Kyungsoo
observaba desde un extremo de la mesa a su madre, que comía tranquilamente al
lado de su marido, sentados enfrente del chico. La mirada de sus ojos no era la
típica mirada que un hijo le dedicaría a su amada madre, sino todo lo
contrario. A través de sus pupilas se podía palpar el odio, el rencor, la rabia
y la impotencia que sentía Kyungsoo. ¿Por qué? Bueno, el día anterior, Sora
había pillado a su hijo con el criado besándose. Por supuesto, para una dama de
la aristocracia coreana, eso era completamente inaceptable, y no tardó en
actuar frente a ello.
- Cielo, perdona la espera. - Sora sonrió,
arrastrando a su hijo escaleras abajo, con un inmenso chichón en la frente. Una
jovencita observaba la escena desde la entrada, con expresión horrorizada. - Juhyun,
¿verdad?
- Sí, señora. Encantada de conocerla. - Juhyun
era la hija menor de unos socios del padre de Kyungsoo. Había sido formada y
educada en estados unidos, hasta que sus padres decidieron que era suficiente y
la trajeron de vuelta a Corea para encontrarle un marido a su altura. Sin
embargo, a Do Sora le había parecido una idea maravillosa que la adorable
muchacha pasase las tardes junto a su hijo, enseñándole inglés y entablando
amistad.
- Suéltame. Sé caminar. - Masculló Kyungsoo,
zafándose del agarre firme de su madre, y miró a la chica con una ceja
enarcada.
- Mira, Kyungsoo, esta chica tan hermosa va
a ser tu tutora de inglés. ¿Qué te parece? - Juhyun sonrió con timidez e hizo
una reverencia suave, colocándose inmediatamente el pelo detrás de las orejas y
pestañeando coquetamente. Kyungsoo frunció el ceño, desagradado por el acto.
- Me llamo Seo Juhyun y tengo veinte años.
Encantada de conocerte. Espero poder enseñarte un montón de cosas y que lleguemos
a ser buenos amigos.
- Oh.
- Cariño, no seas maleducado y preséntate. -
Le alentó su madre. Kyungsoo la miró con odio y volvió a fijar la vista en
aquella chica.
- Sabes quién soy, porque estás en mi casa.
Ahora, si no te importa, pasemos al salón, que no tengo tiempo que perder.
La chica asintió, cortada por el
comportamiento arisco del muchacho, y siguió la dirección que le indicaba Kyungsoo
con un brazo.
- Contenta, ¿no? - Le preguntó a su madre,
antes de girarse y seguir a la chica, que caminaba despacio y con pasos
pequeños. Hasta eso odió Kyungsoo de Juhyun.
- Mucho. - Le escuchó susurrar antes de
cerrar la puerta del salón del piano. Sora se quedó al otro lado, sonriendo con
superioridad, y se encaminó escaleras abajo, para comprobar si su criada había
cumplido su orden y ya había encerrado al joven Jongin en el sótano.
Mientras tanto, al lado del piano, sentados
cada uno en una butaca, Juhyun le tendía un par de hojas de papel a Kyungsoo,
que las miraba con asco.
- ¿Qué? - Espetó. Ella sonrió pacientemente
y le animó de nuevo a cogerlas.
- En estos papeles he escrito los verbos
irregulares para que los vayas aprendiendo. Es más sencillo de lo que parece. -
Parpadeó de nuevo coquetamente, y Kyungsoo pronunció su expresión asqueada.
- Olvídalo. - Masculló, acomodándose en la
butaca y cruzando las piernas. Juhyun le miró, confusa.- Estás perdiendo el
tiempo. No tengo intención alguna de aprender inglés, y mucho menos con una
cualquiera como tú.
- ¿Disculpa? - Preguntó con dulzura la
chica. No parecía haberle molestado ni lo más mínimo que Kyungsoo la tratase
tan irrespetuosamente. - No comprendo…
Kyungsoo la heló con su mirada, cargada de
odio.
- Escúchame, furcia: No sé quién eres, ni me
importa, pero deja de coquetear conmigo o te juro que te estamparé la cara
contra el mármol de la mesa. ¿Alguna duda?
