Hyunseung POV
- Estoy
bien… - Murmuró. Suspiré, aliviado. Le daba por muerto.
- No, no lo
estás. - Insistir en que fuese al hospital era una pérdida de tiempo, y yo lo
sabía, así que miré a mi alrededor cual estúpido, simplemente esperando que
algún tipo de milagro apareciese. Posé una mano sobre su frente y cerré los
ojos en un gesto de tristeza; estaba ardiendo. No aguantaría mucho más.
- Tengo
frío… - Su cuerpo comenzó a temblar en mi abrazo y le miré, sujetándole el
rostro para que él también me mirase a mí. Sudaba a borbotones.
- Junhyung…
- Me levanté de su regazo y localicé una palangana, sobre la que me abalancé. -
Aguanta un poco más, sí? Solo un poco más.
Entré en el
baño y abrí el grifo, llenando la palangana de agua helada, acorde con el
tiempo. Cogí también las toallas pequeñas que encontré, dobladas sobre un
cesto, y corrí a arrodillarme a sus pies. Respiraba con dificultad y tenía los
ojos cerrados.
- Hyunseung…
- Balbuceó. Tomé su mano con fuerza.
- Shhhhhh… -
Hundí las toallas en la palangana y me aseguré de que estuviesen bien
empapadas.- No hables, no te canses en vano, sí?
Su mano se
escurrió de la mía y le miré, con el pánico a punto de apoderarse de mi ya de
por sí pobre raciocinio.
- Aguanta,
por favor. - Ojalá recordase los rezos que las monjas me habían enseñado en la
escuela elemental, en estos momentos hubiese hecho cualquier cosa, pero mi
memoria no llegaba para tanto, y lo único que podía hacer, lo hice: Intentar
salvar su vida.
Escurrí la
primera toalla, dejándola sobre su frente. Al sentir el frío en el rostro, los
labios de Junhyung se separaron levemente, dejando escapar un débil suspiro.
- Por favor…
Repetí
incansablemente el proceso durante más de una hora, pero Junhyung llegó a un
punto en el que su respiración era casi imperceptible.
No podía
dejarle morir, no después de haber llegado tan lejos… No lo permitiría!
No tenía
medicinas, era de madrugada, no conocía el lugar y tardaría siglos en encontrar
una farmacia de guardia o alguien dispuesto a ayudarme… Además, qué pediría?
Ayuda para alguien a quien le acaban de apuñalar? No era una opción.
Observé la
venda de su abdomen, que parecía haber dejado de empaparse… La hemorragia había
cesado, pero no sabíamos si la herida estaba infectada y eso causaba la fiebre.
No sabíamos nada.
- Junhyung!
- Le llame, incorporándome del suelo y acercándome a su rostro, dándole suaves
palmaditas. Todavía ardía.- Yah! Respóndeme, estúpido!
Chillé su
nombre mil veces entre llantos, pero no hacía nada. Su cuerpo estaba tan
caliente que al tocarle, quemaba.
- No hay
opción… - Musité, secándome las lágrimas con la manga del jersey y quitándomelo
acto seguido. Hice lo mismo con mi camiseta, mis pantalones y el resto de mi
ropa. Mi piel se erizó ante la ínfima temperatura de la sala, pero tensé la
mandíbula para evitar que mi boca empezase a titiritar por ella misma, y me
acerqué a Junhyung, cargándole como pude y dejándole sobre el colchón. - Esto
sería más fácil si pusieses algo de tu parte…
Las bromas
sobraban, pero una parte de mí tenía la esperanza de que abriese los ojos y
riese junto a mí, cosa que no pasó.
Le quité la
chaqueta que ya estaba desabrochada, al igual que la camisa, y le quité los
pantalones y los calcetines, dejándole puesta la ropa interior.
- Vuelvo
enseguida, sí? - Musité, dándole un beso en la mejilla, pero no reaccionó, así
que corrí hacia el baño, abriendo la ducha y poniendo el agua lo más fría
posible. Estaba al borde de convertirse en hielo.
- Maldito
capullo… - Sollocé, observando la bañera llenarse rápidamente. - Lo que tengo
que hacer por ti…
Cuando el
agua la hubo llenado lo suficiente, metí un pie en ella, sintiendo mi cuerpo
sacudirse ante el frío. Mis músculos protestaban, pero los ignoré y, cogiendo
aire, me tumbé dentro, notando pinchazos en mis extremidades, avisándome de que
me estaba congelando.
