras… - Por qué demonios se estaba disculpando? – Te quiero.
Abrí los ojos como platos, mirándole fijamente mientras de mis ojos caían más y más lágrimas, empapándolo todo.
- No… - Por fin, de mi boca comenzaron a salir sonidos medianamente entendibles. – No juegues conmigo, Minsoo… - Sollocé. No sabía ni si me estaba entendiendo, porque entre sollozos e hipidos, fácil no debía de ser. – No juegues con mis sentimientos…
- Jamás he jugado contigo. – Me miraba, serio, quieto como una estatua, sentado enfrente de mí.
- Pero… Tú no puedes quererme…
- Por qué?
- Eh?
- Por qué no puedo quererte?
- … - En blanco otra vez. La elocuencia no era lo mío, y menos en un momento así. – No me lo creo.
- Está bien… - Suspiró. Podía notar su frustración amontonarse encima de su cabeza en una masa densa e invisible. – Contéstame entonces a estas preguntas para saber si no estoy haciendo el ridículo más absoluto, al menos. – Parpadeé varias veces seguidas, confuso por su improvisado plan.- Cuando me dijiste que no me querías cerca… Fue porque necesitabas pensar? – Asentí. – Pensar en lo que sentías? – Asentí de nuevo. – En lo que sentías por mí?
- Sí…
- Vale… Puedo entonces pensar que yo también te gusto? – Bajé la mirada y asentí suavemente. – La camiseta de verdad era porque me extrañabas? – Volví a asentir, jugueteando de nuevo con las costuras de ésta. – Entonces… Estás enfadado por el beso?
- No…
- Saldrás conmigo, entonces? – Levanté la mirada, sorprendido.
- Salir? A dónde? Tenemos agenda… - Me miró, desesperado. Entonces caí… Sí que era un idiota. De pequeño debí de resbalarme y caer a una piscina vacía o algo así. – Oh… No ese salir…
- Exacto, no ese salir.
Entonces, no supe qué responder. Quería, claro que quería, pero las dudas me podían.
- Hyung… - Sollocé. – Quiero salir contigo. Me gustas. Pero… Tengo miedo. – Me miró, con la expresión dulcificada.
- Miedo?
- Y si sale mal? Y si rompemos? Y si los demás no lo aceptan? Y si se enteran las fans? Y la agencia?
- Huy! Cuántos “y si”! – Sonrió y me secó las lágrimas con caricias. – Escucha… No puedo prometerte que estaremos juntos para siempre, pero sí puedo prometerte que haré todo lo posible para que eso pase… - Sonreí con ternura. – Y con lo demás… Sabes lo que es improvisar? Claro que lo sabes, eres artista… Seguro que lo harás bien.
Nos sonreímos y nos volvimos a fundir en un beso dulce y lento, como el anterior. Un beso que duró hasta que ambos caímos dormidos, pudiendo descansar por fin tranquilos porque ambos estábamos el uno al lado del otro, en nuestro lugar perfecto, que era junto al otro. Por fin, desde hacía días, pude descansar. Los brazos de Minsoo me protegerían de todo, y así podía dormir sin preocupaciones. La respiración de Minsoo en mi nuca era todo lo que necesitaba.

-Fin-



No hay comentarios:

Publicar un comentario