- No veo necesario que te comportes así. -
Protestó suavemente la chica, incorporándose levemente para colocarse
correctamente la falda y que no se creasen arrugas en el tejido.
- ¿Te crees que soy idiota? - Siseó
Kyungsoo. En su interior solamente sentía furia y rabia. - Entras en mi salón,
mirándome como si fuese un cachorro al que debes cuidar. Me sonríes como si
tuvieses algo de lo que presumir, y me miras sin parar, intentando que me quede
hipnotizado con tus largas pestañas falsas.
- Yo lo siento muchísimo si en algún momento
te he hecho creer que…
- Te conozco. - Espetó, mirándola fijamente
con el semblante serio y el odio brillando en una tonalidad carmesí a lo largo
de sus ojos. - No sabré quién eres, pero sé de quién eres hija, y sé dónde has
estado y por qué has vuelto a corea. No soy idiota. Por eso dejaré esto ahora,
claro y conciso: Te odio. Me das asco. No tengo intención alguna en dirigirte
la palabra una vez se acabe esta hora estúpida, y no planeo volver a verte
jamás, así que ya te estás inventando una excusa para que tu padre no te deje
volver aquí. Sea la que sea. Puedes decir que te acosé, que te insulté, que
traté de tocarte un pecho o directamente que te forcé hasta casi violarte, me
da igual. Pero no quiero volver a ver tus rizos acartonados nunca jamás.
La chica le miró, completamente horrorizada,
con los ojos humedecidos y las manos temblorosas, pero Kyungsoo no sintió la
más mínima pena hacia ella. Al contrario, era justo lo que quería, que ella no quisiese
volver a verlo, así se ahorraría molestias y podría ir a ver a Jongin, donde
fuese que estuviera.
El resto de la hora se la pasó con Juhyun
sollozando silenciosamente a su lado, alisando continuamente los pliegues de su
falda y mirando el reloj con temor. Probablemente era la peor hora de su vida,
mientras Kyungsoo solamente pensaba cómo castigarían a Jongin y formas para
evitarlo.
- Ha… Ha pasado ya una hora y cinco minutos.
- Susurró la chica, incorporándose cautelosamente. Kyungsoo ni la miró. - ¿He
de decirle algo en concreto a tu madre a la salida?
Kyungsoo arrastró la mirada hacia ella,
haciendo que se sobresaltase cuando sus ojos hicieron contacto, y negó
suavemente con la cabeza. - Está bien… Adiós entonces.
Prácticamente salió corriendo del salón, y
pronto se escuchó un coche arrancar en el jardín, probablemente el chófer de la
chica, que haría caso a los sollozos atemorizados de la joven.
- No pienso
ir a cenar con ella. - Espetó Kyungsoo, rompiendo por fin el silencio. Su madre
sonrió, y su padre suspiró, cansado.
- No es una
opción, tesoro. - Susurró con dulzura la dama. Kyungsoo miró de reojo a Jieun,
que en ese momento entraba a servir el segundo plato en el comedor, con el
semblante serio, pero los ojos inundados en tristeza. - A tu padre le ha
costado mucho esfuerzo que Seo Juhyun quisiese darte la oportunidad de cenar con
ella y disculparte, y la vas a aprovechar.
- Pues ya
podéis ir preparando una soga para amordazarme, porque no pienso subirme a ese
jodido coche extranjero que estáis preparando en el garaje. - Masculló. Do
Sooman levantó la vista del plato y miró a su hijo con enfado. Kyungsoo le
devolvió la mirada.
- ¿No has
escuchado a tu madre? Irás a la cena y te disculparás. Los hombres han de saber
cuándo disculparse.
- Ah, ¿ahora
soy un hombre? - Se burló Kyungsoo. - Eso no fue lo que te dijo mamá anoche
cuando te contó que me había besado con Jongin.
Una cuchara
se estrelló contra el suelo y todos los ojos de la sala se fijaron en la
sirvienta Jieun, que miraba a Kyungsoo con pánico en la mirada. Kyungsoo le
devolvió la mirada, cargada de arrepentimiento. No había tenido en cuenta la
presencia de la madre de Jongin antes de hablar.