- Solo un
poco más… - Susurré, tensando mis piernas y mi abdomen para que no
convulsionasen sin control. - Aún no es suficiente…
Estuve
quince minutos en el agua helada, y cuando sentí que mi dolor de cabeza ya se
hacía insoportable, salí, me sequé los pies y, tras verme los labios azulados
en el espejo, corrí a recostarme al lado de Junhyung.
- Solo se me
ocurre esto, Hyung… Lo siento, de veras. - Le susurré al oído, abrazándole de
forma que su cabeza descansaba sobre mi pecho helado y su cuerpo, ardiente como
el fuego, entraba en contacto con el mío, frío como un témpano. - Qué tal?
Susurré,
pero no hubo respuesta. Ahogué un gemido que seguía a un sollozo, y le apreté
aún más a mí, rezando lo poco que recordaba.
- Vamos…
Enfríate, por favor…
Le moví la
cabeza de forma que me mirase y sonreí. Su expresión se había tranquilizado un
poco en la inconsciencia, pero su respiración era más regular.
- Está bien.
- Musité, separándome de él al sentir que mi cuerpo ya se había contagiado de
algo de su calor, y me giré para correr hacia el baño, adentrándome en la
bañera de nuevo. Mi cuerpo protestó al momento, a gritos además, pero le ignoré
de nuevo y esta vez me hundí entero, aguantando bajo el agua todo lo posible, y
sintiendo cómo me costaba más respirar de lo normal al salir del agua.
- Así que
esto fue lo que sintió Rose al intentar salvar a Jack… - Musité, con una
sonrisa triste, al incorporarme y correr de nuevo al lado de mi Jack.
- Jack… -
Susurré, a su oído, abrazándole esta vez por detrás. - No te mueras, por favor…
Me aferré a
él cual koala, temblando violentamente pero manteniendo siempre la mente lo más
activa posible. No debía de dormirme, aunque el frío extremo me invitaba a
hacerlo.
Abrí los
ojos un segundo para observar su espalda, ancha y musculada, completamente
opuesta a la mía. Estaba llena de cicatrices, marcas de arañazos y otro tipo de
heridas cuya procedencia no estaba demasiado seguro de querer saber.
- Estoy
seguro de que no eras como ellos… Que nunca llegaste a serlo, Junhyung. -
Musité, sonriendo con cansancio y dolor. Mi cuerpo dolía entero, pero apostaba
a que el suyo, en su inconsciencia, lo hacía mucho más.
Noté mis
costados protestar cuando me incorporé por segunda vez, y más aún cuando
estornudé con violencia. Me retorcí sobre mis rodillas, tensando las mandíbulas
y aguantando las ganas de llorar. “Yo puedo… Por él.”
Por tercera
vez, hundí mi cuerpo en el agua gélida.
- A este
paso moriré yo antes que él… - Mascullé, cerrando los ojos con fuerza por el
dolor punzante que emitían todos y cada uno de mis músculos.
Sin embargo,
cuando salí del agua, dispuesto a cumplir por tercera vez, tuve que correr más
de la cuenta. Junhyung no respiraba, sin embargo su cuerpo convulsionaba,
agitaba sus brazos y piernas, y de vez en cuando cogía una gran bocanada de
aire para, a continuación, volver a quedarse sin respiración, retorciéndose
sobre el colchón. Las pesadillas habían vuelto a él, y le acechaban en sus
delirios febriles.
Yo, al borde
de la hipotermia, no pude hacer otra cosa más que abalanzarme sobre su cuerpo,
sujetándole los brazos y chillando su nombre.
- Junhyung!
Junhyung! Es solo una pesadilla! Un mal sueño! Despierta… Despierta!! - De
repente, su cuerpo dejó de moverse, dejó de resistirse, y yacía sin fuerza ni
movimiento alguno, ni siquiera su respiración rompía el silencio que se formó
en el cuarto. Yo tampoco era capaz de respirar.
- No… - De
nuevo, miré a mi alrededor, desesperado. Quería gritar ayuda, pero sabía que
nadie vendría en mi auxilio. - Joder!
Junhyung se
ahogaba… En su pesadilla interior, él se hundía en el fondo del río junto al
resto de su familia, así que en mi cabeza se iluminó una pequeña bombilla.