- Jieun… - La
reprendió Sora. - Ten más cuidado.
- Lo siento,
señora. No volverá a pasar. - La criada bajó la mirada, sumisa, y tras recoger
la cuchara, corrió a la cocina.
- Lo del
sirviente no viene a cuento. - Suspiró Sooman. - Todos los jóvenes hacen
tonterías.
- Y algunas
muy gordas. - Añadió Sora, cortando un pedazo de carne y llevándoselo a la
boca.
- No ha sido
una tontería. Amo a Jongin. - Siseó Kyungsoo, furioso. - ¿Por qué no podéis
entenderlo?
- No digas
groserías, que estamos en la mesa. - Le devolvió la palabra su padre, mirándole
con el ceño fruncido.
- ¿El amor
ahora es una grosería? - Sooman iba a abrir la boca, pero Sora le detuvo con un
delicado gesto de mano.
- Cielo, no
te decimos que no debas querer a tu amigo. Es extraño, dado que es un niño
ignorante y analfabeto, carente de educación y modales, pero aceptamos que sea
tu amigo. Nosotros también queremos a nuestras amistades, pero has de saber
diferenciar entre la amistad y el amor.
- Madre,
querida, - Le hizo la burla Kyungsoo, imitando su voz. Ésta cerró los ojos en
una expresión de enfado contenido. - sepa usted que su hijo no es retrasado
mental, y que sabe diferenciar perfectamente a un amigo de un amante, y para su
hijo, Jongin es su amante.
-
SUFICIENTE. - Bramó el padre, dando un sonoro golpe con el puño en la mesa que
hizo saltar a todas las sirvientas del salón, que esperaban pacientemente a que
sus amos acabasen de comer para recoger la mesa. - Irás a esa cena, te
disculparás y empezarás a comportarte como el adulto que eres. Ya has cumplido
la mayoría de edad y va siendo hora de que seas responsable de tus actos.
- No iré a
esa cena. - Masculló Kyungsoo levantándose de la mesa, tirando la silla hacia
atrás y abandonando el comedor a grandes zancadas.
- ¿A dónde
te crees que vas? - Siseó su padre, apretando los puños. - TE ESTOY HABLANDO.
- Y YO TE
ESTOY IGNORANDO.
- Cielo… -
Le frenó de nuevo su esposa. Éste resopló, dejando el tenedor sobre el plato.
- Se me ha
quitado hasta el apetito.
- He
escuchado hablar de lo que le pasa a Kyungsoo… En estados Unidos hay
laboratorios que están investigando sobre esta enfermedad… Bueno, no es
exactamente así, es más bien un desorden hormonal. Si le llevamos a Washington
o a Nueva York podrían empezar a aplicarle el tratamiento, le casaríamos y ya
podrías empezar a entrenarle para heredar la empresa. ¿No crees?
- Qué
gilipolleces dices, de verdad. - Suspiró su marido, alargando la mano en su
bolsillo y sacando una cajetilla de Lucky Strike. - Parece mentira que seas mi
esposa.
Sora
suspiró, armándose de paciencia.
- ¿Y
entonces qué deberíamos hacer? - Sooman se colocó un cigarrillo entre los
labios y lo encendió rápidamente, dándole una larguísima calada.
- Toda la
vida ha habido degenerados, Sora. Pero se le pasará, es la edad. Tarde o
temprano se dará cuenta de que con un sirviente paleto no se va a ninguna
parte, y nos hará caso, se casará y nos dará algún nieto.
- ¿Tú crees?
- No lo
creo. Lo sé.
- Pero no
debería de tardar mucho, Sooman. Es joven, pero es un hombre. Debemos de
casarle ya para no manchar nuestra reputación.
- Como la
gente se entere de que nuestro hijo está interesado en un sirviente, retirarán
las inversiones y nos veremos en la ruina…
- Exacto.
- He pensado…
¿Qué te parece la chica esta? ¿Seo Juhyun?
- Estás
loca.