Tomé su
rostro, mucho más templado para mi alivio, entre mis manos y le sujeté con
firmeza. Presioné sus mejillas para que sus labios se separasen y mantuviese la
boca semi-abierta, y entonces cogí una gran bocanada de aire, pegando mi boca a
la suya y obligándole a respirar con mi propio aire.
No tardó en
reaccionar. Abrió los ojos de repente, haciendo que casi me desmayase por el
alivio, y comenzó a respirar agitadamente, pero su color y sus movimientos eran
mucho más tranquilizadores. Miró a su alrededor, con una expresión de terror en
el rostro, y entonces me miró a mí, desconcertado. Las lágrimas bañaban mi
rostro, y aunque mi cuerpo temblaba de frío, le sonreí con la máxima calidez
posible. “Lo logré.”
-
Hyunseung…- Me miraba como si estuviese viendo a un fantasma. Yo le sonreí aún
más ampliamente, pero cuando él extendió una mano para alcanzar mi rostro y
acariciarlo, no pude soportarlo más. Retiré su mano de un zarpazo y me abalancé
sobre él, ignorando su mueca de dolor y la mía propia, aferrándome a su torso
en un abrazo desesperado.
- Maldito
idiota… Tienes idea del susto que me has dado!? - Lloré, entrelazando mis dedos
al otro lado de su espalda, dándole a entender que no tenía intención alguna de
dejarle ir de mi lado. Su calor, aun ligeramente anormal, era un calmante
divino para todo mi cuerpo, que lo pedía a gritos desgarradores.
- Eres un exagerado.
- Replicó, pero él también rodeó mi cintura con sus brazos, apretándome
suavemente contra él, consciente de que nuestro estado físico no era el ideal
para un abrazo fuerte y efusivo. Hundió su rostro en mi cuello, y todo mi
cuerpo se derritió ante su cálido aliento, que iba fundiendo el hielo en el que
se había convertido todo mi interior.
- Como
vuelvas a darme otro susto de estos te juro que… - Me separé de él para reñirle
mirándole a la cara, pero las palabras de enfado se evaporaron de mis labios en
cuanto sus ojos castaños se clavaron en los míos. Leía agradecimiento. Leía
cariño y miedo, y leía amor.
- Te quiero.
- Musitó, tan bajo que podría haber confundido sus palabras con cualquier otra
cosa, pero no lo hice, y en seguida mis ojos reaccionaron al sentimiento
indescriptible que produjeron sus palabras en mi pecho, que se tornó cálido y
primaveral. - Te quiero muchísimo…
- Oh,
Junhyung. - Sollocé, abalanzándome sobre sus labios con desesperación. Lo
necesitaba, lo necesitaba tanto que estaba volviéndome loco. Un beso, dos,
millones de ellos, de forma infinita y eterna.
Me separé de
él, enterrando mis manos en su pelo, todavía sentado en su regazo. A ambos
parecía habérsenos olvidado que acabábamos de estar al borde de la muerte.
Nos escudriñamos
con la mirada el uno al otro, como si en esas horas tortuosas hubiésemos sabido
que jamás volveríamos a vernos, y no quisiéramos volver a correr ese mismo
riesgo.
- Te he
echado de menos. - Susurró, recorriendo mi rostro por milésima vez. Sonreí con
ternura y le acaricié una mejilla.
- No me he
ido. - Le respondí.
- Te sentía
ahí, pero no te veía… - Su voz plasmaba el miedo que acababa de pasar. - No
temía a la muerte… Sino a la idea de que jamás podría volver a verte. De que no
había sido capaz de despedirme… De que te quedarías solo en este mundo cruel
que no te comprende.
Bajé la
mirada, conmovido hasta las lágrimas por su comentario.
- A ti
tampoco te comprende… - Murmuré. Él sonrió débilmente y besó mi frente.
- Por eso
tenemos que estar juntos… - Le miré a los ojos y su mirada me infundió
seguridad. - Porque nosotros nos comprendemos.
Asentí con
suavidad, cuando Junhyung pareció percatarse de mi estado de desnudez.
- Tenías
fiebre y no podía meterte en el agua por culpa de la herida, así que…
- Eres un
mártir o algo así?
- Por ti?