- No,
piénsalo. Ya la conoce, no la soporta, pero mejor mal conocido…
- No va a
funcionar.
- Me da igual.
Eso no es decisión suya.
- Creí
haberte dicho que no quería volver a verte, furcia. - Kyungsoo miró a Juhyun,
con un sencillo vestido blanco, sentarse en la silla de enfrente en uno de los
restaurantes más lujosos de Seúl. Si no fuese porque Jieun le había rogado que
se comportase bien para que le rebajasen la penitencia a Jongin, no habría
asistido a esa estúpida cena.
- No fue
decisión mía, Kyungsoo. - El joven se mostró sorprendido ante la repentina
autoestima de la chica. - Tampoco estoy aquí por gusto. He venido a escuchar
tus disculpas.
- Y yo a
comer gratis. - Espetó, abriendo la carta y buscando lo más caro, sin saber
siquiera que era lo que estaba pidiendo.
- ¿No crees
que fuiste demasiado grosero en tu casa?
- En
absoluto. Podría haberlo sido mucho más. ¿Quieres comprobarlo?
- Eres
despreciable.
- Pues vete.
¿Sabes dónde está la puerta?
La chica
resopló, frustrada, colocándose adecuadamente el fular sobre los hombros.
La cena
transcurrió en absoluto silencio. Kyungsoo apenas comía lo del plato, y Juhyun
no paraba de mirarle, intentando llamar su atención de alguna forma. La chica,
acostumbrada a ser envidiada por todas las mujeres y deseada por todos los
hombres, no podía evitar sentir curiosidad hacia aquel chico que parecía inmune
a todos sus encantos, que no eran pocos.
- ¿No me vas
a abrir la puerta? - Preguntó, cuando ambos salían del restaurante. Kyungsoo
enarcó una ceja y la miró pasivamente.
- ¿Acaso no
sabes ya la respuesta?
- ¿No eres
un caballero?
- No llego a
caballo siquiera.
- Eso no
tiene ningún sentido.
- El mismo
sentido que tendría que yo te abriese la puerta.- La chica resopló, frustrada,
y finalmente abrió ella misma la puerta, pero antes de que le diese tiempo a
cruzarla, Kyungsoo la adelantó con una sonrisa triunfal.
- Tú sí que
eres un caballero. - Susurró, pasando a su lado. Ella le miró, con la boca
abierta. En su vida había conocido a un ser tan maleducado e impertinente.
La chica
avanzó hacia su Mercedes negro con cristales tintados, cuyo chófer sí que abrió
la puerta.
- Me
gustaría decir que ha sido una velada encantadora, pero…
- Pero no me
importaría lo más mínimo. - Espetó Kyungsoo, girándose sobre sus talones y
caminando, sin despedirse siquiera, hacia su propio Mercedes con su propio
chófer.
Kyungsoo se relajaba
en su coche, pensando por dónde podría entrar a casa y no encontrarse con su
madre. Su plan era que no le pillase y que no le encerrase en el cuarto de
invitados, como había hecho la noche anterior cuando le pilló intentando
escabullirse para ver a Jongin.
Había
averiguado a través de Jieun que su amigo estaba castigado en el sótano,
obligado a trabajar alimentando la caldera junto a otros miembros del servicio.
Sin embargo,
su madre no era su madre solamente por haber pasado por el parto, sino porque
también le conocía tan bien como él mismo, así que cuando atravesó la entrada
de servicio, allí le esperaba ella, sentada en un taburete en la cocina con un
margarita en la mano y una sonrisa en la boca.
- Mierda.
- ¿Qué tal
la cena, mi vida?
- Como era
de esperarse.
- ¿Y eso qué
significa?
- Que esa
mujer es repugnante.
- Es una
señorita encantadora, educada y de buena familia.
- Nadie lo
ha puesto en duda. Lo único es que yo encuentro esas cualidades algo
repugnante.
- Tiene una
cola de hombres dispuestos a tener una cena con ella, eres un privilegiado.
- Qué suerte
la mía. - Ironizó Kyungsoo, avanzando por la sala de azulejos y saliendo al
comedor. Su madre le siguió de cerca, atravesando el salón, la biblioteca y
llegando a la entrada principal. - ¿Piensas seguirme mucho rato?