Sí. - Se sorprendió por mi respuesta, pero no dijo nada más, simplemente
envolvió mi cuerpo desnudo y todavía congelado con una manta y me obligó a
recostarme a mi lado, acunado por sus cálidos brazos.
- Tengo que
cambiarte el vendaje… - Murmuré, acurrucándome a su lado. - No puedes tenerlo
sucio, se infectará.
- Estará
bien. Ya lo haremos luego. - Dijo, apretándome contra su pecho, calentando mi
cuerpo de inmediato con su abrazo. - Ahora duerme… Has de estar cansado. -
Asentí, sintiendo mis párpados comenzar a pesar como el hierro, obedientes a la
voz de Junhyung. Dormí durante horas, horas en las que la nieve paró y el cielo
se pintó de azul pálido.
Abrí los
ojos, buscando con la mirada a mi compañero, y me asusté al no encontrarle en
los primeros dos segundos, pero luego le vi sentado en la butaca que antes me
había llevado por el camino de la amargura.
- Buenos
días. - Murmuré, haciendo que levantase la mirada del periódico, marcada por
unas pronunciadas ojeras, y me sonriese.
- Son las
siete de la tarde… Está a punto de hacerse de noche de nuevo, y tú dices buenos
días? - Sonreí y me encogí de hombros, arrepintiéndome de inmediato de haberlo
hecho por el consecuente dolor que eso me propició.
- Comiste? -
Pregunté, buscando a mi alrededor algún indicio de alimento. Negó suavemente,
incorporándose despacio y acercándose a mí.
- No. Tienes
hambre? - Negué con la cabeza, pero él enarcó una ceja incrédula ante mi
respuesta.
- Va en serio.
No tengo el estómago como para meterle nada… Probablemente si lo hiciese,
acabaría vomitando. - Asintió y se sentó a mi lado en la cama, retirándome el
pelo del rostro y colocándomelo detrás de la oreja en un gesto tierno.
- Está bien…
Comeremos después, sí? - Asentí y cerré los ojos ante su mano, colocada sobre
mi mejilla en una caricia suave.
- Vamos a
cambiarte las vendas, anda. - Musité, abriendo los ojos y mirándole con calma.
Él asintió y, tomados de la mano, tiré de él suavemente hasta el baño, donde
localicé unas tijeras y cogí vendajes que el médico había dejado tras de sí en
su visita forzada del día anterior.
Me acerqué a
él, que estaba apoyado en el lavabo, observando mis movimientos sin perder
detalle.
- Sabes
hacer esto? - Musitó. Asentí sin mucha seguridad.
- Estuve en
un club de primeros auxilios en el instituto, y en uno de situaciones de
emergencia, así que…
- Qué hacías
ahí metido?
- Subían
puntos para biología, y me ahorraba tener que ir a algunas clases de educación
física. - Aclaré, recortando las vendas por el costado contrario a donde se
encontraba la herida.
- Vago.
- Calla.
Comencé a
retirar la venda, enrollándola en mi propia mano, con cuidado y lentamente,
pues el mínimo fallo volvería a provocar que la hemorragia se reiniciase.
- Lo siento.
- Musité, al ver la expresión de dolor de Junhyung cuando la capa de vendas ya
era extremadamente fina y estaban pegadas a la superficie de la herida, que
para mi sorpresa, era más grande de lo esperado. Hara debía de haber metido el
cuchillo y hurgado dentro de su cuerpo con él. “Hija de puta…”, desde luego,
era una herida para matar. Junhyung tenía suerte de no estar muerto con toda la
sangre que había perdido.
- Estás
bien? - Posó una mano sobre mi hombro, sacándome de mi ensimismamiento. Le
miré.
- Eh?
- Llevas un
rato mirando fijamente la herida… Tan bonita no es, así que, estás bien? -
Parpadeé varias veces antes de bajar la mirada de nuevo hacia la protagonista
de la situación y sonreí con tristeza.
- Siento que
todo esto ha sido culpa mía… - Musité, alcanzando con la mano el bote de agua
oxigenada y vertiéndolo sobre la herida en abundancia. Junhyung rugió de dolor,
aferrándose con tanta fuerza al lavabo que creí que lo rompería. - Si me
hubiese sabido defender…
- Yo soy
cinturón negro en un millón de cosas y mira cómo estoy… - Gruñó. - Si te
hubieses sabido defender no habría cambiado nada… Salvo que quizás no habrías
tenido la misma suerte y estarías muerto. Bueno, estaríamos, porque yo me la
habría cargado a ella y todos sus amigos habrían venido a por mí.