- Juhyun es
maravillosa, ¿cierto?
Kyungsoo
puso los ojos en blanco justo cuando su padre bajaba por las escaleras, con un
puro entre los labios.
- Es odiosa,
madre. No la soporto.
La mujer
sonrió y negó suavemente con la cabeza.
- Bueno,
aprenderás a soportarla.
- Lo dudo.
- Créeme que
sí. - Kyungsoo frunció el ceño, y miró fijamente a su madre.
- ¿De qué
estamos hablando, madre?
- De que
cuando te cases con ella tendrás que aprender a quererla.
Una
carcajada sonora y sarcástica salió de la garganta de Kyungsoo.
- ¿Y en qué
sueño tuyo va a pasar eso?
- En este.
Su madre y yo hemos hablado, y ambas creemos que es una buena idea. Hemos
estado pensando en fechas para el mes que viene… Tiene buena pinta, ¿no?
Tenemos que llamar al sastre para que te tome las medidas.
- No me voy
a casar con ella.
- Oh, sí que
lo harás, cielo.
- Sora… - Do
Sooman miró a su mujer con el ceño fruncido, pero ésta le ignoró.
- El jardín
de atrás es un lugar perfecto para la ceremonia. Pondremos un montón de flores
y sillas cómodas para los invitados. Yo haré la lista.
- Sora. - El
tono de su marido se iba poniendo más y más tenso.
- Escúchame,
madre. - Siseó Kyungsoo, avanzando hacia ella, fijando la vista en los ojos de
su madre. - Antes de casarme con ella, me pego un tiro con la escopeta de caza
de papá.
Sora rió
escandalosamente.
- Qué
tonterías dices, cielo. Ve a dormir, que ha sido un día muy largo. Mañana
comenzaremos a organizar la ceremonia.
- Kyungsoo,
- Su padre se rindió con la señora y miró a su hijo, que le dedicó una mirada
de súplica. - ve a dormir.
Kyungsoo,
nervioso como nunca y furioso, decidió que lo mejor sería obedecer si no quería
acabar cometiendo un asesinato.
Subió las
escaleras de dos en dos, corriendo y encerrándose en su cuarto, pero una vez
dentro abrió la ventana y asegurándose de que la red para que las enredaderas
trepasen seguía pegada a la pared, bajó rápidamente, sin importarle haberse
quemado las manos con la fricción.
- Maldita
zorra. - Masculló, intentando relajarse con la idea de que su padre la haría
entrar en razón y de que en apenas un minuto vería a Jongin después de casi dos
días sin saber de él. Jamás habían estado tanto tiempo separados, y eso escocía
en el pecho de Kyungsoo como si tuviese alcohol etílico dentro.
En el
jardín, recorrió el camino de pizarra hasta llegar a la ventana del sótano, que
podía abrirse desde fuera, y se arrastró a través de ella, entrando en el
oscuro salón, lleno de muebles y cuadros tapados con sábanas. Se guió a tientas
hasta encontrar unas escaleras de madera que protestaron bajo su peso, pero
finalmente llegó a la puerta, abriéndola a tientas y saliendo a un pasillo del
área de servicio. Caminó a lo largo de éste, intentando hacer el menor ruido
posible, y encontró la puerta que llevaba a la sala de la caldera. Entró sin
llamar, bajando las escaleras, esta vez de losa, y dentro llegó a lo que antes
era la sala de las mantas y que ahora era el dormitorio de Jongin.
Sonrió,
nervioso, y llamó sigilosamente a la puerta.
- ¿Sí? - Se
escuchó al otro lado. Kyungsoo no podía evitar dar pequeños saltitos. Tenía
tantas ganas de verle que no le entraban en el cuerpo.
- Soy yo. -
Susurró. Hubo unos segundos de silencio, pero pronto se escuchó una cadena y un
cerrojo, y la puerta se abrió, mostrando a un Jongin con expresión sorprendida.
Kyungsoo se quedó ensimismado mirándole. Le recordaba bello, muy bello, pero no
tanto… ¿Se había hecho más guapo en las horas que llevaba sin verle? Parecía
tener unos rasgos más adultos que la última vez que le había visto, es decir,
el día anterior.
- Hola… -
Suspiró por fin, metiéndose las manos en los bolsillos. Jongin sonrió con
dulzura.
- Hola. - Le
devolvió el saludo, pestañeando con sus largas y negras pestañas. Kyungsoo le
miró a los ojos, Jongin le devolvió la mirada, y antes de que ambos pudiesen
recapacitar la situación, se habían abalanzado el uno a los labios del otro.
Kyungsoo sostenía el rostro de Jongin entre sus manos, besando, lamiendo y
mordiendo repetidamente la boca del otro, que respiraba agitadamente,
esforzándose por corresponder mientras se aferraba a la camisa de su mejor
amigo.
- Te he
extrañado… - Susurró sobre sus labios, mirándole a los ojos con pasión. Jongin
en ese momento solo pudo sonreír y girar un poco la cabeza, disfrutando el
tacto de las manos de Kyungsoo sobre su rostro.
- Y yo a ti.
- Respondió con dulzura.
Jongin tiró
de la camisa de Kyungsoo hacia dentro de aquel armario con un colchón tirado en
el suelo y ambos se tumbaron en él, abrazados. Kyungsoo hundía repetidamente el
rostro en el pelo de Jongin, que olía a polvo y hollín, pero a pesar de eso
seguía siendo delicioso para él.
Jongin, a su
vez, deslizaba sus dedos por el rostro de Kyungsoo, una y otra vez, como si
estuviese dibujándolo en su imaginación.
- ¿Qué has
hecho hoy? - Preguntó Jongin. Kyungsoo hizo una mueca de desagrado al
recordarlo.
- Por la
mañana estuve encerrado, temían que me escapase y fuese a verte a la caldera. -
Jongin sonrió con tristeza. - Después comí con mis padres.
- ¿Tu padre aún
no ha vuelto a América? - Kyungsoo negó suavemente, jugando con algunos
mechones largos del pelo de Jongin.
- Se irá la
semana que viene, me imagino.
- Oh…
- Después me
peleé con ellos… - Jongin rió suavemente.
- Qué
sorpresa…- Kyungsoo sonrió.
- Porque
querían que fuese a cenar con mi profesora de inglés. - Jongin le miró,
sorprendido. Kyungsoo se encogió de hombros.
- ¿Y eso?
- Para
disculparme por mi comportamiento durante la clase.
Jongin
suspiró.
- ¿Qué has
hecho ahora?
- Nada.
Llamarla furcia aprovechada y decirle que no tenía ninguna intención de
aprender inglés con ella.
- ¡Kyungsoo!
- ¡No dije
nada que no fuese cierto!
- Es de mala
educación hablar así a una mujer. Bueno, a una mujer y a cualquiera.
Kyungsoo
frunció el ceño ante la regañina de Jongin.
- Mi madre
quiere que me case con ella… - Susurró. Jongin le miró, sin expresión. Kyungsoo
bajó la mirada; no podía mirarle a los ojos después de haber dicho eso.
- Oh…
- ¿No vas a
decir nada?
- No puedo
decir nada.
Kyungsoo
elevó la mirada, observando la expresión más triste del mundo en el hermoso
rostro de Jongin.
- Jongin…
- ¿Vas a
casarte?
- Ni hablar.
- Jongin sonrió, pero Kyungsoo no vio ni un ápice de sentimientos positivos en
sus ojos, sino una tristeza aún más profunda.
- Has de
casarte…
- Contigo. -
Respondió inmediatamente el mayor, mirándole con súplica. Jongin, de nuevo,
dibujó esa sonrisa en su rostro. Era más un llanto que una mueca de felicidad.
- Tarde o
temprano iba a pasar… Eres alguien importante. - Kyungsoo frunció el ceño,
tomando inmediatamente las manos de Jongin y llevándolas a sus labios, las besó
lentamente.
- Tú eres
alguien importante. Eres la persona más importante para mí.