Tragué
saliva solo con imaginármelo, y él notó mi miedo, porque colocó una mano bajo
mi mentón y me obligó a subir el rostro
hasta mirarle.
- Yah… No sé
qué estás pensando, pero deja de hacerlo. El pasado, pasado es. Sigamos
adelante, sí?
Asentí,
recortando trozos del vendaje y pegándolos con esparadrapo sobre la herida,
haciendo un parche que asegurase que ningún polvo ni intruso vario podría
entrar ahí, y después volví a rodearle la cintura con las vendas, tal y como
las llevaba antes, para que en caso de que la herida volviese a abrirse, no
perdiese demasiada sangre.
- Está curando
muy bien. - Musité, asombrado, lavándome las manos. - Creo que te pondrás bien.
Él se acercó
a mí por detrás, abrazándome con suavidad y depositando un beso en mi nuca.
- Muchas
gracias por todo… - Susurró en mi oído. Cerré los ojos ante su gesto, sintiendo
su voz grave llegar directamente de mis oídos a mi pecho, que dio una sacudida.
Me giré entre sus brazos y le miré a los ojos. Había deseo, eso era innegable,
y ya no hubo marcha atrás cuando hundió su boca en la mía sin miramientos.
Intentó
cogerme en brazos y hacer que le rodease con las piernas la cintura, pero me
revolví por el bien de su cuerpo. Podía caminar por mí mismo hasta la cama, y
lo hice, dejándome caer de espaldas sobre ella y recibiendo encantado entre mis
brazos a Junhyung, que me besaba sin descanso, colmando mi cuerpo de
sensaciones únicas que me hacían enloquecer.
Su lengua
viajaba por mi cuello, mi clavícula, mi pecho y mi abdomen, haciendo que mi
cadera, impaciente, diese violentas sacudidas contra la suya. Sonrió al darse
cuenta, pero no me dijo nada. Yo mantenía mis ojos cerrados, pero pude sentir
su sonrisa contra mi piel, que reaccionaba hasta por la mínima caricia que me
propiciaba.
Mi cuerpo
dolía a causa de la paliza, pero dolía aún más por la tortura de Junhyung, que
jugaba con mi paciencia y mi deseo como si fuesen marionetas y él el
titiritero.
Bajé mis
manos por su torso, abriendo la boca en una mueca de satisfacción al llegar al
cierre de sus vaqueros y deshacerme de él, empujándolos al meter las manos en
sus bolsillos traseros y tirando. Junhyung me ayudó, sacudiéndolos fuera y
volviendo a acercarse a mi rostro, atrapando mi labio inferior entre sus
dientes y tirando con suavidad. Su ansia también podía palparse en el ambiente,
aunque yo prefería palpar su trasero, y lo empujaba hacia mí, rogando porque
avanzase. Cumplió mi súplica, liberándose de mi ropa interior y subiendo mis
piernas hasta su cintura.
Pegué un
respingo al sentir una pequeña intrusión, que más que molestia, causó sorpresa,
pero no la segunda ni la tercera, que aquello ya dolía. Clavaba mis uñas en sus
hombros, pero dirigía mi mano a la suya y la hundía aún más dentro de mí
cuando, al verme sufrir, se echaba para atrás y pretendía retirarla. Este gesto
parecía encenderle.
Cuando creí
estar listo, saqué su mano de mi cuerpo y abrí más las piernas, dejándole
acomodarse entre ellas y colmarme de besos y caricias dulces, contrastando con
los roces poco inocentes e intencionados que hacía con su cadera sobre la mía.
Lamí su cuello con ansia, tirando de la goma de su ropa interior, animándole a
librarse de ella y quedar ambos en las mismas condiciones. Accedió, y llevé mi
mano a su entrepierna, sorprendiéndome al ver que todo aquello era por mi
culpa. Le acaricié tímidamente, escuchándole gruñir en mi oído, y una sonrisa
malvada se dibujó en mi rostro, o al menos hasta que él hizo lo mismo y llevó
su mano a mi entrepierna, acariciando la punta con el pulgar, haciendo que un
grito ahogado de sorpresa y placer saliese de mi garganta. Esta vez la sonrisa
nació en su rostro.