Jongin negó
suavemente, liberando una de sus manos y acariciando el pelo de su amado.
Kyungsoo cerró los ojos ante la caricia. Adoraba sus caricias.
- ¿Sabes lo
que yo he hecho hoy? Primero he limpiado la caldera. Yo solo, porque los demás
estaban ocupados con otras cosas. Después, he encendido la caldera, por lo que
ya se ha ensuciado, y me he pasado el día añadiéndole palas y palas de carbón.
Me duelen los hombros, la espalda y zonas del cuerpo que no sabría identificar.
- Kyungsoo abrió los ojos y le miró con lástima. Se sentía responsable por lo
ocurrido, y podía apostar a que su madre había ordenado al resto del servicio
no ayudar en nada a Jongin.
Jongin
sonrió, siempre sonreía, pero ese día sus sonrisas solamente significaban
sufrimiento.
- Mañana
bajaré a ayudarte. - Susurró Kyungsoo, pero Jongin únicamente le besó
dulcemente, invadiendo su boca con lentitud, y cuando se separó antes de lo que
a Kyungsoo le habría gustado, besó la frente de éste con delicadeza.
- No lo
hagas. No quiero.
- No quiero
que te duela nada…
- Los azotes
de tu madre duelen más. - Kyungsoo guardo silencio unos instantes.
- Te ha
pegado, ¿cierto? - Los ojos de Jongin se humedecieron y bajó la mirada,
ocultando su mirada en la sombra de su cabello. Kyungsoo no necesitó una
respuesta.
- Era o yo o
mi madre… - Sollozó. Kyungsoo cerró los ojos, sintiendo las ganas de llorar,
causadas por la empatía, y le abrazó con fuerza, dejando que sollozase en su
camisa blanca, ahora con manchas oscuras por la suciedad que Jongin llevaba
encima.
- No
permitiré que vuelva a pasar. - Susurró. Jongin resopló y se alejó de él,
mirándole con frustración.
- Kyungsoo…
- Ni así se alteraba. Siempre hablaba con calma, dulzura y, sobre todo, con
cabeza. Do Sora podía considerarle un ser incivilizado, un animal, pero a
Kyungsoo le parecía más humano y más sabio que el resto de los de esa casa. -
Sé que te crees que eres el dueño de esta casa, pero no es así. Tú aquí no eres
nadie, eres un objeto de tu madre, al menos hasta que te cases y tengas el
dinero e independencia para salir de aquí.
- Eso no es
cierto.
- Sí que lo
es. - Sí que lo era, y Kyungsoo lo sabía, pero nunca le había gustado
enfrentarse a la realidad.
- ¿Y qué he
de hacer entonces? - Susurró Kyungsoo, tomando de nuevo las manos de Jongin, en
una acción desesperada para acercarle a su cuerpo, sobre todo ahora que su
mirada le decía que estaban muy lejos el uno del otro.
- Cásate. -
Sollozó Jongin, dejando caer un par de lágrimas, que aclaraban su tez por donde
pasaban. - Cásate y sal de aquí, tú que puedes.
- No voy a
casarme, Jongin. - Entrelazó sus dedos con los de él, pero, para su sorpresa y
dolor, Jongin no aceptó el gesto, y separó sus manos lentamente. Kyungsoo le
miró, dolido, pero Jongin le sonrió con dulzura y dolor.
- Es la
única forma que tienes de salir de aquí.
- Si salgo
de aquí, será contigo a mi lado. - Jongin rió suavemente.
- ¿Y te
crees que fuera de estos muros será distinto?
- Sí.
- Pues no es
así. ¿Dónde viviremos? ¿Con qué dinero? ¿Quién les alquilará un piso a dos
hombres juntos? ¿Quién contratará a un degenerado como empleado? ¿A un enfermo
mental?
- No estamos
enfermos.
- A sus
ojos, sí.
- ¡Pues nos
iremos a Estados Unidos! ¡A Europa!
- Y allí
será lo mismo pero en otro idioma, Kyungsoo…
Kyungsoo
apretó mucho los ojos y exhaló por la boca mientras sus ojos empezaban a emanar
también lágrimas. Una detrás de otra, de frustración, de dolor, y sobre todo
porque, lo mirase como lo mirase, y por mucho que no quisiese aceptarlo,
aquello parecía una despedida por todas partes.
- Kyungsoo…
- Jongin le puso una mano en la mejilla, y cuando Kyungsoo abrió los ojos, le
miró entre lágrimas. Ambos lloraban, pero Jongin sonreía. De nuevo esa sonrisa.
Kyungsoo la temía, la temía porque sabía su significado.
- Jongin…
-
Despidámonos ahora. - Kyungsoo abrió mucho los ojos y sintió como su pecho
empezaba a doler de forma punzante.
- ¿Qué? -
Jongin sollozó, pero no borró esa sonrisa, dulce y suave, de su rostro.
- Digámonos
adiós. Para siempre.
Ohh, ¡¡No me hagas esto!! TT^TT ¡Un día me matarás, de verdad! ;^;
ResponderEliminarVale, vale, control... vamos por partes, así no te lío con mis incoherencias XD
Primero; Me alegro de que Kyungsoo haya puesto en sus sitio a... esa, (hablando de eso ¿Juhyun? ¿Es de algún grupo o algo? es que yo para grupos femeninos... poco XD) volviendo al tema, aunque sí, Kyung no fue respetuoso y todo eso, pero tenía que dejarle claro que no quería nada con ella! Además creo que ella, obviamente, va a ser un graan problema para los chicos... parece una...... mala persona.
Segundo; Sooman... de momento no ha hecho algo excesivamente malo como para odiarlo (Al menos no tanto como a Sora, que se merece el primer puesto de mi lista negra con creces, será el primer nombre que escriba cuando tenga mi Death note (?) XD) ejem... ¿qué decía? ¡Ah! espero que Sooman no empeore (su comportamiento) y se entere de que Sora es una ***** (sigo enfadada, está claro...)
Tercero; que... que bitch que es Sora, ¡insoportable! ¡Jongin! ¿¡como se atreve a encerrarlo y dejar que haga todo aquel trabajo él solo!? ¡¿¡Y le pegó!?! ¡¡Yo la mato!! >.>
Cuarto; ¡Kyungsoo y Jongin son totalmente tiernos y dulces! Me encantó, tan solo no se habían visto durante unas largas horas, pero su reencuentro fue tan efusivo! son adorables...
Lo malo, su despedida... no quiero ;^; no, quiero lloriquear como una cría, ¡Pero es que no quiero! ;^; ¡No quiero que se case, no quiero que sufran más, no quiero que sigan castigando a Jongin! ¡no quiero! TT^TT *berrinchemodeon* (?) XD
Pero lo entiendo, si desde el principio todo fuera como "vivieron felices y comieron perdices" ¿Que historia habría?
Hasta aquí mi comentario, tenía que decir algo más pero se me olvidó >.< estoy en las nubes últimamente, ¡Gracias por el capitulo! <3
Yo no mato a nadie! D: NO A LA VIOLENCIA. (?)
EliminarJuhyun es el nombre verdadero de la maknae de SNSD. Las odio mucho, así que... La meto por ahí en plan "recolecta odio, bitch".
Sooman es un ser especialito... Pero ya verás a continuación cómo se pone la cosa :3
Sora es mala persona u.u Un día de estos la tiro por las escaleras (?)
Te voy a meter a ti en el fanfiction en plan Mesías xDDDDDD "Kath los salvará a todos!"
Las nubes molan... Se está suave y calentito :3 Gracias por leer y comentar <3
Créeme, ya recolectó odio de mí, y apuesto que recolectará más XD
EliminarLol, si entrara en el fic, no cuentes con que Zorr... digo, Sora siga tan... sana como lo está ahora (?) tendría algún "pequeño" accidente XDD
Gracias a ti por escribir y hacerme feliz <3 (Que cursi soy pls XD)
xD Tendrá que hacerse con un gran cesto para el odio
EliminarKath haría un Cameo especial en el funeral de esa señora jajajaja
A ti, cuqui <3