Continuó
haciendo su labor hasta que mi cuerpo se dio cuenta de que eso no era más que
una maniobra de distracción, aunque funcionó; cuando quise darme cuenta,
Junhyung estaba completamente inmóvil en mi interior, y para mi propia
sorpresa, no dolía, así que tras una mirada cómplice cargada de deseo y locura,
moví mis caderas, animándole a moverse dentro de mí.
Anocheció
mientras su cuerpo se chocaba contra el mío, una y otra vez, incansables, como
si tuviésemos que aprovechar el momento al máximo, por miedo a que no fuésemos
a tener una segunda oportunidad.
Grité cuando
llegué al orgasmo, al menos a uno de ellos; los otros se encargó él de
callarlos con sus propia boca, al igual que yo hice con los suyos.
Cuando
recuperé la consciencia y mi cerebro comenzó a funcionar con normalidad tras el
atontamiento post-orgásmico, vi a Junhyung agotado a mi lado, y al otro,
oscuridad. La noche había vuelto demasiado rápido, y la temía. Así que me
acurruqué al su lado y dejé que su aura protectora me arropase.
Me desperté
de madrugada, sintiéndome repentinamente frío, y aunque el cielo se tenía de un
cálido naranja, el otro lado de la cama estaba completamente vacío.
- Junhyung?
- Llamé, intentando que mi voz sonase segura. - Junhyung? - Lo intenté un poco
más fuerte, pero no hubo respuesta. Me incorporé, vacilante, y llamé a la
puerta del baño, pero nadie respondió al otro lado. La abrí, y estaba vacío.
Pude sentir el pánico comenzar a colonizar mi cerebro.
- Dónde
demonios habrá ido? - Musité, volviendo a la cama y poniéndome su sudadera,
todavía ahí. Busqué entonces su bolsa de ropa y no la encontré, al igual que
tampoco encontré las llaves del coche sobre la mesita, ni ninguna de sus
pertenencias, o eso creí, hasta que encontré sobre una mesa, al lado de uno de
los ventanales, una bolsa de lona negra terriblemente familiar, un sobre y un
papel doblado.
Tomé el
papel con miedo, y lo desdoblé para, a continuación, dejarme caer sobre mis
propias rodillas.
“Vive. Algún día nos encontraremos de nuevo.”,
eso rezaba la nota, escrita a puño y letra por Junhyung. Pude sentir las ganas
de llorar agolparse y mi cabeza palpitar en un dolor punzante. Demasiado para
un solo día.
A medida que
la carga emocional se descargaba a borbotones en mi rostro, abrí la bolsa de
lona negra, perteneciente a su preciada cámara, pero estaba llena de carretes
de fotografía en su lugar. Decenas y decenas de ellos, todos con una fecha y su
firma. Sonreí con tristeza, abriendo acto seguido el sobre y encontrándome con
un grueso fajo de billetes grandes.
- Oh,
Junhyung… - Sollocé, tirándolos encima de la mesa. - Eres un completo idiota,
lo sabes?
Junhyung
había huido sin mí… Pero a pesar de ello, no podía sentirme traicionado, porque
lo que me había dejado era una promesa… Me había dejado lo más preciado para
él, todo lo que él poseía, y entre esas cosas, estaba yo. Al igual que a por
sus amadas fotografías, mi corazón comprendió en ese momento que él, tarde o
temprano, volvería a por mí.
- Y ahora… -
Musité, dejándome caer sobre la butaca, todavía llorando, pero por algún
motivo, con una suave sonrisa plasmada en el rostro. - Yo qué hago?
Miré el fajo
de billetes y asentí, entendiendo al instante lo que Junhyung habría querido
para mí.
- Señorita?
- Llamé, descolgando el teléfono de la habitación. - Por favor, consígame un
vuelo para esta misma tarde.
- Para
dónde, señor?
- Mmmm… A
algún lugar del mediterráneo. Sorpréndame.
“Nos vemos
allí, Junhyung.”
-Fin-
NO PUEDE SER. NO PUEDE HABER TERMINADO DE ESE MODO😱😱
ResponderEliminar-se hace bolita y llora hasta el fin del mundo-
No llores, Icíaaaaa <3
EliminarYa verás que todo irá bien (?)